"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 30 de mayo de 2014

4.12. ¡Ojalá no muramos de éxito!

   El directorio de BACHSA tiene otros problemas, y más acuciantes, que el de tapar la boca a un puñado de estudiantes. Son tres los asuntos que les preocupan y que en la reunión convocada están encima de la mesa. No hay orden del día escrito, las cuestiones que van a tratar no son para que quede constancia documental de las mismas. Una es el asunto del blanqueo de capitales que ha vuelto a enredarse. Los últimos intermediarios que contrató Cardona les han salido rana. Han de buscar otros, y a la mayor urgencia posible. Otra es el disparatado incremento del precio de los solares y hasta de los terrenos rústicos que repercute directamente en el aumento de costes de la construcción. Buena parte del increíble aumento del metro cuadrado está propiciado por la aparición en Senillar de otras empresas constructoras que al reclamo de los ingentes beneficios que se esperan han aterrizado en la localidad. La última cuestión es una consecuencia directa de la anterior: necesitan inyectar capital fresco a la empresa para hacer frente a las nuevas inversiones que han de afrontar si quieren proseguir construyendo al mismo ritmo que hasta el presente.

   El primer punto del repertorio de asuntos a debatir, el del dinero negro y cómo blanquearlo, provoca un encendido debate entre los miembros del directorio.
- Ya predije, Juan Antonio, que esos maulas que contrataste nos iban a joder el invento – reprocha Bricart.
- Desde luego, para ese viaje no hacían falta alforjas pues – remacha Arechabaleta.
- No sois justos con Juan Antonio. ¿Creéis que no es el primero en lamentar lo que esos desaprensivos nos han hecho? – Huguet sale en defensa de Cardona.
- Asumo mi cuota parte de responsabilidad en el fiasco – expone Cardona -, pero no olvidéis que la propuesta fue aprobada en el consejo por unanimidad. A toro pasado es cómodo lo de ya lo dije. Lo que debemos hacer ahora es lamentarnos menos y buscar nuevas soluciones. Y cómo parece que algunos de vosotros no confiáis demasiado en mi capacidad negociadora os cedo la batuta para que la nueva partitura la dirijáis vosotros.
- ¡Otra vez la burra al trigo! – exclama Bricart al que no le suelen gustar las metáforas de Cardona -. No te subas al guindo, Juan Antonio, que no hay para tanto. ¿Qué ha salido mal?, pues a joderse tocan. Lo que hay que hacer es no volver a liarse con gente de esa que va por el mundo ofreciendo duros a cuatro pesetas.
- Bien. Una vez aclarados los posibles malentendidos, lo que ahora toca es poner encima de la mesa la búsqueda de soluciones. ¿Sugerencias? – Huguet siempre es el hombre de la intermediación.
   Un silencio un tanto incómodo planea sobre el grupo hasta que Cardona toma la palabra:
- Reitero lo que he dicho. Salvo petición expresa y unánime de todos los miembros del consejo prefiero no volver a la tarea de búsqueda de nuevos intermediarios. Con un fracaso es suficiente, al menos por el momento. Por descontado, ello no será óbice para que en su día exponga mi opinión y aporte toda mi experiencia sobre nuevos canales de conversión del dinero be.
- Juan Antonio, no podemos admitir esa propuesta. Eres nuestra mejor cabeza en los asuntos internacionales y quien mejor te manejas en ellos. No nos pidas que prescindamos de ti – le pide Huguet.
   Hay un tira y afloja en el directorio sobre la participación de Cardona en nuevos contactos para el lavado del excedente dinerario, pero Juan Antonio se mantiene en sus trece. Al final, el punto muerto al que parecen haber llegado lo solventa Huguet al proponer:
- Bueno, pues si Juan Antonio no le da la vuelta a su postura, ¿por qué no probamos a contactar con los tipos de los que habló tu antiguo socio? – formula Huguet dirigiéndose a Oriol.
- Supongo que te refieres a Ferrán Junqueras – puntualiza Bricart -. A él parece que le funciona el invento de los italianos, pero me gustaría recordar algo, Juan Antonio nos alertó de que podíamos tener problemas con ellos. ¿Sigues opinando lo mismo? – pregunta dirigiéndose a Cardona.
- En principio, sí, pero… nunca se sabe. Creía que los que elegí eran inmejorables y, ya veis, nos ha salido el tiro por la culata. Por eso, si no encontramos algo mejor, creo que no perderíamos nada en tantearlos, ver qué ofrecen y que contraprestaciones piden.

   Resuelto, en cierto modo, el punto del blanqueo de capitales, los miembros del directorio pasan al siguiente: la escalada de precio de los solares.
- Estamos llegando a unos precios que comienzan a ser inasumibles, salvo que los repercutamos en la obra finalizada, lo que pondría el precio del metro cuadrado de obra a un nivel disparatado – reconoce Huguet.
- Cierto es, Rodrigo, pero y qué más da si nos siguen comprando los pisos pues – apunta Arechabaleta.
- Lo que afirma, Íñigo, es una verdad a medias – puntualiza Cardona -. En efecto, seguimos vendiendo a buen ritmo y sin mayores problemas y lo hacemos porque las cajas continúan manteniendo una política hipotecaria que  para nosotros es una bendición del cielo, pero ¿y si cambian de política o se invierte la dirección del ciclo económico?, ¿qué pasaría?
- Solo con pensarlo se me revuelven las tripas – admite Bricart.
- Nuestro principal problema es qué hacer con el suelo. A mi modo de ver tenemos tres opciones. Una, es seguir comprando. Otra es vender parte del que tenemos. La tercera, no hacer nada, seguir como hasta ahora y esperar a ver por donde sopla el viento – sintetiza Huguet - ¿Tú cómo lo ves Juan Antonio?
   Cardona, tras echar un vistazo a los informes que ha sacado de la cartera comenta:
- A fecha de hoy, contabilizamos cerca de un millón doscientos mil metros cuadrados, la mayor parte de suelo urbanizable, lo que supone algo más de treinta y seis mil millones invertidos en suelo. Esa cantidad la estamos financiando con apalancamiento bancario y con las plusvalías que estamos obteniendo, tanto de la venta de edificios como de alguna operación puntual de venta de solares. Los créditos comienzan a tener excesivo peso en nuestros balances. Mi opinión es que es un momento inmejorable para desprendernos de parte de nuestros activos en terrenos y mejorar sensiblemente el estado de nuestras cuentas – opina Cardona.
- Juan Antonio, eso ya lo hemos discutido muchas veces. No puedo estar de acuerdo contigo – rebate Bricart -. La costa de Senillar todavía tiene un elevado potencial de crecimiento. Si ahora no solo frenamos las adquisiciones sino que, además, vendemos parte de nuestro stock quedaremos en una situación de desventaja respecto a nuestros competidores que, dicho sea de paso, cada vez son más agresivos y que aprovecharían la circunstancia para arrebatarnos las grandes oportunidades que todavía quedan en este litoral.
- Estoy de acuerdo con Oriol – secunda Arechabaleta -. Debemos hacer lo contrario que propone Juan Antonio. Hay que seguir comprando terreno pues.
   Cardona abre los brazos en un gesto teatral y pregunta:
- ¿Y de dónde sacamos el dinero?
- Coño, cuando no se tiene se pide, para eso están las cajas – responde Bricart.
- Ya estamos excesivamente atados a las cajas, solo nos faltaría pedirles nuevos créditos, terminaremos trabajando para ellas – contra argumenta Cardona -. Además, nuestro principal socio financiero, Cajaeuropa, utiliza en sus hipotecas el Euribor como índice de referencia a lo que añade el correspondiente diferencial. Como establece una cláusula suelo muy alta en muchos casos ocurre que el Euribor es inferior a ella y al tener este mínimo firmado no se puede aplicar el porcentaje del índice.
- Bueno, pero eso a quien tiene que preocupar es a los hipotecados y mientras vayan pagando las mensualidades no hay problema. Y si lo hubiese ya se encargará la caja de lidiar con ellos. Es su problema, no el nuestro – afirma rotundamente Bricart.
- No caces tan fácil, Oriol, que ese pájaro va en vuelo rasante – replica Cardona. Bricart hace gestos de que no entiende nada -. Lo que quiero decir con la metáfora de la caza es que lo que dices vuelve a ser una verdad a medias. Como la caja tenga problemas también nosotros los tendremos, ¡y gordos! Por eso considero que es necesario desapalancar activos invertidos en solares.
   El debate se prolonga hasta que el consejero delegado consigue convencer a los otros miembros del directorio que de vender terrenos nada, el suelo urbano sigue siendo oro molido y hay que guardarlo pase lo que pase. El único que se muestra disconforme es Cardona quien cierra la discusión con un sarcasmo:
- ¡Ojalá no muramos de éxito!

