"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 27 de octubre de 2023

Libro IV. Episodio 19. Muere una tertulia, nace otra


La tertulia del café Comercial dejó de funcionar el 18 de julio, pero Ramírez y Carreño  han seguido viéndose en la trastienda de la perfumería. En la reunión de hoy, Ramírez cuenta a Carreño algo que se le ha ocurrido.  

   -¿Sabes qué?, he pensado que podríamos invitar a Esteban Infantes, como funcionario del Ministerio de Fomento debe tener buena información.

   -¿Podemos fiarnos de Infantes? Ahora hay que andarse con pies de plomo sobre a quién cuentas según que cosas.

   -Es de toda confianza. Le conozco desde hace años y me consta que piensa como nosotros, lo que ocurre es que, como hombre prudente, no se explaya si no está muy seguro de quiénes son sus interlocutores.

Días después, la reunión en la perfumería de Ramírez tiene un nuevo miembro: Esteban Infantes, que muestra tener buena información contándoles la situación de una de las islas nacionales cercadas por los republicanos, el Alcázar de Toledo.

   -En la fortaleza, sede de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia, se han refugiado algunas fuerzas de la guarnición toledana, reforzadas por la Guardia Civil de la provincia, algunos cadetes y un centenar de civiles armados. A los que se suman algo más de quinientos familiares, incluidos mujeres y  niños. El director de la academia, el coronel Moscardó, es quien está al mando. Le pidieron que se rindiese pues están cercados, pero Moscardó se negó. Ayer mismo las fuerzas republicanas lo han sitiado con unos 2500 hombres, frente a los 1250 que lo defienden. Dudo que los sitiados puedan aguantar mucho.

En Suances, Julia piensa en lo angustiados que estarán su marido e hijos. Para ella el temor es doble: sufre porque no sabe qué les puede haber pasado, y se preocupa por ella y sus hijos pequeños a los que el 18 de julio ha pillado en la costa. La mayoría de veraneantes de la localidad santanderina son vascos que, en cuanto se hizo pública la rebelión, liaron los bártulos y se volvieron a Las Vascongadas. Solamente han quedado algunos veraneantes que, como ellos, residen en provincias y ciudades ahora en poder de los nacionales. Y ese pequeño grupo tiene el mismo problema: cómo poder regresar a casa.

En los primeros días, Julia ha intentado por todos los medios retornar a Madrid, pero hacer el viaje por tierra es prácticamente imposible dado que la franja norte peninsular en manos republicanas ha quedado aislada. Alguien le habla de un hipotético viaje por mar, embarcando en alguno de los puertos del Cantábrico, contorneando el Atlántico y, tras atravesar el estrecho de Gibraltar, desembarcar en algún puerto mediterráneo para desde allí encaminarse a Madrid. Tal viaje se revela imposible pues no hay barcos que hagan semejante ruta, dado que algunas de las costas a recorrer están en manos de los sublevados.

A medida que discurren los días, la guerra se recrudece y los Carreño mayores en Madrid, los pequeños en Suances y el primogénito en Galicia piensan lo mismo: ¿cuándo volveremos a vernos?

En la mini tertulia de Julio Carreño, Damián Ramírez y Esteban Infantes han hecho un mapa mural de España y colocan chinchetas marcando las posiciones de los contendientes: rojas para las republicanas, azules para las nacionales.

   -A mediodía ha dicho Unión Radio que ha muerto en accidente de aviación el que iba a ser jefe del alzamiento, el general Sanjurjo –cuenta Julio.

   -¿Y ahora quién dirigirá la rebelión? –La pregunta de Ramírez la contesta Infantes, pero especulando.

   -Los nacionales han creado una Junta de Defensa Nacional, en Burgos, formada por varios generales y que preside el más antiguo, Cabanellas, quizá él pueda suceder a Sanjurjo, aunque quien manda las fuerzas nacionales del norte es el general Emilio Mola, y el general Francisco Franco manda las del sur.

