La entrevista en casa de Pérez Recarte ha
durado más de lo esperado. Cuando Atienza sale ya es de noche. Pese a ello se
apresura a llamar a Bernal.
- Eusebio,
tenemos que vernos inmediatamente.
- ¡Coño,
Juan Carlos!, ¿tú sabes la hora que es? Estoy ayudando a Berta a bañar a los
niños. Como se nota que no tienes críos.
- Lo siento,
pero lo que he de contarte no puede esperar a mañana ni tampoco es cuestión de decírtelo
por teléfono. Siento que tengas que dejar a Berta que se arregle sola con los
niños, pero te espero en la Brigada.
Acto seguido, llama al inspector francés.
Ocurre algo parecido que con Bernal, Blanchard protesta por lo avanzado de la
hora.
- Juan
Carlos eres un desorganizado. Estas no son horas, pero si es tan importante
como dices, me visto y estoy contigo en un periquete – Esta expresión le
encanta a Blanchard, les tuvo que contar a sus amigos galos hispanoparlantes
que no la conocían que significaba un brevísimo espacio de tiempo y que,
desgraciadamente, ya nadie la usa y ha pasado al cementerio de las frases
olvidadas.
Cuando los tres se encuentran en la Brigada,
Atienza les cuenta lo que acaba de transmitirle su amigo del CNI. Blanchard es
el primero en reaccionar por alusiones.
- ¿Así que
te ha dicho el amigo Enrique que estoy armando mucho ruido en mis comunicados a
París?
-
Literalmente.
- ¿Y cómo
sabe el contenido de los informes que envío a mis superiores? – pregunta,
mosqueado, el galo.
- No seas
ingenuo, Michel. Estamos hablando de los servicios de inteligencia. Esos saben
hasta lo que sueñas.
- Hombre, si
se tratara del Mossad israelí, la CIA o el MI6 británico aún, pero no creía que
el CNI estuviera a su altura.
- Lo esté o
no, lo que me ha dicho es eso. Por consiguiente, tú mismo. Además, no sería
raro que la información que pueda tener el CNI provenga de tu propia gente. Ten
en cuenta que en Francia, como ocurre aquí, los que mandan en la cúpula
policial son políticos y esa gente ya sabes cómo se las gasta. Si nos han de
vender para apuntarse un tanto lo hacen sin pestañear.
- A mí –
Bernal mete baza –, es que en este jodido caso ya no me sorprende nada. Si me
dijeran que el mismísimo Papa de Roma o el Presidente Obama también están
metidos en el ajo me parecería lo más natural. Teníamos a unos gitanos y a unos
chinos, ahora han entrado en la historia las FARC, el gobierno colombiano, el
cubano y unos cárteles de la droga. Ya solo falta un émulo de Bob Dylan que
cante aquello de The answer is blowin’ in
the wind.
- Bueno, si
ya os habéis desahogado pongámonos al tajo – Atienza se ha puesto en plan serio
-. Hemos de analizar adónde nos lleva esta información y lo que hemos de hacer
ante el nuevo escenario que se nos plantea.
- Eso supone
muchas horas de trabajo y tampoco es que nos paguen para eso. Tengo tantas
ganas como tú de solucionar este puto caso, pero que el análisis lo hagamos ahora,
a las tantas de la noche, o lo dejemos para mañana no va a cambiar nada. Si
Michel quiere quedarse, allá él, pero lo que es mi menda se vuelve a casa y
mañana será otro día – Bernal también se ha puesto serio.
- Por una
vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con Eusebio – dice
Blanchard -, yo también me vuelvo. Y te aconsejo, Juan Carlos, que hagas lo
mismo. Mañana podemos madrugar.
Atienza ha de ceder. No tiene sentido de que
haga el trabajo de análisis sin sus compañeros. A primera hora del día
siguiente, en la Brigada de Patrimonio, los inspectores del Caso Inca proceden
al análisis de la información y la petición que les ha pasado Pérez Recarte.
Antes de que puedan meterse en faena son llamados al despacho del jefe de la
Brigada.
- Os vais a
venir conmigo, nos está esperando Carranza – les comunica Ramos. Atienza quiere
preguntar a su jefe que es lo que está pasando, pero este le ataja -.
Hablaremos en el despacho de Federico.
Mientras van a coger el coche, Blanchard
pregunta a Bernal:
- Me suena
el nombre de Federico Carranza, pero ahora no recuerdo exactamente quién es.