martes, 27 de mayo de 2014

4.11. Se busca líder juvenil

   Uno de los especialistas de la empresa de marketing que trabaja para BACHSA se traslada a Senillar con una doble misión: por un lado, vigilar el montaje de la muestra en la que se va a visualizar el positivo impacto, tanto económico como social, que ha supuesto para el pueblo el proceso urbanizador en marcha y lo que, en un futuro inmediato, supondrá la urbanización del sector de la Marina. Por otro, poner en marcha la Asociación de Jóvenes Trabajadores de Senillar (AJOTSE), cuyo oculto objetivo no es otro que contrarrestar el tirón popular que puedan tener los muchachos de la localidad que protestan por los excesos de la expansión inmobiliaria. El experto emplaza a los apoderados locales de la empresa a que le ayuden en la búsqueda de un par de potenciales líderes juveniles.
- Lo que necesitamos son dos o tres personas que deben contar con las siguientes características. Tener veintipocos años. Varones preferiblemente, aunque tampoco habría que desecharla si encontrásemos una chica que reuniese el resto de condiciones. Que sean de la localidad. Asimismo, que tengan algún bagaje cultural. Por supuesto, que actualmente estén trabajando. Y lo más importante: que posean una buena capacidad de liderazgo, lo que supone tener una cierta personalidad, ser capaces de hablar y debatir en público y no arrugarse ante los posibles oponentes. Ah, se me olvidaba, y que estén a favor de urbanizar todo lo que haga falta, incluida la Marina.
- ¡Pues no pides casi nada! – exclama José Ramón Arbós -. No será fácil encontrar mirlos blancos como los que quieres.
- No, no lo será – afirma Amador Garcés en apoyo de su socio -. Y de entrada casi te aseguro una cosa, encontrar un par de chicos con esas cualidades y que sean de aquí va a ser imposible. Así, a bote pronto, ya te digo que no conozco ni uno.
- Bueno, no es imprescindible que sean oriundos, nos servirán igualmente los que vivan aquí aunque no hayan nacido en el pueblo. Eso incluye a los forasteros que han venido para trabajar en la construcción.

   Garcés es el encargado de la recluta con una tasa de éxito lamentable. A los que no les faltan algunos de los requisitos les sobran defectos. Tras más de una semana de intensa búsqueda el resultado es muy pobre. Únicamente ha encontrado un joven que reúne la mayoría de condiciones salvo dos: su equipamiento cultural es lamentable y sus dotes oratorias brillan por su ausencia. Cuando un día aparece Juan Antonio Cardona y pregunta sobre el proceso de recluta de los líderes juveniles, Eliseo, el experto, y Amador le cuentan el resultado de sus pesquisas.
- … y eso es lo que hay. El tío que tenemos en cartera, y que trabaja de encofrador en una de nuestras obras, es el que más se aproxima al retrato que hizo Eliseo de lo que necesitamos – concluye Garcés.
- A ello añado que su aproximación al modelo de líder que buscamos deja mucho que desear, pero parece que no hay más cera que la que arde – se duele Eliseo.
- ¿De qué pie cojea ese candidato? – inquiere Cardona.
- De los dos – responde el experto con una media sonrisa -. Lo especifico más. En su haber encontramos que cumple con el requisito de la edad, tiene veintiocho años, y es natural de Senillar. Como ha comentado Amador trabaja de encofrador, tiene personalidad, bien que un tanto bronca, y lo mejor es que si de él dependiera se urbanizaría hasta el cementerio. En su debe, que de conocimientos anda muy justito, por decirlo de forma caritativa, y que se ha mostrado incapaz de hilar tres frases seguidas que tengan algún sentido. No podremos contar con él para ponerse frente a un micrófono o arengar a una muchedumbre. Eso sí, como hubiese que repartir algunos mamporros podría ser un elemento valioso.
   Mientras está escuchando al experto, Cardona trata de recordar la cara y el nombre de alguien que tuvo algo que ver con un suceso que le ha venido a la memoria. No lo consigue, pero recuerda que Garcés también estaba en el lugar donde ocurrió el hecho que le ha venido a la mente.
- Oye, Amador, me acaba de venir a la memoria el día que nos contaste que habías encontrado a los chavales de la protesta en vuestras oficinas, entre los cuales estaba una hija tuya por cierto. También recuerdo que interrumpió nuestra conversación un operario, un tío joven, al que yo le hice varias preguntas sobre la cuestión de la urbanización de la Marina. Sus respuestas me dieron la impresión de que, pese a su juventud, tenía bastante cuajo. Creo que un chico así quizá pudiese valernos. Lo que no recuerdo bien es su cara ni sé cómo se llama.
- Sí, recuerdo ese episodio, pero me pasa como a ti, no me acuerdo muy bien de él ni tampoco sé su nombre, pero espera… recuerdo que vino a solucionar una avería eléctrica que teníamos en el almacén, por lo cual no va a ser problema localizarle. El que nos soluciona los problemas eléctricos es Francisco Solbes, uno de los subcontratistas que trabaja para BACHSA. Si quieres le llamo y le digo que nos envíe a su operario.

   Sergio no tiene ni idea de por qué su patrón le ha mandado ir a las oficinas locales de BACHSA, tampoco es algo que le preocupe, seguramente será sobre algún asunto relacionado con el trabajo.
- Hola, soy Sergio Martín, vengo a ver al señor Garcés de parte de Francisco Solbes.
   Ante la sorpresa de Sergio, no es Garcés quien le recibe sino un desconocido muy trajeado quien, tras saludarle e invitarle a sentarse, se presenta:
- Soy Eliseo Lavilla y trabajo para BACHSA, concretamente en cuestiones de marketing. Tu nombre me lo ha sugerido uno de los consejeros de la empresa que un día te conoció casualmente y le causaste muy buena impresión.
   Tras la entradilla, Lavilla saca una ficha y comienza a leer en voz alta su contenido:
- Sergio Martín Roca, natural de Madrid y residente en Senillar de dónde es su familia materna, técnico superior en electrónica industrial, estudios de ingeniería sin concluir, trabaja en la empresa de instalaciones eléctricas de Francisco Solbes. Eso es cuanto sé, pero necesito conocer más cosas sobre tu vida, tus ideas, tus opiniones; en fin, cuantas más cosas sepa de ti mejor.
- Perdone, pero se puede saber a santo de qué le interesa a usted mi vida. No sé quién es ni qué quiere de mí – Al iniciar el desconocido su lectura Sergio sospechó que fuera un inspector de trabajo, una de las bestias negras de su patrón, pero hacia el final ya está seguro de que el forastero puede ser cualquier cosa menos inspector. Aun así se ha puesto a la defensiva como muestra su respuesta al desconocido que le está entrevistando.
- Te ruego que me disculpes. He sido poco profesional. Volvamos a empezar. Como te he dicho, trabajo para BACHSA en asuntos de marketing. El objetivo de esta entrevista es conocer algo más de ti, aparte de los datos que ya tenemos, con la finalidad de que, en el supuesto de que te seleccionásemos y tú aceptaras, ofrecerte otro trabajo que estaría muy bien pagado. Esa segunda ocupación sería temporal y no supondría desligarte de tu actual empresa, a la que seguirías perteneciendo, y en la que no perderías el puesto que ahora tienes. Es decir, que durante un tiempo, que espero que sea corto, quedarías en excedencia en la empresa de Solbes y pasarías a prestar tus servicios a una nueva entidad dependiente de BACHSA. Tu jefe está al tanto y por él no hay ningún inconveniente.
- ¿Y de qué trabajaría?
- Eso te lo explico en cuanto contestes a unas cuantas preguntas.

