"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 31 de diciembre de 2021

Libro III. Episodio 125. Borbonear


   Julia está departiendo con la señora del doctor Lavilla que le cuenta que la más pequeña de sus hijas se va a casar.

   -No sabe cuánto me alegro –manifiesta Julia, que hace memoria para recordar el nombre de la benjamina de los Lavilla-, aunque para serle sincera no sabía que Cristina estaba soltera, creía que se había casado.

   -Estuvo a punto hace tiempo, pero hay hombres que su palabra no vale ni la saliva que se gasta en decirlo. En fin, dejémoslo correr. Verás, quiero que modifiques la lista de boda que hizo tu dependienta y que saques de ella los regalos más caros, que ninguno cueste más de veinte duros. No quiero que la gente crea que los Lavilla necesitamos de los demás para dotar al hogar de nuestra hija de todo lo necesario y hasta de lo innecesario.

   Aquella noche, cuando Julia cuenta a su esposo la visita de doña Agustina, su marido rememora su pasada relación con los Lavilla.

   -No sé si recuerdas que hubo una corta temporada que salí con Amparo Lavilla.

   -Claro que me acuerdo. Ya trabajaba para el señor Elías y recuerdo, como si fuera ahora, que Lupe me preguntó si cuajaría la relación. ¿Sabes lo que le dije?, pues creía que no ya que en el terreno sentimental no sabías lo que querías, por eso en cuestión de mujeres ibas dando palos de ciego.

   -Que bien me calaste, bruja, sabes leer en mi interior mejor que nadie.

   -Por cierto, Amparo sé que se casó porque me lo comentaste, pero ¿y las otras? Creía que se habían casado todas y resulta que Cristina no.

   -La vida, como decía Agustín el porquero de Montánchez, es como un melón que hasta que no lo abres no sabes cómo te va a salir. De las cuatro hermanas, Cristina era la más alegre, divertida y pinturera de todas. Tenía un novio que estudiaba medicina en Zaragoza, de donde son los Lavilla, y que le había dado palabra de matrimonio en cuanto acabara la carrera, pero llegado el momento de la verdad no cumplió. Cuando las conocí era la única que estaba comprometida y, ya ves, será la última en casarse.

   -¿Y con quién se casa? –quiere saber Julia.

   -Con un pasante de don Alfonso, el notario. Aunque lo he tratado de cuando he ido a la notaría no recuerdo su nombre. De las cuatro hermanas va a ser la que peor boda hará. Y preferiría equivocarme porque Cristina me caía bien, pero juraría que el fulano va más por los cuartos de los Lavilla que por los encantos, ya un tanto marchitos, de Cristina.

   -¿Qué habría pasado si hubieses seguido con Amparo? –pregunta, maliciosa, Julia.

   -Te lo diré, que me habría perdido tener a mi lado a la mujer más maravillosa, más encantadora, más fascinante, más…

   -Anda, Julio Carreño, no te embales que te conozco, y recuerda que estoy recién parida.

   El año discurre sin mayores contratiempos para los Carreño, los niños crecen, juegan, se pelean, cogen rabietas…, y el pequeño Jesús, bajo la atenta mirada de Paca y con las tomas de su madre, va camino de cumplir su medio año de vida cuando un trágico suceso conmociona al país. El presidente del Consejo de Ministros desde 1910, el liberal José Canalejas, el doce de noviembre es atacado mientras miraba los libros expuestos en el escaparate de la librería San Martín, a escasos pasos de la Puerta del Sol esquina con Carretas. El agresor, un tal Manuel Pardiñas, simpatizante anarquista, realiza tres disparos a quemarropa falleciendo Canalejas en el acto. El magnicida se suicida con la misma pistola del atentado. Cuando al día siguiente Julio se pasa por el casino no se habla de otra cosa. Los contertulios están consternados y al hilo del trágico suceso hacen historia de los magnicidios que han ocurrido en la nación en los últimos cincuenta años. El más viejo de los asistentes todavía recuerda el asesinato del general Prim siendo jefe del gobierno.

