El dos de agosto, antes siquiera de desayunar
y siguiendo una añeja costumbre, Ponte abre el ordenador para echarle un
vistazo a la prensa, aunque sería mejor decir a las portadas pues no suele
pasar de ellas. En ABC el principal titular a cuatro columnas es otra
consecuencia más del resultado de las recientes elecciones generales: El PP ofrece sostén territorial al PSOE a
cambio de desbloquear la investidura. Es una oferta interesada, piensa el
viejo, porque sin los votos de los socialistas será imposible formar nuevo
gobierno; a ver si de una puñetera vez aprenden nuestros políticos a negociar.
La única foto de la página alude a las vacaciones reales: Los rincones favoritos de los Reyes en Mallorca. Y por último le
llama la atención una noticia relativa al mundo educativo: El abandono escolar español alcanzó este año su mínimo histórico: el
19,7 %. Esto sí que es una lacra de la que deberían ocuparse y preocuparse
los políticos, se dice, y no de las chorradas por las que se pelean. Y da por
concluida su información sobre la actualidad al oír que Álvarez anda trasteando
por el salón.
-Buenos
días, Luis.
-Buenos
días, Manolo, ¿qué tal has dormido?
-Como un
niño chico.
-A mí me
ocurre lo mismo. Aquí duermo mucho mejor que en Madrid. Según Nacho es por la
diferencia de presión. Y yo añado que también ayudará a que se pasa menos calor.
Ah, en la cocina tienes leche semidesnatada, descafeinado, tostadas, mantequilla,
margarina y mermelada. Luego podemos subir al pueblo e iremos al súper en el
que podrás comprar los ingredientes para el exótico desayuno que sueles prepararte.
Álvarez se refiere al peculiar desayuno que
Ponte toma diariamente y que consiste en una especie de sopa que él mismo se
prepara con caldo de pollo o de cocido desengrasado al que le agrega una loncha
de pechuga de pavo cortada en pequeños trozos, un huevo crudo, dos cucharadas
de arroz basmati, una rebanada desmigada de pan integral y lo espolvorea todo con
una pizca de pimienta molida. Antes le añadía un chorrito de fino hasta que el
especialista en medicina interna que le trata su incipiente insuficiencia renal
le indicó que el alcohol, aun en dosis mínimas, no era lo más adecuado para su
dolencia. Como preparar tan singular desayuno no va a ser fácil repetirlo en el
apartamento del hijo de Álvarez, Ponte se decide por lo más simple: una tostada
de pan integral con mantequilla y mermelada. En días futuros lo sustituirá por
una tostada, refregada con tomate de penjar
del terruño, y aliñada con aceite virgen de oliva.
Después de desayunar los viejos cogen el
coche y suben al pueblo para hacer la compra en un supermercado de la
localidad. Aparcan el vehículo en el sótano del establecimiento, cogen un carro
y empiezan a recorrer pasillos entre estanterías llenas de todas clases de
productos.
-¿Cómo has
dicho que se llama este súper? –pregunta Ponte.
-Consum. A
parecer en valenciano quiere decir consumo y es parecido a Mercadona.
-No conozco
ninguno así en Madrid.
-Es una
cadena que se extiende por la costa mediterránea, pero al centro de España creo
que no ha llegado todavía.
-¡Qué
curioso!, los rótulos de los pasillos están en valenciano.
-Si te
fijas, en valenciano por una cara y en castellano por otra. Esto me recuerda algo
que creo que no te he dicho. La gente del pueblo habla mayoritariamente en
valenciano, pero cuando te oyen hablar en castellano cambian automáticamente de
lengua. Muchos hablan mal el castellano, pero te entienden y se hacen entender
sin mayor problema.
Casi sin darse cuenta han llenado el carro.
Tras pasar por caja vuelven a la planta baja y guardan la compra en el maletero
del coche. Retornan a la playa por la carretera de Torrenostra eludiendo el
tendido del ferrocarril pasando por debajo de un puente.
-Cuando
llueve mucho este badén, que como ves tiene un gran desnivel, se inunda y hay
veces que corta la carretera y tienes que coger la Carrassa de Mon Rossí para
ir al mar.
A ambos lados de la carretera hay campos de
naranjos, almendros, olivos y también se ven muchas fincas abandonadas lo que
llama la atención de Ponte.
-Yo creía que
en La Plana estaban todos los campos cultivados, pero veo que hay algunos que
parecen medio abandonados.
-Un día
cogeremos el coche y te daré una vuelta por el término municipal. Hay zonas en
las que los terrenos no es que estén medio abandonados, es que lo están por
completo. Al parecer, la gente joven no está por seguir la trayectoria de sus
mayores y no quieren ser agricultores. El resultado es el que ves: campos medio
yermos y echados a perder.
