En la noche del sábado, trece de agosto, el
cuarteto de jubilados ha planeado jugar lo que denominan una nocturna que no es más que la partida de
dominó de siempre solo que por la noche. En atención al último de sus fichajes
que vive en la zona norte de la playa deciden jugarla en la terraza de El
Perero, la cafetería contigua a la pizzería donde conocieron a Martínez el
Andaluz, como siguen llamándole. Precisamente de Martínez están charlando pues Ramo,
que como oriundo conoce a mucha gente del pueblo, les comenta la versión que
cuentan las chafarderas locales sobre la caída que el gaditano ha tenido esa
misma tarde.
-O sea que
ocurrió cuando estábamos jugando allí y no nos enteramos. Lo que son las cosas
–comenta Ponte un tanto sorprendido.
-Supongo que
Eulalia, la patrona del hostal, habrá llevado el suceso con la máxima
discreción como hacen los hoteleros con hechos como ese –explica Ramo-. No hay
peor propaganda para un establecimiento que se ponga enfermo un huésped y no os
cuento si la casca.
-¿Y tú como
te has enterado? –quiere saber Álvarez un poco molesto pues siempre presume de
su conocimiento de todo lo que pasa en el barrio marítimo de Torreblanca.
-En un sitio
pequeño como este -les explica Ramo- es raro que algo fuera de lo habitual pase
inadvertido. Alguien vio entrar al médico y se lo comentó a una segunda
persona, ésta a otra quien se lo refirió a una cuarta y así continúo la cadena del
boca-oreja por lo que al poco rato la noticia daba la vuelta al pueblo: un
huésped de la Eulalia se había caído y había necesitado que le viera el médico.
Luego vienen las distintas versiones: desde quien cuenta que ha sido una caída
sin mayores consecuencias hasta el que habla de que si lo tendrán que ingresar
en la Residencia que es como llaman en el pueblo al Hospital General
Universitario de Castellón.
Y el viejo torreblanquí les sigue contando uno
de los rasgos que forman parte esencial de la vida en las comunidades pequeñas
y aquella lo es. A los habitantes de esas localidades, donde todos se conocen y
saben de qué pie cojea cada quisque, les importa mucho más lo que le ocurra a cualquiera
de sus vecinos, por nimio que sea el suceso, que aquello que pase en el resto
del mundo, sea la caída del Muro de Berlín o el descubrimiento de un nuevo exoplaneta.
Las noticias locales antes de serlo han sido rumores, bulos o maledicencias. Se
comentan, se analizan del derecho y del revés, se diseccionan de arriba a
abajo. Hubo quien creyó que con la masiva invasión de la televisión y de las
redes sociales ese rasgo tan típico de las sociedades cerradas desaparecería, ¡pero
qué va! La única variante es que ahora los chismes circulan también por los teléfonos
móviles lo que significa que el chismorreo es el mismo pero se expande mucho
más rápido. El trío de madrileños escucha divertido la sociológica explicación de
su nuevo compañero pues como urbanitas que son no conocían esa faceta de las
localidades rurales.
-O sea, que
aquí te tiras un pedo y a la hora lo sabe todo Dios –comenta humorísticamente
Ponte.
-A la hora,
no, mucho antes de que la ventosidad deje de oler –le rectifica Ramo con una
sonrisa burlona.
-Pues mirad
lo que os digo, de lo que le ha pasado a Martínez yo solo sé lo que Pedro nos
acaba de contar, pero no me creo lo del resbalón. ¿Y por qué no me lo creo? –Se
pregunta retóricamente Grandal-. Porque aquí los suelos son de cerámica y no
suelen estar alfombrados, y con pisos así los resbalones son posibles pero no
probables. Me dejaría ahorcar el seis doble a que el incidente ha podido ser por
cualquier otra causa antes que por una caída fortuita.
-Tú es que
lo de ser policía lo llevas en al ADN. Desconfías de todo –se burla Álvarez.
-¿Eres
policía? –pregunta Ramo, que sin esperar respuesta añade-. Yo tuve un amigo que
también lo era, Carmelo Burgos. En los tiempos que salíamos de copas era
subinspector, no sé lo que se habrá hecho de él, hace mucho que dejamos de
tener contacto.
-¿Burgos?,
no me suena –responde Grandal que retoma sus sospechas-. Volviendo a lo que os decía.
¿No os parece extraño que a Martínez le den una paliza de órdago y que no denuncie
el hecho? ¿No es muy raro que el agresor le sacudiera a modo, pero en cambio no
le robara nada? Y ahora, resbala y necesita de atención médica. Desde luego o
ese tío es un gafe de campeonato o ahí hay gato encerrado.