   -Prim fue tiroteado junto al Paseo del Prado, un veintisiete de diciembre de 1870, solo un año después de acceder al cargo y tres días más tarde de que Amadeo de Saboya fuese elegido Rey de España en medio de una gran polémica.

   -Más reciente es el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 –recuerda otro-, en un balneario de Mondragón. Como recordaréis, su asesino, un anarquista italiano cuyo nombre no recuerdo, le asestó tres tiros a corta distancia.

   -Michele Angiolillo se llamaba el anarquista –rememora un tercero-. Parece que en un principio quería asesinar a un miembro de la familia real, pero en el último instante optó por el presidente. Y como en el caso del asesino de Canalejas también se suicidó.

   -Y la desaparición de Canalejas, ¿qué puede suponer en la política española? –La pregunta la lanza Julio más interesado en el futuro que en el pasado.

   -De entrada, si se cumple el mal llamado Pacto del Pardo, continuará gobernando el partido liberal, pero… cualquier cosa puede pasar –comenta Lavilla-. Ya veremos que hace el rey y si borbonea al sucesor de Canalejas –Julio, que es la primera vez que oye tal vocablo, está en un tris de preguntar qué significa borbonear, pero se contiene. El profesor Hernández le aconsejó que no es bueno mostrar en público la ignorancia.

   En cuanto el droguero llega a casa consulta el diccionario y busca el verbo borbonear, pero ante su sorpresa no lo encuentra. Al día siguiente, en cuanto ve a su madre le pregunta porque el vocablo no figura en el diccionario.

   -No lo busques porque ese verbo no está en el DRAE, pero es cierto que suele usarse sobre todo en las camarillas políticas de la capital. Llaman borbonear a la capacidad que tuvieron y tienen ciertos monarcas españoles de hacer y deshacer gobiernos. Mangoneo monárquico que viene  de antiguo, aunque su uso se ha generalizado desde que reina Alfonso XIII que al parecer usa y abusa del poder regio que tiene. Y como lo practican los Borbones, de ahí lo de borbonear.

   -Gracias, madre, ya sabía que si alguien me lo podía explicar tenías que ser tú. Otra pregunta: ¿y eso es bueno o malo?, me refiero a borbonear.

   -A bote pronto no parece nada democrático y prueba de ello es la imparable sucesión de gobiernos que tan rápidamente se queman en el actual régimen, por lo que no me extrañaría que tanto borboneo pueda terminar como el rosario de la aurora –No podía imaginar la maestra cuan profética iba a ser su predicción.

   El país que, desde la guerra contra Estados Unidos lleva casi una década de paz, mantiene sin embargo un enfrentamiento larvado con las tribus del Rif, la región montañesa del norte de Marruecos. El conflicto tiene su origen en la delimitación de los protectorados español y francés a expensas del reino de Marruecos. El tratado de Fez otorgó a España algunos territorios en el norte y sur de Marruecos, pobres y mal comunicados, pero que cuentan con minas de hierro para lo que se construyó un ferrocarril que conecta las minas con el puerto español de Melilla. Las tribus rifeñas se opusieron desde el principio y ya en 1909 atacaron a los trabajadores españoles de las minas, lo que dio lugar a la intervención del ejército. Ese conflicto no debería interferir en el día a día de la vida de la gente, pero lo cierto es que hay como un miedo soterrado a lo que pueda pasar en África con los moros y el resultado es que la gente compra menos. Es lo que constata el matrimonio Carreño cuando en enero hacen el balance del pasado año 1912. Las ventas han bajado, no de manera brusca, pero hay una clara tendencia a la baja tanto en la droguería como en la tienda de regalos.

   -¿A qué crees que se debe el bajón? –pregunta Julia.

