"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 24 de marzo de 2015

4.2. Los hijos de mis hijas nietos míos son



   El matrimonio Blanquer se queda en Valencia decididos a pelear para que su hijo no tenga que llevar al altar a la criada de los Campins a quien todo apunta que su hijo Rafael ha dejado encinta. Los Blanquer han meditado sobre cuál podría ser el medio para que su chico se libre de semejante casorio y creen que solo hay un instrumento que lo puede resolver: el dinero. Como Maruja ha creído intuir que, para un posible arreglo, el hueso duro de roer va a ser la familia para la que trabaja la joven, le da de lado y concierta una entrevista, en un café de la ciudad, con los padres de la muchacha que han venido del pueblo. Rafael y Esperanza no asisten.
- Verán ustedes. Lo primero que queremos decirles – Antonio es quien primero toma la palabra, al fin y al cabo es el cabeza de familia – es cuanto sentimos lo ocurrido. Si nuestro hijo es el causante de ello, y no decimos que no, estamos dispuestos a que cumpla como es debido. Aunque ya saben lo que se dice: los hijos de mis hijas nietos míos son, que los de mis hijos lo son o no lo son.
- ¿Qué quiere usted decir con eso? – el tono del señor Belarmino, el padre de Esperanza, suena a rabia contenida.      
- No quiere decir nada – interviene rápida Maruja antes de que se tuerza la entrevista apenas iniciada, al tiempo que le da un puntapié a su marido por debajo de la mesa -. Es solo una forma de hablar.
- También queremos que sepan – prosigue Antonio tras darse por enterado del aviso de su costilla – que si ustedes están disgustados con lo que ha pasado, no pueden figurarse cuánto lo estamos nosotros. Teníamos muchas ilusiones puestas en Rafael y ahora, por su mala cabeza, se han ido todas al traste. De tal manera estamos enfadados que ya lo hemos hablado y decidido, no le vamos a pasar ni una peseta. Si es suficiente hombre para haber hecho lo que parece, también lo será para sacar adelante a su hija y a lo que venga.
- Por lo que nos ha contado nuestra Esperancita – comenta la señora Eudosia, la madre de la joven –, su hijo tiene carrera. No tendrá muchos poblemas para salir adelante.
- Perdonen, pero eso no es cierto. Debe de ser otra de las mentiras que le ha contado nuestro chico. No tiene carrera, solo es bachiller. Comenzó a estudiar para ingeniero, pero no acabó los estudios.
- Bueno, pues bachiller. Lo que quiero decir es que es un hombre con letras y sabrá bandearse.
- No lo crean – ataja rápido Antonio -. Bachiller realmente no es un título profesional ni sirve para ningún oficio. Precisamente le estábamos pagando un curso de contabilidad para montarle algún negocio y que tuviera una forma de ganarse la vida, pero después de lo ocurrido hemos decidido no darle dinero ¡Ni un céntimo, vamos! Y por supuesto nada de ponerle ningún negocio ni cosa parecida. Que se las arregle como pueda.
- Hablando de dinero – Maruja toma la batuta porque estima que su marido se está perdiendo en demasiados circunloquios -. Hemos pensado que sería bueno para su hija y para el crío disponer de un capitalito para que pudieran salir adelante y que no les faltara de nada.
   Es oír hablar de un capitalito para que el señor Belarmino redoble su atención y eche una rápida mirada a su mujer al tiempo que hace un gesto de aprobación. Maruja que ha captado el detalle intuye que están en el buen camino. Cada una de las dos partes comienza a despojarse de sus disfraces y a mostrar sus auténticas cartas: los Blanquer están dispuestos a poner una cantidad a convenir encima de la mesa para la Esperanza y el crío, pero siempre y cuando no haya boda. Los Retuerto estiman en mucho la honra de su hija, pero si casarse supone que ella y su hijo van a pasar fatigas y estrecheces económicas, tendrían que pensarlo. Al final todo se reduce a un puro regateo. Belarmino se pone duro y la compensación para que Rafael no tenga que casarse les cuesta a los Blanquer un pico. Según calcula mentalmente Maruja la broma les supondrá tener que vender una finca y de las buenas, pero todo lo da por bien empleado. Las chismosas tendrán que guardar sus murmuraciones para mejor ocasión.

