"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 30 de septiembre de 2022

Libro III. Episodio 164. El desembarco de Alhucemas

    Como han hecho en años anteriores, los Carreño se han ido dos semanas a Los Caños de Meco. La quincena de playa discurre plácidamente, con solo un pequeño lunar: Julia le ha comprado un bañador a Pilar como premio por sus buenas notas, bañador que la joven se niega a ponerse. Se trata de un traje de baño negro de una pieza con mangas, perneras y un mínimo escote.

   -Mamá, te doy las gracias por el regalo, pero no pienso ponerme ese maillot que es del tiempo de doña Juana la Loca. Se iban a reír de mí hasta los cangrejos.

   -Entonces, ¿cómo piensas bañarte, desnuda?

   -Con el bañador que me compré en una boutique madrileña de Serrano. Y que es del tipo que usan todas mis amigas. Mañana cuando me lo ponga ya verás cómo te gustará.

   -¿Y qué hago con el maillot, me lo como?

   Cuando al día siguiente, Julia ve a su hija con el nuevo bañador casi le da un síncope, pues el traje deja al descubierto brazos y piernas y su escote casi llega al principio del canalillo entre los pechos. Madre e hija tienen una pelotera que solo la intermediación de Álvaro consigue apaciguar. El chico consigue calmar a su madre explicándole que el bañador es la última moda entre la gente joven y que considera lógico que Pilar lo prefiera al que le ha regalado. Julia, mal que bien, da su brazo a torcer; piensa que quizá sea cierto que se ha quedado anticuada.

   En cuanto termina la quincena, la familia regresa a casa, pues han de realizar los preparativos para la marcha de Álvaro, que debe estar en la Escuela Naval el primero de agosto; luego, como de costumbre, irán a Pinkety.

   El 29 de julio Álvaro se despide de los suyos. Julio ha querido llevarlo en la Fiat, pero el chico se ha empeñado en irse solo. A partir de ahora debe acostumbrarse a andar por la vida sin tacatacas ni escoltas. La despedida es un momento emocionante para todos. Julia y Paca no pueden contener las lágrimas, Julio siente un nudo en la garganta y los hermanos salen a la puerta de la casa para dar a su tato una despedida coral. Álvaro llega a San Fernando y desde el primer momento congenia con el ambiente, la disciplina y el compañerismo de la Escuela. Así se lo dice a los suyos, a quienes escribe semanalmente, contándoles las mínimas incidencias que se producen en el centro. Incluso acepta como algo natural las novatadas que los alumnos de los cursos superiores gastan a los principiantes.

   A primeros de septiembre, Julio se sorprende al llegar a la tertulia pues hay un debate vivísimo. El objeto del mismo es la noticia que ha aportado el comandante Liaño, como todas las que versan sobre la guerra de África: el último día de agosto se reunieron en Algeciras el general francés Pétain y el español Miguel Primo de Rivera. El objetivo: trazar un plan de acción conjunta contra Abd el-Krim para terminar la guerra del norte de Marruecos. Como suele suceder, entre los tertulianos hay dos bandos: los que creen que es una pérdida de tiempo y los que opinan que eso puede suponer el fin de la rebeldía rifeña.

   -¿Y usted qué opina, comandante? –pregunta Julio, para quien la opinión del militar es la única válida en el asunto.

   -Esa reunión tendría que haberse producido antes, pero más vale tarde que nunca. Si los ejércitos de ambas naciones atacan conjuntamente a las fuerzas de Abd-el.Krim, los rifeños ya no tendrán al Protectorado francés como santuario donde guarecerse. Si ocurre eso, los días de la guerra de África están contados.

   El resultado de la reunión de los dos generales produce la histórica resolución de que los ejércitos de ambas naciones atacarán la rebeldía rifeña. Como explica el comandante Liaño a sus contertulios, poniéndose melodramático.

   -Primo de Rivera que, al principio de su dictadura, tuvo intención de limitar la presencia española a las zonas contiguas a Ceuta y Melilla, que son de soberanía española, ha cambiado de opinión ante la presión de sus compañeros de armas y ha decidido acabar con la rebelión de Abd el-Krim, y para eso ha llegado a un acuerdo con los franceses. Primo ha tomado una decisión arriesgada: realizar una operación anfibia con un desembarco masivo de tropas franco-españolas en alguna de las zonas de asentamiento de la cabila de Beni Urriaguel que constituye el foco principal de la rebelión.

   El 8 de septiembre, el ejército y la marina española y, en menor medida, un contingente francés, realizan un desembarco en la mediterránea bahía de Alhucemas, lugar elegido para el ataque. Va a ser la primera vez en la historia militar que intervendrán de manera conjunta en apoyo al desembarco fuerzas aéreas, navales y de tierra, bajo un mando unificado. En Plasencia, el comandante Liaño sigue al minuto la operación. Ha arrumbado su vieja radio de galena de corto alcance y se ha comprado un moderno aparato de radio, de la prestigiosa marca alemana Telefunken, que le permite sintonizar las principales emisoras de radio. Como tampoco tiene nada mejor que hacer, está pegado al aparato la mayor parte de la jornada para luego contarlo a sus amigos del casino. 

