"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 17 de enero de 2014

2.42. Lorena hace mutis

   Hace varios días que Sergio no consigue dar con Lorena, parece como si se hubiese esfumado entre la calima que sobrevuela el mar en las madrugadas de mucho calor. Ha ido a todos los sitios que la muchacha suele frecuentar, pero en vano. Ha preguntado a sus amigas, que se lo han quitado de encima diciéndole que no saben dónde puede estar, le da la impresión de que mienten, pero no ha habido manera de sacarles nada. No sabe qué hacer ni a quién recurrir. Su nerviosismo se ve reflejado en su trabajo, no da una a derechas. Ante la protesta de uno de los oficiales a los que ayuda, Dimas le llama la atención:
- Chaval, me ha dicho el Herminio que llevas unos días que no estás en lo que debes estar. Aquí se viene a currar y a dar el cien por cien. No pareces el mismo de hace un mes, ¿se puede saber qué coño te pasa?
- Es que… tengo problemas.
- Esa respuesta no me sirve, todos tenemos problemas de un tipo u otro. Y los problemas yo los divido en dos grupos: los que se solucionan por las bravas y los que remedia el tiempo. ¿A qué grupo pertenecen los tuyos?
- La verdad, Dimas, es que no lo sé. Es…, bueno, se trata de mi novia.
- Pues tienes dos salidas: te arreglas con tu moza o la mandas a hacer puñetas, pero en el tajo te olvidas de la novia y de si estás a bien o a matar con ella, ¿te ha quedado claro?, ¿sí? Pues mejor que sea así porque como reciba otra queja te ponga de patitas en la puta calle. Aplícate el cuento.

   Sergio llega a casa destrozado, encima de que no puede encontrar a su amada, le han dado un toque muy serio en el trabajo. En cuanto ve su mohíno semblante, el abuelo Andrés barrunta que su nieto tiene dificultades.
- ¿Qué te pasa, hijo?, tienes mala cara.
- No me pasa nada, abuelo, estoy bien.
- Mira, si no quieres no me lo cuentes, pero que tienes algún contratiempo, eso, tan seguro como que me llamo Andrés.
   El chico admite que su abuelo tiene razón y le cuenta lo que pasa:
- … y el rapapolvo que me ha pegado Dimas casi es lo de menos, lo peor es que Lorena ha hecho mutis, ha desaparecido, no la encuentro por ninguna parte y eso que la he buscado por todo el pueblo. Hasta me he atrevido a ir a su casa y preguntar por ella, pero sólo he conseguido que su madre me haya dicho que se ha ido, pero no a adónde. Suponiendo que me haya contado la verdad.
- ¿Quieres que lo intente yo? Me refiero a enterarme de si es cierto que está fuera del pueblo.
- ¿Lo harías por mí, abuelo?

   El señor Andrés, que conoce bien a sus paisanos, sabe a quién preguntar. Rosario la Maicalles le sopla que la Lorena está pasando unos días en Gandía, en casa de una tía suya, una hermana de su padre. Al parecer la muchacha está descontenta con su trabajo de camarera en el chiringuito playero y se ha ido a la ciudad ducal a ver si allí encuentra algún curro que le convenga más. Si fuera así, posiblemente no vuelva al pueblo. La noticia deja a Sergio hecho polvo.
- ¿Y ahora qué hago abuelo?, ¿me voy a Gandía?
- No te precipites, hijo. Las cosas hay que pensarlas en frío y ejecutarlas con tino. Ya verás cómo tu chiquita acaba volviendo. Una cosa que yo sí haría es insistir ante sus amigas, pero no cuando estén juntas, sino una a una.
- ¿Para qué preguntarles?, ahora ya sé dónde está.
- Es que no es eso lo que debes preguntar, lo que has de sonsacarles es por los auténticos motivos por los que tu moza ha tomado la determinación de marcharse y, sobre todo, que papel juegas tú en esa decisión. Si  consigues una respuesta a esa cuestión, entonces podrás plantearte las tres únicas salidas que veo a la situación. Una es volverte a Madrid, quizá sea la más sensata. Otra, quedar y esperar a ver qué pasa. La tercera, que es la más descabellada y por eso no te la recomiendo, es irte a Gandía.
   Sergio se toma un respiro para reflexionar sobre la propuesta de su abuelo, no necesita demasiado tiempo.
- Me quedo y esperaré.