   -Con exactitud no lo sé, tendremos que analizarlo detenidamente. Por lo que me cuentan mis amigos del casino, el hecho se está produciendo en otros comercios. Por tanto, no solo nos afecta a nosotros sino que es una tendencia general.

   -Pues si es general es más preocupante.

   -Le voy a preguntar al comandante Liaño que es persona que sabe hilar fino y tiene olfato para olerse los problemas graves. A ver qué opina.

   Esa noche, en la tertulia, Julio hace un aparte con el comandante y le pregunta:

   -Don Jacinto, usted que es hombre de mucho mundo y larga experiencia, quería exponerle un hecho que en principio es habitual en el comercio, pero que ahora se está produciendo de manera prolongada y eso ya no es normal –Con este preámbulo, Julio parece haber conquistado la atención del militar, poco dado a conversaciones banales.

   -Usted dirá, Carreño.

   -El hecho en cuestión es que las alzas y las bajas de las ventas son algo cíclico en todo tipo de comercios. En ello influyen multitud de factores, desde el tiempo que hace hasta las modas o las distintas épocas del año, pero no es normal que llevemos una larga temporada en que las ventas han decaído sin que parezca haber un factor concreto que lo ocasione. Mi señora, que es de las que las caza al vuelo, opina que la gente parece tener miedo. Y yo me pregunto: ¿miedo, de qué?, ¿también cree que hay como una especie de miedo colectivo?, ¿qué opina usted?

   -Interesante cuestión. Es complicado manifestarse sobre las sensaciones de una colectividad, pero creo, y es solo una opinión, que su señora esposa está en lo cierto. ¿La gente tiene motivos para esa suerte de miedo colectivo? Creo que sí los hay. Desde la mayoría de edad de Alfonso XIII, la política se ha convertido en un tiovivo en que los vaivenes son la norma. Falta firmeza política y, sobre manera, estabilidad y eso el pueblo lo percibe y lo acusa; además la corrupción y la oligarquía campan a sus anchas lo que agrava la situación. Por otra parte creo que la sociedad todavía no se ha recuperado del Desastre del 98. Y como guinda tenemos los sucesos del Protectorado que, sin ser una guerra formalmente declarada, ocasionan un goteo continuo de bajas militares que golpean a la mayoría de la población, sobre todo a las clases populares. En esas circunstancias, lo lógico es que la gente gaste lo menos posible porque desconfían de lo que pueda pasar. Y de ahí la bajada de las ventas.

   -¿Y esa situación cree que puede durar mucho? –Por toda respuesta, el comandante se encoge de hombros.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 126. Nueva aventura empresarial

viernes, 24 de diciembre de 2021

Libro III. Episodio 124. Jesusito de mi vida…

   Manolo del Pino, flamante diputado del partido liberal por la circunscripción de Plasencia, no ha podido hablar con Carreño pues ha tenido que regresar precipitadamente a Madrid al ser su voto necesario en unas Cortes en las que la mayoría gubernamental es muy ajustada. La causa de la llamada ha sido que tiene que ayudar a sacar adelante la llamada Ley del Candado, disposición que prohíbe durante dos años el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. Una ley que por la frontal oposición de los conservadores y de la Iglesia Católica lleva visos de no convertirse en real. A raíz de esto, Julio comenta en la tertulia del casino que le llama la atención el hecho que del Pino, siendo un terrateniente y habiendo sido llevado a las Cortes por los caciques comarcales, se haya presentado por el partido liberal y no por el conservador, como lógicamente debería ser. Uno de los contertulios, comandante en la reserva del ejército, le explica lo que parece ser una situación contra natura.