   -Puesto que la operación, además de inédita es de gran envergadura y en su preparación han participado múltiples agentes, parece que el plan del desembarco llegó a los oídos de Abd el-Krim, por lo que mandó fortificar y minar la zona en la que se iba a producir la invasión. Esta circunstancia, de la que a su vez se enteró el Alto Estado Mayor español, le obligó a cambiar el lugar previsto del desembarco, optando por playas al oeste de la bahía de Alhucemas. El primer objetivo era apoderarse de dichas playas; el segundo objetivo era tomar algunas de las calas adyacentes o bien aprovechar el éxito inicial para profundizar y ampliar la cabeza de puente.

   -¿Y cómo se ha producido el desembarco? –pregunta el doctor Lavilla.

   -Se han empleado barcazas de madera tipo K, compradas a los británicos. Apoyados por los cañones de las escuadras española y francesa y el bombardeo de la aviación, la primera oleada de tropas desembarcó bajo un intenso fuego enemigo. Enseguida se descubre que la playa de la Cebadilla está minada. Detonadas las minas, comenzó la segunda oleada, emprendiéndose un trabajoso avance hasta ocupar las alturas que dominan la playa. En un primer momento desembarcaron unos 9000 hombres y durante el resto del día se desembarcó el material pesado. Al caer la tarde, la artillería rifeña reanudó un fuego graneado contra nuestras tropas y la escuadra, causando numerosas bajas y alcanzando a los acorazados Alfonso XIII y Jaime I, que sufrieron daños menores. La artillería rifeña fue respondida por un ataque aéreo español, y al final del día unos 13000 hombres estaban ya en tierra habiendo ocupado las playas y algunas calas, posteriormente continuó el avance, ocupándose la línea de alturas que dominan la bahía. El 30, tras un nuevo periodo de mal tiempo, se inició la fase final de la penetración terrestre. Una vez dominada la bahía de Alhucemas, solo faltará asegurar los territorios contiguos para derrotar definitivamente a las fuerzas del Abd el-Krim.

   -¿Y cuántas fuerzas han intervenido en el desembarco? –quiere saber Galiana.

   -Han sido dos brigadas reforzadas de infantería, tres baterías de artillería, dos banderas de la Legión, tres tabores de regulares y unidades de ingenieros, intendencia y sanitarias que fueron trasportadas en dos convoyes, uno que partió de Ceuta y otro de Melilla. Además, y también por primera vez en la historia militar, varios carros de combate fueron desembarcados para apoyar el asalto de la infantería.

   -¿Y los moros cuántas fuerzas tenían? –vuelve a preguntar el ferretero.

   -Se estima que Abd el-Krim cuenta con unos 9000 hombres dotados de armamento ligero, aunque también cuentan con ametralladoras pesadas y algunos cañones que cogieron a nuestras tropas en la derrota de Annual. 

   Julio, que es uno de los que con más atención escucha a Liaño, interviene para narrar lo que le ha contado en una llamada telefónica su hijo Álvaro, pues lógicamente en la Escuela Naval se sigue al minuto la operación.

   -La armada española ha colaborado, además de con los acorazados citados por el comandante, con cuatro cruceros y el porta-hidroaviones Dédalo, amén de otras unidades de menor rango como cañoneras y torpederos, más los buques de transporte de tropa y apoyo logístico. Y los franceses apoyan la operación con un acorazado, dos cruceros, dos torpederos y un remolcador con globo cautivo.

   -¿Y nuestras tropas quién las mandaba? –pregunta don Romualdo.

   -El mando unificado lo ostenta el general Primo de Rivera, y como jefe ejecutivo de las fuerzas de desembarco el general Sanjurjo. De los demás, solo recuerdo otro nombre, el del coronel Franco al mando de los tercios legionarios.

   -¿Será el fin de la guerra de África? –pregunta Julio.

   -Si la operación se desarrolla como está planificada, es más que probable que, de una vez por todas, se acabe la pesadilla de la guerra contra los rifeños –pronostica Liaño.

   Parece que a pesar de las detalladas explicaciones del comandante sobre el desembarco de Alhucemas, hay tertulianos que quieren saber más. Es el caso de Galiana el ferretero, que pregunta:

   -Antes ha mencionado bombardeos aéreos, ¿qué participación ha tenido la aviación?  

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 165. Préstamo para un Ford T

viernes, 23 de septiembre de 2022

Libro III. Episodio 163. Querido amigo y compañero…

   Cuando Pilar cuenta a la familia que Álvaro ha aprobado el ingreso en la Escuela Naval, los gritos y exclamaciones de contento mezclados con algún lloriqueo de pura alegría le llegan a través del hilo telefónico. Luego explica que el tato no ha podido llamarles porque ha tenido que ir adonde el tribunal a entregar no sé qué papeles. No dice nada de la borrachera para no avergonzarle. Pasada la media tarde, Álvaro despierta. Cuando Pilar le oye rebullir abre la puerta de la habitación.

   -Almirante, ¿ya se te ha pasado la moña?

   -No sé qué me ha ocurrido, hermana. Creo que mezclé bebidas que no debía…, pero ha sido tal la alegría que me hizo empinar demasiado el codo.

