"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 21 de marzo de 2014

3.12 Un apartamento con vistas al mar

   La promoción de Sergio ha sido recibida por Lorena con tanta sorpresa como satisfacción. Piensa que no va a tener más remedio que cambiar la opinión que tiene de su pareja. No debe de ser tan blando como pensaba cuando el tío de Verónica lo ha ascendido. Porque bueno es el Francisco, en el pueblo tiene fama de negrero y de ser más duro que el pedernal. Y si le ha hecho nada menos que capataz por algo será. Pragmática como siempre, por lo primero que se interesa es por conocer a cuánto ascenderá su nuevo salario. Su segundo paso es echar cuentas y planear en qué gastar los dineros que su chico va a ganar.

   Lorena pronto decide en qué invertir los nuevos ingresos de la pareja. Resuelve olvidarse de los electrodomésticos, y hasta de la compra del BMW, y retoma la antigua idea de cambiar de piso. Claro que ahora no se va a conformar con uno de alquiler. Es la hora de comprar y, por supuesto, nada de segunda mano, quiere estrenar casa. Como sabe demasiado bien donde le aprieta el zapato a su chico, opta por no decirle nada por el momento. Lo que sí hace es tomar inmediatamente dos provisiones: comienza a disminuir gastos a mansalva para poder pagar la entrada y decide visitar a su madre, pues aunque no la tiene en gran aprecio aún considera que con su experiencia de la vida puede ayudarla ante la gran decisión que ha tomado. Tras contarle lo que quiere su madre le aconseja:
- Has de buscar un piso que tenga, al menos, salón-comedor, cocina, dos habitaciones, dos baños, uno puede ser solo con taza y lavabo, y una terraza que, por descontado, debe tener vistas al mar. Sería una memez que viviendo en Senillar no vierais la costa, aunque solo fuera un cacho. Ah, también importa la orientación. Y no te conformes con que te muestren los planos y las fotos esas como pinturas que ponen en la propaganda. Y cuando te enseñen el piso piloto comprueba que las calidades que vienen en los catálogos son las mismas que las del piso, que hay mucho sinvergüenza suelto que solo busca engañar a los incautos. Y aunque te den un precio cerrado y digan que no pueden rebajar nada regatea, siempre les sacaras algo.
   Lorena descubre en seguida que su madre se ha quedado desfasada. Por ejemplo, los pisos piloto ya no existen. En una de las primeras oficinas de información y ventas que visita, una vendedora le informa que hace años que ya no se montan, fueron sustituidos por las maquetas que también han desaparecido. Ahora toda la venta se hace sobre plano, con infografías que ilustran los catálogos, las webs de internet y con la ayuda de las memorias de calidades de los inmuebles.

   Nunca leyó tanto Lorena como durante las semanas en que dedicó casi todo su tiempo libre a la búsqueda de apartamento. Devoró folletos y más folletos, que se cuidó muy mucho de no llevar al piso para evitar que Sergio pusiera pie en pared. En aquellos días se sorprendió de lo complicado que resultaba decidirse. Ella que tomaba una determinación en un abrir y cerrar de ojos, ahora parecía haberse convertido en la persona más irresoluta del mundo. ¡Y es que los apartamentos eran todos tan parecidos! ¡Y los catálogos y propagandas estaban tan bien hechos! ¡Y las vendedoras eran tan persuasivas! Y luego estaba el asunto de los dineros, aunque por ahí no había problema. Todas las promociones ofrecían unas condiciones aparentemente, tan ventajosas que convertían la compra en una auténtica ganga. Solo era necesario pagar una entrada, cuya cuantía era negociable aunque no solía decirse en los anuncios, y de lo demás se encargaba el banco o la caja que financiaba la construcción. No había que firmar más que una montaña de papeles y poco más. La hipoteca cubría el resto.

