"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

2.10. Una huida en toda regla

   La confidencia de una de las chicas de la pandilla de Lorena de que el forastero que les mira a hurtadillas estudia para ingeniero provoca las risas de las muchachas, pero también suscita su atención salvo la de Lorena que se muestra desdeñosa con el presunto interés del muchacho por ella.
– Vaya muermo el sosaina ese. Lo que pasa es que sois unas ansiosas y tú la que más – acusa Lorena dirigiéndose a Mariasun -. Chorbo que pasa, chorbo que quieres ligártelo. ¿Pues sabes qué?, te lo regalo enterito – afirma displicente.
- ¿De verdad no te importa que me lo ligue? – La petición suena medio en serio medio en broma.
- Todo para ti, aunque no creo que consigas mucho de ese lelo. Yo tenía la impresión de que los tíos de la capital eran más echaos pa lante, pero se ve que hay de todo y éste es más parao que el quiosco del paseo.
- Será todo lo parao que tú quieras, pero a un tío hay mil formas de ponerlo en marcha y yo me sé unas cuantas. Ya veréis como me lo ligo en nada. Y lo voy a tener como un corderito. Nos vamos a divertir mogollón – asegura Mariasun muy convencida.

   Ajeno a que ha pasado a ser objeto de envite, Sergio sigue echando miradas por encima del libro que simula leer. De pronto, algo se interpone entre él y un sol que hoy aprieta de lo lindo. Levanta la vista. Es una jovencita llamativamente curvilínea que luce un minúsculo bikini que deja poco trabajo a la imaginación. 
- Hola. Me han dicho que eres de Madrid, ¿es cierto? – pregunta la muchacha con desparpajo y una sonrisa por bandera.
- Siii – contesta bastante sorprendido.
- Verás, te lo pregunto porque igual me voy a trabajar a la capital ¿Te importa que me siente? – La jovencita sin esperar respuesta alguna se acomoda a su lado -. Pues lo que te contaba. No conozco nada de los Madriles y me he dicho: a lo mejor ese chico que parece tan molón me puede contar cosas de allí. Creo que hay mogollón de movida. ¿Por qué barrios hay más discos para mover el esqueleto? Tú tienes pinta de sabértelos todos. Me han contado que hay un barrio que se llama Malasaña donde la movida no para en toda la noche. También me han dicho que…

   Sergio se siente un tanto sobrepasado ante la verborrea de la chica, que es que no para. Piensa que si es que va a Madrid a trabajar sorprendentemente sólo le formula preguntas sobre la movida, lugares de ocio y discotecas donde mover el esqueleto como repite una y otra vez. Todo ello acompañado por una mímica peculiar y una sonrisa deslumbrante, aunque lo que pone al muchacho un tanto nervioso es que está continuamente subiéndose uno de los tirantes de la parte superior del bikini que muestra una terca tendencia a bajarse. Aprovecha una pausa en la perorata de la muchacha para soltarle:
- Creo que no voy poder darte muchas pistas sobre lo que preguntas. Yo estudio y salgo poco y menos por la noche. A mis padres no les gusta que llegue tarde a casa.
   La respuesta no parece desanimar a la joven que prosigue su charla:
- Ay, no te lo he dicho. Me llamo María Asunción, pero los amigos me dicen Mariasun. ¿Tú cómo te llamas?
- Sergio.
- Un nombre de lo más guay. ¿Te gusta mover el esqueleto, tío? Te lo pregunto porque esta noche tenemos un bailongo en la parte de atrás del bar de la Chelo. ¿Sabes dónde está? ¿No? ¿Tú conoces dónde comienza la carretera de la playa? Pues es la penúltima casa del pueblo, bajando a la izquierda. Ya verás el letrero, pone bar Solera. Entra y junto a la puerta de los servicios hay una salida que da al patio trasero. Te espero. Sobre las once más o menos. No me falles, eh.

   Sergio no piensa aceptar la invitación de Mariasun pues le parece que tiene la cabeza llena de pájaros, aunque reconoce que está un rato buena. Luego se le ocurre que, a lo mejor, también estará allí Lorena. Basta esa idea para que no lo dude, a la hora convenida se acerca al bar y se encuentra con un grupo de gente de su edad que más que bailar está haciendo el ganso y trasegando lo que parece tinto de verano en vasos de plástico. En cuanto le ve entrar, Mariasun se lanza a por él como si fuera su botín de guerra.
- ¡Qué guay, has venido! Ya creía que me ibas a dar plantón. Que polo más mono llevas, me tienes que decir dónde lo has comprado. Ven, prueba el brebaje que han preparado esos cafres y verás el subidón que te da.
   El chico se echa al coleto un trago de la bebida que resulta no ser lo que creía. De tinto de verano nada. Le da un ataque de tos porque el chupito le está escociendo el estómago.
- Ves lo que te decía, es una mezcla espantosa. Vamos a mover el esqueleto.
- Yo… es que bailo muy mal – se excusa el muchacho que, una vez que ha dejado de toser, ya ha localizado a Lorena.
- No te preocupes, aquí de lo que se trata es de divertirse a tope y mantener el buen rollo.

   La muchacha arrastra a Sergio al centro de un mínimo cuadrado de cemento que sirve de pista de baile. Le planta las dos manos en el cuello y comienza a charlar. No calla. Plantea preguntas y antes de que el chico pueda contestarlas ya ha saltado a otro asunto. Al cabo de un buen rato, la joven parece cansarse de la cháchara, pero la actitud que adopta entonces aún pone más inquieto a Sergio. Se le pega como una lapa, apoya su cabeza contra la suya y lo peor de todo es que, sin ninguna clase de pudor, comienza a restregar su bajo vientre contra el del muchacho. Su primera reacción es dejar de bailar con cualquier excusa, pero antes de ser capaz de balbucear una disculpa inopinadamente su sexo responde al roce. El sofocón que se lleva el muchacho es de órdago porque con el pantalón de verano no hay manera de ocultar el bulto que muestra. Se impone seguir bailando antes de que los demás se den cuenta de lo que le pasa y convertirse en objeto del cachondeo generalizado. Mariasun, que sí se ha dado cuenta, parece que se lo esté pasando en grande y cada vez se arrima más y se pone más cariñosa.


   El pobre Sergio nunca había sentido tanta vergüenza. No se atreve a buscar con la mirada a Lorena ni a mirar a nadie porque está convencido de que todos se han dado cuenta de lo que ocurre y la rechifla debe ser generalizada. Hunde su cabeza en el cuello de Mariasun que responde a su movimiento con unos mordisquitos en el cuello que terminan por desquiciarlo del todo. En algún momento de lo que está siendo un calvario llega a sospechar que puede eyacular en cualquier instante. La presunción le parece tan definitivamente desastrosa que su organismo genera una curiosa reacción. Paulatinamente, la erección va decreciendo hasta casi desaparecer. Llegado a ese punto, decide no seguir tentando al diablo y, con la excusa de que tiene que volver a casa porque ha de ayudar a su abuelo, sale disparado del bar, sin mirar a derecha e izquierda. Es una huida en toda regla.