   -No tienes que pedir perdón, tato, yo también me hubiese cogido una buena cogorza.

   -Quiero recordar que unos chicos te han ayudado a subirme a casa, ¿quiénes eran?

   -Cuca y su hermano Borja. Si no hubiese sido por ellos no habría podido contigo.

   -¡Qué vergüenza, que me hayan visto en ese estado!, ¿qué pensarán tus amigos?

   -Tranquilo, ellos también se cogen curdas como todo hijo de vecino. Ah, he llamado a los papás y les he contado que has aprobado la oposición. No puedes imaginarte lo contentos que se han puesto y los grititos que daba Paca que también estaba pegada al aparato.

   -No les habrás dicho que… -Pilar no le deja proseguir.

   -¿Que estabas cocido?, no. Del pedo ni palabra, por lo demás solo es una anécdota. Les he dicho que no les llamabas porque habías tenido que ir adonde el tribunal a llevar unos papeles. Te lo digo para que no metas la pata cuando cuentes lo de la oposición. Ahora lo primero que vas a hacer es darte una buena ducha, te cambias de ropa y mientras te prepararé lo que papá tomaba de soltero cuando empinaba el codo más de lo debido: un café doble, varios vasos de agua y un plato de panceta y huevos. Según él es el mejor antídoto casero contra la resaca. Yo no lo he probado por lo que no te garantizo el resultado.

   Dos días después los hermanos Carreño llegan a casa. El recibimiento es apoteósico, han colgado guirnaldas y farolillos en el techo y el zaguán está presidido por un cartel que dice: ¡Bienvenido, marino! Es difícil averiguar quién está más contento, si los padres o los hijos. Álvaro está tan emocionado que casi no puede decir palabra, se contenta con estrecharlos uno a uno con toda su fuerza. Pilar, que es la más serena, toma el papel de maestra de ceremonias y se encarga de que los demás vayan apaciguándose para que el primogénito cuente con todo lujo de detalles como discurrió la oposición.

   Esa noche hay cena especial. Paca se ha lucido y ha preparado lo mejor que sabe hacer de la cocina extremeña en tiempos veraniegos. De primero una sopa fría, el ajoblanco, acompañada de uvas y torreznos. De segundo, ha hecho pipirigaña, un plato también refrescante y que en esencia constituye un picadillo de hortalizas, al que ha añadido caballa. De postre, hay bollas de chicharrones que sabe que es uno de los dulces preferidos de Álvaro.

   En la cena, y después en la sobremesa, el primogénito continúa contando como han sido los últimos días de preparación y las sensaciones que experimentó a lo largo de las distintas pruebas. Todos quieren saben más y las preguntas no cesan, hasta que la madre impone una especie de toque de queda.

   -Bueno, ya está bien, no le atosiguéis con más preguntas, tenemos todo el verano por delante para que nos lo cuente.

   -Ah, ¿pero es que no te vas enseguida a la Escuela? –pregunta, sorprendido, Julián.

   -No, ahora voy a tener casi un mes de vacaciones, que bien me las he ganado. El curso en la Escuela no comienza hasta el primero de agosto.

   -Mañana vuestros padres tienen que currar y Álvaro y Pilar estarán cansados del viaje. Es hora de irse a dormir –sugiere la madre.

   -Antes un último brindis por Álvaro –propone Julio y, levantando la copa, exclama-: ¡Bienvenido, marino, eres un orgullo para la familia!

   Los chicos se suben a la planta superior que es donde están las habitaciones, pero continúan sin dejar a su hermano mayor en paz pues aún tienen muchas preguntas que formularle.

   -¿Y cuándo ingreses en la Escuela serás guardiamarina? –pregunta Jesús que se las da de enterado

   -No, durante los dos primeros cursos eres aspirante de marinería. Solamente a partir de tercero es cuando eres guardiamarina.

   -¿Y los guardias civiles y los municipales tendrán que saludarte? –quiere saber Eloísa.

   -No necesariamente, no seré oficial hasta que termine los estudios y haya hecho las prácticas en el buque-escuela que, según me han dicho, no será el actual llamado Nautilus porque lo van a retirar. Están construyendo uno nuevo que no sé cómo se llamará.

   -¿Y vamos a poder ir a verte a esa escuela? –pregunta Concha.

   -Claro. Y ya está bien chicos, que como venga mamá y nos vea a todos aquí nos va a caer la del pulpo. Firmes, media vuelta y todo el mundo a la cama.

   En la alcoba matrimonial, los padres están conversando sobre alguna de las derivadas a tener en cuenta al haber aprobado la oposición el primogénito.

   -Tendremos que reajustar las cuentas a partir del próximo mes –comenta Julia-. Aunque el tío Luis dijo que la estancia en la Escuela corre a cargo de la Marina, algunos gastos tendremos que afrontar.

   -No se tratará de grandes cantidades y es lógico, ten en cuenta que en cuanto ingrese se convertirá en un militar y tendrá que ser la Armada la que cubra sus gastos. Al principio creo que solo tendremos que aprovisionar el dinero que necesite para sus gastos personales y poco más.

