"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 28 de julio de 2017

11. Haciendo el equipaje para la playa



   Ponte está con la vista puesta en la maleta abierta que tiene encima de la cama mientras está pensando que parece mentira que a su edad todavía se arme un lío cuando se trata de hacer el equipaje. Siempre termina guardando prendas que luego no se pone y luego echa a faltar otras que debería haber empacado. En momentos así es cuando más echa de menos a su mujer que era la que se encargaba de hacer las maletas. Tendrá que esperar a que llegue Felisa, su asistenta, para que le eche una mano. Cuando encuentra los bañadores que buscaba se da cuenta de lo anticuado que ha quedado su vestuario, a buen seguro que esos Meybas del año de Marco Polo ya no los lleva nadie. Tendrá que acercarse al Corte Inglés y comprar algo que esté de moda.
-Aunque uno sea viejo tampoco es cuestión de hacer el ridículo –dice en voz alta.
   A Grandal le pasa con el equipaje todo lo contrario que a Ponte, es muy resolutivo haciendo las maletas, pero tampoco está muy al día de las últimas tendencias de la moda, por eso cuando llega Chelo y ve lo que ha guardado en la maleta se la vacía y vuelve a reordenarla. Le ha comprado unos conjuntos playeros que al excomisario le parecen escandalosamente juveniles, pero que la mujer le asegura que, además de que le sientan muy bien, estará muy cómodo con ellos y nadie le va a mirar como si fuera un bicho raro por ir vestido como hace veinte años.
   Álvarez y Ballarín tienen el problema del equipaje resuelto, están felizmente casados por lo que son sus esposas quienes se encargan de las maletas. El exferretero, que es más dado a la introspección que el exempleado del Canal de Isabel II, está convencido que a la mayoría de los españoles de su generación les pasa lo mismo que a él: el asunto de los equipajes es una de tantas actividades que los varones hispanos de más de sesenta años siempre han considerado que entra dentro del rol que desempeña la mujer en el matrimonio.
-Les tengo que preguntar a los chicos –dice refiriéndose a sus hijos varones– si a ellos les pasa lo mismo, que les tienen que hacer las maletas.
   A Curro Salazar, el fugitivo que ya está refugiado en Torrenostra, le pasaba algo parecido mientras vivió con su esposa, era ella la que se encargaba de prepararle la maleta cada vez que por motivo de sus tareas sindicales tenía que efectuar algún desplazamiento. Cuando se fue de la casa familiar, en el menester del equipaje la esposa fue sustituida por la amante, nada cambió. Desde que se ha convertido en un huido la situación ha cambiado radicalmente. Ahora no tiene nadie que le haga la maleta, ha tenido que aprender a hacérsela y hay que ver lo rápido que ha sido el aprendizaje. Hace el equipaje en un visto y no visto.
   Otra vivencia que sus andares como fugitivo le han enseñado a Curro es que cuando se está en tierra extraña una de las primeras acciones que hay que llevar a cabo es reconocer el terreno que se pisa. Se impone, pues, explorar el entorno de lo que va a ser su nuevo refugio durante no sabe cuánto tiempo, aunque por las confusas explicaciones que le ha ofrecido la patrona del hostal ha intuido que en invierno tendrá que buscarse un nuevo alojamiento. Ha empezado por inspeccionar lo que tiene más cerca: el barrio marítimo de Torrenostra. No ha invertido mucho tiempo pues el caserío no es demasiado extenso, solo hay dos filas de edificios paralelos a la costa más algunos conjuntos de casas en tercera y cuarta fila. En la oficina municipal de información, que responde al aparatoso nombre de Tourist Info Torreblanca Playa, la amable empleada que le atiende le ha facilitado algunos folletos informativos del pueblo y de otras comarcas de la provincia, así como sendos planos de Torreblanca y Torrenostra. De esta última comprueba que cuenta con dos calles principales paralelas a la playa, la de San Juan al sur y la Avenida Alcalde Benito Bayarri al norte, otras dos en la parte posterior de las anteriores, Cervantes y Blasco Ibáñez y otras dos en tercera fila, Avenida Castellón y Avenida Cap i Corp. Y luego una serie de cortas calles transversales que cruzan las anteriores. Algo que le ha llamado la atención ha sido que los rótulos están escritos en valenciano, así las calles son carrers y las avenidas avingudas. Detrás del núcleo anterior y principal existen varias urbanizaciones, unas con mejor facha que otras, pero que en conjunto no llegan a constituir una masa crítica lo suficientemente densa para que Torrenostra pueda ser considerada una meca del turismo. A ello se suma que en la zona norte junto a varios bloques terminados de apartamentos hay otros a medio construir que le hacen decir a Curro:
-A estos los pilló la puta crisis y así se han quedado, a medio vestir.