- Es el
Director Adjunto Operativo, la mano derecha del Director General o, por decirlo
de otro modo, el profesional que ostenta el cargo más alto de la policía. Fue
quien nos echó una mano en el asunto del bufete de abogados que contrató a la
agencia de detectives que seguía los pasos a Adolfo Martínez. Para ser un
comisario principal, que en ocasiones se ha de comportar más como un político
que como un policía, es un tío bastante majo.
Cuando llegan a la sede de la Dirección
Operativa, les pasan directamente al despacho del Director Adjunto. Carranza
está hablando por teléfono, con un gesto les invita a sentarse en una mesa
redonda que hay en una esquina del despacho. En cuanto deja el teléfono, saluda
a los recién llegados. Ramos le presenta a Blanchard que es el único a quien no
conoce Carranza. La puerta del despacho se abre y aparece una secretaria con un
bloc en la mano.
- Caballeros
– dice Carranza –, antes de comenzar, Amparo tomará nota de lo que queráis
tomar. Para mí, lo de siempre.
En cuanto se marcha la secretaria con la
comanda, Carranza toma la palabra:
- Como
sabéis, ayer nuestros queridos amigos de la Casa – Así se suele llamar al CNI
en los medios policiales – nos dieron una información al tiempo que nos hacían
una petición. En vuestro caso – y señala a los inspectores – por medio de un
amigo personal de Atienza, en el nuestro – y señala a Ramos – a través del jefe
del departamento de América. En ambos casos la comunicación tuvo carácter
informal. ¿Por qué no lo hicieron por el conducto reglamentario? Lo pregunté,
pero me dieron la callada por respuesta y mi Director, que fue el primero a
quien se lo conté, me dijo que ya lo sabía pero no añadió más. De momento vamos
a olvidarnos de esta cuestión y vamos a centrarnos en primer lugar en la información
que nos pasaron… - En ese momento vuelve a sonar el teléfono. Carranza se
levanta como si le hubieran pinchado y al tiempo que se acerca a su mesa le
dice a Ramos -. Joaquín, sigue tú.
- Como
supongo que iba a contar el comisario – Las diferencias de rango hay que
dejarlas patentes desde el primer momento -, la información a la que aludía era
la que procede de un hombre de la Casa en La Habana tras entrevistarse con un
agente de los servicios cubamos de inteligencia. En síntesis, que si el
gobierno español, pese a estar en funciones, seguía apoyando las conversaciones
entre el gobierno colombiano y las FARC podría verse recompensado con la
devolución de unos bienes históricos…
Por encima de lo que está diciendo el jefe
de la Brigada de Patrimonio resuena la tonante voz del Director Adjunto que le
está gritando a alguien al otro lado del hilo telefónico:
- … y no
estoy para nadie, aunque llame el mismísimo ministro, ¿queda claro? – a lo que
sigue un fuerte chasquido al colgar el aparato.
- Perdón,
pero a veces me hacen perder los papeles y lo único que consigo es que se me
recrudezca la úlcera de estómago – se lamenta Carranza -. ¿Por dónde vais?
- Me he
limitado a resumir el mensaje de los cubanos – se explica Ramos.
- Bien.
Continúo y abrevio esta fase. La conversación entre el agente cubano y el
nuestro tuvo carácter oficioso. No se mencionó la palabra quimbaya. Es un misterio
qué tienen que ver los cubanos en el asunto del tesoro. Todos los intentos de
profundizar en la cuestión con los representantes colombianos y de las FARC no
han tenido éxito. A pesar de todo ello, tanto en la Casa como en la Dirección
General están convencidos de que el cubano se refería al Tesoro Quimbaya. No
existe ningún otro bien histórico muy preciado que hayamos perdido o que ha
sido robado. ¿Qué grado de credibilidad se le puede dar a la información? Los
servicios de nuestra embajada en La Habana, los analistas de la Casa, así como
los nuestros le dan más de un ochenta por ciento de probabilidades de que la
información sea veraz. Por consiguiente, y mientras no tengamos pruebas o, al
menos, indicios en contra aceptaremos este dato como cierto. Dicho en
cristiano: alguien que tiene las piezas robadas del tesoro o – y hace un inciso
para remarcar lo que va a decir -… que conoce a quien las tiene nos promete que
si somos buenos y mostramos un apoyo sin fisuras a las conversaciones de La
Habana nos devolverán el tesoro robado. Hasta aquí la parte expositiva de la
información que viene de Cuba, ahora entramos en las tripas del asunto, ¿qué ha
de hacer la policía española ante esto?
Los tres inspectores se miran entre sí con
evidente estupor. ¿Han entendido bien?, ¿el segundo cargo más importante de la
policía española les está pidiendo su opinión sobre lo que hay que hacer? ¿A
santo de qué viene tan extraña pregunta?