-Es que el
trabajo agrícola es muy duro y poco rentable. Bien lo sé yo que nací en un
pueblo de pan pedir y en el que la mayoría de los vecinos eran campesinos.
Entiendo que los jóvenes tengan otras aspiraciones y se busquen la vida con
ocupaciones que sean más llevaderas.
Entre el viaje al pueblo, hacer la compra y
guardarla se les ha hecho cerca de la una. Desechan darse un paseo o un baño y
optan por sentarse en uno de los bares de cara al mar donde toman unas
cervezas, en el caso de Ponte sin alcohol. Eligen uno de los bares que está
pegado a la playa y que responde al nombre de Cal Pitu. Una de las cuestiones
que resuelven mientras toman las birras es el plan para las comidas de los
próximos días. Como esperan que sea Ballarín quien haga de cocinero, deciden
que hasta que no llegue almorzarán en alguno de los restoranes locales y por la
noche, según como estén de animosos, saldrán a tomar una cena ligera o se harán
algo ellos mismos.
-Entonces,
¿dónde almorzamos hoy? –quiere saber Ponte.
-Pues donde
quieras. ¿Qué te apetece comer? –pregunta Álvarez.
-Ya sabes
que tengo buen diente. Donde tú quieras que eres el que conoce esto.
-¿Te parece
que iniciemos la temporada con algo típico de esta tierra? Me refiero a tomar
una paella.
-Me parece
bien. Siempre ha sido uno de mis platos favoritos.
-Entonces
vamos a ir a El Perero, es una cafetería que está pegada a la pizzería donde
cenamos anoche y que hacen unas paellas que suelen estar muy ricas.
En el restorán les indican que la paella
tardará unos veinte minutos por lo que para hacer tiempo se piden otras
cervezas y algo para picar.
-Además de
lo que viene en la carta, hoy tenemos cargols
punxencs –anuncia la joven que les atiende.
Antes de que Ponte tenga tiempo de preguntar
qué son, Álvarez se lo traduce:
-Así les
llaman aquí a las cañadillas, pero personalmente prefiero los mejillones o la
sepia, tanto unos como la otra los preparan con una salsa verde de ajo y
perejil muy rica.
-A mí me da
igual una cosa que la otra, elige tú.
En tanto acaban con los mejillones a la
marinera, que es lo que han pedido como entrada, llega la paella. Álvarez
cuenta a su amigo que lo que acaban de servirles es lo que se conoce como
paella valenciana, al parecer la única y legítima. Y continúa explicando que la
mayoría de veces las paellas que se elaboran en los restaurantes no son más que
variantes de la genuina paella huertana en la que solo entran diez
ingredientes: un mineral, dos líquidos, dos carnes, y cinco vegetales.
-¿A ver si
sabes cuáles son esos ingredientes? –le reta Álvarez-. Comencemos por los
líquidos.
-Supongo que
aceite y caldo.
-El caldo es
el líquido que resulta de cocer o aderezar algunos alimentos, o sea que no
vale.
-Bueno, pues
entonces aceite y agua. En cuanto a las carnes supongo que pollo y costilla de
cerdo –ante el gesto negativo de Álvarez rectifica-. ¿Pollo y conejo? –Ahora el
gesto es afirmativo-. Lo que no sé es el mineral –tras unos instantes de
cavilar, Ponte se da un cachete en la frente–. Claro, cómo no se me ha ocurrido
antes, tiene que ser la sal.
-Premio para
el caballero. Ahora los cinco vegetales –pide Álvarez.
-Veamos.
Arroz, por supuesto, judía verde, tomate…, cebolla –Álvarez niega-, ajo –Otra
negativa-, ah, sí, guisantes –Vuelve a negar Álvarez-. Pues los otros dos
vegetales no sé cuáles puedan ser –se rinde Ponte.
-La alubia
blanca grande, que aquí llaman garrofón y el azafrán. Esos son los diez
integrantes de la auténtica paella valenciana que, en definitiva, es un plato
de fortuna que guisaban los huertanos con los productos que tenían a mano.
-Y esas
paellas que te sirven, incluso en los restoranes de postín, en las que hay
langostinos, mejillones, gambas, cigalas y un montón de cosas más, ¿no son
genuinas paellas?
-No lo son.
Esos platos son arroz con lo que sea y a lo que falsamente denominan paella,
pero que en realidad no lo son. Lo que ocurre es que la paella, como todos los
platos de fortuna de origen campesino, admite múltiples variantes. Por ejemplo,
aquí a la paella le suelen poner caracoles, habitas, guisantes, alcachofas, carne
de pato, costilla de cerdo y cualquier otro producto que tengan en ese momento,
pero la paella fetén es la de los diez ingredientes que te he contado.
-Ves, como
decía mi santa madre: no te acostarás sin saber una cosa más.
PD.- Hasta
el próximo viernes