La
promoción de Sergio ha sido recibida por Lorena con tanta sorpresa como
satisfacción. Piensa que no va a tener más remedio que cambiar la opinión que
tiene de su pareja. No debe de ser tan blando como pensaba cuando el tío de
Verónica lo ha ascendido. Porque bueno es el Francisco, en el pueblo tiene fama
de negrero y de ser más duro que el pedernal. Y si le ha hecho nada menos que
capataz por algo será. Pragmática como siempre, por lo primero que se interesa
es por conocer a cuánto ascenderá su nuevo salario. Su segundo paso es echar
cuentas y planear en qué gastar los dineros que su chico va a ganar.
Lorena pronto decide en qué invertir los nuevos ingresos de la pareja.
Resuelve olvidarse de los electrodomésticos, y hasta de la compra del BMW, y
retoma la antigua idea de cambiar de piso. Claro que ahora no se va a conformar
con uno de alquiler. Es la hora de comprar y, por supuesto, nada de segunda
mano, quiere estrenar casa. Como sabe demasiado bien donde le aprieta el zapato
a su chico, opta por no decirle nada por el momento. Lo que sí hace es tomar
inmediatamente dos provisiones: comienza a disminuir gastos a mansalva para
poder pagar la entrada y decide visitar a su madre, pues aunque no la tiene en
gran aprecio aún considera que con su experiencia de la vida puede ayudarla
ante la gran decisión que ha tomado. Tras contarle lo que quiere su madre le
aconseja:
- Has de buscar un piso que tenga, al menos,
salón-comedor, cocina, dos habitaciones, dos baños, uno puede ser solo con taza
y lavabo, y una terraza que, por descontado, debe tener vistas al mar. Sería
una memez que viviendo en Senillar no vierais la costa, aunque solo fuera un
cacho. Ah, también importa la orientación. Y no te conformes con que te
muestren los planos y las fotos esas como pinturas que ponen en la propaganda.
Y cuando te enseñen el piso piloto comprueba que las calidades que vienen en
los catálogos son las mismas que las del piso, que hay mucho sinvergüenza
suelto que solo busca engañar a los incautos. Y aunque te den un precio cerrado
y digan que no pueden rebajar nada regatea, siempre les sacaras algo.
Lorena descubre en seguida que su madre se ha quedado desfasada. Por
ejemplo, los pisos piloto ya no existen. En una de las primeras oficinas de
información y ventas que visita, una vendedora le informa que hace años que ya
no se montan, fueron sustituidos por las maquetas que también han desaparecido.
Ahora toda la venta se hace sobre plano, con infografías que ilustran los
catálogos, las webs de internet y con la ayuda de las memorias de calidades de
los inmuebles.
Nunca leyó tanto Lorena como durante las semanas en que dedicó casi todo
su tiempo libre a la búsqueda de apartamento. Devoró folletos y más folletos, que
se cuidó muy mucho de no llevar al piso para evitar que Sergio pusiera pie en
pared. En aquellos días se sorprendió de lo complicado que resultaba decidirse.
Ella que tomaba una determinación en un abrir y cerrar de ojos, ahora parecía
haberse convertido en la persona más irresoluta del mundo. ¡Y es que los
apartamentos eran todos tan parecidos! ¡Y los catálogos y propagandas estaban
tan bien hechos! ¡Y las vendedoras eran tan persuasivas! Y luego estaba el
asunto de los dineros, aunque por ahí no había problema. Todas las promociones
ofrecían unas condiciones aparentemente, tan ventajosas que convertían la compra
en una auténtica ganga. Solo era necesario pagar una entrada, cuya cuantía era
negociable aunque no solía decirse en los anuncios, y de lo demás se encargaba
el banco o la caja que financiaba la construcción. No había que firmar más que
una montaña de papeles y poco más. La hipoteca cubría el resto.
Tras semanas de ver promociones, de comparar calidades, de contrastar
precios, equipamientos y un montón de variables, Lorena sigue sin decidirse.
Cuando está segura de que ha encontrado el piso ideal, de pronto descubre que
hay otro que es mucho más molón, o más barato, o está mejor orientado o tiene
una carpintería mucho mejor o… Parece el cuento de nunca acabar. Hasta que el
azar en forma de la hija de una amiga de su madre le da la elección resuelta.
