"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 5 de junio de 2020

Libro I. Episodio 39. ¡Qué te den por saco!


   Julio está decidido a romper la adictiva relación que le tiene atado a Dolors, pero hasta ahora lo ha ido posponiendo, lo que ha hecho ha sido darle esquinazo a la moza. La mallorquina piensa que si el extremeño le rehúye tendrá que ser ella quien le busque, y va a esperarle a la salida de la bisutería.
   -¿Te ha pasado algo, rei meu? Te he estado esperando en vano. ¿Qué pasó, te arrestaron?
   El mañego lleva días preparando este momento, pero cuando se encuentra cara a cara con la joven toda su entereza se viene abajo. En cuanto Dolors le hace un arrumaco y siente el roce de su mano sobre la piel sus buenas intenciones se disuelven como un copo de nieve al acariciarlo el sol. Como estaba convencido de que resistiría la atracción de la joven no tiene pensada ninguna excusa, por lo que se acoge a la percha que le ha brindado la muchacha.
   -Pues sí, me arrestaron. Cosas del sargento Fernández que a veces te sale por donde menos esperas. Se empeñó en que había redactado mal un escrito y me metió un puro de una semana de arresto en la compañía. Ni siquiera he podido ir a dormir al piso. Y la verdad es que quería avisarte, pero como esos días no vi a Agustín no pude mandarte recado.
   La muchacha sabe, precisamente por Agustín, que no es verdad lo que cuenta Julio, que no le han arrestado, pero se hace la desentendida y acepta como buena la disculpa. Lo que importa es que le tiene otra vez a su vera. Dolors ha tenido tiempo estos días en los que no ha visto al mañego para reflexionar qué es lo que siente por Julio, y no acaba de tener claros sus sentimientos. No sabe si está enamorada, pero de lo que no tiene ninguna duda es que Julio le gusta a rabiar y piensa que con el paso del tiempo igual acaba enamorándose de él. De momento, vuelve a tenerlo consigo y, como sabe lo que le gusta, está dispuesta a seguir dispensándole sus favores para mantenerlo a su lado como un corderito.
   Días después de su vuelta con Dolors, Julio recibe la carta semanal de su madre en la que le cuenta la victoria alcanzada en su enfrentamiento con el tío Bronchales por el controvertido asunto de la subida de su salario, así como por la pelea del medio punto de beneficios. Impensadamente, el escrito le sienta como una bomba al veleidoso mañego. Una vez más, piensa que su madre está en Plasencia peleando como una jabata para ayudarle en el futuro, mientras él continúa gastándose los cuartos en invitar y comprarle chucherías a la mallorquina. Y hay algo que puede ser mucho peor, pues como la deje embarazada será el fin de todos los sueños compartidos con Consuelo. Y otra vez, y van unas cuantas, decide que ha de cortar la relación con Dolors que a la larga puede traerle problemas que quizá no tengan solución o que sean dolorosamente costosos. Tomada la decisión, esta vez no hace lo que en la ocasión anterior, sino que coge el toro por los cuernos como se dice coloquialmente. Han quedado en verse el domingo por la tarde, y Julio acude a la cita pertrechado con toda clase de argumentos y resuelto a no dejarse enredar por las artimañas de la muchacha.
   -Dolors, tenemos que hablar –le dice nada más verla.
   -Huy, huy, huy, no me gusta na el tono con que lo has dicho, mi cabo –La joven maneja la tecla de tomarse a broma el comienzo de la charla.
   -Sin cachondeos, que no está el horno para bollos. Como sabes perfectamente, porque nunca te lo he ocultado, tengo novia formal en mi tierra, y formal quiere decir que pienso casarme con ella en cuanto termine la mili. Le prometí que guardaría su ausencia y tú sabes mejor que nadie que no lo estoy haciendo. Y no lo hago porque me gustas a rabiar, porque contigo me lo paso fenomenal y porque eres la chica más guapa y maravillosa de todas las Baleares –El mañego utiliza la táctica de darle coba a la muchacha para que el golpe duela menos-…, pero no estoy siendo justo, ni con mi novia ni mucho menos contigo. La realidad es que os estoy engañando a las dos. Y eso no es de un hombre que se vista por los pies. A Consuelo la engaño porque no cumplo nada de lo que le prometí. Y a ti te engaño porque, aunque me gustas un montón, nunca me casaré contigo. Tú vales demasiado para que lleves al lado a un tipo que lo único que pretende es pasarlo bien contigo, pero que más pronto que tarde te dejará. Tenemos que romper la relación, Dolors. Continuarla no será bueno para mí, y mucho menos para ti porque…
   El mañego se ha quedado sin saliva, tal es la pasión con la que habla y el subidón de adrenalina que está experimentando. La joven le ha escuchado con suma atención y no le ha interrumpido en ningún momento. Julio aguarda la reacción de Dolors que no se produce, sigue callada,… hasta que la muchacha rompe en un llanto inconsolable. Eso no se lo esperaba el extremeño y su reacción instintiva es coger a la joven entre sus brazos para consolarla…, pero se retiene, sabe que como vuelva a rozar el cuerpo de la chica toda su entereza saltará por los aires. Deja que la mallorquina se desfogue con el llanto, pero no la toca ni le dice nada. Cuando el caudal de lágrimas de la joven parece haberse agotado y, tras un rosario de suspiros, Dolors comienza a hablar y lo hace en su lengua materna.