viernes, 23 de mayo de 2014

4.10. Contramedidas

   La empresa de mercadotecnia que trabaja para BACHSA ha terminado de diseñar el plan estratégico para contrarrestar las posibles protestas y manifestaciones en contra de la urbanización de la Marina y vuelve a presentarlo al consejo directivo. Hace la presentación del plan el experto en marketing:
- En primer lugar quiero contestar a las preguntas que formuló Arechabaleta en la anterior reunión y que quedaron sin respuesta. Los logotipos que figurarán en la muestra no serán los de BACHSA ni de MUCSA, sino los de la empresa que organizará el evento. Logotipo que también lucirán las azafatas. Si alguien les plantea una pregunta incómoda o comprometida se limitarán a responder, con la mejor de sus sonrisas, que sus jefes solo les han facilitado información sobre el contenido de la muestra, pero que toman buena nota de dichas cuestiones y que la trasladarán al correspondiente departamento técnico que, en su momento, se encargará de contestarlas; otra posible respuesta será que para una mayor información tendrán que acudir a los organismos oficiales. No es que sean soluciones que taponen todas las vías de agua que puedan surgir, pero son las mejores que hemos ideado dado el escaso tiempo del que hemos dispuesto.
- Por cierto – aporta Cardona -, ya que Bernabé cita a los organismos oficiales, estamos haciendo gestiones en Valencia para que algún conseller o, al menos, el presidente de la Diputación inaugure la muestra. Está en ello nuestro amigo Gaspar Moltó.
- Veo una laguna en el plan que si no se esclarece no hará más que acrecentar los bulos sobre nuestros proyectos. Me explico – abunda Huguet  -. Imaginar que un tipo pregunta a la azafata de turno quien ha contratado a su empresa para organizar la muestra. Si contesta que no lo sabe, la gente empezará a sospechar la existencia de manos negras, de intereses ocultos, de Dios sabe qué. Por supuesto, también sospecharán que detrás de todo ello estamos nosotros y que si no damos la cara es porque nuestras intenciones no son ni limpias ni honestas.
   El consejo queda en silencio, el planteamiento de Huguet ha sacado a la superficie uno de los muchos puntos débiles del plan y por ese portillo se puede colar una turbamulta de sospechas, temores y recelos. El mutismo se espesa, hasta el experto en mercados muestra algún signo de desconcierto, y así se mantiene hasta que Arechabaleta lo corta:
- ¡Vaya rejón que acabas de meter por todo lo alto, Rodrigo! Pues así, a bote pronto, se me ocurre que ¿por qué no ponemos cómo promotor a los robaperas del Ayuntamiento?, pues.
- Si trasladamos el problema a los membrillos del Ayuntamiento podemos hacer un pan como unas hostias – opina Bricart echando mano del lenguaje barriobajero al que tan aficionado es.
- Estoy de acuerdo con Oriol. ¿A ver qué os parece esta otra propuesta? Ponemos como promotores de la muestra a la Asociación de Empresarios de Senillar – tercia Cardona.
- Ah, pero ¿existe esa asociación? – se sorprende el técnico.
- No, pero si hace falta la creamos – responde rápido el autor de la propuesta.
- ¿Y quiénes la dirigirán? Porque a quienes figuren como gerifaltes será a los que plantearán las peguntas que o no tienen respuesta todavía o sí la tienen mejor es no darla – precisa Huguet.
- A ver. Estoy pensando en voz alta – confiesa Cardona -. Por tanto, coger lo que digo con todas las reservas. Montamos esa asociación que se me acaba de ocurrir, que por supuesto tendremos que financiarla aunque nos saldrá barata, y ponemos al frente de ella a nuestros hombres en Senillar. Amador es mucho más listo que todos los melones del Ayuntamiento y en cuanto a José Ramón, como de su familia han salido los caciques del pueblo desde hace ni se sabe cuántas generaciones, la gente le trata con cierto respeto. Garcés sabrá eludir o darle una larga cambiada a las preguntas comprometidas. En cuanto a Arbós se lo pensarán dos veces antes de ponerle en un aprieto. ¿Qué os parece?

   Después de una amplia discusión, el consejo acepta y aprueba la propuesta de Cardona y certifica el acta de nacimiento de AESE, Asociación de Empresarios de Senillar. Su presidente será José Ramón Arbós y el secretario general Amador Garcés. El experto en marketing lleva en cartera otra propuesta:
- Hablando de asociaciones, precisamente tenía pensado poner en marcha otra que podría llamarse algo así como Asociación de Jóvenes Trabajadores de Senillar. Estaría integrada por jóvenes del pueblo cuyo rasgo común sería precisamente ese, ser trabajadores, se sobrentiende que manuales. Podría convertirse en una formidable arma que contraponer a los chavales que protestan y que son casi todos estudiantes. Esa asociación estaría, por supuesto, a favor de todos los planes de desarrollo y urbanismo que se llevan a cabo en la localidad y que se puedan acometer en el futuro. Naturalmente, como en el caso de la entidad propuesta por Juan Antonio, esa agrupación estaría organizada, financiada y teledirigida por nosotros. Como presumiblemente hay muchos más jóvenes en el mundo laboral que en el de los estudios, el número estaría a nuestro favor. Y no solo el número, la gente de los pueblos se inclina más a creer en las posturas y propuestas de chicos que son como ellos, es decir trabajadores, que en las de los que no lo son.
- Estudiar también es un trabajo – puntualiza Huguet.
- Por supuesto, pero en los pueblos, donde siempre ha primado el trabajo físico, lo de estudiar sigue viéndose como algo propio de los hijos de las familias pudientes, de los ricos de siempre, vamos. En cambio, un chico o una chica que trabajen manualmente es algo que todos comprenden y consideran porque la mayoría de los adultos en su día hicieron lo mismo.

   Arechabaleta, que está haciendo gestos negativos, pregunta:
- ¿Y de dónde vamos a sacar a unos tíos que, además de currar, quieran pertenecer a esa asociación?
- Eso también está previsto, los sacaremos de las obras – es la respuesta del experto.
- ¡Pues vaya negocio! ¿Nos estás proponiendo que saquemos a los chicos del tajo y los metamos en esa especie de club revienta pelotas de los protestones? Manda carallo, como diría el gallego de mi cuñado. Como todas tus ideas sean de ese calibre vamos de culo – enfatiza Bricart con sus habituales malos modos.
- No te subas a la parra tan pronto, Oriol, y deja a Bernabé que nos cuente todo el plan – le amonesta Cardona.
- Por descontado que los obreros seguirán en los tajos. Solo en ocasiones muy puntuales cogeremos algunos para que hagan número y ruido o que sirvan para nutrir una contramanifestación. Su ausencia en la obra, que modularemos debidamente para que nunca se convierta en gravosa para vuestros costes, os saldrá muy beneficiosa si mediante su colaboración conseguimos desactivar al grupito de los revoltosos.
- Ah, bueno, esa es otra historia – admite Bricart.
- Solo habrá una excepción – concreta el experto -. Cuando veamos cómo funcionan nuestros muchachos rompeprotestas, escogeremos un par de ellos, los más inteligentes y astutos, para que sean los líderes de la asociación. Esos sí que deberán dejar el tajo, mientras duren los problemas, y dedicarse full time al trabajo de la agrupación.
- O sea que van a ser como los liberados sindicales, ¿no es eso? – apunta Huguet.
- Más o menos, pero con la característica de que no serán los sindicatos quienes los manejen, sino nosotros.
- Es de lo más cojonudo que he oído últimamente. Bernabé, retiro mis palabras de antes, tienes unas ideas del copón – aplaude Bricart.
   