  Tras haber explorado el caserío marítimo, Curro hace un primer recorrido por Torreblanca. Comprueba que es el clásico pueblo levantino, cuya base económica es o fue la agricultura, con edificios de dos y tres plantas en su mayoría casi todos bastante estrechos. La construcción de mayor porte es la iglesia parroquial sita en el mismo centro de la localidad. Por el oeste del pueblo pasa la nacional 340 y por el este el ferrocarril. Es bastante llano salvo un pequeño promontorio que linda con la 340  y que remata una ermita que según el folleto está consagrada al Cristo del Calvario. No hay mucho ajetreo por las calles, quizá por el fuerte calor que hace, algunos grados más que en la playa. Por el momento, le basta con esa primera visita. Parece que no hay mucho más que ver. Comienza a sospechar que se va a aburrir tanto como en Portugal.
-Desde luego, esto de ser un fugitivo tiene mala follá –se dice.
   Otro ardid que la experiencia de fugitivo le ha enseñado es que para detectar la clase de personas que viven o visitan un lugar un método tan simple como eficaz es ver la procedencia de la prensa que se vende. En el pueblo ha visitado los dos establecimientos que venden periódicos y no ha encontrado ninguno que procediera de Andalucía. En la playa solo hay un único puesto de periódicos y que es la típica tienda en que se vende de todo un poco, especialmente artículos playeros. Para su tranquilidad encuentra diarios de Valencia, Madrid, Barcelona, Bilbao, Pamplona y Castellón, pero no ve cabecera alguna de ninguna de las ocho provincias andaluzas. Piensa que ello en buena medida es lógico.
-Con la cantidad de kilómetros de costa que tenemos los andaluses a qué diablos van a venir mis paisanos a veranear a este rincón perdido –dice en voz alta-. Bueno, mejor que no haya paisanos. Alguno podría reconoserme.
   Los ratos después del almuerzo son en los que más se aburre Curro. Nunca fue partidario de las siestas, pese a la mala fama que tienen los andaluces de que les encanta echarse a la bartola tras la comida de mediodía. Lo que suele hacer es leer la prensa, pero en la mayoría de periódicos priman las noticias regionales y locales, ¡y qué diablos le importa lo que ocurra en Vitoria, Pamplona o Valencia! A ello se añade que nunca fue un apasionado lector, ni de prensa ni de literatura de ningún tipo, por lo que la lectura de los periódicos le dura un suspiro. No ha vuelto a acercarse a la tertulia en la que suele hablarse de política, mejor es no tentar al diablo. Al final lo que ha hecho ha sido arrimarse a la mesa donde juegan al dominó. En plan muy educado, antes de sentarse a mirar ha pedido permiso, sabe por propia experiencia que hay jugadores que soportan mal a los mirones.
-¿Les molesta que mire?
-De ninguna manera –responde uno de los jugadores aunque precisa-, ahora, eso sí, aquí decimos que los mirones callan e invitan a tabaco.
