El manifiesto de la juventud unida por un Senillar
libre, que tanto ha inquietado a los constructores, tiene una lectura muy
distinta para el grupo de chicos que la han redactado. Algunos de ellos, a cuyo
frente está Chelo Arbós, vuelven a visitar a Pascual Tormo pese a las discrepancias
que afloraron en sus anteriores encuentros.
-
Adelante, pasad. Creí que no volvería a veros – Es el saludo de Tormo al
abrirles la puerta de su casa.
-
Venimos a traerte el primer manifiesto que vamos a lanzar y a preguntar tu opinión sobre el
mismo. Toma, léelo – pide Chelo ofreciéndole un ejemplar del documento.
- No
hace falta, ya lo conozco. Alguien dejó una copia en mi buzón.
- ¿Y
qué te parece?
- Que
es lamentable – opina Tormo sin cortarse un pelo -. En primer lugar quiénes lo
han redactado son unos analfabetos idiomáticos. Para empezar, las faltas
ortográficas son de las que hacen daño a la vista, ¿sabéis que existe algo que
se llama acento?, ¿y qué coño os ha hecho la hache para que la despreciéis de
esa forma?, y no digamos las comas, están puestas a voleo. Por otra parte, el
texto está repleto de frases hechas que repugnan al correcto uso del español,
frases que tan usadas son por los ignorantes de los políticos y los berzas de
los malos periodistas, tales como en base a, a nivel de y otras lindezas por el
estilo. Los dequeísmos brillan como luminarias y los solecismos campan por sus
anchas. Y esa estupidez de citar a los dos géneros, ¿acaso no sabéis que en
español el masculino plural comprende a ambos? Si fuerais alumnos míos no
aprobaríais ni de coña. ¿Pero se puede saber qué diablos os enseñan ahora en
los colegios e institutos?
- Oye,
no estamos aquí para que nos sermonees. Si el manifiesto está mal escrito, la
culpa es tan nuestra como tuya.
- ¡Vaya,
esa sí que es buena! ¿Qué tengo que ver con ese panfleto?
- Más
de lo que crees. Si nos hubieses ayudado cuando vinimos a pedir tu colaboración
y apoyo, el panfleto, como tan despreciativamente lo calificas, estaría escrito
como si lo hubiese redactado un carcamal de la academia.
-
Mira, en eso te doy la razón.
-
Vámonos, Chelo, no insistas, ya te dije que de este pozo no íbamos a sacar agua
– afirma uno de los chicos a la par que hace ademán de retirarse.
El resto de los chavales queda entre dos
aguas, vacila entre seguir a su compañero o quedarse con Chelo que no se ha
movido.
- No
hemos venido para largarnos a las primeras de cambio, al menos yo no pienso
hacerlo hasta que aquí – dice Chelo señalando a Pascual -, el señorito
intelectual de pega, nos diga qué opina del contenido del manifiesto, faltas e
incorrecciones al margen.
- ¿Qué
opino de su contenido? No tengo ningún problema en decirlo: demagógico,
populista, plagado de medias verdades y con unas admoniciones de todo punto
inadmisibles.
- ¿Qué
son admoniciones? – pregunta una de las jovencitas.
-
Reconvenciones, amenazas, amonestaciones, intimidaciones…
- O
sea, que te ha parecido una mierda – resume Chelo.
-
Tanto como mierda… Creo que el panfleto, pues no es más que un libelo
pésimamente escrito, posiblemente tenga buena intención. Para utilizar una
expresión más correcta, los que lo han elaborado seguramente lo han hecho por
un buen fin, pero han marrado el tiro. Tendría que ser menos demagógico, graduar
el populismo, explicar las verdades completas y, desde luego, sin amenazar a
nadie. Esto último es lo que me ha parecido más inaceptable.
- O
sea, que como ha dicho Chelo, te parece una mierda – reitera el chico que
quería marcharse.
Antes de que Tormo conteste al chaval, Chelo
vuelve a intervenir:
- Pues
supongo que te seguirán pareciendo lo mismo los siguientes que lancemos a la
calle porque éste solo es el primero. Espera y verás.
-
Pascual, no sé qué opinan los demás – la que habla es una morenita que hasta el
momento había estado callada -, pero a mí me has decepcionado cantidad.