   Con la aprobación del consejo aparecen dos nuevas asociaciones en el limitado mundo de las entidades cívicas de Senillar: AESE y AJOTSE, ambas tienen el mismo padre e idéntico fin que no es otro que salvarle el culo al poderoso mundo del ladrillo que únicamente teme a una acción: la protesta social y su eco mediático.

martes, 20 de mayo de 2014

4.9. Así habló Zaratustra

   El manifiesto de la juventud unida por un Senillar libre, que tanto ha inquietado a los constructores, tiene una lectura muy distinta para el grupo de chicos que la han redactado. Algunos de ellos, a cuyo frente está Chelo Arbós, vuelven a visitar a Pascual Tormo pese a las discrepancias que afloraron en sus anteriores encuentros.
- Adelante, pasad. Creí que no volvería a veros – Es el saludo de Tormo al abrirles la puerta de su casa.
- Venimos a traerte el primer manifiesto que vamos a  lanzar y a preguntar tu opinión sobre el mismo. Toma, léelo – pide Chelo ofreciéndole un ejemplar del documento.
- No hace falta, ya lo conozco. Alguien dejó una copia en mi buzón.
- ¿Y qué te parece?
- Que es lamentable – opina Tormo sin cortarse un pelo -. En primer lugar quiénes lo han redactado son unos analfabetos idiomáticos. Para empezar, las faltas ortográficas son de las que hacen daño a la vista, ¿sabéis que existe algo que se llama acento?, ¿y qué coño os ha hecho la hache para que la despreciéis de esa forma?, y no digamos las comas, están puestas a voleo. Por otra parte, el texto está repleto de frases hechas que repugnan al correcto uso del español, frases que tan usadas son por los ignorantes de los políticos y los berzas de los malos periodistas, tales como en base a, a nivel de y otras lindezas por el estilo. Los dequeísmos brillan como luminarias y los solecismos campan por sus anchas. Y esa estupidez de citar a los dos géneros, ¿acaso no sabéis que en español el masculino plural comprende a ambos? Si fuerais alumnos míos no aprobaríais ni de coña. ¿Pero se puede saber qué diablos os enseñan ahora en los colegios e institutos?
- Oye, no estamos aquí para que nos sermonees. Si el manifiesto está mal escrito, la culpa es tan nuestra como tuya.
- ¡Vaya, esa sí que es buena! ¿Qué tengo que ver con ese panfleto?
- Más de lo que crees. Si nos hubieses ayudado cuando vinimos a pedir tu colaboración y apoyo, el panfleto, como tan despreciativamente lo calificas, estaría escrito como si lo hubiese redactado un carcamal de la academia.
- Mira, en eso te doy la razón.
- Vámonos, Chelo, no insistas, ya te dije que de este pozo no íbamos a sacar agua – afirma uno de los chicos a la par que hace ademán de retirarse.
   El resto de los chavales queda entre dos aguas, vacila entre seguir a su compañero o quedarse con Chelo que no se ha movido.
- No hemos venido para largarnos a las primeras de cambio, al menos yo no pienso hacerlo hasta que aquí – dice Chelo señalando a Pascual -, el señorito intelectual de pega, nos diga qué opina del contenido del manifiesto, faltas e incorrecciones al margen.
- ¿Qué opino de su contenido? No tengo ningún problema en decirlo: demagógico, populista, plagado de medias verdades y con unas admoniciones de todo punto inadmisibles.
- ¿Qué son admoniciones? – pregunta una de las jovencitas.
- Reconvenciones, amenazas, amonestaciones, intimidaciones…
- O sea, que te ha parecido una mierda – resume Chelo.
- Tanto como mierda… Creo que el panfleto, pues no es más que un libelo pésimamente escrito, posiblemente tenga buena intención. Para utilizar una expresión más correcta, los que lo han elaborado seguramente lo han hecho por un buen fin, pero han marrado el tiro. Tendría que ser menos demagógico, graduar el populismo, explicar las verdades completas y, desde luego, sin amenazar a nadie. Esto último es lo que me ha parecido más inaceptable.
- O sea, que como ha dicho Chelo, te parece una mierda – reitera el chico que quería marcharse.

   Antes de que Tormo conteste al chaval, Chelo vuelve a intervenir:
- Pues supongo que te seguirán pareciendo lo mismo los siguientes que lancemos a la calle porque éste solo es el primero. Espera y verás.
- Pascual, no sé qué opinan los demás – la que habla es una morenita que hasta el momento había estado callada -, pero a mí me has decepcionado cantidad. Esperaba de ti otra clase de reacción. Si lo estamos haciendo mal es porque gente como tú no quiere comprometerse con una causa en la que se juega el futuro del pueblo, que también es el tuyo.
   A Tormo le ha dolido el comentario, más que ninguno de los hechos hasta el momento. Y es porque la autora del mismo es Amparín Casaña, hija de uno de los mejores amigos que tiene en el pueblo y a la que conoce desde niña.
- Bueno, Amparín, no te pongas melodramática que no es para tanto. Y no es cierto que no esté comprometido con el futuro del pueblo. Lo que ocurre es que la situación la contemplo desde una óptica distinta de la vuestra.
- ¿Y se puede saber cuál es la óptica del señorito intelectual hecho de pasta de merengue? – el sarcasmo trufa la pregunta de Chelo.
   Tormo se queda mirando a la muchacha y, por un momento, duda entre no aguantar ni una bufonada más y echarlo todo a rodar o armarse de paciencia. La carita de desencanto de Amparín es la que decide la suerte de la entrevista.

   Lo que a continuación hace Pascual desconcierta a los chavales. Se vuelve al mueble bar que tiene en un rincón de su estudio y comienza a sacar botellas.
- Algo que tengo que reconocer es que soy un pésimo anfitrión. Me habéis visitado un par de veces y nunca os he ofrecido una copa. Veamos que hay por aquí: coñac, whisky, ron, vodka, jerez… Amparín, échame una mano, no hay suficientes vasos, trae algunos más de la cocina, ya sabes dónde está.
Poneros cómodos, por favor. Y os propongo algo: volvamos a comenzar, vamos a dialogar tranquilamente del asunto, haciéndolo como decía Machado, para dialogar, preguntad primero, después escuchad; eso sí, sin sarcasmos, frases hirientes ni ponerse quisquillosos, aceptando que las opiniones son libres. ¿De acuerdo?
   Los muchachos se miran entre sí, no esperaban el giro que ha dado Tormo a la entrevista. Alguno de ellos vuelve la vista a Chelo, quien también parece un tanto desconcertada, pero rápidamente recupera su aplomo y lo traduce en palabras:
- Muy bien, seño…, Pascual, dialoguemos, pero sigues sin contestar a mi pregunta, ¿se puede saber cuál es tu opinión sobre urbanizar la Marina?
- ¿Mi opinión? Os la voy a dar y ya os anticipo que, probablemente, no os va gustar o, en el mejor de los casos, me vais a acusar de tibio, de quedarme en tierra de nadie, pero bueno…En el ciclo de charlas que di el pasado curso sobre el presente y futuro de nuestro pueblo, recuerdo que una de las asistentes me preguntó si el proceso urbanizador era bueno o malo para el pueblo. Mi respuesta, que sigo manteniendo, fue que es complejo dar un sí o un no rotundo a esa pregunta. Lo positivo o negativo del urbanismo es una cuestión de medida y hasta de ritmo. Si se urbaniza una zona de forma racional, respetando el medio ambiente, adecuándose a las expectativas vitales de los ya residentes y con un ritmo que no rompa el modo de vida de la comunidad tiene muchos puntos favorables. En contra, cuando la urbanización se realiza sin tasa ni medida, destrozando el entorno, sin haber hecho un estudio de la posible demanda de viviendas y sin tener en cuenta a la población local sus aspectos negativos son evidentes.
- Y sin dar tantos rodeos, llamando al pan, pan y al vino, vino, ¿consideras positivo o negativo la urbanización de medio término municipal? Concreto más: ¿qué opinas sobre que se estén urbanizado partidas como las del Torreón, el Bordar o Freginals y que ahora quieran también urbanizar la Marina? – inquiere el chico que quiso marcharse.
- Te respondo en plan telegráfico: no tengo nada en contra de que se urbanicen las tres primeras partidas que has citado, pero sí tengo todas las reservas del mundo sobre la urbanización de la Marina. Tendrían que ofrecer seguridades sobre que la marjalería no la van a tocar, pero que hasta donde sé no lo han hecho y tengo muchas dudas de que lo vayan a hacer.
- ¡Vaya, así habló Zaratustra! – exclama uno de los chicos lanzando al mismo tiempo una burlona carcajada.

