"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 9 de diciembre de 2014

1.14. Decisión salomónica



   El Jefe Provincial del Movimiento y Gobernador Civil de Valencia recibe a José Vicente Gimeno, jefe local de la Falange de Senillar. Contestando al saludo falangista de su subordinado, el preboste medio levanta el brazo para inmediatamente tender la mano al visitante.
- ¿Qué tal, Gimeno? No te había vuelto a ver desde tu nombramiento. Toma asiento y cuéntame.
   José Vicente le explica los problemas del pueblo, desde su particular óptica, de tal modo que la opción que plantea el alcalde queda como una especie de obra menor que tampoco va tener un impacto social tan importante como asegura Vives. La razón es simple: la obra de la distribución del agua potable, a cargo de las arcas municipales, lleva aparejada una condición y es que la instalación de la misma en cada hogar deberá de ser sufragada por cada propietario, ese gasto no va a poder ser afrontado por todos los vecinos, con lo cual la obra solo favorecerá a las familias que tengan más recursos.
- …y, en cambio, dándole prioridad a la construcción de un nuevo grupo escolar, moderno y eficiente, camarada, empezarías a ganarte a un sector como el del magisterio que tan apartado ha estado de nuestra doctrina y comenzarías a convertir en realidad aquellas palabras de El Ausente – e impostando la voz medio declama –: “Maestros nacionales: ¡Ayudadnos a salvar a España! …enseñad a los niños a creer en Dios, en la Patria y en la obra de salvar a España mediante una alegre vida de trabajo y de milicia” – cuando termina la parrafada, pequeñas gotas de sudor perlan su frente. Es consciente de que su disertación tanto ha podido gustar a su superior como haberle parecido una payasada.
   Al Jefe Provincial, aunque habituado a la farragosa oratoria falangista, que él no prodiga demasiado dada su condición de militar, no deja de impresionarle la fogosidad dialéctica del joven mando. Oyéndole acaba de averiguar el motivo por el qué el alcalde de Senillar también ha solicitado audiencia. Se trata de una riña por el poder. Está acostumbrado a esas peleas tan propias de la política de campanario de la mayor parte de políticos locales. Sabe que según cual sea su fallo estará señalando al vencedor de la pugna.
- Muy bien, camarada. Deja tu propuesta al secretario, la estudiaré y tomaré una resolución. Ahora cuéntame cómo van las cosas en la jefatura.

   Un ceremonioso y obeso secretario, entrado en años, calvo, algo miope y vestido con un terno gris en cuyo cuello se adivinan motas de caspa introduce al alcalde al despacho del excelentísimo señor Gobernador Civil de la provincia. Vives entra con paso un tanto inseguro y se queda de pie ante la enorme mesa del preboste que está leyendo la ficha, que previamente le han pasado de la secretaría particular, en la que constan los datos del alcalde. El Gobernador alza la vista y medio levantándose del sillón le da la mano al tiempo que señala una silla.
- ¿Qué tal…- el jerarca echa un vistazo a la ficha – Vives? ¿Cómo está usted? ¿Cómo van las cosas por  Senillar?
- Gracias por recibirme tan pronto, señor Gobernador. Ya sé lo muy ocupado que está y le agradezco muchísimo que me haya hecho un hueco entre sus visitas. Cuando vuelva al pueblo y les cuente a los vecinos lo bien que se ha portado conmigo estoy seguro de que…
   El Gobernador corta amablemente, pero con firmeza, el parloteo de Vives:
- Perdone, alcalde. No hago más que cumplir con mi deber, pero vaya al grano. ¿A qué se debe su visita?
   Vives le explica el proyecto de abastecimiento de agua que el Ayuntamiento, que tiene el honor de presidir, piensa llevar a cabo. Es una obra de evidente calado social y de gran importancia para el pueblo en todos los órdenes. Significaría un extraordinario paso adelante en la modernización del municipio.
- Me parece una excelente idea que solo puede contar con el beneplácito de todos – refrenda el Gobernador.
- Ahí está la madre del cordero, señor Gobernador, y perdone la forma de hablar. Que no todos están de acuerdo con el proyecto.
   El alcalde le refiere como el jefe local se opone a la obra; mejor dicho, no se opone, al menos de manera directa, pero si exige que la primera actuación que se realice en el pueblo debe de ser la construcción de un nuevo grupo escolar. Y claro, el Ayuntamiento no tiene presupuesto para llevar a cabo ambos proyectos al mismo tiempo. Ahí es donde reside el problema y por eso ha solicitado audiencia. Espera que el señor Gobernador…
- … con su superior criterio valorará cuál de las dos obras, ambas importantes, es más necesaria y urgente para el pueblo. Lo que decida su excelencia a buen seguro que será lo mejor, pero si me permite decirlo, señor Gobernador, la traída de aguas sería una de esas obras de reconstrucción que tanta falta hacen en nuestra patria y en particular en mi pueblo.
   El Gobernador asiente un tanto distraídamente mientras recuerda la intervención de Gimeno. Es mucho más político el jefe que el alcalde, que no es más que un palurdo de pueblo; eso sí, lleno de buena voluntad y de ganas de hacer cosas por los suyos. No tiene dudas sobre la pugna: el abastecimiento de agua potable, diga lo que diga José Vicente, es una obra más necesaria y más urgente para la población que la construcción de unas escuelas, pero… cuando no tiene una idea clara de cuál es la fuerza con la que cuenta cada uno de los contendientes, suele adoptar soluciones salomónicas. Aparca sus reflexiones porque el alcalde sigue con su cháchara:
- … también quiero aprovechar esta visita para informarle de los problemas que las continuas restricciones están acarreando a los vecinos en general y al comercio en particular. Si su excelencia tuviera a bien hacer una gestión ante la compañía de la luz sería de mucha utilidad para el pueblo que algunos días se suavizasen un poco los apagones. Esto es algo que seguramente podría hacer el encargado del pueblo, pero es más tozudo que una mula y no quiere o no sabe entender que el comercio tiene su horario y que no siempre se adapta al calendario de restricciones que aplica. Si le dieran un toque o pusieran otro encargado tendríamos menos problemas y…
- Bien, bien, señor alcalde – vuelve a cortarle el Gobernador -. Veré lo que se puede hacer al respecto. Y ahora, si me disculpa, tengo muchas visitas pendientes.
   Nada más terminar la audiencia, el Gobernador llama a su secretario:
- Valenzuela, pida a Germán que mande los papeles que dejó en jefatura el jefe local de Senillar. Compárelos con estos y me prepara un informe. Ah, hable con la dirección de la compañía eléctrica y que le expliquen qué pasa con las restricciones.