Esperaba de ti otra clase de reacción. Si lo estamos haciendo mal es porque
gente como tú no quiere comprometerse con una causa en la que se juega el
futuro del pueblo, que también es el tuyo.
A Tormo le ha dolido el comentario, más que
ninguno de los hechos hasta el momento. Y es porque la autora del mismo es
Amparín Casaña, hija de uno de los mejores amigos que tiene en el pueblo y a la
que conoce desde niña.
-
Bueno, Amparín, no te pongas melodramática que no es para tanto. Y no es cierto
que no esté comprometido con el futuro del pueblo. Lo que ocurre es que la
situación la contemplo desde una óptica distinta de la vuestra.
- ¿Y
se puede saber cuál es la óptica del señorito intelectual hecho de pasta de
merengue? – el sarcasmo trufa la pregunta de Chelo.
Tormo se queda mirando a la muchacha y, por
un momento, duda entre no aguantar ni una bufonada más y echarlo todo a rodar o
armarse de paciencia. La carita de desencanto de Amparín es la que decide la
suerte de la entrevista.
Lo que a continuación hace Pascual
desconcierta a los chavales. Se vuelve al mueble bar que tiene en un rincón de
su estudio y comienza a sacar botellas.
- Algo
que tengo que reconocer es que soy un pésimo anfitrión. Me habéis visitado un
par de veces y nunca os he ofrecido una copa. Veamos que hay por aquí: coñac, whisky,
ron, vodka, jerez… Amparín, échame una mano, no hay suficientes vasos, trae
algunos más de la cocina, ya sabes dónde está.
Poneros
cómodos, por favor. Y os propongo algo: volvamos a comenzar, vamos a dialogar
tranquilamente del asunto, haciéndolo como decía Machado, para dialogar,
preguntad primero, después escuchad; eso sí, sin sarcasmos, frases hirientes ni
ponerse quisquillosos, aceptando que las opiniones son libres. ¿De acuerdo?
Los muchachos se miran entre sí, no
esperaban el giro que ha dado Tormo a la entrevista. Alguno de ellos vuelve la
vista a Chelo, quien también parece un tanto desconcertada, pero rápidamente
recupera su aplomo y lo traduce en palabras:
- Muy
bien, seño…, Pascual, dialoguemos, pero sigues sin contestar a mi pregunta, ¿se
puede saber cuál es tu opinión sobre urbanizar la Marina?
- ¿Mi
opinión? Os la voy a dar y ya os anticipo que, probablemente, no os va gustar o,
en el mejor de los casos, me vais a acusar de tibio, de quedarme en tierra de
nadie, pero bueno…En el ciclo de charlas que di el pasado curso sobre el
presente y futuro de nuestro pueblo, recuerdo que una de las asistentes me
preguntó si el proceso urbanizador era bueno o malo para el pueblo. Mi
respuesta, que sigo manteniendo, fue que es complejo dar un sí o un no rotundo
a esa pregunta. Lo positivo o negativo del urbanismo es una cuestión de medida
y hasta de ritmo. Si se urbaniza una zona de forma racional, respetando el
medio ambiente, adecuándose a las expectativas vitales de los ya residentes y
con un ritmo que no rompa el modo de vida de la comunidad tiene muchos puntos
favorables. En contra, cuando la urbanización se realiza sin tasa ni medida,
destrozando el entorno, sin haber hecho un estudio de la posible demanda de
viviendas y sin tener en cuenta a la población local sus aspectos negativos son
evidentes.
- Y
sin dar tantos rodeos, llamando al pan, pan y al vino, vino, ¿consideras
positivo o negativo la urbanización de medio término municipal? Concreto más: ¿qué
opinas sobre que se estén urbanizado partidas como las del Torreón, el Bordar o
Freginals y que ahora quieran también urbanizar la Marina? – inquiere el chico
que quiso marcharse.
- Te
respondo en plan telegráfico: no tengo nada en contra de que se urbanicen las
tres primeras partidas que has citado, pero sí tengo todas las reservas del mundo
sobre la urbanización de la Marina. Tendrían que ofrecer seguridades sobre que
la marjalería no la van a tocar, pero que hasta donde sé no lo han hecho y
tengo muchas dudas de que lo vayan a hacer.
-
¡Vaya, así habló Zaratustra! – exclama uno de los chicos lanzando al mismo
tiempo una burlona carcajada.