"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 10 de noviembre de 2023

Libro IV. Episodio 21. Los problemas de Julia

 En Madrid, Infantes cuenta a Carreño y Ramírez que se ha enterado a través de Radio Sevilla de que, tras llegar los refuerzos que han cruzado el Estrecho, Franco ha ordenado que tres columnas inicien su avance desde el norte de la provincia de Sevilla hacia Madrid, vía Extremadura.

   -Las columnas están bajo el mando superior de Yagüe. Las órdenes recibidas son no detenerse hasta llegar a Madrid. Las fuerzas de infantería de las columnas están formadas inicialmente por dos banderas legionarias y dos tabores de regulares apoyados por dos baterías de artillería, con vehículos requisados a toda prisa y sin apenas cobertura aérea. Las columnas ni son fuertes en número de soldados ni en armamento, pero tienen la ventaja de que están mandadas por fogueados oficiales africanistas, y la tropa de a pie también está curtida en la guerra de África. Ahora la pregunta del millón es, ¿qué fuerzas republicanas los van a detener? Les hacen frente milicianos que no tienen ninguna formación militar, están pobremente armados y carecen de cobertura aérea y artillería. Para tratar de frenar el rápido avance de los nacionales, dos diputados del PSOE encabezan sendas columnas de milicias a las que se van uniendo hombres que huyen de las fuerzas de Yagüe, lo que no mejora su eficacia militar, pero sí su sed de venganza que a veces descargan sobre las personas de derechas que encuentran en los pueblos que aún no han caído en poder de los sublevados. El rápido avance por Extremadura lo hace visible Infantes al cambiar las chinchetas del mapa de Ramírez.

   -Tras recorrer unos 200 kilómetros en menos de una semana, los nuestros han llegado a Mérida. Ahora se dirigen a Badajoz.

Días después es Ramírez, que lo ha escuchado en Radio Burgos, quien cuenta que la Legión lanzó un primer asalto contra Badajoz, que fue rechazado, pero en un segundo intento logró penetrar en el casco antiguo y continuó avanzando hasta alcanzar el centro de la ciudad. Y Julio, que ha estado oyendo a Unión Radio, añade:

   -La radio portuguesa ha dicho que, tras la conquista, ha habido una dura represión por parte de los nacionales, quedando la ciudad sembrada de cadáveres. No sé si habrá sido así o exageran.

   -La toma de Badajoz ha supuesto un hito importante en la marcha de la guerra –afirma Infantes y se explica-, porque significa el cierre definitivo de la frontera portuguesa a la República.

Cambiando de tema, Infantes relata a sus amigos una historia increíble sobre el Alcázar de Toledo.

   -Hacia el veintitantos de julio se recibió en el Alcázar una llamada telefónica del jefe de milicias de Toledo, quién conminó a Moscardó a rendirse advirtiéndole que, de no hacerlo, su hijo Luis, que había sido detenido, sería fusilado. La respuesta de Moscardó, tras hablar con su hijo para comprobar que era cierta su detención, fue que podían ahorrarse los diez minutos de plazo que le habían dado para el fusilamiento de su hijo, ya que de ninguna manera se rendiría el Alcázar.

En Suances, por el momento la vida discurre con cierta placidez pues las luchas suceden en escenarios lejanos, pese a ello el devenir de los acontecimientos bélicos también interesa a Julia, pero su mayor preocupación sigue siendo cómo va a poder alimentar a sus hijos si la guerra dura más que el dinero que tiene y que, en principio, solo era para pasar el verano. De momento ha logrado solucionar uno de sus muchos problemas, ha hablado con el dueño de la casita que arrendó y le ha pedido que si puede devolverle la mensualidad que le pagó por adelantado con la promesa de que se la reintegrará en cuanto acabe la contienda. El casero no le ha puesto ningún inconveniente con lo que Julia incrementa el peculio del que dispone. Y cuando pregunta, a aquellas personas que pueden tener mejor información, cuánto puede durar lo que claramente ya es una guerra civil, solamente recibe respuestas escasamente fiables; desde los que opinan que puede durar unas semanas hasta los que temen que el asunto puede alargarse meses. De momento, y como medida cautelar, comienza a gastar menos, se acabaron los chuches para los niños, las visitas a una pastelería que hace las delicias de la chiquillería, reduce las raciones y decide comprar carne una vez a la semana que la reserva para los niños, pues ella ni la prueba. Pero la cruda realidad es que, peseta a peseta, se le van yendo los caudales y se dice que no va a tener más remedio que adoptar medidas radicales para evitar quedarse sin un duro antes de que los nacionales puedan tomar Madrid, pues ha oído comentar que en cuanto la capital caiga la guerra terminará. Lo primero que se plantea es buscar una ocupación, pero la localidad es pequeña y la oferta de puestos de trabajo casi inexistente. Encima, se ha complicado la compra de alimentos, sobre todo los que provenían de otras regiones, con lo cual los menús cotidianos comienzan a ser repetitivos. No solamente sufren los Carreño, lo mismo ocurre a la pequeña colonia de veraneantes que han quedado atrapados en el pueblo; entre ellos está otra familia madrileña, los Bermejillo, que son de los pocos amigos de los Carreño. Guillermo Bermejillo es dermatólogo y tiene la consulta en la Gran Vía. A los Bermejillo les ocurre lo mismo, se están quedando sin metálico y el médico piensa lo que Julia, buscar trabajo. En el chalé que tienen alquilado monta una especie de consulta y, como tiene fama de ser un buen especialista, pronto comienzan a llegarle pacientes. Julia, que conoce a los Bermejillo desde el primer verano a través de Pilar, al saber lo de la consulta piensa que ahí podría tener una posibilidad de trabajo.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 22. La rojigualda