viernes, 16 de mayo de 2014

4.8. ¡Qué ingenuo eres!

   Los padres de Sergio estaban deseando tener la mínima excusa para reconciliarse con su hijo. Tras la intervención del abuelo, han hablado por teléfono y han quedado en que irán a Senillar el próximo puente. Incluso Lola se ha ofrecido quedarse unos días en el pueblo para poder ayudar a Lorena a instalar la casa. A la joven no le ha hecho ninguna gracia la propuesta, pero por una vez opta por la prudencia y se calla.

   El reencuentro de Sergio y sus padres es un momento de especial emoción para todos ellos. El padre se pone solemne, la madre no puede contener unas lágrimas y el mismo chico siente que un nudo se le forma en la garganta. Lorena mira a los tres como si fueran marcianos. No sabe a cuento de qué viene tanta emoción y tanta palabrería tierna, a ella todo aquello le parece una pura pantomima. Se acuerda de que, cuando era pequeña, sus padres se desplazaban anualmente a Francia durante la campaña de la vendimia y ella se quedaba con los abuelos; estaban más de un mes sin verse, pero no recuerda que ni sus padres ni ella montasen el cirio que están armando Sergio y sus viejos.

   Como se temía la joven, desde el primer momento no congenia con su futura suegra, sus opiniones, gustos y actitudes son diametralmente opuestos. En cuanto le muestra a la señora Lola, como la suele llamar, los muebles que ha elegido, ésta se echa las manos a la cabeza. Lorena ha escogido el mobiliario más recargado y, sin ninguna duda, más hortera que ha encontrado en el mercado, sobre todo porque la mezcla de estilos es espantosa. En el salón-comedor hay un aparador del tipo renacimiento castellano, junto a una mesa de acero y cristal y unas sillas Luis XV; es un conjunto que verlo daña la vista. Para el dormitorio la joven ha escogido una cama modelo rural adornada con una especie de grecas doradas que darían el cante en el mismísimo Partenón. Haciendo juego hay una coqueta modernista lacada en rojo y azul. Como rotundo contraste a la mezcla de estilos, en la cocina campea una brillante mesa de formica no se sabe si a juego con la vitrocerámica.
   La madre de Sergio trata de contenerse, pero en más de una ocasión se le escapa algún comentario pelín mordaz, que la joven va almacenando en su corto depósito de aguante. Cuando Lorena llega al punto de ebullición es al recordarle la buena de Lola que aún faltan las cortinas. Hasta aquí hemos llegado, se dice la joven, de ésta no paso.
- Mira, Lola – ya le ha apeado cualquier tratamiento -, eso de las cortinas y los visillos son una antigualla del tiempo de mis tatarabuelos. No hacen falta cortinajes ni nada que se les parezca. Las ventanas están para que entre la luz y el sol y para eso mejor es que no haya nada.
- Hija, una casa sin cortinas resulta muy desangelada. Darían al piso un aire de confort y una impresión muy cálida y hogareña – insiste Lola.
- Para confort ya tenemos todo ese montón de electrodomésticos que seguro que ni tú tienes en Madrid. Y lo de hogareño ya me encargo yo que lo sea. En una casa no hacen falta cortinas, lo que hace falta es una mujer que tenga contento a su hombre en la cama y de eso tu hijo no puede quejarse. O sea, que no vuelvas a darme la matraca con lo de las dichosas cortinas.

   El rifirrafe no ha pasado a mayores porque Lola se ha mordido la lengua, pero sirve para que Lorena condene definitivamente a la madre de su chico. La define como una cateta pueblerina, al fin y al cabo es del pueblo, con ínfulas de señora de capital y que se cree que gusto como el de ella no lo tiene nadie. Y, además, una entrometida y una marimandona que lo mejor que puede hacer es volverse por donde vino. Aunque todo eso no se lo dice explícitamente, la buena de Lola no es tan lerda para comprender que la mujer que ha elegido su hijo no quiere verla a su lado ni en pintura. Sin pretender mostrar todo su desencanto, pero destilando amargura en cada una de sus palabras, se queja ante su hijo de la fría y controvertida acogida que le ha dispensado la joven.
- Hijo, créeme que lo siento, pero no hay manera de que me entienda con tu chica. Cosa que digo o consejo que sugiero todo es mal recibido.
- Lo siento, mamá, pero lo que me ha dicho Lorena es justo lo opuesto. Según ella eres tú la que sistemáticamente le lleva la contraria.
- Te aseguro, hijo, que eso no es cierto. Yo me limito a aconsejarle sobre cómo quedaría mejor la casa, pero nunca he pretendido imponer mi criterio. La última palabra siempre se la dejo a ella, al fin y al cabo vais a ser vosotros los que viviréis en ella.
- Mamá, creo que lo mejor es que dejes de aconsejarla. Ten en cuenta que pertenecéis a dos generaciones distintas y, por tanto, vuestros gustos son muy diferentes.
- Entiendo y acepto que mis gustos no pueden ser los mismos que tenéis vosotros, pero hay cosas que no son cuestión de ser de una u otra generación. Por ejemplo, lo de las cortinas, ¿tú has visto algún piso, donde haya un ama de casa como Dios manda, que no tenga cortinas en las ventanas?
- Mira, mamá, puedo estar de acuerdo contigo en lo de las cortinas y los dichosos visillos, pero si por ese motivo voy a tener a Lorena enfadada, mejor están las ventanas como ahora, sin nada. Y dicho esto, te voy a pedir dos cosas. Una es que no le des más la tabarra y la dejes hacer porque será lo mejor para todos. Y la otra es que no te disgustes, por favor te lo pido.