   -¿Crees que será feliz en la Marina? –Las madres nunca pierden de vista la vida emocional de sus hijos. De pronto Julia se da cuenta que han tenido un desliz en el recibimiento dispensado a sus dos hijos mayores- ¡Cagondié! –Es el mayor taco que se permite -. Hemos metido la pata, marido, más por omisión que por acción. Nos hemos olvidado de Pilar.

   -¿Qué hemos olvidado? –Julio no sabe a que olvido se refiere Julia.

   -Pues que muchas enhorabuenas para Álvaro, pero no nos hemos acordado que Pilar ha aprobado el primero de Farmacia y encima con unas notazas de la pera. Si no la felicitamos no dirá nada, pero lo va a sentir, a veces parece muy desapegada, pero no lo es tanto como le gusta presumir.

   -Es verdad, con lo de la oposición se nos ha olvidado Pilar. Pero eso tiene arreglo, mañana a primera hora ve a la tienda de Boliches y cómprale un bonito regalo. No repares en el precio.

Cómprale algo para el verano, seguro que se te ocurrirán cosas que le puedan gustar.

   -No creas que Pilar es tan fácil de contentar, desde que está en Madrid se nos ha hecho muy pochola, como dice, y lo que le gusta a ella a mí me parece demasiado moderno y, sobre todo, atrevido. Pero, bueno, algo encontraré. Y les diré a los pequeños que también la feliciten.

   Julio se duerme, pero Julia no lo consigue. El olvido que han tenido con Pilar la ha desvelado. Se levanta procurando no hacer ruido y baja a la cocina a tomarse un vaso de leche caliente que es lo que da a los niños cuando tienen insomnio. Para entretenerse, mientras le llega el sueño, hace un repaso general de la situación escolar de sus hijos. De Álvaro ya no tienen que preocuparse, su vida parece encarrilada aunque solo está en primero de carrera; puede decirse lo mismo de Pilar. Julián, con sus quince años cumplidos, también está encauzado, el próximo curso 25-26 será el último que acuda a la academia Magister y luego comenzará el aprendizaje del oficio de droguero junto a su padre. En cuanto a Jesús cursará el tercero de bachillerato en Cáceres, donde el próximo curso le acompañará Eloísa que hará primero de bachiller. Concha, con sus ocho años, sigue yendo a la escuela del pueblo. Andrés, de seis años, y Ángela, de cinco, también están escolarizados en la ciudad. Finalmente, el benjamín, Froilán, con sus dos años es el que menos guerra da. Antes de que la venza el sueño, todavía tiene un recuerdo para la que fue su maestra y acabó siendo la abuela de sus críos, Pilar Lahoz. Le prometió que haría lo imposible para que todos sus hijos, sin distinciones de sexo, tuvieran estudios y por ahora lo está logrando. No es mal balance por el momento, claro que todavía queda mucha tela que cortar.

   La familia se va a Los Caños de Meco a pasar una quincena junto al mar y el padre, como es habitual, se queda en la ciudad para atender los negocios familiares. Esta vez va a tener un ayudante, Julián que, tras mucho insistir, se ha quedado con él para comenzar su aprendizaje. El chaval está loco de contento, sobre todo porque Julio le ha prometido que le enseñará a conducir.

   Pocos días después de la marcha de la familia a la playa gaditana, en casa de los Carreño se recibe una carta dirigida al Sr. D. Álvaro Carreño Manzano y cuyo remite dice: Escuela Naval Militar. Armada española. San Fernando (Cádiz). La primera reacción de Julio es reenviar la carta a su hijo a Los Caños, luego piensa que quizá contenga algo urgente que tenga que contestarse rápidamente. Puesto que va dirigida a su hijo no se atreve a abrirla; ante la duda pone un telegrama dirigido a su primogénito: Recibida carta Escuela Naval. Stop. La mando o la abro. Stop. Urgente respuesta. La contestación no se hace esperar: Ábrela. Julio coge un abrecartas y rasga el sobre. La carta lleva el membrete de la Escuela, debajo del cual se lee: Comité de Dirección. El encabezamiento reza: Querido amigo y compañero:… El contenido del texto, en síntesis, se limita a felicitar al nuevo aspirante por haber aprobado la oposición, y comunicarle que desde ese momento forma parte de la gran familia de la Marina española, de ahí lo de amigo y compañero. Julio se tranquiliza e inmediatamente le pone otro telegrama a su hijo: Solo es carta felicitación. Stop. No hay más. Stop. Abrazos.

   Estos de la Marina son más cumplidos que un luto, se dice Julio.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 164. El desembarco de Alhucemas

 

viernes, 16 de septiembre de 2022

Libro III. Episodio 162. Un aprobado pedo perdido

 

  Los opositores que están realizando las pruebas para el ingreso en la Escuela Naval están contando cómo les ha ido el examen de problemas de física.

  -Yo he dado una de cal y otra de arena, puedo pasar pero por los pelos –dice uno de los alumnos del CHA que, dirigiéndose a Álvaro, le interpela-. ¿Y a ti cómo te ha ido?

