"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 22 de julio de 2022

Libro III. Episodio 154. El CHA

 

  El tío Luis continúa aconsejando a su sobrino-nieto sin darle oportunidad de intervenir.

   -Ah, una cosa, porque las apariencias hay que guardarlas. Cuando estemos a solas me puedes llamar tío; no tío-abuelo, simplemente tío, y me puedes tutear, pero en público me hablarás de usted y me llamarás don Luis… -Y el tío sigue y sigue perorando sin que el desconcertado Álvaro tenga la oportunidad de decir ni media palabra. Algo que le pone en guardia es una frase que don Luis ha repetido un par de veces sin darle mayor importancia, pues habla de dos años de preparación. En cuanto el tío vuelve del  baño pues sufre de la próstata, Álvaro no le da oportunidad de que retome su farragoso discurso.

   -Perdone, tío Luis, pero ¿por qué dos años de preparación? Creo que estoy listo para ingresar a la primera.

   -Por lo que veo ni siquiera te has molestado en leer los requisitos para ingresar en la Escuela.

   -Disculpe, tío Luis, pero si me los he leído.

   -¿Sí?, ¿entonces qué dice del requisito de edad?

   -Que hay que tener 18 años cumplidos…

   -¿Y tú los tienes? –le interrumpe el jurídico.

   -No, pero los cumpliré el 28 de agosto del año que viene.

   -Veo que no te has leído la letra pequeña. El reglamento de la Armada especifica que hay que tener 18 años cumplidos el día de la publicación de la convocatoria en la Gaceta de Madrid, y eso suele ocurrir en marzo o abril. Por consiguiente, en la próxima convocatoria, como naciste en agosto, solo tendrás 17 años. Suponiendo que aprueben a la primera, solo ingresan con 17 años los nacidos en el primer trimestre del año, los nacidos después lo más habitual es que lo hagan con 19. En consecuencia, te quedan dos años de preparación pues no podrás ingresar en la Escuela hasta la convocatoria de 1925.

   A Álvaro se le cae el mundo encima, ¡1925!, lo que supone que tendrá que estar en Madrid casi dos años y eso les va a costar a sus padres un pastizal.

   -¿Y no habrá alguna manera de solucionarlo?, usted que debe conocer a gente importante a buen seguro que me puede echar una cuerda.

   -¿Una cuerda?, la expresión correcta es ¿me puede echar un cable o una mano? Solo te lo podría echar su majestad el Rey, pero hace mucho que no me invita a palacio –Lo último lo ha dicho con evidente ironía-. Y ahora que es dictador, también podría hacerlo el golfo de Primo de Rivera, pero no soy santo de su devoción…

   -¿Entonces…?

   -Entonces, mañana te quiero aquí a las 09:00, aseado, peinado y hecho un cromo, y me acompañarás al Colegio de Huérfanos de la Armada. Ah, tráete el certificado del instituto que acredita que has aprobado todas las asignaturas del bachillerato, y también el de que has solicitado que se te expida el título de bachiller. Igualmente, copia de tu partida de nacimiento. Y ahora, tienes mi permiso para retirarte. Hasta mañana, aspirante.

   El muchacho dice adiós a su tío-abuelo y se va en busca de su madre hecho un mar de dudas. No está muy seguro de si ponerse en manos del intemperante tío Luis ha sido la mejor idea que han tenido sus progenitores. En cuanto llega a casa de los Casillas cuenta a su madre lo que el tío le ha explicado, y lo más duro: que debido a la barrera de la edad tendrá que estar en Madrid dos años.

   -Bueno, hijo, no te preocupes por eso. Suponiendo que te presentaras el año que viene y no aprobaras, también tendrías que estar dos años preparándote.

   -Pero es que estoy seguro de aprobar a la primera, mamá. El que esté dos años aquí no va a ser más que un desperdicio de tiempo y de dinero. ¡Mira, se me acaba de ocurrir! No es necesario que me quede, puedo volver el próximo septiembre y así nos ahorramos el dineral de un año fuera de casa.

   -Hijo, te lo agradezco en el alma, y tu padre seguro que también, pero no es necesario. Andamos bien de dinero y lo último que pensamos hacer es escatimarlo en vuestra formación. Por tanto, no te preocupes por eso y a ver que puede hacer mañana el tío en lo del colegio.

   Al día siguiente, a las 09 horas, Álvaro está llamando al timbre de la casa de don Luis, que vive en un quinto piso al que hay que subir andando, pues el flamante ascensor que ocupa el hueco central de la escalera está en reparación. El tío lo mira y remira hasta que da su visto bueno.

   -Bien, vámonos al CHA. No hables mientras no te lo indique. Si te preguntan debes contestar alto, claro y sin ninguna clase de florituras. Y recuerda, en público. don Luis y de usted.

    Cogen un tranvía y se dirigen a Ciudad Lineal. En el colegio reciben cortésmente a don Luis y su acompañante. Llevan al jurídico al despacho del director en el que el tío se encierra con el mandamás del centro. Sale una vez para demandar a Álvaro los documentos que le pidió que aportara. Está como una media hora, tras lo cual y sin haber dado ocasión al muchacho de que diga ni mu, el tío Luis se despide del director y salen del CHA. Cogen el tranvía y se vuelven a la calle Juan Bravo. A todo esto, el tío no ha dicho nada sobre si le han admitido en el centro. Hasta que a punto de llegar a su destino el chico no puede más y pregunta:

   -¿Me han admitido o no?