-Callao como si no tuviera lengua y en lo de invitar a tabaco, espero que les guste el que fumo –y saca una cajetilla de pitillos de la que solo se sirve el que le ha contestado. Los otros tres declinan la invitación.
-Gracias, no gasto.
-Lo dejé hace años.    
-Me lo tiene prohibido el médico.
   A Curro le ha bastado ver un par de partidas para comprobar que de los cuatro jugadores solo el fumador sabe lo que se lleva entre manos, lo demás son rematadamente malos.
-Curro, no vas a aprender más de lo que sabes mirando a estos palurdos -se dice.
   El segundo día que está de mirón, uno del cuarteto se marcha después de la segunda partida. El fumador, a quien Curro ha seguido invitando a tabaco pues ya ha visto que es un gorrón, le propone:
-Supongo que sabe jugar, ¿quiere acompañarnos?
-Hombre, no estoy a la altura de ustedes, pero mientras llega su compañero…
-No se preocupe, Silvanio ya no volverá. Su mujer está algo impedida y los días en que su asistenta se va a las cinco, tiene que irse antes.
   Bueno, piensa Curro, mis primeros contactos. Al menos aquí podré jugar al dominó. No todo va a ser malo.

PD. Hasta el próximo viernes

viernes, 21 de julio de 2017

10. La tragedia de las dos Españas



   El lunes, veintisiete de junio, tal como habían quedado, los cuatro jubilados se reúnen por la tarde en casa de Grandal. Presentan sus respetos a Chelo como si fuera la señora de la casa pues si no lo es de iure si de facto, al menos los lunes, y luego alrededor de la mesa del comedorcito se disponen a comentar el resultado electoral del día anterior. Quedaron en que cada uno traería un periódico para ver qué dice lo que se conoce como la opinión publicada.
-A ver, Amadeo, tú has traído El País, ¿no?, pues adelante –le insta Grandal.
   Ballarín engola la voz y lee los titulares de portada:
-A cinco columnas, el titular es “El PP se refuerza y el bloque de izquierdas pierde terreno”. Y debajo lleva un gráfico de cómo ha quedado el parlamento: 137 diputados el PP, 85 el PSOE, 75 Unidos Podemos y 32 Ciudadanos. Y luego el puñado de escaños que sacan los partidos nacionalistas catalanes y vascos.
-Luis, a ver qué cuenta El Mundo.
-Primero trae dos gráficos con los datos de escaños nacionales y por provincias. Su titular principal, también a cinco columnas, es muy diferente del que acaba de leer Amadeo. Dice: Rajoy quiere gobernar con Pedro Sánchez.
-¿Y eso qué es, una noticia, un rumor o un deseo? –pregunta Ponte.                    
-Vete a saber –responde Ballarín.
-Hombre, si ese titular se confirmara no sería mala noticia. Una grosse koalition, al estilo de lo que hacen los alemanes, no le vendría nada mal al país. Sería la mejor manera de poner en su sitio, de una vez por todas, a los nacionalistas catalanes y vascos que siguen empeñados en romper una nación que tiene más de quinientos años de historia –opina Grandal.
-Bueno –es el turno de Ponte-, ahora me toca a mí y al ABC. Su portada gráfica trae una foto del presidente del PP con su esposa saludando a los seguidores que le jalean y el titular principal es: España quiere que gobierne Rajoy.
-Ya sabemos lo que cuenta y hasta lo que opina la prensa, ahora viene el turno de uno que no ha votado –apunta Grandal-. Si sumáis los resultados veréis que España sigue partida en dos, por un lado las derechas, por otro las izquierdas. PP más Ciudadanos suman ciento sesenta y nueve diputados. PSOE y Podemos Unidos cuentan con ciento cincuenta y seis, a lo que habría que añadir los diputados nacionalistas que se declaran de izquierdas. Este panorama me recuerda aquella especie de maldición que versificó el poeta:
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Cien años después de que Machado escribiera el poema seguimos con la tragedia de las dos Españas
-Y lo que te rondaré, morena –remacha Ponte que puntualiza-. Otro que tampoco ha votado piensa que dado el resultado habrá que hacer coaliciones, ¿pero cuáles?: ¿el PP más PSOE?, ¿el PP más Ciudadanos, más un tercer partido?, ¿el PSOE, más Podemos, más otro partido?