   Mustia y desolada, Lola se despide del hijo de sus entrañas y con la moral por los suelos se vuelve a Madrid. Al llegar a casa confiesa a su marido lo mucho que le preocupa el futuro de su hijo:
- Me parece, Lorenzo, que el chico ha tenido la peor suerte del mundo al enamorarse de esa muchacha. Es terca, vanidosa, manirrota y no tiene la más mínima idea de cómo se lleva una casa. Y en cuanto a gusto, no sé ni cómo calificarla. Ha puesto un apartamento que está a medio camino entre una barraca de feria y el museo de los horrores. Solo de recordarlo se me ponen los pelos como escarpias.
- Bueno, mujer, no será para tanto – contemporiza el marido -. Es una chica joven y no puede tener los mismos gustos que tú.
- Lo de menos va a ser que tenga mal gusto, que lo tiene a toneladas. Lo peor es que temo que lleve a nuestro hijo por el mal camino. Bebe como una esponja y en el pueblo, por lo que me han contado, tiene fama de ligera de cascos y de que es una porrera. De ahí no puede salir nada bueno.
- Eso que cuentas es más preocupante, pero yo sigo confiando en nuestro hijo, en su carácter y en la firmeza de sus convicciones. Ya verás cómo antes de un año la ha reconducido por el camino correcto. Dale tiempo al tiempo.
- Parece mentira que seas tan inocente, marido. ¿Es que no ves que el carácter y las convicciones de nuestro hijo se está yendo a chorros por el desagüe de su bragueta? – insiste la mujer poniéndose metafórica.
- No digas bobadas, Lola, que no es para tanto. Nuestro Sergio tiene la cabeza lo suficientemente bien amueblada para saber reconducir la deriva que tome esa muchacha, mucho más allá de los jueguecitos de cama.
- ¡Ay, Lorenzo, no aprenderás nunca!, como eres tan buena persona crees que toda la gente tiene tan buenos sentimientos como tú.
- No se trata de sentimientos, sino de creencias, de convicciones, de actitudes. Y nuestro hijo los tiene lo suficientemente arraigados para que ninguna cara más o menos bonita sea capaz de cambiarlos.
- ¡Qué ingenuo eres, marido! 

martes, 13 de mayo de 2014

4.7. Ensayo y error

   En la reunión que mantienen los hombres de BACHSA sobre el intento de un grupo de jóvenes locales de manifestarse en contra de la urbanización de la Marina se discute sobre la oportunidad de organizar un acto público en el que las autoridades locales pudiesen explicar los beneficios que para el pueblo supondría dicha urbanización.
   El experto en mercadotecnia, que apenas ha intervenido, toma la palabra:
- Si me permiten, no considero que un acto público sea lo más adecuado para nuestros intereses y más si los intervinientes fueran los miembros del Ayuntamiento. Generalmente, salvo que sus ediles sean una excepción, la mayoría de los políticos de poblaciones pequeñas como ésta no suelen ser muy hábiles con la oratoria y el manejo de masas; su capacidad suasoria deja mucho que desear. Otro inconveniente es que en un acto público es difícil negarse a contestar preguntas y quizá no todas puedan tener una respuesta satisfactoria. Por otro lado, está por ver que la juventud acudiera a un acto de esas características.
- Entonces, Bernabé, ¿qué propones? – pregunta Cardona a su experto.
- Tengo que pensarlo, Juan Antonio, pero si me das unos días te presentaré la planificación de una estrategia destinada a desactivar, en la medida que sea posible, esa protesta juvenil y tratar de ganarnos a los padres de esos muchachos, pues dudo que a ellos les podamos convencer. En definitiva, intentaremos ganar ese tiempo al que te referías.

   Garcés toma la palabra, parece que tiene algo nuevo que decir:
- Acabo de darme cuenta de algo que puede tener su importancia. Me refiero a los chicos que encontré en nuestras oficinas. No me había dado cuenta hasta ahora de qué clase de muchachos son.
- ¿A qué te refieres? – quiere saber Cardona.
- A que todos ellos o, al menos, la mayoría son chavales del pueblo que estudian en el instituto de Benialcaide.
- ¿Y eso qué tiene que ver? – pregunta malhumorado Arbós.
   Quien responde a la pregunta es Cardona:
- Pues que eso me da la razón a lo que predije cuando le hice varias preguntas al joven operario que vino a reparar la instalación eléctrica. Recordaréis que comenté que el colectivo de jóvenes del pueblo que trabajan es el pozo donde encontraremos agua suficiente para apagar cualquier conato de incendio – Cardona sigue con su afición por las metáforas.
   El técnico en estudio de mercados remacha la cuestión:
- Respaldo lo que acaba de decir Juan Antonio. Si son estudiantes, eso quiere decir que serán una minoría, como supongo también que la mayoría de los jóvenes del pueblo sí deben trabajar físicamente. Ese es un hecho que nos puede favorecer.
- Bien – concluye Cardona -. Bernabé estudiará todos los datos que tenemos sobre el problema y me presentará un plan para contrarrestarlo. Estaremos en contacto.

   El consejo directivo de BACHSA se ha tomado muy en serio la posibilidad de la protesta, así como el impacto que puede tener entre la población. En realidad más que a la opinión local a lo que temen los empresarios es al eco mediático que se puede generar. Mientras el descontento se circunscriba al ámbito del municipio saben que pueden controlar o, como poco, minimizar los daños que puedan producir las quejas. Ahora, si la protesta trasciende los límites del pueblo son conscientes de que controlarla se puede convertir en algo muy difícil y, en el mejor de los supuestos, mucho más costoso. 
   El departamento de marketing, tras un concienzudo análisis, presenta al consejo el bosquejo de un plan estratégico para contrarrestar el germen de rechazo contra los planes expansivos de los constructores. Consiste, básicamente, en montar una especie de muestra centrada en dos ejes fundamentales: uno es visualizar como eran los sectores del Torreón y aledaños, así como el de la Marina antes de que se urbanizaran; de este último sector un conjunto de infografías, porque todavía no hay obra hecha, ilustra cómo quedará la zona. El otro eje está integrado por los datos macroeconómicos: curvas de desarrollo, inputs del sistema productivo local, ingresos del Ayuntamiento antes y después del boom inmobiliario, crecimiento del producto interior bruto del pueblo y un largo etcétera. Varias maquetas, paneles informativos, fotografías, vistas aéreas y un vídeo propagandístico completan el cuadro.
- No está mal, Bernabé - opina Huguet
- ¿Y esto quién lo va a manejar?, me refiero a quién lo va a organizar, financiar, explotar y dirigir pues – quiere saber Arechabaleta.
- Ïñigo, hoy vienes con la boina puesta, ¿verdad? ¿Qué quién va a hacer todo eso?, ¿pues quién va a ser?, nosotros. No esperarás que lo hagan los cebollinos del Ayuntamiento – la ironía de Cardona no parece hacer mella en el vasco.
- A mí esto de la muestra no me parece mal, pero lo veo como frío, con poca garra, echo en falta algo de calor humano, de contacto personal. Por ejemplo, eso que sugirió Arbós de montar un acto público explicándole al personal el proyecto urbanizador – estima Bricart.
- Si me permites, Oriol – vuelve a intervenir el experto -, lo del acto público lo desechamos desde el primer momento. ¿Por qué? Cualquier acción con público es como abrir un melón, nunca sabes lo que encontrarás dentro, si será bueno o sabrá como un pepino. De ninguna manera debemos correr ese riesgo. En cuanto al contacto personal, está previsto que la empresa a contratar, que será la que diseñe el contenido y realizará el montaje de la muestra, mande un equipo de azafatas, debidamente formadas e informadas, para que atiendan a los visitantes y den respuesta a sus preguntas.
- ¿Y si los guayabos de las azafatas se tropiezan con un atravesao qué solo haga preguntas inconvenientes e insidiosas, qué pasará?, ¿cómo saldrán del atolladero? pues – pegunta, reticente, Arechabaleta.
- Como dije al principio de mi intervención – responde el experto -, lo que he presentado no es más que un borrador del plan de contramanifestación, faltan por diseñar muchos detalles, entre ellos algunos referentes a los interrogantes que plantea Arachebaleta con muy buen tino. Si me dais unos días más acabaremos de trazar los flecos que están sin perfilar, pero así a bote pronto quiero recordar que nadie espera que unas azafatas tengan todas las respuestas. Se las instruirá adecuadamente para que ante preguntas comprometidas o de contenido problemático remitan a unos técnicos que mandará la empresa en próximos días.
- Técnicos que, por supuesto, no aparecerán – apunta Huguet.
- Bueno, dependerá de las preguntas que se hagan. Si las interpelaciones planteadas tienen respuestas que no sean nocivas para nuestros intereses sí podemos enviar a posteriori a unos supuestos técnicos que podrán contestarlas. Si las consultas formuladas encierran una carga dañina para nosotros o son de imposible respuesta, desde la óptica de nuestros intereses, entonces naturalmente no habrá ningún técnico que asome su jeta por allí.
- ¿Y crees, Bernabé, que con esa medida será suficiente para desactivar la protesta? – inquiere Bricart cuyo dudoso semblante es patentemente explícito sobre sus dudas acerca de la bondad de la medida.
- En la sociología de masas no hay nada seguro ni suficiente, Oriol. Dicho más claramente: no, no creo que la muestra baste. Seguramente no será más que el primer acto de un conjunto de medidas que iremos pergeñando en función de cual sea la respuesta de la opinión pública.
- O sea que vamos de ensayo y error – sintetiza Cardona.