   -Eso, amigo Carreño, tiene una explicación que es una muestra más de lo hondamente arraigado que está el caciquismo en nuestra tierra. En esta circunscripción, los conservadores ganan siempre porque los Sotomayor y los Orellana son los caciques que mandan y compran voluntades. Pero la ley electoral ampara que haya al menos un diputado de otro partido por circunscripción, en este caso del liberal. Si se dejara la elección de los candidatos al albur de los comités locales podrían ser elegidos diputados personas que resultaran incómodas para los órganos centrales de los partidos. Entonces, lo más práctico es propiciar que el candidato del partido opositor sea alguien moldeable. Y es el caso de del Pino, que es más maleable que un hilo de cobre.

   Dentro de la familia Carreño, la abuela Pilar suele realizar una visita casi diaria para ver a los nietos. Cuando va a salir se topa con su nuera que llega de la nueva tienda de regalos que es donde ahora pasa la mayor parte del tiempo.

   -Hola, hija, ahora me iba. ¿Cómo va ese embarazo?

   -Pues muy bien. No sé si será niño o niña, pero sea lo que sea es muy buenecito, se comporta mejor que lo hicieron sus hermanos.

   -¿Qué prefieres, niño o niña?

   -Me gustaría darle una hermanita a Pili, pero que sea lo que Dios quiera.

   -¿Ya habéis elegido nombre?

   -Todavía no. Tenemos que hablarlo, pero nunca encontramos un momento de tranquilidad para algo tan trivial.

   -Bueno, lo de trivial hasta cierto punto. Un nombre te puede cambiar la vida para mejor o peor.

   -Procuraremos acertar, Pilar.

   En su diaria visita al casino, Julio encuentra hoy muy animada la tertulia. Los tres periódicos que recibe el centro -el Diario de Cáceres, El Noticiero y el Nuevo Diario de Badajoz- están abiertos encima de la mesa de mármol y en todos aparece, en tipografía de realce, la misma noticia: Londres, 16 de abril de 1912. En la noche del pasado 14, el trasatlántico británico Titanic se ha hundido tras chocar con un iceberg. Las primeras informaciones, transmitidas por radio, apuntan que han podido fallecer más de 1.500 pasajeros. El debate de la tertulia se centra en cómo puede haber naufragado un buque al que se le creía insumergible. Al droguero, que no es nada aficionado al mar ni a los barcos, le interesa más otro aspecto de la noticia que parece marginal.

   -¿Y eso de la radio cómo funciona en un barco en medio del mar?

   Nadie responde, por lo que Julio se queda con las ganas. Un par de semanas después compra, en el quiosco de la porticada Plaza Mayor de la ciudad, un ejemplar de la revista ilustrada, Blanco y Negro, y que esta semana trae como novedad la primera fotografía en color de la prensa española. Además, y para contento del droguero, contiene un detallado reportaje sobre la historia de los dos radiotelegrafistas del Titanic, Phillips y Bride. El buque estaba equipado con un radiotransmisor modelo Marconi a detección magnética y escucha por auriculares. En los primeros momentos de la colisión, el capitán ordenó que lanzarán un CDQ, la señal de socorro más utilizada en la época y que se interpreta como Come Quickly, Distress, lo que se traduce como vengan rápido, problemas. Posteriormente el capitán ordenó que probaran a enviar un SOS, Send Out Succour -envíen socorro-, en Morse continental internacional. Cuando el buque comenzó a hundirse un oficial indicó a ambos operadores, de parte del capitán, que habían cumplido con su deber y que intentaran salvarse. Phillips subió a un bote salvavidas, pero este volcó y cayó en las heladas aguas del Atlántico, no logrando sobrevivir. Bride, en otro bote, fue rescatado por el trasatlántico Carpathia. Tras empaparse del extenso reportaje busca inútilmente averiguar cómo funciona el sistema de comunicación telegráfica sin hilos, por lo que se queda con las ganas de desentrañar el funcionamiento de la radiotelegrafía.

   Ha llegado mayo y el embarazo de Julia está cerca de llegar a término. Uno de esos días en que el calor comienza a apretar, y mientras están tomando el fresco en el amplio zaguán de la casa, Julia se acuerda de que no han hablado del nombre que le van a poner al nuevo hijo.