En ese mismo momento el matrimonio
Pacheco-Hernández está discutiendo. Motivo: a él le han llamado desde la unidad
en la que trabaja como ingeniero forestal, la Dirección General del Medio
Natural y Espacios Protegidos, para comunicarle que no puede estirar más la
comisión de servicios para estudiar cómo se lleva a cabo el Plan de Prevención
y Extinción de Incendios Forestales en una zona orográficamente tan abrupta
como es el Maestrazgo, que fue la justificación que idearon los compañeros de
su camarilla para que pudiera desplazarse a Castellón. Le ponen como fecha
límite el día 15. Al saber la noticia, la mujer esboza los planes que ha
pensado para esos últimos días de estancia en tierras levantinas.
-He estado
mirando en internet los lugares más pintorescos de la provinsia y he escogido
los dos que son con diferensia los más visitados: Peñíscola y Morella, uno en
la costa y otro en el interior.
Y la mujer se lanza a explicar los encantos
de ambos lugares. Peñíscola se sitúa en un tómbolo, una península rocosa que
antiguamente estaba unida a tierra por un istmo de arena que en la actualidad
ha desaparecido. Sobre la roca se erige el casco viejo de la ciudad en el que
sobresale el castillo del antipapa Benedicto XIII, más conocido como el Papa
Luna, y que está perfectamente conservado. Tiene unas estupendas playas tanto
al norte como al sur de la península y en su término se incluye la Serra
d´Irta, una de las sierras costeras vírgenes mejor conservadas del litoral
valenciano. Cuenta con un pequeño puerto pesquero por lo que en sus restoranes se
pueden degustar los mejores pescados de esa parte del Mediterráneo. Las guías turísticas
recomiendan probar el all i pebre, el
suquet de peix y els caragols punxents,
sin olvidarse de las alcachofas y de los espárragos trigueros o, si se
prefiere, de los arroces. Cualquiera de esos platos hará las delicias del
paladar más exigente. En cuanto a Morella está a unos sesenta quilómetros en el
extremo noroeste de la provincia y a unos mil metros de altitud. Es una ciudad
amurallada coronada por un imponente castillo. Ha sido declarada Conjunto
Histórico-Artístico y reconocida como ciudad Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO. Todas las guías que ha leído, rememora la mujer, recomiendan la ciudad no
solo por sus vistas panorámicas sino también por sus monumentos, su folklore y
su gastronomía en la que sobresalen los entrantes de embutidos, de los quesos
artesanales de oveja y cabra y de las croquetas morellanas envueltas en una
oblea de pan ácimo. Como platos fuertes: las costillas de cabritillo rebozadas,
las perdices escabechadas y la carne de corzo, todo ello acompañado con setas
de temporada, una de las joyas de la gastronomía morellana. Y termina
precisando el calendario que ha pensado para ambas visitas.
-Podemos ir
mañana domingo a Morella, el lunes a Peñíscola y el martes nos ponemos de
viaje. Si la fecha tope es el 15, podemos estar en Sevilla el 16 por la tarde.
Supongo que no va a pasar nada porque faltes una mañana.
Pacheco tiene que echar agua al vino del
entusiasmo turístico de su esposa.
-Lo siento,
cariño, pero solo podremos ir a uno de esos lugares. Tendrás que escoger entre
Morella o Peñíscola.
-¿Y eso por
qué?
-Porque
necesito medio día para hablar con Salazar.
Es oír el nombre del exsindicalista y a la
mujer se la agria el semblante.
-¿Y por qué
has de volver a hablar con ese mierda?
-Tengo que
volver adónde Curro porque necesito que me responda a la propuesta que le
hicimos Sierra y yo. No creas que lo hago por gusto.
-A ese
malnasido habría que darle matarile.
-¿Qué
diablos es eso de darle matarile?
-Mi padre me
contó que así llamaban en la guerra sivil a pegarle cuatro tiros al que
estorbaba por lo que fuera, ¡y vaya si estorba el malaje del Curro!
-¡Qué burra
eres Macarena! Cuando te pones en plan borde me preocupas.
La pareja se enzarza en una acalorada
discusión. El marido razona que no puede dejar inconcluso el motivo por el que
han hecho el viaje. Ella se pone cabezona e insiste en que no quiere dejar la
provincia sin visitar unos sitios tan pintorescos y que al comemierda del Curro
le pueden ir dando. La disputa amaina con la llegada de Jaime Sierra. Viene a
darles una noticia que desconocen: Salazar se ha caído fortuitamente y al
parecer se ha resentido de sus fracturas. Han de ir a verle antes de que su
estado pueda agravarse. La mujer se pone hecha un basilisco, no queda muy claro
si por la pérdida de sus ilusiones viajeras o más bien por el odio africano que
siente hacia el exsindicalista desde que arruinó la vida de su hermano
predilecto. Antes de dejarles solos les lanza su última admonición:
-¿Sabéis lo
que pienso? Que estáis perdiendo el tiempo esperando una respuesta de ese hijo
de mala madre. Lo mejor que alguien podría haser es darle matarile. De esa
manera, muerto el perro, se acabó la rabia.
PD.- Hasta
el próximo viernes