- ¿Sabes que la hija de Rosita, mi amiga de
la colla, se ha comprado un piso en una urba que se llama Los Arrayanes? Dice
que es monísimo, todo de primera calidad y con unos acabados que no los va a
haber en todo el pueblo. Según ella será lo más de lo más. Unos pisos ideales
para gente con clase y con billetes.
- Pues será lo más como dice, pero para
gente con clase eso habrá que verlo. Porque la chica de la Rosita tiene la
clase en el culo, que lo tiene tan gordo que no podrá pasar por las puertas
como no las hagan para tallas especiales. Y en cuanto a billetes, tampoco sé de
qué presume, su chorbo no es más que un miserable alicatador, o sea que no
puede estar montada en el dólar. Lo que tiene esa cantamañanas es más
imaginación que un peliculero.
- Quizá tengas razón, pero algo debe haber
de cierto porque según cuentan se los quitan de las manos. Yo creo que no
perdías nada en echarles un vistazo.
Lorena hace caso a su madre y se acerca a la oficina de información y
ventas de Los Arrayanes. Pese a que va con el prejuicio de que si allí va a
vivir la hija de la Rosita tienen que ser unos apartamentos de medio pelo, nada
más hojear la propaganda algo le dice que al fin ha encontrado lo que tanto
buscaba. Lo primero que le impacta es la decoración. Resulta tan abigarrada y
barroca que deja en un segundo plano el resto de la construcción. Está llena de
dorados, de espejos que imitan falsas cornucopias, de volutas de escayola en el
doble techo, de una carpintería de estilo renacimiento castellano que no casa
con el resto de la decoración, pero que a la joven le parece de lo más guay.
Otro detalle que le encanta es el alicatado, que presenta unas cenefas y unos motivos
florales que le parecen de lo más molón. Y lo que termina de arrebatarle, y que
no ha visto en ninguna otra urbanización, es el hogar que hay en el salón
comedor, pequeño pero coqueto, con sus ladrillos refractarios de imitación y
una especie de cenefa de hierro bordeando la boca del hogar.
La
vendedora le explica que realmente la urbanización está pensada, más que en
veraneantes, para gente que vaya a vivir allí buena parte del año, por eso el
interiorista que ha plasmado el diseño ha tenido el detalle de dotarlos de una
chimenea en la que pasar el invierno al calor de la lumbre.
El
apartamento también tiene aspectos negativos. Entre ellos que la segunda
habitación es poco más que una caja de zapatos, el segundo baño es solo un
modesto aseo, que el piso cuesta bastante más que la mayoría de los que ha
visitado y que las obras van muy atrasadas por lo que tardarán en entregar las
llaves. Todavía descubre otra desagradable sorpresa: pese al elevado precio
resulta que la mayoría de la promoción está vendida y solo quedan los
apartamentos peor orientados y ubicados en la planta baja o en el primer piso. Pese a las facetas negativas, a
Lorena el piso le ha entrado por los ojos casi nada más ver la infografía. Y
toma la determinación sin pensarlo más, al fin ha encontrado la casa de sus
sueños. Ahora solo falta convencer a su pareja, pero sabe que eso no va a ser
problema.
- Más, más. Así, así. No pares, no pares – la
joven grita como una posesa.
Cuando Sergio hace un supremo esfuerzo y eyacula, ella lanza un postrer
gemido como si también hubiese tenido el orgasmo de su vida.
- Muy bien, mi amor. Hoy has estado súper.
Hacía tiempo que no me echabas un quiqui tan guay. Cada día me das más gusto.
No sabes cuánto te quiero.
Al
chico no le queda resuello ni para contestar. Se ha quedado completamente
vacío, pero es feliz. Ni recuerda el tiempo que hace que la joven quedase tan
contenta con sus hazañas amatorias. Es el momento que ha estado esperando la
lagartona de Lorena para contarle lo del maravilloso apartamento de Los
Arrayanes. En esas circunstancias: desnudos en la cama, tras una sesión de sexo
que, al parecer, ha sido todo un prodigio y con una mujer que se ha convertido
en una gatita mimosa y agradecida por tener a su vera a un súper macho, Sergio
es incapaz de decir no a lo que pida la joven. Comprarán el apartamento con
vistas al mar.