-También podría gobernar un solo partido en minoría –comenta Ballarín.
-Eso solo lo podría hacer el PP que es, con diferencia, el partido que ha sacado más votos y escaños –puntualiza Álvarez.
-En resumen, que estamos más o menos como estábamos en la elección de diciembre del dos mil quince –resume Grandal-. Podríamos decir aquello de que para este viaje no hacían falta alforjas. Nuestros políticos se han pasado medio año mareando la perdiz sin ser capaz de pactar entre ellos y los ciudadanos han tenido que ir a las urnas dos veces. Todo ello para volver a estar como antes. Desde luego, a estos politicastros que tenemos habría que mandarlos a picar piedra porque no creo que sirvan para mucho más.
   Lejos de Madrid, Curro Salazar, que ya está en Torrenostra, ha seguido el desarrollo electoral con mucho mayor interés que el cuarteto de jubilados. Tiene motivos, ha sido un sindicalista politizado y sigue teniendo muchos conocidos en las listas electorales que el PSOE, su partido, presentó por las provincias andaluzas. En la terraza del hostal donde se hospeda después del almuerzo se suelen formar dos tertulias. En una juegan al dominó y ha estado tentado en acercarse, pero no le ha parecido oportuno, piensa que ya tendrá tiempo para ello. En la segunda tertulia, que está al lado de su mesa, se habla del tema del día: el resultado electoral. No entiende casi nada de lo que dicen porque los tertulianos, todo gente mayor, hablan en valenciano. Vaya broma se dice, me voy de Portugal porque no les entendía y con lo grande que es España aterrizo en un lugar donde tampoco los entiendo. Es que no doy una a derechas. En ese momento, a la tertulia política se le suman dos nuevos miembros y, ¡oh sorpresa!, los integrantes dejan de hablar en valenciano y pasan al castellano aunque alguno de ellos le arrea cada zapatazo al diccionario de la RAE que tiembla el misterio. Uno de los recién llegados, alto, dotado de una prominente nariz y con el pelo encanecido está sentando cátedra sobre el resultado electoral.
-Han ganado los que tenían que ganar, pero sin sacar los diputados que tendrían que haber sacado. El PP es el único partido que puede conseguir que España salga de la crisis. Todos esos que se llaman a sí mismo progresistas no conseguirán más que aumente el paro, que se incremente la deuda pública y que vascos y catalanes sigan en sus trece de dividir el país –Sus argumentos pueden resultar peregrinos, pero nadie parece llevarle la contraria.
   El desconocido continúa desgranando las bondades del PP y despotricando sobre las funestas consecuencias que afectarán al país como los partidos de izquierdas logren formar un gobierno de ese signo. Hasta que llega un momento en que Curro, desoyendo a su otro yo que le susurra que no se meta en camisa de once varas, se levanta de su mesa y se sienta en una de las sillas vacías de la tertulia para dar su opinión sobre lo que deberían hacer los partidos políticos tras el resultado electoral, pero antes de que pueda hablar, otro de los tertulianos dueño de una potente voz de bajo echa su cuarto a espadas:
-Discrepo frontalmente de la opinión de Miguel. Es cierto que el PP ha logrado la mayoría minoritaria de diputados, pero si se suman a todos los partidos de izquierdas estos han sacado más votos y más diputados que los de la derecha porque la mayoría social de este país sigue siendo de izquierdas, digan lo que digan los periódicos y los paniaguados de la tele. Y como la mayoría de la gente es progresista, el que gobierne debe ser un partido de progreso, como ocurre aquí. Porque a ver: ¿quién manda en este pueblo?, pues una coalición de partidos progresistas como son el PSOE y Compromís.