   -Creo que bastante bien, aunque dos problemas me han hecho dudar, pero en conjunto salgo más contento que cuando entré.

   -Bueno, colegas, esto no ha sido más que el aperitivo, mañana nos espera el hueso del análisis matemático que suele ser donde más pincha el personal. Y vosotros no sé, pero mi menda se va a tomar unos vinos a ver si me levantan la moral.

   Álvaro dice de volverse a casa, pero sus compañeros se lo llevan medio a rastras al paseo de Rosales a tomar unas copichuelas. Cuando llega a casa, Pilar está medio traspuesta porque son cerca de las cuatro de la tarde. La joven se despierta al oír el ruido de la puerta.

   -¿Te ha pasado algo, tato, cómo llegas tan tarde?, ¿cómo te ha salido el examen?, ¿crees qué aprobarás?

   -Por partes, hermanita, no me ha pasado nada. La prueba me ha salido bien y creo que puedo aprobarla sin mayor problema. Y antes de que me hagas más preguntas, ponme la caldereta de cabrito que preparaste que estoy muerto de hambre.

   -Tendré que recalentarla porque se habrá enfriado. Y date una ducha, se te ve sudado.

   Mientras come, Álvaro le cuenta a su hermana el desarrollo de la prueba y cuando acaba añade:

   -Debería ponerle una conferencia a los papás, les prometí que les tendría diariamente al tanto.

   -De eso me encargo yo. Voy a ir al locutorio de Telefónica que hay en Raimundo Fernández Villaverde a llamarles. Y tú cuando termines, recoge la mesa y descabeza una siesta que te vendrá bien con lo que has madrugado.

   En poco menos de media hora Pilar está de vuelta. Álvaro está en la cama, pero despierto.

   -Que pronto has vuelto, te han debido dar la conferencia enseguida –se extraña Álvaro, pues las conferencias telefónicas con provincias suelen demorarse bastante.

   -Como que no he hablado con los papás. Para las conferencias con Plasencia había una demora de más de una hora y no me apetecía perder tanto tiempo. En su lugar les he puesto un telegrama diciéndoles que te ha ido bien. ¿No has podido dormir?

   -No, entre los nervios que he pasado y la calorina que hace no he sido capaz. Voy a repasar el examen de mañana.

   -Tengo una propuesta mejor. La familia de uno de mis compañeros de facu tiene un hotelito con piscina por los Altos del Hipódromo. ¿Por qué no vamos y nos damos un chapuzón? Nos refrescaremos y te distraerás porque habrá más gente.

   -No me apetece mezclarme con gente de un hotel, vete a saber quiénes serán.

   -Sigues siendo un provinciano, tato, en Madrid llaman hotelito a lo que en otras partes llaman chalé o villa; es decir, una vivienda unifamiliar rodeada de un pequeño jardín, y por Los Altos hay muchos. Anda, coge el bañador y vamos. Podemos ir andando, está al otro lado de la Castellana.

   Álvaro duda, debería quedarse a repasar la prueba de mañana, pero la invitación de su hermana le tienta y es lo que termina haciendo.

   -¿Cojo algo más que el bañador y la toalla?

   -Es suficiente, pero deberías cambiarte de calzado, quítate los zapatos y ponte unas zapatillas o las alpargatas, como prefieras.

   -Si me presento con alpargatas van a creer que somos unos menestrales.

   -Eres más cursi que una solterona vieja. ¿Qué nos importa lo que crean los demás? En Madrid el qué dirán no importa tanto como en el pueblo. Además, la mayoría de los que estarán me conocen.

   -Y tú, ¿no coges el traje de baño? –inquiere Álvaro al ver que su hermana solo lleva una toalla.

   -Lo llevo puesto.

   En el hotelito de los Altos hay un grupito de gente joven que reciben a Pilar alegremente. Álvaro se corta porque cuando su hermana le presenta a las chicas y va a darles la mano, estas le plantan dos besos en las mejillas. El grupo se disuelve poco después de las ocho y media y ambos hermanos regresan a casa. Al pasar delante de una tasca, Pilar sugiere que por qué no se toman unos pinchos y así no tendrá que cocinar. En cuanto se sientan, Álvaro reconviene a su hermana.

   -Allí no he querido decirte nada, pero el bañador que llevas es escandaloso, deja al descubierto los brazos y las piernas.

   -Que cuitado eres, hermanito, no sé cuándo te vas a modernizar.

   Los siguientes exámenes discurren de forma parecida al de física. Tanto la prueba de análisis matemático como la de cálculo, las pasa Álvaro sin mayores contratiempos. Solamente la prueba de geometría se le atraganta un poco. Aprobada la parte teórica lo hace también con las pruebas de problemas.

  El lunes 12 de julio, se publica en el cuartel del Infante Don Juan y en el Ministerio de Marina la esperada lista con los aprobados en la oposición para el ingreso en la Escuela Naval Militar de la Armada española. Álvaro no es el número uno de la promoción, como deseaba el tío Luis, pero está entre los top ten, es el octavo de la relación de aprobados. Su alegría es inenarrable, al igual que la de los demás chicos que han pasado. Alegría que contrasta con la tristeza y desilusión de los que no han superado la oposición.   El grupo de aprobados, que se preparaban en el CHA, se van a celebrarlo a uno de los bares que hay en el paseo de Rosales y acaban poniéndose ciegos de cerveza, primero, y de licores después; tanta bebida provoca que los que no son bebedores habituales, como Álvaro, terminen piripis. El pedo que se ha cogido el placentino le lleva a olvidarse de que su hermana le está esperando en el piso de Don Quijote para conocer el resultado de la oposición.    