   -Veamos cómo está el mapa –dice Infantes-, los rojos han conseguido sofocar la rebelión en algo más de la mitad de España. La zona fiel a la República ocupa grosso modo la mitad este de la península: la parte oriental de Aragón menos las tres capitales, Cataluña, Valencia, Murcia, Andalucía oriental menos Granada, Madrid y Castilla la Nueva. En el oeste las provincias de Badajoz y de Huelva. Queda aislada la franja cantábrica desde Asturias a Guipúzcoa, menos las ciudades de Oviedo y Gijón. El territorio republicano es superior en extensión al nacional y se trata, por lo general, de las zonas con mayor población urbana, más industrializada y con núcleos de obrerismo activista.

Los tres amigos hablan sin tapujos sobre la situación, saben que profesan los mismos ideales y son, por formación y convicción, partidarios de los que se han alzado contra el gobierno republicano. Para los leales a la II República no es así, ellos son los demócratas y los sublevados son los fascistas, los fachas, los carcas…

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 20. El paso del Estrecho

viernes, 20 de octubre de 2023

Libro IV. Episodio 18. Jesús se libra de la guerra, Julián no

 Álvaro, tras ejecutar las órdenes de su comandante, se encuentra con la sorpresa de que ese mismo día es nombrado segundo comandante del torpedero T-2 que, junto con otro torpedero, el Martín, se turnarán en el servicio de vigilancia de la ría ferrolana. En ese lapso de tiempo, y dominada la ciudad de Vigo, el resto de la región queda en manos de los que comienzan a ser llamados nacionales en contraposición de los rojos que son los republicanos, aunque a los nacionales sus enemigos también los llaman facciosos, fascistas, carcas, fachas, meapilas y una larga retahíla de adjetivos peyorativos. A los republicanos sus adversarios también les dicen rojos, rojelios, comunistas, milicianos, hijos de la Pasionaria…

Por la tarde, Álvaro se entera de que, tras la derrota de los sublevados en el Cuartel de la Montaña, Madrid la controla el gobierno, aunque a duras penas pues los sindicatos y los partidos más extremistas se han hecho dueños de las calles y comienza la persecución indiscriminada de todos aquellos que son de derechas, católicos, que se les tacha de antirrepublicanos, que leen el ABC o el Ya o simplemente que tienen pinta de burgueses. Como explica Pilar en casa, no es necesario ser algo de lo enumerado, basta con que te delaten como tal, aunque no lo seas realmente, para ser detenido y lo que pueda pasarte después es una lotería.

Para los Carreño son días angustiosos dado que, en cualquier momento, puede llegar a su puerta un piquete de milicianos para arrestar al padre o a alguno de los hermanos. También comienzan a pasar necesidades y miedo. Pueden mitigar algo el hambre haciendo trueques de artículos farmacéuticos por alimentos. Siempre con el temor de que les acusen de prácticas de mercado negro y les arresten o les den el paseo, eufemismo que empieza a usarse por asesinato. Los milicianos acuden con frecuencia a la farmacia a expoliar medicinas que se llevan a cambio de unos vales republicanos que no pueden hacer efectivos pues solo son papeles con el sello del partido o sindicato al que pertenezcan los expoliadores. Y, como la religiosidad de la familia es ampliamente conocida en el barrio, pasan más miedo, sobre todo las primeras semanas, cuando la ciudad se llena de checas, expresión que, al no conocerla, Eloísa pregunta qué son.

   -Las checas son prisiones semiclandestinas, pero que todo el mundo sabe dónde están, creadas al margen de la ley y en donde se detiene, interroga, se juzga de forma sumarísima y se asesina a sospechosos de simpatizar con el bando nacional. En Madrid han surgido como hongos –le aclara su padre.

A finales de mes, los Carreño se llevan un buen susto cuando llega una notificación del Ministerio de la Guerra, aunque solo es el llamamiento a filas de Julián para que se reincorpore al ejército. Sorprendentemente, a quien no llaman es a Jesús que en su día tampoco hizo el servicio militar al estar en aquel momento enfermo. No saben si es que el ayuntamiento de Plasencia no trasladó su expediente al de Madrid o que ha podido traspapelarse. La familia se intranquiliza dado que Jesús podría ser acusado de desertor.