   Tras semanas de ver promociones, de comparar calidades, de contrastar precios, equipamientos y un montón de variables, Lorena sigue sin decidirse. Cuando está segura de que ha encontrado el piso ideal, de pronto descubre que hay otro que es mucho más molón, o más barato, o está mejor orientado o tiene una carpintería mucho mejor o… Parece el cuento de nunca acabar. Hasta que el azar en forma de la hija de una amiga de su madre le da la elección resuelta.
- ¿Sabes que la hija de Rosita, mi amiga de la colla, se ha comprado un piso en una urba que se llama Los Arrayanes? Dice que es monísimo, todo de primera calidad y con unos acabados que no los va a haber en todo el pueblo. Según ella será lo más de lo más. Unos pisos ideales para gente con clase y con billetes.
- Pues será lo más como dice, pero para gente con clase eso habrá que verlo. Porque la chica de la Rosita tiene la clase en el culo, que lo tiene tan gordo que no podrá pasar por las puertas como no las hagan para tallas especiales. Y en cuanto a billetes, tampoco sé de qué presume, su chorbo no es más que un miserable alicatador, o sea que no puede estar montada en el dólar. Lo que tiene esa cantamañanas es más imaginación que un peliculero.
- Quizá tengas razón, pero algo debe haber de cierto porque según cuentan se los quitan de las manos. Yo creo que no perdías nada en echarles un vistazo.

   Lorena hace caso a su madre y se acerca a la oficina de información y ventas de Los Arrayanes. Pese a que va con el prejuicio de que si allí va a vivir la hija de la Rosita tienen que ser unos apartamentos de medio pelo, nada más hojear la propaganda algo le dice que al fin ha encontrado lo que tanto buscaba. Lo primero que le impacta es la decoración. Resulta tan abigarrada y barroca que deja en un segundo plano el resto de la construcción. Está llena de dorados, de espejos que imitan falsas cornucopias, de volutas de escayola en el doble techo, de una carpintería de estilo renacimiento castellano que no casa con el resto de la decoración, pero que a la joven le parece de lo más guay. Otro detalle que le encanta es el alicatado, que presenta unas cenefas y unos motivos florales que le parecen de lo más molón. Y lo que termina de arrebatarle, y que no ha visto en ninguna otra urbanización, es el hogar que hay en el salón comedor, pequeño pero coqueto, con sus ladrillos refractarios de imitación y una especie de cenefa de hierro bordeando la boca del hogar.
   La vendedora le explica que realmente la urbanización está pensada, más que en veraneantes, para gente que vaya a vivir allí buena parte del año, por eso el interiorista que ha plasmado el diseño ha tenido el detalle de dotarlos de una chimenea en la que pasar el invierno al calor de la lumbre.

   El apartamento también tiene aspectos negativos. Entre ellos que la segunda habitación es poco más que una caja de zapatos, el segundo baño es solo un modesto aseo, que el piso cuesta bastante más que la mayoría de los que ha visitado y que las obras van muy atrasadas por lo que tardarán en entregar las llaves. Todavía descubre otra desagradable sorpresa: pese al elevado precio resulta que la mayoría de la promoción está vendida y solo quedan los apartamentos peor orientados y ubicados en la planta baja o en el  primer piso. Pese a las facetas negativas, a Lorena el piso le ha entrado por los ojos casi nada más ver la infografía. Y toma la determinación sin pensarlo más, al fin ha encontrado la casa de sus sueños. Ahora solo falta convencer a su pareja, pero sabe que eso no va a ser problema.
- Más, más. Así, así. No pares, no pares – la joven grita como una posesa.
   Cuando Sergio hace un supremo esfuerzo y eyacula, ella lanza un postrer gemido como si también hubiese tenido el orgasmo de su vida.
- Muy bien, mi amor. Hoy has estado súper. Hacía tiempo que no me echabas un quiqui tan guay. Cada día me das más gusto. No sabes cuánto te quiero.
   Al chico no le queda resuello ni para contestar. Se ha quedado completamente vacío, pero es feliz. Ni recuerda el tiempo que hace que la joven quedase tan contenta con sus hazañas amatorias. Es el momento que ha estado esperando la lagartona de Lorena para contarle lo del maravilloso apartamento de Los Arrayanes. En esas circunstancias: desnudos en la cama, tras una sesión de sexo que, al parecer, ha sido todo un prodigio y con una mujer que se ha convertido en una gatita mimosa y agradecida por tener a su vera a un súper macho, Sergio es incapaz de decir no a lo que pida la joven. Comprarán el apartamento con vistas al mar.