   -Marido, ¿qué nombre te gustaría que le pusiéramos al crío?

   -El que tú quieras, cariño.

   -Siempre me lo dejas todo a mí.

   -Si quieres podemos hacer una cosa: propón una lista de nombres, tanto de chicos como de chicas, y lo elegimos entre los dos –sugiere el hombre.

   -Mi confesor me ha dicho que si es chico podríamos ponerle Jesús y si es chica María.

   -¿Esas cosas las consultas con tu confesor? –se sorprende Julio.

   -No, pero hablando con él hace unos días, fuera del confesonario, salió el tema y esos nombres fueron los que me sugirió.

   Julio piensa que el nuevo confesor de su esposa, el padre Galarza, un sacerdote navarro que ha recalado en la diócesis de Plasencia, se mete en cosas que no debería, pero se calla. Mejor no meterse en camisa de once varas.

   Al día siguiente, lo que se comenta en la tertulia es que en la Feria de mayo de Cáceres un piloto francés ha volado con su monoplano hasta 800 metros de altura y a unos cien kilómetros por hora.

   -¡A cien kilómetros por hora! –exclama uno-. O sea, que en menos de una hora llegaría de Cáceres a aquí. ¡Estos inventos modernos son la leche!

   El diez de junio, lunes, y un poco antes de lo esperado, viene al mundo el cuarto hijo de los Carreño. Ante la desilusión momentánea de Julia, que quería una niña, el recién nacido es varón. El parto ha sido limpio y rápido. Cuando enseñan el nuevo hermanito al resto de la prole todos se quedan mirándole como diciendo: ¿y por dónde ha llegado hasta casa? Rompe el silencio el mayor que pregunta:

   -Mamá, ¿y dónde lo has comprado?, el crío, digo.

   -Mamá no lo ha comprado –quien le contesta es la señora Etelvina que una vez más ha ayudado en el parto-, vuestro nuevo hermanito ha venido de París y lo ha traído una cigüeña –La explicación parece que es suficiente para los pequeños pues ninguno vuelve a preguntar.

   En esas que llega doña Pilar ligeramente sofocada.

   -Acabo de ponerle un telegrama a Julio anunciándole la buena nueva. Se lo he enviado a la posada de Almendralejo donde me has dicho que hace noche. Tu marido no debería viajar estando tú a punto de parir.

   -No la regañes, Pilar. Es que el crío se ha adelantado, lo esperábamos a finales de semana como muy pronto –Es Etelvina la que justifica al padre de la criatura.

   El domingo, diecisiete, con Julia bastante restablecida aunque sigue un poco pálida, el recién nacido recibe las aguas bautismales en la iglesia de San Esteban. Julio quería ponerle el nombre de un boticario de Jaraíz amigo suyo, Jerónimo Rodríguez, pero su esposa se empeña en que se llame Jesús. Parece que el padre Galarza se ha salido con la suya. Como compensación a su amigo, Julio le pide que apadrine al crío; será madrina Luisa Manzano, una de las hermanas de la madre. El padrino se ha mostrado rumboso y durante el trayecto de la iglesia a casa de los Carreño no ha parado de lanzar peladillas y calderilla a la marabunta de chiquillos que ha acompañado al cortejo. Aquella noche, cuando Paca pone a los tres críos de la casa a rezar sus oraciones antes de acostarse, Pili le pregunta:

   -Entonces, Paca, cuando recemos la oración de: Jesusito de mi vida eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón, ¿ese Jesusito es nuestro hermanito?

   -No, tesoro, ese es otro Jesusito.

   -Entonces a mi hermanito Jesús, ¿no tengo que darle mi corazón?

   -Eso ya te lo cuento mañana. Ahora reza y no preguntes más.