   -¿Y qué hago, papá? –pregunta, temeroso, Jesús.

   -Creo que solo tienes dos opciones: o presentarte como voluntario y enrolarte en alguna de las formaciones paramilitares que se están organizando o continuar como estás. Si escoges la primera, no sabemos dónde te mandarán y qué te puede pasar. Si optas por la segunda, que es la que te aconsejo, deberás llevar una vida lo menos visible que puedas, de forma que nadie pueda preguntarse por qué un chico de tu edad y aparentemente sano no está luchando en el frente.

   -Prefiero elegir la segunda opción.

   -Pues ya sabes lo que debes hacer: dejarte ver lo menos posible.

Antes de que acabe el mes de julio, Julián llega un día a casa con las últimas nuevas.

   -Por saber conducir me ha tocado la china, no sé si para bien o para mal. A partir del uno de agosto me debo incorporar al tren de transporte de la primera División Orgánica.

   -Eso es bueno, hijo –se apresura a consolarle su padre-, si conduces un camión no estarás en primera línea.

La preocupación más urgente que tiene el padre del clan es saber qué habrá sido de su esposa y los pequeños que partieron, unos días antes del golpe, a Suances. Sabe que Santander se ha mantenido fiel a la República, pero no tiene noticias de lo que allí pueda estar ocurriendo. Se plantea alquilar un coche e ir a recogerlos, pero enseguida se da cuenta de que no es posible, pues desde los primeros días de la guerra la sierra norte madrileña se ha convertido en uno de los frentes de batalla, por el este tampoco es posible ir porque el norte de Aragón está en poder de los nacionales, y por el oeste mucho menos. ¿Qué hacer?

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 19. Muere una tertulia, nace otra

viernes, 13 de octubre de 2023

Libro IV. Episodio 17. Rojos y nacionales

Los temores del comandante Calderón sobre la incierta situación que se vive en el país se materializan esa misma tarde. La dotación del crucero Almirante Cervera se amotina y hace prisionera a la oficialidad pero, ante la carencia de oficiales profesionales al mando, es incapaz de sacar el buque del dique seco. Igual ha ocurrido en el acorazado España, asimismo varado en el dique. En cambio, la dotación del Velasco, siguiendo las consignas del comandante, se declara fiel a los compañeros que se han alzado contra el gobierno republicano. Calderón saca al destructor del dique seco y arma a la tripulación para formar una columna que se echa a la dársena para hacer frente a las dotaciones de los buques cuya marinería se ha decantado a favor del gobierno y han hecho prisioneros a sus oficiales, proclives a unirse a sus compañeros sublevados. El enfrentamiento no es largo, pues las dotaciones amotinadas no cuentan con oficiales experimentados. El 21 por la noche se domina la rebelión del Cervera, a lo que ayuda el bombardeo de la aviación naval de la base de Marín que también se ha sublevado, y al día siguiente se rinde la marinería del acorazado España.

Tras las escaramuzas, Álvaro tiene tiempo para pensar en los suyos, en los que están en Suances y los que ha dejado en Madrid. ¿Qué habrá sido de ellos?, se pregunta. Supone que a la mayoría no les debe de haber ocurrido nada, los que más le preocupan son Julián y Jesús que, por sus edades, pueden ser reclutados. Piensa en ir a la cámara donde se reúne la oficialidad para enterarse de cómo se están desarrollando los acontecimientos, pero está demasiado cansado, no todos los domingos se comienza una guerra y, mientras lo piensa, se queda dormido.

El miércoles, 23, el comandante del Velasco reúne a sus oficiales y les comunica la información que tiene sobre el estado de la sublevación.