viernes, 9 de mayo de 2014

4.6. Solo es un panfleto

   La sorpresa que provoca a los hombres de BACHSA la lectura del manifiesto  de los Jóvenes Unidos por un Senillar Libre es evidente. Nadie dice nada hasta que el especialista del marketing exclama:
- Eso solo es un panfleto lleno de falsedades, demagogia y sentimentalismo barato, amén de terminar con unas amenazas que no son de recibo – sentencia.
- Y a lo que hay que añadir que parece escrito por una panda de analfabetos, está plagado de faltas de todo tipo. Cualquiera diría que esos jovencitos están reñidos con la gramática. Si esos son la generación que nos va a suceder, ¡qué Dios nos coja confesados! – comenta jocosamente Cardona.
- Bueno, no es más que un borrador – justifica Garcés.
- Será todo eso, pero también es el boceto de un fulminante que mañana puede explotar en nuestras manos si no lo desactivamos a tiempo – replica un realista Badenes.
- Si en esto andan metidos chavales como mi hija y la de Amador, os digo que esto no irá a ninguna parte – afirma Arbós muy convencido -. No son más que una pandilla de críos malcriados y consentidos que nunca le han dado un palo al agua, precisamente porque los padres nos hemos partidos los cuernos para que tengan una vida mucho más fácil que la que tuvimos nosotros cuando teníamos su edad. – y José Ramón se pone sentencioso para soltar la siguiente parrafada -. En cuanto Amador nos diga quiénes son todos los chavales que estaban allí y los padres les pongamos los puntos sobre las íes, como voy a hacer con mi hija, todo eso se acaba en cuatro días. Pues faltaría más, que unos mocosos que viven como curas de los de antes vayan a venir ahora a ponernos las peras a cuarto. ¿No lo crees Amador?
   Garcés cabecea y vacila antes de contestar a su socio:
- No sé qué decirte, José Ramón. No estoy tan seguro como tú. Como dije, ya abronqué a mi hija y no veas como se puso, como una tigresa. Me llamó de todo menos bonito. Nunca había tenido un comportamiento así. La he castigado a no salir de casa hasta que me prometa que no volverá a reunirse con esa pandilla, pero no puedo retenerla indefinidamente y temo que en cuanto salga volverá a las andadas. De hecho, mi mujer me ha contado que la mayoría de las charlas telefónicas que sostiene con sus amigos, entre ellos tu hija, tratan sobre la Marina y la marjalería. Y ante eso, ¿qué puede hacer un padre?
- Darle un par de guantazos y que se entere de quien manda en casa – afirma un rotundo y cada vez más irritado Arbós.
- A ver, José Ramón, tranquilo. Esto no se arregla pegando a nadie y menos a una hija – interviene Cardona -. No soy un experto en adolescentes, pues aunque tengo hijos todavía son unos críos, pese a ello si sé que lo peor que podríamos hacer es poner a los jóvenes en contra de nuestros planes. Lo que probablemente ocurrirá si los atacamos, sea de la forma que fuere. Esa sería una política que terminaría siendo tremendamente perjudicial para nosotros.
- Entonces, ¿qué propones, que nos bajemos los pantalones ante unas docenas de porreros? – pregunta un, todavía, rabioso Arbós.
- Nadie se va a bajar los pantalones – Cardona sigue tratando de serenar a Arbós -, pero tampoco nadie se va a enfrentar con los jóvenes del pueblo. Hemos de demostrar que somos mucho más inteligentes que ellos, hemos de actuar de manera sutil, de forma que no nos vean como sus enemigos sino como adultos que intentan comprenderles y que entienden sus inquietudes y temores. En resumen, lo que hemos de hacer es ganar tiempo, desactivando su protesta en la medida de lo posible y, si lo conseguimos, una vez finalizada o, al menos, muy avanzada la urbanización, habremos ganado porque urbanización terminada victoria alcanzada, si a ello añadimos que…

   La exposición de Cardona se ve interrumpida por un hombre joven vestido con un mono azul flanqueado por otros dos operarios.
- Perdonen, ¿está el señor Garcés? – inquiere el que parece ser el responsable del grupito.
- Estoy aquí – responde Garcés, y dirigiéndose al resto de asistentes explica -. Disculpad, son los operarios que han venido a cambiar parte de la instalación eléctrica. ¿Habéis terminado? – pregunta al capataz del grupo.
- Sí señor. Hemos tenido que cambiar el cuadro de distribución y cablear…
- Vale, vale. Le dices a Francisco que me pase la factura. Gracias y podéis iros.
- Espera un momento, joven - es Cardona quien requiere al operario -. Permíteme una pregunta, ¿eres del pueblo?
- No señor, pero vivo y trabajo en el pueblo desde hace tiempo.
- Si no tienes inconveniente, me gustaría que respondieras a unas sencillas preguntas. La primera es ¿te relacionas con la gente del pueblo, sobre todo con los jóvenes?
- Con la gente mayor, poco, pero con la que tiene menos años, sí. No con todos, claro, solo con algunos, sobre todo con los amigos de mi novia que es de aquí.
- Bien. Otra pregunta – sigue interrogando Cardona -, ¿qué opinas sobre la urbanización de la zona costera, te parece bien o mal?
- Me parece una buena cosa, señor. La mayor parte de los terrenos urbanizados antes eran campos baldíos o de secano que supongo que producían poco. Ahora están llenos de viviendas que valen una millonada.
- Estupendo, una última pregunta ¿también te parece bien que se urbanice el sector de la Marina, donde está el humedal de los marjales?
   Sergio Martín, porque de él se trata, se toma un tiempo para contestar la postrera pregunta de ese desconocido tan preguntón. Recuerda las explicaciones que les daba Pascual Tormo en el ciclo de charlas a las que asistió sobre las ventajas e inconvenientes del urbanismo. Y como, en una conversación, mano a mano,  el profesor le explicó la suerte que tenía el pueblo de contar con un humedal como la marjalería y la importancia de conservarlo. Está a punto de contestar que no le parece bien cuando, de pronto, se acuerda de Lorena y piensa que se pondrá como una leona si llega a enterarse de que habla en contra de cualquier clase de urbanización y, por tanto, contra la posibilidad de seguir teniendo trabajo en la construcción. Recordar eso y cambiar de posición es todo uno, aunque trata de que su respuesta sea políticamente correcta:
- Pues verá, urbanizar supone ocupación para los trabajadores, mucho dinero para los propietarios de los terrenos y buenos ingresos para el Ayuntamiento. Todos ganamos. Que se urbanice en el sector del Torreón o de la Marina creo que es lo de menos.
- Muchas gracias, joven. Puedes irte.

