"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 2 de julio de 2021

Libro II. Episodio. 99. ¿Otro pretendiente para Julia?

   Consuelo, que también ha llegado al pueblo a pasar las Navidades, le sopla a Julia quien es el pretendiente que parece que le ha buscado la madre.

   -Se trata de un Granados, una de las familias de mayor abolengo de Mérida. Nadaban en la abundancia, aunque al parecer su hacienda ya no es la que era. Igual has oído hablar de ellos.

  -No, no sé nada de esa familia.

   -Pues mañana vas a conocer al último de los Granados, mejor dicho a los dos últimos; el padre, un tronao que se ha pulido las últimas propiedades que les quedaban y el hijo que, por lo que me han contao, es un chiquilicuatre que no te llega ni a la suela del zapato.

   -Tú que tienes más experiencia en cortejos arreglados por la familia, ¿qué me aconsejas? -pregunta Julia que ya está decidida a no aceptar a Julio.

   -Pues que tienes más suerte que yo, todos los pretendientes que me buscó madre eran unos malasombra a cual más garrulo. El que mejor apariencia tenía era Luis, y ya ves cómo ha salido. Pero a ti te ha buscao uno que, aunque no le conozco, por la familia que viene debe de ser cosa fina.

   -Sigues sin aconsejarme, Consuelo –se lamenta Julia.

   -Y no lo voy a hacer. Demasiado caro me costó aprender que en las cosas del cariño no debe entrometerse nadie. Tendrás que ser tú, y solo tú, la que deberás decir la última palabra. Y un consejo: no dejes que nadie te coma el coco.

   En cuanto Julia ve a la tía María metida en la cocina, sabe que se prepara una comida fuera de lo usual. Su madre, muy solícita, le cuenta que van a tener invitados el día de San Esteban y le ruega que les trate con la educación y la cortesía que se le supone a una bachillera.

   -Vienen a comer don Juan José Granados y su único hijo, Antonio Jesús. Son una de las familias de más ringorrango de Mérida. Se cuenta que un antepasao suyo luchó en la reconquista de Graná, de ahí cogieron el apellio. Al chico le hace ilusión conocerte pues le han contao que en to el pueblo no hay una moza más fina y educá que tú. Por favor, Julina, ponles buena cara y muéstrales que ties modales. No te pido más -Los años no han pasado en balde, piensa Julia, madre se ha amansado y ya no es tan mandona como era antes, ahora hasta pide las cosas por favor.

   Granados padre, don Juan José como ceremoniosamente le llama la señora Soledad, es un sesentón anguloso todavía con buena facha, aunque no puede esconder las huellas de una vida disipada. Tiene una calvicie de herradura que intenta disimular peinándose de través los largos pelos laterales. Su hijo, Antonio Jesús, al contrario que su progenitor, es robusto tirando a obeso, rubito, tiene ojos de un azul desvaído y gesto de hastío como si aquello no fuera con él. Durante la comida es Granados padre quien acapara la conversación y apenas si deja meter baza a nadie. El hijo, en cambio, permanece silente, solo de vez en cuando echa alguna mirada de soslayo a Julia y cuando ha visto que la joven también le observa ha desviado la mirada. Terminando el segundo plato, Juan José se dirige a Julia por primera vez.

   -Así que trabajas en una droguería. ¿Estás a gusto?

   -Sí, don Juan José, me encuentro muy a gusto.

   -Mire usté si es lista y espabilá que a los cuatro días de emplearla el dueño la hizo encargá –informa Soledad sin que parezca que ello impresione a Granados.

   -Y si algún día te casas, ¿piensas seguir de empleada? –sigue preguntando don Juan.

   -Depende –es la cautelosa respuesta de Julia que, como ve que a Granados no le ha gustado nada su contestación, agrega-: Depende de con quien me case, de lo que mi marido espere de mí y de lo que yo crea más pertinente.

   Julia caza la mirada de su hermana Consuelo que parece aplaudirla con las orejas. En cambio, su madre ha arrugado el ceño y la tía María la mira consternada. Sin embargo, la mirada de Granados es una mezcla de perplejidad y un punto de admiración.

   -¿Sabes tocar el piano? –Es la siguiente pregunta de Granados padre.

   -No, don Juan José, no tocó el piano, pero si se rasguear la guitarra y me apaño bien con las castañuelas.

   -Interesante –apostilla Granados que no vuelve a dirigirse a la joven en todo el almuerzo.

   Termina el ágape sin que nadie haya hecho mención a un posible cortejo. El joven Granados sigue sin decir nada, solo algunas palabras de cortesía o escuetos monosílabos cuando se le ha preguntado. Da la impresión que todo aquello le está aburriendo. Solamente al despedirse, Antonio Jesús se dirige a Julia para decirle algo que al principio la muchacha no entiende.

   -Espero verte pronto en Plasencia.

   Tras despedir a los Granados, en cuanto encuentra un momento propicio, Julia exige a su madre que le cuente si la visita de tan ilustre familia tiene algo que ver con ella. Al principio la señora Soledad se resiste, pero ante la insistencia de su hija no le queda otra que cantar la gallina.