   -Estando tu tío por medio, ¿lo dudas? A partir de mañana serás alumno del CHA en la sección de preparación del ingreso en la Escuela Naval Militar de San Fernando. Y esto no es más que el principio. Por cierto, ¿dónde piensas alojarte mientras estés en Madrid?

   El joven le explica que de momento se alojará con la familia Casillas, a quienes conocen sus padres pues son oriundos de San Martín de Trevejo.

   -¿Y dónde vive esa familia?

   -En el barrio de Campamento, está…

   -Ya sé dónde está Campamento, y eso habrá que arreglarlo. Pero primero, lo primero. Vete a casa de esos Casillas y dile a tu señora madre que esta tarde, a las 16:30, la espero en casa. Que sea puntual. Mañana, aseado y trajeado, más o menos como hoy, te presentas en el CHA, en conserjería dices tu nombre y todo lo demás vendrá rodado. Estate atento a las instrucciones que te den y procura tener una conducta intachable, ten en cuenta que todos saben que eres un Manzano. A ver como haces quedar a la familia. Puedes retirarte.

   Álvaro llega al barrio de Campamento aliviado. Al menos su insoportable tío ha conseguido algo positivo, que lo admitan en el CHA. El muchacho cuenta a su madre lo sucedido y lo que es más importante: ya es alumno del colegio de la Armada.

   -Ya sabía yo que el tío haría cuanto estuviera en su mano. A veces es insoportable, pero en el fondo es un buenazo, y siempre mira por el bien de la familia –Álvaro piensa que lo de insoportable es una caritativa manera de motejar a su tío-abuelo.

   Por la tarde, Julia va a ver a don Luis. Ante su sorpresa, su tío apenas si le habla de Álvaro, solo le refiere lo que el chico ya le contó. El tema en el que se explaya es sobre el futuro de Pilar.

   -Vuestra hija mayor, ¿qué pensáis que haga?

   -Pues este próximo curso terminará el bachillerato y luego no tiene muy claro lo qué piensa hacer. Desde luego, hará una carrera universitaria. A ella le tentaba hacerse médico pero, tras hablarlo con don Enrique Lavilla, nuestro médico de cabecera, cambió de parecer. Ahora parece inclinarse por hacer farmacia.

   -Farmacia me parece una excelente elección para una mujer. ¿Y a qué universidad pensáis mandarla?

   -De momento no lo tenemos claro.

   -Yo sí, deberías mandarla a la Universidad Central para lo que tendrá que terminar el bachillerato en un centro del distrito universitario de Madrid.

   -Pero ya está matriculada en el instituto de enseñanza media de Cáceres que es donde ha estudiado hasta ahora.

   -Eso tiene fácil arreglo, se pide un cambio de matrícula y solucionado –Y el tío explica a su perpleja sobrina las ventajas que le reportaría estar inscrita en un centro del distrito universitario madrileño-. Podrá matricularse en farmacia sin mayor problema porque los alumnos que provienen de centros madrileños tienen prioridad para inscribirse en la Universidad Central. Pero lo más importante es que aquí puede recibir una formación integral que no le darán en Cáceres. Lo que necesita tu hija es un baño de laicismo. Por eso el mejor centro para que Pilar acabe el bachillerato es el colegio para señoritas que la Institución Libre de Enseñanza tiene en la calle Miguel Ángel.

   -Huy, tío, eso de la Institución Libre me suena a escasamente religioso. Y sabe que tanto Julio como yo somos católicos practicantes y así estamos educando a nuestros hijos.

   -Y debéis seguir siéndolo, así como Pilar, pero ahora no estamos hablando de religiosidad sino de la formación integral de la persona. Y eso no abunda en nuestra patria. Verás… -Y don Luis, ante el desconcierto de su sobrina, se lanza a explicarle los principios educativos de la ILE: la enseñanza es cíclica, la intuición y la acción son principios prioritarios, interesa más la formación del carácter que de la instrucción, se huye del aprendizaje memorístico y se fomenta la capacidad de aprender por cuenta propia, se trabaja en grupos reducidos y se tiende a suprimir los exámenes, los libros de texto y los premios y castigos.

   Julia no es capaz de asimilar la farragosa explicación que le está dando don Luis; es más, algunos de los principios enumerados intuye que no merecerían la aprobación de su confesor, pero tiene una fe ilimitada en la experiencia de su tío y, sobre manera, en el interés que demuestra por sus hijos, como ha demostrado en su gestión para la admisión de Álvaro. Luis, tras su obligada visita al cuarto de baño, prosigue con sus explicaciones.

  -Y otra cuestión al margen de la pura enseñanza, pero que va a ser importante para tus dos hijos mayores. El que ambos estén en la misma ciudad, supondrá que no añorarán tanto a la familia, que se apoyarán mutuamente y, ¿por qué no decirlo?, que al mismo tiempo se vigilarán el uno al otro –Esto último le parece de perlas a Julia, pero no acaba de entenderlo.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 155. El piso de la calle don Quijote