   -En el terreno militar el escenario que más importa es Madrid y allí la situación se está poniendo fea. Hoy los partidos izquierdistas han empezado a tomar el control de la capital. El Cuartel de la Montaña, donde se han encerrado compañeros nuestros, ha sido cercado por la Guardia Civil y los de Asalto, apoyados por grupos armados izquierdistas –Calderón hace una pausa y prosigue-. Y ahora las buenas noticias: en este momento, dominamos cerca de la mitad del territorio español –Un espontáneo aplauso seguido de vivas y bravos corta al relator que ha de pedir moderación.

Al oír citar que en Santander el golpe ha fracasado, Álvaro palidece, allí están su madre y sus cuatro hermanos chicos. ¿Qué podrán hacer para llegar a Madrid si, como parece, las provincias que hay entre ambos territorios están en nuestro poder?, se dice. Corta sus pensamientos al darse cuenta de que alguien ha interrumpido al Viejo…

   -Mi comandante, con su permiso, le puedo preguntar qué se sabe de Andalusía, ya sabe que tengo la familia en Córdoba –La pregunta la ha formulado su compañero Larios.

   -Pues sus paisanos, Larios, han dado una de cal y otra de arena. Al parecer, en Sevilla el general Queipo de Llano se ha hecho con el mando, Córdoba y Cádiz están conectadas entre sí por un pasillo y Granada también es nuestra, pero aislada del resto. También son nuestras, entre otras, Castilla la Vieja, León, Álava, Navarra, Cáceres capital, y la mitad occidental de Aragón, incluyendo las tres capitales. Y además, los dos archipiélagos: Canarias, menos La Palma, y Baleares excepto Menorca. También controlamos algunos puntos aislados en la zona republicana: Oviedo, el cuartel de Simancas en Gijón, el Alcázar de Toledo y el santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar.

   -¿Y del gobierno, qué se sabe? –pregunta el segundo.

   -El recién nombrado presidente del gobierno, Martínez Barrio, ha dado la orden de acuartelar en Madrid las tropas y ha puesto al mando al general Miaja. Poco después, Barrio ha dimitido y ha sido sustituido por José Giral, que ha decidido armar a los civiles, lo cual supone sacar el armamento de los cuarteles.

   -¿Y qué ocurre en el resto de Galicia?

   -En Vigo, los sindicatos y las organizaciones anarquistas están levantando barricadas e intentan tomar la ciudad, pero parece que el ejército los está barriendo. Aquí, debemos estar muy atentos pues hay marineros y algunos suboficiales que pueden jugárnosla. Y por prevención, en una hora, un pelotón, a las órdenes del alférez Larios, reforzará la defensa de la Comandancia General. Y otro pelotón, mandado por Carreño, marchará al dique seco para sustituir a las tropas que dejamos ayer en el Cervera y el España, con la tarea concreta de arrojar al agua los proyectiles de 101 de la artillería de a bordo y llevarse los cierres de los cañones.

El relato del comandante le recuerda a Álvaro la expresión de las dos Españas, tan cara a la generación del 98. ¿Cuál de las dos ganará?, se pregunta.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 18.  Jesús se libra de la guerra, Julián no

PD+: Ayer cumplí 88 tacos. Empecé mi novena novela. No sé si la acabaré.

viernes, 6 de octubre de 2023

Libro IV. Episodio 16. Álvaro opta por el bando nacional

Los guardias civiles, que han hecho parar el correo de La Coruña, al llegar al departamento de Álvaro recaban la documentación a los viajeros, y al ver que el joven es militar uno de los números le saca al pasillo, le hace el saludo reglamentario y, con algún recelo, pregunta:

   -A sus órdenes mi oficial. ¿Me puede decir adónde va?

Álvaro le explica que a Ferrol a incorporarse a su destino. El guardia da la explicación por buena, vuelve a saludarle y sigue su ronda. Al volver al departamento, los paisanos que han visto el saludo del guardia se callan y no vuelven a preguntarle más. En la estación de Coruña hay bastantes guardias civiles y de asalto que piden documentación al buen tuntún, a Álvaro le echan un vistazo y al verle bien vestido ni siquiera lo abordan. Coge un taxi y da la dirección del arsenal de Ferrol. El taxista ha intentado en un par de ocasiones darle conversación, pero ante las respuestas monosilábicas de su pasajero acaba por callarse. Los pequeños pueblos que atraviesan parecen dormidos, apenas si se ve gente por sus calles, hasta que llegan a Puentedeume donde les para un control de la Guardia Civil que, tras identificar a conductor y pasajero y recibir la pertinente explicación del motivo del viaje, los dejan seguir.