   Una vez restablecida, Julia se reincorpora a la tienda de regalos y objetos decorativos para el hogar y que en su obligada ausencia ha sido atendida por Lupe. La dependienta le cuenta como se han desarrollado las ventas mientras no ha estado, y la noticia más destacada es que la señora del doctor Lavilla ha encargado una lista de regalos para la boda de su hija pequeña.

   -Lo he hecho lo mejor que he sabido, Julina…, huy perdona; creo que después del cuarto crío ya no te pega que te siga llamando así, será mejor que desde ahora te llame Julia o jefa, lo que prefieras. Pues como te decía, confeccioné la lista poniendo regalos de diferentes precios, pero creo que la señora Lavilla que, dicho sea sin ánimo de ofender, es bastante estirada, no se quedó muy conforme. Ha dicho que volverá cuando tú estés.

   Dos días después aparece por la tienda la señora Lavilla que saluda amablemente a Julia que hacía mucho tiempo que no la veía. Ha envejecido mucho y, pese a los muchos afeites que decoran su cara, los años se le acusan sobre todo en las manos, las tiene sarmentosas y con los dorsos llenos de manchitas hepáticas.

   -Doña Agustina, cuanto me alegro de volver a verla. No pasan los años por usted.

   -Ay, hija, sí que pasan, pero es ley de vida, que se le va a hacer. He venido por la lista para la boda de Cristina. ¿Sabes que se va a casar?

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 125. Borbonear

FELIZ Y SALUDABLE NAVIDAD

 

viernes, 17 de diciembre de 2021

Libro III. Episodio 123. ¿Hijos?, los que Dios quiera darnos

   Esa noche sabatina de octubre, la tertulia del casino está revolucionada y el motivo es poco frecuente pues a los tertulianos todo cuanto atañe a la política internacional se la trae al fresco. Lo que ocurre es que en este caso la noticia se refiere a los vecinos de la Raya. En Portugal se ha sublevado parte del ejército y la marina y los militares que no lo han hecho se han negado a combatir a los insurrectos. El levantamiento ha supuesto el fin de la monarquía con el derrocamiento del rey Manuel II y el establecimiento de la Primeira República lusa. Puesto que en España la primera experiencia republicana fue corta -duró menos de dos años- y se caracterizó por una gran inestabilidad, los tertulianos discuten acaloradamente si para sus vecinos el cambio de régimen supondrá una experiencia mejor que la española.

   -Particularmente creo que los portugueses han hecho muy bien en deshacerse de un régimen que, visto lo visto, no contaba con el apoyo del pueblo –opina uno de los liberales de la tertulia.

   -Pues como les vaya con la república como nos fue a nosotros que en once meses tuvimos cuatro presidentes, no les arriendo la ganancia –proclama el pesimista de turno.

   -Si en Portugal están así ya veremos cómo nos va a nosotros con el gobierno de Canalejas. Eso de que pretende acabar con el caciquismo y el fraude electoral no le va a resultar fácil. Si los regeneracionistas no lo consiguen, también aquí podemos acabar siendo republicanos –asegura uno que parece saber de qué habla.

   -Dios le oiga, don Enrique –Le jalea uno de los antimonárquicos.

   El coloquio cambia de rumbo cuando uno de los contertulios propone otra actividad.

   -En el piso de arriba hay una partida de monte en la que se están jugando buenos cuartos. Voy a ver si echo unas manos. ¿Te apuntas, Carreño?

   -No, gracias, lo que voy a hacer es irme a casa –Julio hace mucho que no juega con dinero por medio, exactamente desde que se prometió con Julia, ya que una de las condiciones que le puso para aceptarlo, la que hoy es su mujer, fue que tenía que prometerle que no volvería a recaer en la ludopatía. Lo prometió y lo cumple, aunque a veces tiene que hacer un esfuerzo de voluntad para no recaer en el vicio.

