"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 20 de octubre de 2023

Libro IV. Episodio 18. Jesús se libra de la guerra, Julián no

 Álvaro, tras ejecutar las órdenes de su comandante, se encuentra con la sorpresa de que ese mismo día es nombrado segundo comandante del torpedero T-2 que, junto con otro torpedero, el Martín, se turnarán en el servicio de vigilancia de la ría ferrolana. En ese lapso de tiempo, y dominada la ciudad de Vigo, el resto de la región queda en manos de los que comienzan a ser llamados nacionales en contraposición de los rojos que son los republicanos, aunque a los nacionales sus enemigos también los llaman facciosos, fascistas, carcas, fachas, meapilas y una larga retahíla de adjetivos peyorativos. A los republicanos sus adversarios también les dicen rojos, rojelios, comunistas, milicianos, hijos de la Pasionaria…

Por la tarde, Álvaro se entera de que, tras la derrota de los sublevados en el Cuartel de la Montaña, Madrid la controla el gobierno, aunque a duras penas pues los sindicatos y los partidos más extremistas se han hecho dueños de las calles y comienza la persecución indiscriminada de todos aquellos que son de derechas, católicos, que se les tacha de antirrepublicanos, que leen el ABC o el Ya o simplemente que tienen pinta de burgueses. Como explica Pilar en casa, no es necesario ser algo de lo enumerado, basta con que te delaten como tal, aunque no lo seas realmente, para ser detenido y lo que pueda pasarte después es una lotería.

Para los Carreño son días angustiosos dado que, en cualquier momento, puede llegar a su puerta un piquete de milicianos para arrestar al padre o a alguno de los hermanos. También comienzan a pasar necesidades y miedo. Pueden mitigar algo el hambre haciendo trueques de artículos farmacéuticos por alimentos. Siempre con el temor de que les acusen de prácticas de mercado negro y les arresten o les den el paseo, eufemismo que empieza a usarse por asesinato. Los milicianos acuden con frecuencia a la farmacia a expoliar medicinas que se llevan a cambio de unos vales republicanos que no pueden hacer efectivos pues solo son papeles con el sello del partido o sindicato al que pertenezcan los expoliadores. Y, como la religiosidad de la familia es ampliamente conocida en el barrio, pasan más miedo, sobre todo las primeras semanas, cuando la ciudad se llena de checas, expresión que, al no conocerla, Eloísa pregunta qué son.

   -Las checas son prisiones semiclandestinas, pero que todo el mundo sabe dónde están, creadas al margen de la ley y en donde se detiene, interroga, se juzga de forma sumarísima y se asesina a sospechosos de simpatizar con el bando nacional. En Madrid han surgido como hongos –le aclara su padre.

A finales de mes, los Carreño se llevan un buen susto cuando llega una notificación del Ministerio de la Guerra, aunque solo es el llamamiento a filas de Julián para que se reincorpore al ejército. Sorprendentemente, a quien no llaman es a Jesús que en su día tampoco hizo el servicio militar al estar en aquel momento enfermo. No saben si es que el ayuntamiento de Plasencia no trasladó su expediente al de Madrid o que ha podido traspapelarse. La familia se intranquiliza dado que Jesús podría ser acusado de desertor.

   -¿Y qué hago, papá? –pregunta, temeroso, Jesús.

   -Creo que solo tienes dos opciones: o presentarte como voluntario y enrolarte en alguna de las formaciones paramilitares que se están organizando o continuar como estás. Si escoges la primera, no sabemos dónde te mandarán y qué te puede pasar. Si optas por la segunda, que es la que te aconsejo, deberás llevar una vida lo menos visible que puedas, de forma que nadie pueda preguntarse por qué un chico de tu edad y aparentemente sano no está luchando en el frente.

   -Prefiero elegir la segunda opción.

   -Pues ya sabes lo que debes hacer: dejarte ver lo menos posible.

Antes de que acabe el mes de julio, Julián llega un día a casa con las últimas nuevas.

   -Por saber conducir me ha tocado la china, no sé si para bien o para mal. A partir del uno de agosto me debo incorporar al tren de transporte de la primera División Orgánica.

   -Eso es bueno, hijo –se apresura a consolarle su padre-, si conduces un camión no estarás en primera línea.

La preocupación más urgente que tiene el padre del clan es saber qué habrá sido de su esposa y los pequeños que partieron, unos días antes del golpe, a Suances. Sabe que Santander se ha mantenido fiel a la República, pero no tiene noticias de lo que allí pueda estar ocurriendo. Se plantea alquilar un coche e ir a recogerlos, pero enseguida se da cuenta de que no es posible, pues desde los primeros días de la guerra la sierra norte madrileña se ha convertido en uno de los frentes de batalla, por el este tampoco es posible ir porque el norte de Aragón está en poder de los nacionales, y por el oeste mucho menos. ¿Qué hacer?

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 19. Muere una tertulia, nace otra