   Lo que también hace Sergio es seguir el consejo de su abuelo y abordar a las amigas de Lorena, pero individualmente, tal y como sugirió el señor Andrés. A la primera que consigue acercarse es a Verónica.
- Te voy a pedir un favor muy grande, quiero preguntarte si sabes por qué se ha ido Lorena del pueblo.
- ¿Por qué? ¿Te haces el tonto o es que lo eres? ¿Por qué va a ser? Porque le has mentido y le has hecho quedar, y a mí con ella, como una fantasiosa o, lo que es peor, como una trolera – es la airada respuesta de la amiga.
- Verónica, no entiendo nada. Qué es eso de que he mentido, ¿se puede saber en qué?
- ¿En qué va a ser? En tus estudios, en tu capacidad de convertirte en electricista en unos días. Y las pánfilas de nosotras te creímos. Y a la hora de la verdad resulta que no vales ni para aprendiz.
- Yo nunca le dije eso a Lorena. Sólo le conté la verdad, que he estudiado electrónica y        que eso supone una buena base para todo lo referente a trabajar en el ramo de la electricidad. Pero es falso que le dijera que podía convertirme en instalador electricista en poco tiempo.
- No, sí palabritas no te faltan, pero la realidad es la que es. ¿De qué trabajas? De aprendiz o de ayudante, que viene a ser lo mismo. Y supongo que si mi tío no te ha dado el pasaporte es porque yo te recomendé. Y hazme un favor, vete por donde viniste y hasta luego Lucas – remata Verónica que se ha puesto castiza.

   Con Anabelén el resultado de la charla es similar, aunque no se muestra tan agresiva como Verónica, pero informarle no le informa de nada. Sólo le resta Maribel. El comienzo de la conversación es más alentador.
- Siento lo que os ha pasado, Sergio. Sé lo muy enamorado que estás de Lorena, pero estas cosas ocurren. Ella se había hecho muchas ilusiones contigo. Estaba loca de contento pensando en que iba a tener su propio pisito y que podía escapar de su casa; no sé si sabes que se lleva a matar con su madre. Entonces, descubrir que con lo que ganas hacía imposible cumplir su sueño le ha supuesto un enorme disgusto – le explica Maribel.
- Quien primero se llevó el berrinche fui yo cuando me dijeron que sólo me podían coger como ayudante, pero así están las cosas. De todas formas, me ha dicho Dimas que en unos meses puede convertirme en un instalador aceptable. Entonces ganaré un buen dinero. Todo es cuestión de esperar ese tiempo. Me harías un gran favor si se lo contaras a Lorena.
- Si la veo no dudes que lo haré, pero tendrá que ser cuando vuelva, si es que regresa, claro.
- ¿Tú crees que es posible que no regrese? – la pregunta la ha formulado Sergio con un hilo de voz.
- No lo sé, pero Lorena es capaz de todo. Es mi amiga y la quiero bien, pero también sé que es muy egoísta y siempre va a su bola. Y lo siento por ti, Sergio. Creo que eres un tío majo y una buena persona. Y te diré más, conozco a más de una y más de dos que no les importaría nada estar en el lugar de Lorena – la última parrafada la acompaña Maribel con su mirada puesta en los ojos de Sergio y una suave sonrisa en los labios.
   El chico no se da cuenta de ello, está demasiado ocupado en pensar por qué Lorena ha hecho mutis por el foro.