 Puesto que Álvaro está tardando más de lo normal, Pilar acaba pensando que algo ha debido de ocurrirle y, ni corta ni perezosa, va a buscar a una de sus amigas y juntas se van a localizar a su hermano.  Como sabe que las listas han de colgarse en el tablón de avisos del cuartel del Infante Don Juan, el paseo de Moret es el primer lugar al que se dirigen. Cuando llegan al cuartel en la puerta solo está el plantón de guardia, al que se dirige Pilar.

   -¿Sabes si ha salido la lista de aprobados a la oposición de Marina?

   La respuesta del centinela no es la que la joven pretendía.

   -¡Cabo de guardia!

   A la llamada del soldado aparece un cabo que atiende a ambas jóvenes. Pilar repite la pregunta.

    -Sí, señorita. La pincharon en el tablón de avisos hará algo más de dos horas.

   -¿Puedo ir a verla? Es que un hermano mío se presentaba a la oposición.

   -Claro que sí. Rosendo –llama el cabo y aparece otro soldado-, acompaña a las señoritas dónde el tablón de avisos y estás con ellas hasta que acaben de leer la lista, luego las acompañas de vuelta.

    Pilar ve enseguida el nombre de Álvaro.

   -¡Ha aprobado, lo ha conseguido! ¡Qué grande es mi hermano! Seguro que terminará de almirante. Cuando se enteren en casa tirarán cohetes. Y ahora, ¿dónde ha podido meterse ese merluzo?

   -¿Qué hicimos cuándo aprobamos la física aplicada a farmacia? Ir a corrernos una farra, ¿no? Pues ya puedes suponer que Álvaro estará haciendo lo mismo –deduce Cuca que es la amiga que la acompaña, y dirigiéndose al militar le pregunta-. ¿Sabes dónde hay cerca una zona de tascas y bares?

   -En Rosales hay varios bares pegados unos a otros y también hay alguno al final de la calle Princesa.

   -Gracias, majete –le agradece Cuca que, dirigiéndose a Pilar, sugiere-. Vamos primero a Rosales que está más cerca y si no le encontramos buscaremos en Princesa.

   En el tercer bar que ambas muchachas visitan en Rosales encuentran al grupo del CHA festejando el éxito en la oposición. El que menos está medio achispado y los poco acostumbrados a la bebida están francamente cocidos, y uno de ellos es Álvaro que al ver a su hermana trata de levantarse, algo que solo lo consigue al ayudarle un compañero.

   -Her…mani… ta, Pila…rín, a…pro…bé –balbucea el joven que repite-, he a…pro…ba…do.

   -Ya lo sé. Enhorabuena. Veo que lo estás celebrando con tus amigos. ¿Vosotros también habéis aprobado? –pregunta al resto de la panda.

   -Siii –Es la respuesta que sale de varias bocas-. Ya somos aspirantes, bueno lo seremos en cuanto lleguemos a San Fernando.

   -Oye, Carreño, no nos habías dicho que tienes una hermana tan chachi. Niña, ¿tienes novio o eres plaza vacante? –pregunta uno que, al parecer, todavía no está demasiado ebrio.

   Pilar ni se molesta en contestar, sino que vuelve a dirigirse a su hermano.

   -Álvaro, he venido para llevarte a casa, tienes que dormir la mona.

   - Si, Pi…lar, a…pro…bé –reitera Álvaro, que ha vuelto a desplomarse en la silla.

   -En las condiciones en las que está va a ser imposible llevarlo a casa –apunta Cuca-. Déjame que llame a mi hermano Borja, le diré que pida el sedán a papá y que venga a recogernos –la joven sin esperar la respuesta de Pilar entra en la zona acristalada del bar y pregunta al camarero de la barra-. ¿Puedo llamar por teléfono?

   -No será una conferencia.

   -No, es un número de Madrid.

   -Ahí lo tiene.

   Unos cuarenta minutos después aparece el hermano de Cuca con un vistoso automóvil de turismo de cuatro puertas, con cubierta fija y maletero independiente. Entre ambos hermanos y Pilar meten como pueden en el coche al semiinconsciente Álvaro. El mayor problema lo tienen cuando lo suben al piso de Don Quijote. Es una tercera planta y la escalera es bastante estrecha, por lo que se las ven y se las desean para subirlo. Lo meten en la cama y Pilar le quita los zapatos y la chaqueta, no puede quitarle más prendas porque Álvaro se ha quedado enseguida roque.

   -¿Quieres que me quede a hacerte compañía mientras duerme la mona? –sugiere Cuca.

   -No, podéis marcharos y gracias por vuestra ayuda.