   -Verás…, don Juan José anda buscando para su hijo una joven que esté a la altura de su casta. Antonio Jesús es el último de los Granados y su padre quiere casarlo con una mujer educá, culta y, porque no decirlo, que tenga el riñón forrao. El chico será quien herede un apellio que está en la Historia de España y además toda la fortuna familiar. Y se ve que alguien le habló de ti y de nuestra familia. Y ha venio a conocerte -Julia presiente que su madre sabe más, pero no logra sacárselo. Bueno, se dice, de momento no queda otra que esperar y ver.

  Mientras, en Palma, Julio lo está pasando francamente bien. La pequeña tienda con la que Chimo inició su aventura comercial ha devenido en un establecimiento sito en el lugar de encuentro entre el puerto y el acceso al centro de la ciudad, repleto de suvenires, productos típicos y objetos de bisutería. La mayoría de artículos están anunciados en inglés y francés, y algunos hasta en alemán. Chimo cuenta con dos dependientas que se defienden en los dos primeros idiomas. Según cuenta el morellano, que no ha perdido un ápice de su empuje empresarial, el negocio marcha a pedir de boca y está preparando una ampliación. Piensa montar una nueva tienda en Calviá, pueblecito cerca de Palma y donde se concentra el turismo extranjero que es el filón de sus mejores clientes.

   El primer día ambos amigos se han contado los principales sucesos que les han ocurrido en la última década, especialmente en el terreno sentimental. Chimo ha tenido varios affaires, generalmente con extranjeras, que no han ido a más. Ahora, desde hace poco más de un año, está cortejando a una joven de una familia burguesa local, también del comercio, con la que tiene la intención de casarse a mediados del próximo año. Se la presentará en cuanto tenga ocasión. Julio le cuenta su enamoramiento de Julia y como el no saber si es correspondido le lleva por la calle de la amargura.

   -Al final encontraste tu pomelo –apostilla Chimo en recuerdo de una metáfora que le contó cuando rompió con Consuelo.  

   -Pues no te he contado lo mejor: Julia es la hermana pequeña de Consuelo.

   -¡Coño, eso sí que es bueno! Estabas predestinado a terminar con una Manzano. Y hablando del rey de Roma, ¿qué fue de tu exnovia?

   Julio le cuenta brevemente la historia de cómo le dejó Consuelo, pero como lo que le tiene en un sinvivir es Julia, vuelve a ella.

   -Y tú, ¿qué harías con Julia?

   -Chico, es que tus amores son volcánicos. Cuando te da, te da de verdad. No sé muy bien qué aconsejarte, pero por decirte algo te diré que en tu lugar seguiría insistiendo. No te des por vencido, recuerda lo que se dice: el que la sigue la consigue.

   Como Palma Julio la conoce bien, no en vano vivió en ella tres años, Chimo ha planeado excursiones al resto de la isla, para lo que ha alquilado un carricoche tirado por una briosa yegua. Donde primero van es a Sóller, pintoresco pueblecito de la costa noroeste y que tiene un puertecito bien resguardado, al que llegan a través de una estrecha carretera que zigzaguea atravesando la Sierra de Alfabia. El segundo viaje es a la Sierra de Tramuntana, donde le lleva a visitar la Cartuja, famosa desde que en ella pasaron un invierno Chopín y George Sand. La tercera ruta les lleva a las Cuevas del Drach, sitas en Porto Cristo, término municipal de Manacor, y que guarda uno de los lagos subterráneos más grande del mundo que cruzan en barca. Chimo dice de visitar otras cuevas ubicadas en Artá que cuentan con enormes laberintos de pasadizos, quebradas y galerías, pero Julio no es un entusiasta de las grutas y declina la invitación. Lo que sí hace el mañego cuando Chimo le lleva a Inca es aprovechar que en la ciudad hay una pujante industria peletera para comprar regalos destinados a sus seres queridos. A su madre le compra unos guantes y unos zapatos de piel; a Julia unos botines de medio tacón y una estola de zorro para abrigar el cuello y los hombros; a Etelvina, otros guantes como a su madre. Hasta se acuerda de sus empleados, para Antonina le lleva un bonito bolso y para Argimiro un cinturón con una trabajada hebilla. Finalmente, compra una cartera repujada, para llevar papeles y documentos, que allí mismo se la ofrece a Chimo. Tenían proyectado un quinto tour a Formentor, el entrante de tierra más septentrional de la isla y en el que algunos acantilados del cabo alcanzan los trescientos metros por lo que la panorámica que se vislumbra desde ellos es espectacular, pero al final desisten de hacerlo y prefieren dedicar el tiempo que resta a Palma.

   Chimo presenta su novia a Julio, cuya relación cuenta con el beneplácito de la familia de la joven. Es una mallorquina de veintipocos años, de pelo negro, rostro agradable y carácter reposado y discreto. A Julio le cae bien y congenian rápidamente. La familia de la novia invita al mañego a celebrar, junto a Chimo, las festividades navideñas con ellos, lo que le hace evocar la primera Navidad pasada en Palma en compañía de su paisano Agustín, su novia Roser y la amiga de esta, Dolors. Todavía tiene grabada en la piel el tórrido romance que mantuvo con Dolors. ¿Qué se habrá hecho de todos ellos?, se pregunta Julio.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 100. El vestido de noche