   Tras marcharse Sergio y sus compañeros, el consejero de BACHSA explica a sus sorprendidos compañeros de reunión:
- Ahí tenéis un ejemplo de lo que opina esa parte de la juventud del pueblo que trabaja, y que supongo mayoritaria, sobre urbanizar la Marina. Ese es el instrumento  más eficaz para atajar cualquier clase de protesta. En ese pozo es donde encontraremos el agua suficiente para apagar cualquier conato de incendio – a Cardona le encanta lo de improvisar metáforas.

martes, 6 de mayo de 2014

4.5. El manifiesto

   José Ramón Arbós, como le sugirió el director local de la caja, se entrevista con Juan Antonio Cardona para contarle el conato de contestación a la urbanización de la Marina que parece extenderse por el pueblo. El consejero de BACHSA está de acuerdo con los recelos manifestados por Badenes. Si no se atajan a tiempo los rumores y las protestas podría generarse un problema que acaso fuera difícil de parar y que, en el mejor de los supuestos, terminaría aumentando los costes de la urbanización. Algo hay que hacer. Con lo que Cardona no comulga es con la idea de organizar un acto público para disipar los temores de parte del vecindario.
- Sinceramente, José Ramón, no creo que un acto así pueda ser muy eficaz, pero a bote pronto tampoco tengo otra idea mejor. Le pasaré la papeleta a los del marketing a ver si diseñan un plan para contrarrestar esa movida. Que se ganen el sueldo.
- Pues tengo otra sugerencia para tus chicos – añade José Ramón -. A quienes primero deben de trabajar el hígado son a los del Ayuntamiento. No hay manera de convencerles de que esto, hoy por hoy, no tiene ni medio pase, pero si lo dejamos crecer puede convertirse en un morlaco con unos pitones como dos catedrales – A Arbós le gustan mucho los toros, por eso usa frecuentemente símiles taurinos
- ¿Sabes qué? El sábado cogeré el coche y me desplazaré a Senillar. A ver si entre todos encontramos la solución más eficaz a lo que hoy no es más que un nubarrón, pero que mañana puede convertirse en un tornado que se lo lleve todo por delante.

   En la reunión del sábado están Cardona, acompañado por el director de la empresa de mercadotecnia encargada del estudio de mercados para BACHSA, los representantes locales de los constructores, José Ramón Arbós y Amador Garcés y el director local de Cajaeuropa, Agustín Badenes.
- Vamos a ver – es Cardona quien abre el diálogo -, antes que nada quiero que nos contéis cuánto sepáis de esa posible protesta sobre la urbanización de la Marina y vuestras impresiones sobre la misma.
- Verás Juan Antonio – es Arbós quien primero responde -, hay que ser de pueblo para comprender cómo reacciona el personal. Este es un sitio pequeño y pasan pocas cosas, entonces cuando ocurre algo fuera de lo habitual, lo normal es que la gente hable de ello. Y no solo hablan sino que le dan mil vueltas y acaban liándolo todo.
- Más opiniones – reclama Cardona.
- Lo que ha dicho José Ramón es cierto. La gente lo examina todo del derecho y del revés y le da tantas vueltas y revueltas que al final acaban viendo gigantes donde solo hay molinos – A Badenes le gusta presumir de su cultura cervantina.
- Amador, ¿y tú qué piensas?
- Cuando Agustín, al igual que hizo con Arbós, me llamó para contarme sus temores le insistí que no tenía por qué recelar nada, que esto, como bien se ha dicho, no eran más que chismorreos de pueblo. Eso pensaba hasta esta mañana en la que he sido testigo de algo que ha hecho que cambie de parecer. Ni siquiera he tenido tiempo de contárselo a José Ramón – añade Garcés dirigiéndose a su socio como pidiéndole perdón -. Como decía, esta mañana, y para preparar la reunión, me he pasado por la sede de ARBOGAR y allí, en uno de los despachos, estaba un grupito de chicos y chicas, entre ellos mi hija Matilde y Chelo, que es la hija mayor de José Ramón. Los he…
- ¿Chelo? – interrumpe Arbós, entre sorprendido y molesto -. ¿Y qué coño hacía allí mi hija?
- Tu hija, la mía y todos los demás estaban preparando un arsenal de propaganda en contra de la urbanización de la Marina, tenían de todo: pancartas, carteles, una especie de tebeo mural; ah, y un montón de fotocopias. Lo primero que hice fue abroncar a mi hija, luego los eché a todos, no sin antes incautarme de todo el material que pude arramblar pues, en el lío que se montó, temo que parte del mismo se lo llevaron los muchachos.
- Las pancartas y las fotocopias ¿qué contenían exactamente? – quiere saber Cardona.
- Un poco de todo, pero lo más importante es el borrador de un manifiesto que están preparando.

   Garcés saca de su maletín de ejecutivo un puñado de fotocopias que deja encima de la mesa. Cardona coge una y comienza a leer en voz alta:
- “Manifiesto a los ciudadanos y ciudadanas del pueblo de Senillar.
   Los jóvenes de la localidad, vuestros hijos e hijas, quieren denunciar el expolio de que se está cometiendo a nivel de nuestro amado pueblo. Ya nos han destrozado el paisaje, han arrasado nuestros campos y han alterado la paz y la tranquilidad que nos era tan querida. Ahora pretenden robarnos una parte irrenunciable de nuestra historia: la partida de la Marina y sobre todo el marjal.
   No nos oponemos a que el pueblo avance y se modernice. Por el mero echo de ser jovenes estamos a favor de todo cuanto suponga el progreso del pueblo, pues si Senillar avanza y se desarrolla nosotros vuestros hijos e hijas tambien avanzaremos y progresaremos. Estamos de acuerdo con que el progreso es bueno, pero no a cualquier precio. Lo del todo vale no es de recibo si por unas ganancias para hoy estamos destrozando la calidad de vida del mañana, de ese mañana que vais a legarnos a nosotros y nosotras.
   La juventud de Senillar no nos opusimos a que se urbanizara la zona del Torreón. Eran unas tierras que significaban poco para la economia local y para la vida de los hombres y mujeres de nuestro amado pueblo. Pero urbanizar la Marina es harina de otro costal. Es la zona en la que estan nuestros mejores campos, los más antiguos y hermosos naranjales de la comarca, las huertas más productivas y bien cultivadas de la región.
   Y no solo es la Marina, porque en base a la información que manejamos detrás de la Marina irá la marjaleria, que es el corazón de la misma y que como todo el mundo sabe después de La Albufera es uno de los umedales valencianos más importantes. Y para los hombres y mujeres, asi como para los chicos y chicas de Senillar, el marjal forma parte irrenunciable de nuestra historia, de nuestra vida. Son muchos los vecinos del pueblo que tienen un marjal, que sus antepasados crearon con sangre y sudor. Por unos cochinos millones, ¿vais a malvender vuestra propia historia, que tambien es nuestra?, ¿vais a enterrar y borrar el esfuerzo y el teson que pusieron nuestros mayores en levantar los marjales? 
   Tenéis que saber de que la juventud del pueblo dice NO a que se urbanice la Marina. NO a que se toque un solo junco de la marjaleria. NO a que la codicia de unos cuantos despedace y destruya el futuro del pueblo, NUESTRO FUTURO. Hoy no tenemos otra fuerza que la de la protesta, pero mañana seremos nosotros quienes gobernaremos el pueblo. Y NO OLVIDAREMOS a quienes cegados por una codicia insaciable pretenden dejarnos un pueblo, unos campos y una costa en la que el ormigón y el ladrillo lo hallan invadido todo.
   SENILLARENSES y SENILLARENSAS, os pedimos, os suplicamos que paréis el espolio que se está produciendo. Todavia estamos a tiempo para que entre todos y todas detengamos esa loca carrera de construir y construir a costa de cargarse nuestra historia, nuestros recuerdos, nuestros campos, nuestra forma de vida.
   ¡NO A LA URBANIZACIÓN DE LA MARINA!
   ¡NO A QUE SE TOQUE UN SOLO PALMO DE TERRENO DEL MARJAL!
   SENILLARENSES, SENILLARENSAS hoy os lo rogamos, mañana os lo exigiremos.
              JÓVENES UNIDOS POR UN SENILLAR LIBRE (JUSEL)”


   Cuando Cardona termina de leer el manifiesto un espeso silencio se abate sobre los reunidos, que muestran en sus rostros una mezcla de sentimientos que van desde el estupor a la consternación.