En los muelles y en el arsenal de Ferrol hay mucho movimiento, aunque solo unos cuantos buques atracados cuando debería estar fondeada la mayor parte de la flota del Atlántico. El Velasco sigue en dique seco, junto al acorazado España y el crucero Almirante Cervera. Álvaro ha aprovechado el viaje para cambiar el traje de civil por el de uniforme. Al subir al destructor suena un silbato y en la meseta del portalón Álvaro se cuadra y saluda a la bandera.

   -Se presenta el alférez de navío, Álvaro Carreño.

Tras devolverle el saludo, el oficial de guardia de puente, que tiene la misma graduación que el placentino, le estrecha la mano.

   -Osú, quillo, ¿y qué cojones hases aquí?, ¿pero tú no estabas de permiso o es que te han echao de casa? –inquiere el oficial con su inconfundible gracejo cordobés.

Álvaro explica a su compañero la pequeña odisea por la que ha pasado, pero le interesa más saber qué está ocurriendo en la base.

   -¿Qué se ha hecho de la flota? Aparte del Velasco, el España y el Cervera solo veo patrulleros, remolcadores y poco más.

Su compañero le cuenta que, conocida la noticia del golpe en el Protectorado, el gobierno ha decidido enviar sus mejores navíos de guerra hacia el Estrecho para cortar el paso a las tropas acantonadas en África. De Ferrol han zarpado los cruceros Cervantes y Libertad y, del Cantábrico el acorazado Jaime I. Con lo que la base departamental se ha quedado sin buques listos para combatir.

   -¿Y el Viejo ha dado alguna orden? –Así es como se refieren al comandante del Velasco.

   -Estamos en estado de alerta y con los permisos francos de ría canselados. También ha ordenado que se dejen las pequeñas reparasiones que faltaban porque el buque debe estar listo para haserse a la mar en cuanto lo ordenen…

Al no terminar la frase Larios, que así se apellida su compañero, Carreño le urge.

   -¿Quién ha de dar la orden?

   -Eso es lo bueno, quillo. De mí para ti que en este momento no hay Dios que sepa quién es el baranda que tiene la sartén por el mango. Anda, deja el petate en el camarote y preséntate al Viejo.

El capitán de corbeta, don Manuel Calderón comandante del Velasco, recibe al joven oficial con un suspiro de alivio.

   -Hombre, Carreño, no puede imaginarse cuanto me alegra verle porque me han informado que las comunicaciones con la capital acaban de cortarse. Le creía en Madrid. Cuénteme cómo ha podido llegar.

Álvaro cuenta sus pasos en Madrid hasta que, en el ministerio, un capitán de corbeta le dio la orden de reintegrarse a su destino. Y pregunta a su comandante cuál es la situación en la base y en su entorno.

   -En este momento, hasta donde sé, la situación es incierta. Parece que únicamente en Vigo se ha echado a la calle la gentuza de la izquierda, pero somos muchos los que estamos dispuestos a dar un paso al frente para que comunistas, masones y separatistas no se apoderen de la República. ¿Puedo contar con usted?, dígamelo con franqueza porque, si nos unimos a nuestros compañeros de África, ese paso no tendrá marcha atrás.

   -Siempre a sus órdenes, mi comandante. Y permítame añadir que estoy de acuerdo con usted, la gente de bien no debemos consentir que sigan gobernando España los que permiten quemar iglesias y conventos y que se asesine impunemente por no pensar como ellos.

   -Gracias, Carreño. No esperaba menos de usted. Que el oficial de guardia le dé el alta, y espere mis órdenes. No descarto que tengamos que poner la dotación en el muelle por lo que deberá estar preparado para lo peor.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 17. Rojos y nacionales