"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 23 de julio de 2021

Libro II. Episodio 102. El baile de las doce uvas

 

   En Palma de Mallorca, Julio está apurando sus últimos días de estancia en la isla. Chimo Puig ha mostrado ser un anfitrión magnífico y no ha regateado atenciones con su amigo. En los recorridos por los parajes isleños han mantenido largas conversaciones. Tres han sido los temas estrella de esas charlas: la angustiosa situación sentimental de Julio, la más plácida de Chimo y, finalmente, los negocios de ambos. El morellano, en la cuestión del mal de amores del mañego, insiste en lo que le aconsejó el primer día.

   -Debes de continuar peleando. No bajes los brazos, pase lo que pase. Hasta que Julia no se case has de considerar que mantienes tus opciones abiertas. Las personas damos muchas vueltas y no siempre pensamos de la misma forma. Y si hablamos de sentimientos los cambios son aún mayores. Cuando conocí a Laia me pareció una burguesita cargada de manías y de prejuicios y a ella debí parecerle un tipo que solo pensaba en los negocios. Y ahora, ya nos ves, en menos de doce meses pasaremos por la sacristía. Si te soy sincero lo que siento por ella no es un amor romántico y apasionado como el que pintan los novelistas, pero le tengo el suficiente cariño para hacerla feliz y también para ser un buen marido.

   -Te envidio, Chimo, pero yo no tengo tu suerte. No soy correspondido y eso es lo que me amarga la vida.

   -Parece mentira que seas tan poco realista. No sabes si eres correspondido, todavía no te ha contestado y tanto te puede decir que sí como que no. Lo que has de hacer, cuando llegues a Plasencia, es no agobiarla. Déjale que se tome su tiempo, ten en cuenta que es muy joven, aún no cumplió los veintiuno. Y trátala como hacías antes, pero afinando los detalles.

   -¿Qué quieres decir con lo de afinar los detalles?

   -Una media novia francesa que tuve; bueno, realmente fue un flirt de verano, solía repetir que para conquistar y retener a la persona amada hay que hacerle un regalo cada día. Vous devez lui donner un cadeau tous les jours, decía más o menos.

   -¿Y eso cómo se traduce?

   -No se refería a regalos materiales, sino a detalles, a gestos, a atenciones hacia la persona querida. En definitiva, tener el talante de darlo todo sin pedir nada a cambio. Demuéstrale que la quieres sin que te importe que ella, al menos por ahora, no te corresponda. Y si no funciona, pues que quieres que te diga. Las mujeres son como los tranvías, si pierdes uno a los pocos minutos llega otro -Los consejos de Chimo no acaban de convencer a Julio, pero se queda con la copla -Por cierto, se me olvidaba, estamos invitados por mis suegros a cenar con ellos en la Nochebuena y el fin de año. Habrá que ponerse de tiros largos porque estos burgueses mallorquines son muy dados a guardar la etiqueta.

    En Plasencia, la Nochevieja discurre por otros cauces. Una emocionada y nerviosa Julia, acompañada por su madre, recibe en el salón al joven Granados que espera pacientemente.

   -¡Caray, Julia, estás guapísima, vas a ser la sensación del baile! –El elogio del hombre parece tan espontáneo como sincero, pero enseguida se recompone-. Gracias por aceptar mi invitación. Buenas noches, señora Soledad.

   -Buenas noches don Antonio Jesús. Le entrego esta preciosidá, espero que me la devuelva como se la lleva –Soledad se ha puesto a la altura de las circunstancias.

   -No pase cuidado, señora. Soy un caballero y la trataré como lo que es, una damisela encantadora y bellísima –y dirigiéndose a Julia le entrega el pequeño envoltorio que lleva-. Me he permitido traerte una orquídea para que la prendas en tu vestido.

   -Gracias, Antonio Jesús. Mamá –Es la primera vez que Julia da ese tratamiento a su madre-, hazme el favor de traerme un imperdible para la orquídea.

   El resto de las mujeres que hay en la casa esperan impacientes que la joven pareja salga a la calle para atisbarlos desde una ventana. Solo pueden ver como el hombre abre galantemente la puerta del carruaje que está esperando y la joven desaparece dentro. Tras una breve charla, Soledad y Consuelo se despiden anunciando que volverán al día siguiente para que la benjamina de la familia les cuente que tal se lo pasó en el baile. Pilar y Etelvina se quedan charlando de lo que puede traer consigo la puesta de largo de la muchacha.

   -Nunca la había visto tan guapa –comenta Etelvina-. Hay que ver lo que hace un vestido de noche.

   -Y un maquillaje como el que le ha hecho su hermana, no lo olvides. Verdaderamente es un encanto de criatura y esta noche está radiante, parece una artista de las que salen en el Blanco y Negro.

   Algo en lo que ambas mujeres piensan, pero no se atreven a formular, es lo que habría sentido Julio si la hubiese visto. A buen seguro que se hubiera muerto de pena, ver una preciosidad así, tenerla tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.