   De regreso a casa va recordando que esa no fue la única condición que le puso Julia para casarse con él. Que se acabara lo del contrabando; que no volvería a jugar por dinero; que la respetaría, lo que suponía entre otros aspectos que no tendría ninguna aventura fuera del matrimonio; que en la medida que sus hijos se lo permitieran seguiría trabajando; que a los críos es darían la mejor formación posible, aunque ello supusiera que pudiesen ahorrar menos, y esa condición valdría tanto para los dos sexos… ¡Menuda es su parienta, pues no los tiene bien puestos ni nada!, se dice, aunque que inmensa suerte tuve al conseguir que me aceptara, tengo la mujer más maravillosa y rompedora de la región, que digo de la región, de toda España.

   Como se acerca la época de la siembra del cereal de invierno, los Carreño andan muy atareados porque es momento en que las ventas repuntan, algo que el matrimonio espera como agua de mayo, pues 1911 no ha sido muy fructífero hasta ahora. Julio ha postergado los viajes y se ha puesto detrás del mostrador como un empleado más. Julia hace lo mismo, pero lo alterna con la ayuda a Paca en el cuidado de los niños, pues el más pequeño, Julián, todavía es lactante. A principios de noviembre se da cuenta de que tiene menos leche de la habitual, que los pechos se le han puesto muy sensibles y que las tomas han dejado de ser agradables pues nota muchas molestias cuando el crío se coge al pecho. Como ya tiene experiencia sabe lo que indican los síntomas: vuelve a estar embarazada. No necesita ir a ver al doctor Lavilla para que se lo confirme.

   -Julio, cariño, vuelvo a estar encinta.

   -Bueno, mi amor, donde comen tres también pueden comer cuatro –Evidentemente se refiere a los tres críos que ya tienen.

   -Con la de números que sabes y no has atinado en la cuenta. Cuatro críos, más los padres, más Paca suman siete.

   -Rectifico, donde comen cuatro también pueden comer siete. Y hablando en serio, hacía días que me había fijado que cada día estás más guapa y ahora sé el motivo. Soy el hombre más afortunado del mundo por tener una mujer como la que tengo. ¿Qué prefieres que sea, niño o niña?

   -Que sea lo que Dios quiera, pero… para serte sincera preferiría darle a Pili una hermanita. No me gustaría que fuera la única mujer entre chicarrones.

   -Pues a ver si hay suerte y sale una niña.

   Las reacciones a la noticia en el resto de la familia son de todo tipo, desde los que la acogen con alegría a los que opinan –aunque se abstienen de decirlo- que la pareja está teniendo los hijos demasiado juntos. Entre estos últimos se cuenta la abuela materna que así lo comenta con su amiga Etelvina.

   -Llevan ocho años casados y van por el cuarto. Al paso de un crío cada dos años acabarán teniendo un regimiento.

   -Bueno, no hay mal que por bien no venga. Dicen que cada recién nacido viene al mundo con un pan bajo el brazo.

   -No sé yo si es así, pero en fin… ya son mayorcitos para saber lo que se hacen.

   -Si quieres, después del parto les podría dar algunos consejos sobre cómo evitar embarazos no deseados.

   -Ese es el problema, que de embarazos no deseados nada, sino todo lo contrario. Cuando les pregunté qué cuantos hijos pensaban tener la respuesta fue que todos los hijos que Dios quiera enviarles. Por lo que te adelanto que éste no será el último, ni mucho menos.

   El nuevo año de 1912 parece comenzar para los Carreño con mejores augurios que el anterior, al menos en los negocios. Los ingresos se han incrementado notablemente gracias a un nuevo hallazgo de la fértil imaginación de Julia. En un local que han alquilado, pegado a la droguería, han montado una nueva tienda dedicada a la venta de objetos de regalo y de complementos decorativos para el hogar. Es el primer establecimiento de ese tipo que existe en la ciudad y desde el primer día la acogida que ha tenido por parte del público ha sido espectacular. Julia ha dejado momentáneamente de atender en la droguería y se ha puesto al frente del nuevo negocio. Se ha llevado con ella a Lupe que estrena en la tienda su nueva condición de mujer casada.