   La disposición que toma el Gobernador es un tanto salomónica, intenta contentar a ambos gerifaltes locales: la instalación del agua corriente será la primera obra a acometer y una vez terminada la obra se presupuestará la construcción de un nuevo grupo escolar. En realidad, tanto los afectados como el resto de vecinos toman la decisión como una victoria de Vives. Pese a que la resolución le sienta a José Vicente como si le hubiesen colocado un par de banderillas negras en todo lo alto, hace de la necesidad virtud y se apresura a felicitar al alcalde por la consecución de las obras que van a cambiar la faz del pueblo. Cuando en privado se queja al secretario de la Jefatura Provincial del desaire que, en su opinión, le ha hecho el jefe, recibe una respuesta que le da qué pensar:
- Mira, José Vicente. Has de tener en cuenta que el jefe es también el Gobernador Civil y tiene que jugar a dos paños. En aquellas localidades en los que el alcalde y el jefe estáis enfrentados se lo ponéis muy difícil. Le obligáis a tomar resoluciones que no dejen mal a uno ni a otro. Si quieres ganar la partida a Vives tienes que hacerte el amo del cotarro, has de conseguir tener más apoyos que tu oponente y eso no se logra en unas semanas, se requiere tiempo, paciencia y mano izquierda.
   Salvados todos los problemas, se acomete la instalación del agua corriente. Se levantan las calles para excavar zanjas en las que se instalan las cañerías de agua potable y la red de aguas fecales. Muchos vecinos se han mostrado recelosos ante lo que supone un cambio importante en la vida cotidiana, recelo que en muchos casos se ha incrementado cuando han tenido que hacer frente al gasto de la instalación en el interior de sus domicilios. Esos recelos se comentan en todos los corrillos vecinales y, como no, hasta en la trastienda de la Moda de París.
- Mi padre está que trina con lo que le ha costado la instalación del agua corriente en casa – comenta Consuelo.
- ¿Y qué pensaba tu padre, que se la iban a poner gratis? – replica Fina.
- Ya veréis como todas las dudas y recelos sobre la obra desaparecerán como por ensalmo cuando, en cuestión de días, nos acostumbremos a que al abrir el grifo mane generosamente el agua – afirma una redicha Lolita.
- ¿Sabéis que voy a echar de menos?, que ya no tendremos que hacer varios viajes al día hasta alguna de las fuentes para llenar los cántaros, sobre todo porque dejarán de vernos los chicos cuando vamos y venimos – se lamenta Consuelo.
- Por ahí se murmura que Gimeno, el de la cooperativa, estaba en contra de lo del agua potable – comenta Fina.
- Ese membrillo no sería más tontorrón si chupara picaportes – apostilla despectivamente Lolita.

   El día que se inaugura la obra, con asistencia de las autoridades provinciales, a excepción del Gobernador que está en Madrid, el alcalde no resiste la tentación de mostrarles el verso, compuesto por un vate local, grabado en el bordillo de entrada de la caseta del pozo y que ya figuraba en el que había antes de la guerra: Neptuno, aquí liberal, /por saciar la sed del mundo, /hizo de un pozo profundo /este bello manantial. 
- Excelente poema, de buena factura y muy bien medido – afirma con gesto grave, y sin dejar traslucir su ironía, el Presidente de la Diputación -. Les felicito por su buen gusto.