   En cuanto Cuca y Borja se van, Pilar se dirige al locutorio de la Telefónica en la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Ha de llamar a sus padres para contarles la gran noticia, Álvaro ya es marino.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 163. Querido amigo y compañero

viernes, 9 de septiembre de 2022

Libro III. Episodio 161. Si quieren preguntar, levanten la mano

   La prueba de idiomas para el ingreso en la Escuela Naval, a escoger entre inglés, francés y alemán, consiste en la traducción al español de un texto de la lengua elegida. A los que, como Álvaro, han elegido el inglés les ponen un fragmento de Moby Dick​, la conocida novela de Herman Melville. Da la casualidad de que Carreño ha leído la obra y, aunque lo hizo en su versión española, el conocerla le ayuda lo suficiente para elaborar una traducción bastante aseada. En la propia aula, el tribunal informa a los opositores que ya se ha fijado en el tablón de avisos del cuartel las fechas de las siguientes pruebas sobre los conocimientos teóricos y problemas de física, análisis  matemático, geometría y cálculo: comenzarán el lunes de la siguiente semana, 29 de junio, y se desarrollarán en cuatro sesiones, una por cada materia. Es la prueba más temida ya que arroja el mayor número de suspendidos, pero no debería ser el caso de Álvaro al que el año que cursó exactas le está viniendo muy bien.

   -Quien te lo iba a decir que el curso que hiciste en Sevilla te iba a servir tanto. Con la de pestes que echabas –comenta Pilar.

   -Tienes razón. Como diría la abuela Pilar no hay mal que por bien no venga. Bueno, tengo por delante cuatro días para seguir empollando. Ah, se me olvidaba –Álvaro estrecha a su hermana entre sus brazos y le planta dos sonoros besos-, enhorabuena, hermanita, un pajarito me ha soplado que has aprobado el primer curso con unas notazas de campeonato. ¿Cuándo pensabas decírmelo?

   -Cuándo acabaras la oposición, para no distraerte.

   -Supongo que querrás irte al pueblo inmediatamente.

   -Pues no, pienso quedarme en Madrid hasta que termines. Anteayer hablé por conferencia con mamá y le conté que era mejor quedarme a tu lado para darte apoyo moral. Estuvo de acuerdo. Por tanto, tendrás que aguantarme hasta que todo este rollo termine.

   -Gracias, hermanita, con la primera paga que cobre te pienso regalar lo más pocholo que encuentre. Y como supongo que conocerás boticarios, ¿me puedes conseguir unas pastillas de esas que quitan el sueño?, así podré estudiar más horas.  

   -Ni se te ocurra tomar estimulantes, es lo peor que podrías hacer. Es cierto que existe una nueva droga llamada anfetamina que algunos ejércitos, como el norteamericano, usan para combatir la fatiga de combate, pero en España no es fácil encontrarla y, además, no están estudiados sus efectos secundarios. Mi profesor de Química Analítica, hablando un día de los estimulantes, nos dijo que era preferible unas horas más de sueño y reposo que cualquier droga. Por tanto, aplícate el cuento. Estudia, pero descansa y duerme todo el tiempo que el cuerpo te pida. Por cierto, te he preparado una caldereta de cabrito, al estilo del que guisa Paca, que te vas a chupar los dedos.

   La semana pasa en un abrir y cerrar de ojos y el lunes 29 amanece. Hace un sol radiante propio de finales de junio y Álvaro se ha enfundado un traje de lino de dos piezas. Pilar le mira de arriba a abajo para darle su visto bueno.

   -Quítate esa corbata, no combina con el traje, demasiados colorines. Te voy a elegir otra –Pilar revuelve en el armario ropero de su hermano hasta que encuentra la corbata que cuadra con el traje. Tras ponérsela, le pregunta-. ¿Quieres que te acompañe?

   -Gracias, hermanita, pero no. Mejor que te quedes y me prepares un almuerzo apetitoso porque voy a venir con un hambre de lobo.

   Álvaro va andando hasta la esquina de Raimundo Fernández Villaverde con la Castellana, donde ha quedado que le recogerá el padre de su compañero Andrade que lleva a su hijo y sus amigos a las pruebas. En la puerta del cuartel del Infante don Juan hay un nutrido grupo de opositores esperando que se les permita el acceso. Álvaro calcula a ojo de buen cubero el grupo, cuando termina el recuento se dice que han suspendido pocos en las pruebas anteriores porque, de cerca de los doscientos y poco que firmaron la oposición, todavía deben quedar unos ciento ochenta. Dado que la convocatoria de este año oferta 67 plazas, significa que todavía deben de suspender algo más de ciento diez. Eso si no ocurre lo que en alguna convocatoria –contadas- en la que el tribunal de turno aprobó menos opositores que el número de plazas convocadas.