   -¿Cómo se porta tu marido? –pregunta, curiosona, Julia.

   -Pse…, es buena persona, pero el matrimonio no es lo que yo creía.

   -Nunca lo es, pero dale tiempo al tiempo y verás cómo poco a poco os iréis acoplando.

   -No sé yo, pero en fin, tú tienes más experiencia…

   El diálogo se corta al entrar una clienta, se trata de Maribel Quirós.

   -Maribel, dichosos los ojos. Desde que os fuisteis a Madrid, no he vuelto a verte. ¿Qué tal por la capital del reino?

   -Si te digo la verdad, al principio era un aburrimiento, pero he hecho algunas amistades muy interesantes y además, aprovechando las relaciones de Manolo, asisto a algunas reuniones de damas de la alta sociedad que están muy metidas en política. Bueno, y algunas noches Manolo me saca a ver una obra de teatro, una zarzuela o vamos al cine.

   -¿Y qué tal le va a Manolo lo de diputado?

   -Pues quien lo iba a decir, le ha cogido afición a la política. Por lo que me cuentan, en el partido está siendo cada día mejor considerado. Moret parece que no le tenía en gran estima, pero el nuevo presidente de los liberales, Canalejas, le dispensa su amistad. También le ha pedido que forme parte del grupo de diputados jóvenes en los que piensa apoyarse para sacar adelante una ley de contratos colectivos de trabajo que mejorará las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera.

   -Vaya, quien podía esperar eso de Manolo.

   -Y además la facción más liberal del partido también cuenta con él para ir eliminando el problema del caciquismo y del fraude electoral que en nuestra tierra es un hecho sangrante. Cambiando de tema, veo que vuelves a estar embarazada.

   -Sí, hija, sí, es la consecuencia de tener un marido que se pasa la mitad de la semana fuera de casa y cuando llega, pues ya sabes, hay que cumplir con el vínculo. Y tú, ¿nada?

   -Pues no. Ni Manolo ni yo somos muy niñeros.

   -A este paso, señora del Pino, se le va a pasar el arroz –sentencia Lupe, metiendo baza en la conversación.

   -Lupe, a lo tuyo, esta es una conversación privada –la reconviene Julia, que se ha puesto seria, y volviéndose a la Quirós se disculpa-. Lo siento, Maribel, perdona la intromisión de Lupe, es buena gente pero más cotilla no puede ser. Y de que se te pase el arroz nada de nada, te veo más joven que nunca.

   Por la noche, cuando el matrimonio se acuesta, y antes de dormir, tienen la costumbre de contarse las incidencias del día. Julia explica lo que le ha contado Maribel sobre lo que puede ser una prometedora carrera política de su marido y de los proyectos en los que anda metido.

   -Eso de la ley de contratos colectivos de trabajo no está mal, pero habrá que ver en qué queda porque si se decanta excesivamente por los obreros, el otro plato de la balanza que somos los patronos podemos pagar el pato. Y sobre todo, para los modestos empresarios como nosotros podría ser la ruina. Me gustaría conocer la letra pequeña de esa ley, a ver qué dice.

   -¿Quieres que le pida a Maribel que te consiga una entrevista con Manolo para que te la explique?

   -¿Tú crees que ese paniaguado de Manolo querrá hablar conmigo ahora que es diputado?

   -Julio, amor, Manolo será diputado, pero quien manda en esa casa es Maribel. Lo que ella diga va a misa.

   -Vaya, en todas partes cuecen habas –apostilla, zumbón, Julio-. Y lo de que cuentan con él para ir eliminando el problema del caciquismo tiene guasa. ¿Quién le hizo diputado por esta circunscripción sino los principales caciques de la zona? Si no fuera por el dedazo de los Sotomayor, los Orellana y compañía, ¿crees que hubiera llegado a diputado? Amos, anda.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 124. Jesusito de mi vida...