-Te has olvidado de los concejales expulsados de Ciudadanos y que también se han unido a la coalición. ¿Esos también son progresistas? –pregunta un tertuliano.
   El partidario de los populares parece que no se ha tomado a mal que se le lleve la contraria porque con tono pausado y cortésmente pregunta:
-Entonces, Alberto, según tú, ¿qué debería ocurrir después del resultado de ayer?
-Lo que tienen que hacer ahora los partidos es un pacto de progreso para que no sigan mandando los amigos de los capitalistas sino los de los trabajadores. Porque vamos a ver, ¿cuántos capitalistas hay aquí? Que yo sepa, ninguno. En cambio, ¿cuántos trabajadores?
Lo somos todos o, al menos, lo hemos sido –matiza al ver que la mayoría de los contertulios deben haber alcanzado la edad de la jubilación-. O sea, que como los que curramos somos más nos deben gobernar los que nos representan.
-Oye Alberto –pregunta uno de los oyentes con un cerrado acento valenciano-, ¿y quiénes son los que nos representan?
-Eso es tan claro como el agua clara. Los que nos representan son los partidos de la clase obrera. En cabeza el PSOE al que debe juntarse Unidos Podemos.
-Pero con eso no se llega a la mayoría absoluta –objeta alguien.
-Lo sé, pero seguro que los socialistas convencerán a Ciudadanos para que también se una al pacto de progreso y entonces habrá ochenta y cinco diputados socialistas, setenta y uno de Podemos, más treinta dos de Ciudadanos, lo que suman ciento ochenta y nueve votos, muchos más de la mayoría absoluta que son ciento setenta y seis. Ese ha de ser el nuevo gobierno que el país necesita.
-¡Sí, señor, bien dicho! –exclama uno de los oyentes que se ha enardecido con las explicaciones del llamado Alberto.
   Es oír que jalean al que parece ser de su cuerda cuando Curro comprende que menuda metedura de pata si llega a intervenir, ese no es el papel de un fugitivo. Si pretende pasar desapercibido en su nuevo refugio tendrá que reprimir sus impulsos. En ese momento, alguien que debe estar cansado del tema político le da una larga cambiada a la conversación echando mano de un tema que siempre triunfa en las tertulias de los varones españoles.
-Hablando de otro tema más interesante, ¿vosotros creéis que el Barcelona ha merecido ganar la liga?

PD. Hasta el próximo viernes

viernes, 14 de julio de 2017

Capítulo 3. En la Costa de Azahar.- 9. Fin de trayecto… por ahora



   Lo de la Costa de Azahar que encontró en internet le gustó a Curro, más que nada por el parecido del nombre con el de su pueblo, Zahara. Tecleó información turística y alojamiento en Torrenostra, que era la población más cercana al Parque Natural de Cabanes-Torreblanca, y le salió un aviso que decía: this account has been suspended. Su casi nulo conocimiento del inglés no le sirvió para saber qué decía el aviso, tuvo que recurrir a la traducción de Google: esta cuenta ha sido suspendida. Noticia que le dio mala espina.
-Pues igual es que no hay na de lo que desía la otra web –se dijo.
   Abrió otra página que se titulaba Hoteles Torrenostra. Cuál no sería su sorpresa cuando se topó con un montón de establecimientos hoteleros, algunos con muy buena pinta, pero que estaban ubicados en la playa de Alcosebre, Alcoceber o Alcossebre, que con esas tres grafías denominaban a la población que estaba al norte de Torrenostra y que resultó ser el barrio marítimo de Alcalá de Chivert, pueblo limítrofe con Torreblanca. Al leer más información desechó el sitio, al parecer era otro importante destino turístico de la Costa de Azahar.