   Acabada la mili, Rafael vuelve al pueblo. Es consciente de que se ha librado de una buena y llega dispuesto a complacer a sus padres en todo cuanto le pidan, al menos de momento. Los Blanquer lo han hablado y parecen tenerlo claro. Su hijo necesita tener su tiempo ocupado y eso significa que han de buscarle un trabajo o, volviendo a su antiguo proyecto, montarle algún negocio, pero lo más urgente es encontrarle una buena novia, mejor si es de una familia conocida, antes de que el chico vuelva a hacer alguna trastada de las suyas porque está visto que no sabe tener quieto el pajarito.
   Las aventuras y trapisondas de Rafa en la mili no tardan en circular por el pueblo en forma de rumores, dimes y diretes. De alguna frase críptica que se les han escapado a las hermanas de Maruja, de algún lamento de Antonio sobre la mala cabeza de su hijo y de las historias de la puta mili de las que Rafael ha alardeado ante sus amigos, las comadres han hilado un relato que no contiene cuanto ha pasado en la realidad, pero si algunos retazos de la rocambolesca historia. Todo ello termina sabiéndose en la trastienda de la Moda de París lo que provoca que Lolita tenga otro más de los muchos berrinches que su exnovio le ha hecho sufrir. ¡Lo que hubiera dado por ser ella la madre de los hijos de Rafa y ahora, según cuentan, los tiene con una pelandusca! ¡Ojalá no sea más que un bulo, Cristo del Calvario!
                                                                           *
   En el pueblo nadie sabe a ciencia cierta cual ha podido ser la causa, pero acaece una baja tan inesperada como significativa: mosén Amancio Torcal, que durante siete años ha sido el párroco y el referente moral de la población, ha sido trasladado a otro destino. El traslado se ha efectuado con tanta discreción como celeridad de tal modo que cuando la noticia salta a la opinión pública nadie puede despedirse del sacerdote, ya se ha ido del pueblo. El suceso conmociona a los senillenses, especialmente a los parroquianos más asiduos a los oficios religiosos. A Camila, una de las feligresas más piadosas, la marcha de mosén Amancio le parece una judiada, así es como la califica cuando le cuenta a su amiga Lolita los pormenores del cese del párroco.
- ... porque es un cese, Lolita, no hay que engañarse. Lo han destituido fulminantemente y lo más triste es que nadie le ha dado ni una mala explicación de por qué. Y lo han hecho tan a la chita callando que el pobre no ha podido despedirse de nadie.
- Bueno, la Iglesia ya se sabe. De sus cosas no es partidaria de dar demasiadas explicaciones – Lolita trata de mitigar el disgusto de su amiga.
- Sí, pero no es cristiano tratar a la gente así. Con la labor desarrollada por mosén Amancio en el pueblo, el trabajo que ha llevado a cabo con los jóvenes, la inmensa tarea que tuvo que realizar para restaurar el templo parroquial al que aquellos desalmados de los rojos dejaron como un estercolero... Bueno, todo eso no le ha valido para nada.
- A los ojos de los hombres quizá no, pero a los del Señor bien se lo tendrá en cuenta.
- Mira, eso es cierto. Pero el obispo o quien haya ordenado su cese no se ha portado como un buen cristiano. Y más si es verdad lo que me ha contado nuestra común amiga Cristina.
   Camila refiere a su amiga lo que le ha contado Cristina. Al parecer el motivo real del cese de mosén Amancio tiene como causa una mera cuestión económica. Se está edificando un nuevo y grandioso seminario diocesano para sustituir el que fue incendiado por las hordas rojas, los gastos de construcción son cuantiosos y los párrocos son instados a multiplicar las cuestaciones y colectas pro-seminario. Por lo que cuentan, mosén Amancio no prestó demasiada atención a esas peticiones y Senillar estaba en los últimos lugares de la lista de donantes. Un pueblo en el que mucha gente se ha enriquecido con el estraperlo tiene potencial económico más que suficiente para ocupar un puesto digno en la relación de donaciones y no el que tiene actualmente. Mosén Amancio parece que es culpable de no haber instado lo suficiente a sus feligreses a multiplicar sus óbolos para la construcción de la nueva sede de los aspirantes al sacerdocio, por eso ha sido mandado a un nuevo destino: capellán del hospital para enfermos del pulmón que hay en la Sierra Espadán, un lugar tan idílico como aislado.