No sé cómo están estructurados los
calendarios laborales de los demás países, pero el español tiene una
singularidad que, posiblemente, lo diferencian notablemente de todos los demás.
Me refiero a la particularidad de los puentes que se forman al unir un día
festivo con otro, o un fin de semana, y que se da necesariamente en días
alternos. La explicación creo que no me ha quedado demasiado lúcida. Lo voy a
describir con ejemplos, a ver si es más entendible. Un ejemplo de puente es
cuando es festivo un martes y el lunes, si es laborable, se toma como festivo.
Otro ejemplo: es festivo un viernes y el sábado, en caso de que sea laborable,
se toma como festivo.
En los
países occidentales los puentes festivos o fines de semana largos son un
fenómeno conocido, pero se dan en muy poco casos. Lo que hace que los puentes
españoles sean una rareza es que aquí abundan como las setas en un otoño
lluvioso. Y para que vean que es así les describo el calendario español del último
trimestre del 2018. En octubre, el día 12 fue la Fiesta Nacional, naturalmente
era una fecha festiva que como cayó en viernes la mayoría de la gente empalmó los
días 12, 13 (sábado) y 14 (domingo). El primer puente del trimestre. En
noviembre, el día 1 es la festividad de Todos los Santos que es un día festivo.
Pues bien, muchos españoles empalmaron el día 1 (jueves) con el 2 (viernes), el
3 (sábado) y el 4 (domingo). Un hermoso puente de cuatro días que más que
puente parece un viaducto. En diciembre el 6 es el Día de la Constitución,
fiesta nacional. Les apuesto doble contra sencillo que millones de españolitos
construirán un precioso puente enlazando el 1 (jueves) con el 2 (viernes), el 3
(sábado) y el 4 (domingo). Otro puentazo de cuatro ojos. No acaba ahí la cosa.
El 25, como todos saben, es Navidad y este año cae en martes. Ya pueden
imaginarse que el 24 (lunes) que en principio es laboral está sentenciado para
convertirse en otro puente.
Resumiendo lo anterior. En octubre hubo un
puente de 4 días. En noviembre otro también de 4 días. En diciembre otro puente
igualmente de 4 días, más otro de 2 días. Es decir, que en tres meses habrá 14
días de puente, de ellos 6 días laborales (bien es cierto que los sábados solo
se trabaja en determinados sectores). ¡Y solo hemos contabilizado el último
trimestre!
El Instituto Nacional de Estadística calcula
que en el año 2018 habrá empleados en España 19.210.000 de personas. Multipliquen
esa cifra por las horas que se pierden con los puentes y la cifra que resulte
debe ser alucinante. Naturalmente, los empresarios debían estar que trinan,
pero no parece que sus quejas lleguen a buen puerto porque cambian los
gobiernos, cambia la política sociolaboral, pero los puentes no se tocan; como
mucho se retocan, pero poco. ¿Por qué? Porque en mi país costumbres tan
arraigadas como la de los puentes tienen mucho peso, porque los puentes son un
enorme estímulo para determinados sectores empresariales, porque los puentes
mueven millones de personas yendo de acá para allá tanto en el territorio
patrio como en el extranjero.
Luego hay otros imponderables que hacen que
los puentes sean, en buena medida, cuasi obligatorios hasta para aquella gente
que se queda en su casa y no va a ninguna parte porque no quiere o no puede.
Una institución que tiene mucho que ver con esa presión para la práctica de los
puentes es el sistema educativo español. En nuestras guarderías, colegios,
institutos y universidades la práctica de los puentes es algo habitual y casi
sagrado. Y si sus hijos se quedan en casa en un puente, ¿qué puede hacer usted?
Los que han de trabajar, sí o sí, han de echar mano de los abuelos, los tíos o
cualquier otro pariente, en el supuesto de que los tengan. Como lo de los/las
canguros es una práctica poco extendida en España, si no se tienen los
comodines que mencionábamos no te queda otra que hacer puente aunque no seas
partidario de ello.
En todas las legislaturas surgen voces que
hablan de que hay que acabar o, al menos, regular la práctica de los puentes.
Bueno, eso es como hablar de construir el canal del Ebro para irrigar el
levante hispano. Se viene hablando de ello desde el siglo XIX y en el XXI
estamos con lo mismo. Temo que igual pasará con los puentes. Podría hablar
mucho más de ese fenómeno sociolaboral tan español como son los puentes, pero
no quiero hacer este post excesivamente largo. Lo dejo para otra ocasión. Y les
diré una cosa para despedirme: tienen su encanto, los puentes, claro.