   Estuvo abriendo y cerrando páginas hasta que en una web de Tripadvisor encontró un establecimiento llamado Los Prados Hostal, Torreblanca, Castellón y además se indicaba su dirección: Avenida Rey Juan Carlos, Torrenostra. Eso era lo que buscaba, pero la página no daba mucha más información aparte de alguna foto. Si le gustó lo que decía sobre el tipo de viajeros que frecuentaban el establecimiento: casi todos eran familias y parejas, un par de personas solas y nadie por negocios. Tecleo Hostal Los Prados y se abrió una web en cuya introducción se decía: El Hostal Los Prados, el único en la playa de Torrenostra, está situado en primera línea de playa a las faldas del mar. Ofrecemos un trato amable y familiar para que disfrute de unas vacaciones agradables. Por otra parte, nuestro restaurante les brinda una gran variedad gastronómica y la oportunidad de disfrutar de su cena o desayuno mirando al mar. Y a continuación venía una relación de los servicios. Pinchó en la web y las fotos que vio le gustaron, parecía un sitio tranquilo, justo lo que buscaba. Puso el ratón en habitaciones, el hostal contaba con veintidós, las había individuales, dobles con balcón o sin él, lo que le provocó una sonrisa, y cuádruples. La pequeñez del establecimiento fue lo que le decidió, pero antes había que consultar los precios, que parné tenía pero tampoco era cuestión gastarlo a lo loco. En temporada alta, que se reducía a julio y agosto, la habitación individual con pensión completa costaba setenta y cinco euros. En temporada baja, diez menos.
-Algo más caro que en Alvito y en Tavira –se dijo-, pero en todo caso voy a llamar.
   En cuanto le contó a la persona que le cogió el teléfono que, si el sitio le gustaba, pensaba estar unos meses, todo fueron facilidades: que le ofrecían una habitación con balcón y vistas al mar, que si se quedaba más de dos meses se podía renegociar el precio especialmente el de la temporada baja. Cuando le indicaron que para confirmar la reserva debería abonar un depósito del cincuenta por ciento del total y le pidieron la tarjeta de crédito, contestó que no era partidario del dinero de plástico, que prefería pagar en cash, pero que si le daban un número de cuenta les transferiría la cantidad a determinar. La respuesta que recibió fue toda una muestra no sabía si de  falta de profesionalidad o de trato familiar como decía la publicidad.
-Sin problemas, don Francisco –fue lo que le contestó la mujer que se reveló como la directora del hostal-. Solo por su forma de hablar se nota que es usted persona seria, de las que cumple sus compromisos. No es necesario que envíe ninguna cantidad a cuenta. Su habitación queda reservada a partir del uno de julio. Le esperamos.
-Bueno, Curro –se dijo-, tú te vas pa´llá y si no te gusta lo que ves, pues abur y media vuelta.
   Antes de irse definitivamente de Tavira ha estado sopesando en si pasar o no por Sevilla. Tendría que recoger algunos objetos personales que había echado de menos en su periplo portugués y sobre todo tenía que reponer dinero, el que se llevó cuando se fue casi se le había agotado. Seguía pagando todo a tocateja, nada de cheques, tarjetas y demás medios bancarios que dejan más huellas que un vaquero cojo. La imperiosa necesidad de reponer el moni gastado es lo que le empuja a pasar por la capital andaluza. Lo hace con mucho sigilo y dejándose ver lo menos posible, pero Sevilla no es una ciudad tan grande como para que no se puedan producir encuentros fortuitos. Y ese es el caso. En un solitario callejón del castizo barrio de Triana se topa, cara a cara, con Francisco José, el mayor de sus hijos, veinticinco años cumplidos. Y el saludo no ha sido cordial precisamente.
-¡Coño, el hijo de la gran puta de mi papa!, si creíamos que la habías espichao porque hase mucho que nadie sabe de ti.