   La entrada de Julia en el Círculo, siempre escoltada por el joven Granados, es todo un boom. Todas las miradas, especialmente las de las mujeres, se centran en ella, la diseccionan de arriba abajo evaluando desde su tocado a sus zapatos. Las matronas con más experiencia enseguida califican el vestido de la muchacha como una medianía de prêt-à-porter, pero valoran en mucho su maquillaje. Lo que sienten las más jóvenes se lee en sus miradas: envidia. Y lo que sienten los varones, sin importar la edad: deseo.

   -¿Quién es ese pimpollo? –se pregunta uno -. Está cómo para hacerle un favor.

   -¿Un favor?, y una docena si se terciara –secunda otro.

   -¿De dónde la habrá sacado el vaina de Granados?

   Antonio Jesús, tras dejar el abrigo así como el echarpe de Julia en el guardarropa, presenta a la joven al clan de los Sotomayor que son quienes les han invitado. La joven en los primeros momentos está nerviosa e insegura, pero en cuanto recobra el aplomo da muestras de su desparpajo y su saber estar. Se comporta como le ha aconsejado doña Pilar.

   -Sé tú misma y no te arrugues. Si te preguntan quién eres, di la verdad sin avergonzarte. Si alguien se burla o ironiza porque trabajas no se lo tengas en cuenta. Pregunten lo que pregunten, contesta sin achicarte, pero sin falsos aires de superioridad. Cuando algo no lo sepas, dilo tranquilamente. Y que nadie te amargue la noche porque tú vales mucho más que la inmensa mayoría de ellos. Diviértete, es tu gran noche.

   Y así lo hace la joven. Las primeras piezas las baila con Antonio Jesús que, pese a su oronda figura, es un bailarín aceptable. Luego Granados la presenta a otros jóvenes y en un abrir y cerrar de ojos el carnet de baile de Julia se llena. La chinata pasa de unos brazos a otros con los ojos entrecerrados para no perder el ritmo mientras siente que su corazón late alocadamente. En el primer intermedio de la orquesta que ameniza el baile, una de las jóvenes Sotomayor presenta a Julia a un grupo de amigas.

   -… y esta es Julia Manzano, pareja esta noche de un amigo de casa, Antonio Jesús de los Granados de Mérida.

   -A ti te tengo vista, ¿no trabajas en la vieja droguería? –pregunta una de las jóvenes a quien la naturaleza no le concedió excesivas gracias.

   -Sí, trabajo en la droguería del señor Elías. Realmente soy la encargada.

   -¿Y no es muy pesado trabajar todos los días? –quiere saber otra.

   -Pues no, es menos pesado que maquillarse todos los días y, desde luego, más entretenido.

   -¿Y de qué conoces a los Granados?

   Las debutantes acribillan a la joven chinata a preguntas que, con suma paciencia, va contestando una tras otra. Alguna ha pretendido humillarla por no ser de su clase, pero se ha topado con una Julia que con voz suave pero tono firme la ha puesto en su sitio. Pronto las jóvenes burguesas se desentienden de ella cuando intuyen que la presencia de Julia en el Círculo es algo ocasional y que posiblemente no vuelvan a verla.

   En cuanto se reanuda el baile, Julia es inmediatamente reclamada por el caballerete a quien ha otorgado la pieza. Unos minutos antes de las doce de la noche, Antonio Jesús la recupera, deben ir a la mesa de los Sotomayor para tomar las uvas y festejar el Año Nuevo. El director de la orquesta anuncia que a medianoche un golpe de gong marcará cada una de las doce campanadas que supondrán el final de 1902. Como señala la tradición, a cada campanada hay que comerse una uva y así hasta completar las doce, lo que es sinónimo de buena fortuna para el nuevo año. Así lo hacen los asistentes entre risas y bromas cuando alguien se atraganta con las uvas. Julia ha tomado la precaución de pelarlas y quitarles las pepitas con lo que no ha tenido ningún problema. Tras las uvas se brinda con champaña francés como mandan los cánones. Julia piensa en los suyos que lo estarán haciendo con sidra, pero con la misma alegría que los encopetados asistentes al baile.

   Terminadas las doce uvas, el baile se anima pues se han abierto toda clase de aditamentos propios del cotillón: confeti, matasuegras, antifaces, gorros, serpentinas… Julia se ha puesto un gorro cónico de payaso y lleva por los hombros una madeja de serpentinas. Da igual, se ponga lo que se ponga sigue estando guapísima y prueba de ello es que los jóvenes se arremolinan a su vera como moscones ante un plato de miel. Alguno más audaz le ha pedido si puede pasearle la calle a lo que la muchacha ha contestado con una carcajada como si hubiese oído algo realmente gracioso, con lo que el osado caballerete se ha quedado sin saber si debía entender la carcajada como un sí o como un no. En cambio, Antonio Jesús se ha comportado durante toda la noche como un perfecto caballero sin decir ni hacer nada que pudiera molestarla. Algo que la muchacha ha sabido agradecerle estando mucho más amable y atenta con él que con los demás. Cerca de las dos de la madrugada, el joven que es pareja de Julia en ese momento, pasado de copas, ha deslizado su mano derecha más abajo de la cintura. Julia no se ha inmutado, ha clavado un tacón en el pie del insolente, le ha pedido disculpas y se ha deshecho de él.

   -Este lechuguino no vuelve a por uvas –se dice Julia al par que esboza una sonrisa irónica.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 103. Resaca