   Unos 15 minutos antes de las 9 se abren las puertas del cuartel y los opositores al ingreso en la Escuela Naval pueden acceder a su interior. Delante de la puerta de la dependencia donde van a examinarse, hoy toca teoría de la física, está el secretario del tribunal que vocea:

   -Caballeros, acérquense, por favor –Cuando los opositores se arremolinan a su alrededor, prosigue-. A medida que vaya leyendo sus nombres, que lo haré por orden alfabético de apellidos, vayan entrando en la sala. Los vocales les indicarán donde deben sentarse. Tengan preparadas sus cédulas personales o el pasaporte para su identificación. ¿Alguna pregunta? –Ante el silencio de los jóvenes, que aguardan expectantes, inicia la enumeración-. Ábalos Moreno, José Vicente; Andrade Beamonte, Santiago… -Y va desgranando apellidos hasta que grita-.Carreño Manzano, Álvaro.

   El placentino, con su cédula personal en la mano, entra en la sala amueblada con unos bancos corridos y sus correspondientes pupitres. Uno de los vocales del tribunal, tras comprobar su cédula, le indica donde debe colocarse. Los opositores están separados como unos tres metros entre sí y ubicados al tresbolillo, como si fueran una plantación de ciruelos. En el fondo de la sala hay una mesa alargada en la que charlan tranquilamente el presidente y el vicepresidente. Todos los miembros del tribunal van debidamente uniformados, pero sin lucir condecoraciones. Dos de los compañeros del CHA, que están situados cerca, le miran y le guiñan el ojo, guiño que es correspondido por el joven que esboza una sonrisa en la que se mezclan la expectación y el temor. Cuando todos los opositores están debidamente ubicados, el secretario reclama silencio.

   -¡Atención, silencio!, les va a hablar el presidente del tribunal, capitán de navío D. Jorge Villavicencio de Cominges.

   El presidente se levanta, tiene el gesto adusto en un semblante sereno y, tras carraspear para aclararse la garganta, comienza su discurso.

   -Caballeros, se puede decir que hasta hoy, en lo referente a la oposición, han navegado ustedes con marejadilla, cuando se forman olas cortas aunque bien marcadas y comienzan a romper las crestas formando una espuma de aspecto vidrioso, pero a partir de ahora lo harán con mar gruesa, cuando se forman olas altas, las zonas de espuma blanca cubren una gran superficie y al romperse producen un ruido sordo. Con un mar así hay que aferrarse a la caña y saber sacar partido del aparejo. Es lo que les deseo, que tengan buena singladura y una feliz arribada a puerto. Ahora el secretario les dará las últimas instrucciones.

   Tras la parrafada del presidente, le toca turno al secretario, un joven teniente de navío que luce un bigotillo deshilachado.

   -Cada uno de ustedes tiene seis folios delante. Si no fueran suficientes, levanten la mano y se les facilitarán los que necesiten. Si quieren preguntar algo levanten también la mano. Huelga decirlo, porque presuponemos que son unos caballeros, pero si se cogiera a algún opositor copiando o pasando respuestas a un compañero será inmediatamente expulsado y el hecho constará en su expediente. Van a tener ustedes tres horas para contestar las preguntas que voy a leerles. ¿Alguna pregunta, alguna duda?

   Una mano se levanta.

   -Dígame.

   -¿Y si necesitamos ir al baño?

   -Levanten la mano y un vocal les acompañará a las letrinas. ¿Alguna otra pregunta? –Ante el silencio, el secretario coge un par de folios de encima de la mesa-. Vayan tomando nota, procuraré leer lentamente para que todos puedan copiarlo -y comienza a leer los ítems que conforman el examen de teoría de la física.

   Álvaro, por consejo del tío Luis, se quita el reloj de muñeca, que le regalaron sus padres cuando acabó el bachillerato, y lo pone a las doce, así controlará mejor el tiempo. En un primer vistazo juzga que conoce la mayoría de respuestas a las preguntas planteadas, lo que le da gran tranquilidad. Sus dos cursos de preparación en el CHA, más el año de matemáticas que cursó en la Universidad de Sevilla parece que van a dar fruto. El examen, como anticipó desde el primer momento, está discurriendo plácidamente para Álvaro, únicamente se ha topado con un par de ítems que le han dado más guerra de la que preveía, pero ha terminado contestándolos todos, cree que correctamente. Cuando finaliza, y antes de entregar su examen, echa un vistazo a su alrededor y encuentra de todo: la mayoría de sus coyunturales compañeros están absortos intentando responder a los ítems de la prueba, a otros se les ve con la cabeza entre las manos como si fueran incapaces de contestar debidamente, hasta hay algunos con los ojos cerrados como si trataran de recordar algún teorema o postulado, y también ve que hay unos pocos que, como él, parece que han terminado y están haciendo tiempo para entregar sus exámenes. Recuerda el consejo del tío Luis: no seas el primero en entregar tu examen, tampoco el último. Por lo que no se levanta y espera que haya alguien que se le adelante.

   A medida que los opositores van entregando sus exámenes, salen de la sala y se quedan en uno de los patios comentando la prueba que acaban de pasar. Se oyen comentarios para todos los gustos.

   -¡Joder, vaya putada de examen!, si lo paso será un milagro. Me tendré que encomendar a la Virgen del Carmen, patrona de la gente de mar.

   -Pues a mí me ha parecido tirado, mucho más fácil de lo que me habían dicho que suele ser.

   -No he visto a nadie levantar la mano, ¿y vosotros? -pregunta el inevitable cotilla.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 162. Un aprobado pedo perdido