-¿Cómo está tu madre? –es lo único que se le ocurre preguntar a Curro que prefiere no enzarzarse con su primogénito.
-Cómo va a estar, jodía, pero a la ves contenta, porque nos cuentan que de la trena que te va a salir de lo del juisio del ERE no te va a salvar ni Jesús del Gran Poder.
-Bueno, tengo prisa, hasta más ver.
   Cuando Curro intenta proseguir su rumbo, su hijo le retiene por el brazo.
-Espera un minutito, cacho cabrón. Por ahí también disen que tienes pasta como para empapelar la Giralda. Te podías acordar de tu mujer y tus hijos que están pasando muchas fatigas desde que nos dejaste tiraos como a perros sarnosos.
-Ya os paso la pensión que señaló el jusgado –se justifica Curro.
-Pero la vida sube cada año y la pensión no. En lugar de gastarte el dinero en putas como la Rosío tendrías que acordarte más de los que, te guste o no, llevan tu sangre.
-Tengo prisa –repite Curro y hace la intención de continuar su camino.
-Mala puñalá te den, hijo de Satanás. No sé si sabes que las malas lenguas, o más bien buenas, disen que hay gente en Sevilla dispuesta a pasaportarte. Si por mí fuera, les ayudaría con mucho gusto. Ojalá la endiñes pronto, mal nasio.
   A Curro el áspero diálogo mantenido con su hijo mayor le deja mal cuerpo. No es tan insensible como supone su primogénito el cual, para mayor pena suya, se le parece como una gota de agua a otra. En aquel mismo momento decide marcharse de la ciudad, ya. Ni siquiera irá a ver a su amante como había pensado. Coge sus bártulos, sus buenos fajos de billetes y se pone en marcha hacia la Costa de Azahar. Piensa alquilar un coche, el que alquiló en Portugal lo dejó al volverse a España, pero tras meditarlo decide hacerlo en Madrid, alquilarlo en Sevilla sería dejar un rastro para aquellos sevillanos que parece que le buscan las vueltas.
   El viaje lo hace por etapas. Desde Sevilla a Madrid en AVE, viaje que le permite hacer las paces con el ferrocarril del que guarda un mal recuerdo de cuando en su niñez hizo un viaje  con su madre hasta Barcelona y que resultó interminable. En la capital del país está un par de días. Una de las gestiones que lleva a cabo es alquilar un coche. Como en Portugal, alquila un vehículo cómodo pero que no llame la atención. Termina contratando un Seat León de color blanco con dos puertas con el que se desplaza hasta Valencia. Puesto que en Madrid ya tuvo problemas con su falta de documentación, solo sigue enseñando su falso carnet de conducir, opta por no quedarse en la ciudad del Turia y continua viaje. El tránsito, primero por la A-3, la autovía de Valencia, y luego por la AP-7, la autopista costera, resulta un paseo y en poco más de cuatro horas llega a Torreblanca. En la caseta de pago de la salida pregunta la ruta para llegar a Torrenostra.
-En la primera rotonda póngase en el carril más externo y antes de terminar el medio giro verá un cartelito marrón que pone Torrenostra, fíjese bien porque es pequeño. Tome esa salida que le lleva inmediatamente a otra rotonda más pequeña. Una de sus salidas lleva a un puente que salva el ferrocarril. Coja ese camino y todo recto le llevará a la playa. No tiene pérdida.
   O las instrucciones no han sido muy precisas o Curro no ha prestado la atención debida porque se equivoca. Toma una salida que le lleva a la N-340. A poco menos de un kilómetro se encuentra con la población de Torreblanca, donde abandona la nacional. Desde el pueblo va siguiendo las indicaciones que señalan la playa, hasta que en menos de diez minutos se encuentra en Torrenostra.
-Fin de trayecto –se dice Curro-. Al menos, por ahora.

PD.- Hasta el próximo viernes