   -Ets un malparit, un fill de puta i un cagabandúrries.
   Julio sigue sin hablar el mallorquín, pero ya entiende lo suficiente para saber que lo que acaba de soltarle Dolors no son flores precisamente. Está en un tris de pedirle que no le insulte pues él no lo ha hecho, pero piensa que no podía esperar mucho más de la joven después de lo que le ha dicho, por lo que sigue callado.
   -¿Te crees muy listo, verdad?, pues eres un tros de quòniam i un pelacanyes –Por lo que se ve, a la inquera se le dan mejor los insultos en su lengua materna que en castellano.
   El mañego, que tampoco sabe lo que acaba de endilgarle la mallorquina, se dice que lo mejor que puede hacer es continuar callado.
   -Ni ets home ni vals res, fill de puta. ¡Qué te den por saco! –remata, airadamente, Dolors.
   Y de forma tan abrupta e intempestiva termina la relación entre la mallorquina y el extremeño. En el futuro, únicamente se verán ocasionalmente de lejos y ambos eludirán cualquier aproximación. La ruptura para Julio es doble, pues su paisano Agustín García se ha posicionado a favor de Dolors y ha roto los lazos con el mañego. Para Julio la disolución de su aventura con la joven insular ha supuesto deshacerse de una carga que lo estaba ahogando. Vuelve a centrarse en su trabajo, tanto en la Secretaría de Justicia como en la bisutería, en las cartas a Consuelo y, de vez en cuando, en salir con otros compañeros de Capitanía. Hasta ha hecho un último intento para encontrar a un profesor que le enseñe lo que todavía no sabe de contabilidad, pero no encuentra a nadie y cuando sabe de alguien no puede pagar lo que le piden. Cuando le cuenta a Carbonero lo que le pasa con los estudios, el brigada lo consuela y le hace ver el futuro desde otra perspectiva.
   -No te empeñes en aprender más contabilidad de la que sabes, Carreño. Es posible que te falten conocimientos para llevar los libros de una gran empresa, pero por lo que me has contado eso no forma parte de tus proyectos para cuando vuelvas a tu tierra. Sabes más que suficiente para llevar un negocio del tamaño del mío, que es a lo que podrás aspirar. En lugar de partirte los cuernos con los números lo que tendrías que hacer es intentar convertirte en un buen vendedor. Porque al final de todo negocio, ¿quiénes son los que lo sacan adelante?, pues los vendedores. Sin gente que venda lo que produces, lo que distribuyes o lo que revendes no hay negocio que se mantenga. Esta verdad, tan simple como valiosa, me ha costado más de una década aprenderla, pues nadie me la explicó, la he tenido que deducir por mi cuenta. Tú vas a contar con la ventaja impagable de que tienes alguien que te la enseña. Conviértete en un buen vendedor, aprende los trucos del oficio, profundiza en lo de captar la psicología de los compradores y te aseguro, muchacho, que vas a tener el futuro asegurado, sea lo que sea que hagas.
   Las reflexiones del brigada calan hondo en la mente del mañego. Cuanto más piensa en ellas, más convencido está de que Carbonero tiene razón. Si uno domina el arte de vender y todas sus técnicas anejas puede ser capaz de vender cualquier cosa y, por consiguiente, se puede manejar en cualquier clase de negocio. Lo que hace Julio, además de tomarse muy a pecho el consejo del brigada, es comenzar a pensar en la clase de comercio que podrían montar, y lo piensa en plural porque siempre asocia a Consuelo a sus maquinaciones. Tendría que ser un comercio cuyo montaje no costase demasiado porque el dinero que van a disponer al principio no será mucho. Y un negocio que pueda establecerse en alguno de sus pueblos. Excluye de entrada a San Martín, es demasiado pequeño, y piensa en Malpartida sin desechar a Plasencia que es la capital natural de la zona norte cacereña y la ciudad más populosa de la misma. Va pasando revista a todos los comercios y tiendas que recuerda de ambos pueblos, pues lo ideal sería establecer un negocio que no tuviera competidores. Tras pensarlo detenidamente se dice que lo tendrá que comentar con Consuelo que, como está al pie del cañón, quizá se le ocurran mejores ideas que a él.
   En los siguientes días ya tiene tema para meditar, algo que hace en cada momento de la jornada en que el trabajo no agobia. Sus compañeros de la Secretaría, al verle tan absorto, le toman el pelo. Se ponen tan pesados en sus burlas que al final Julio revienta.
   -¡Bueno, ya está bien de coñas! Un respeto que al fin y al cabo soy vuestro cabo.
   -Amos, anda –replica Medrano-, por mucho galón que lleves para nosotros siempre serás el recluta.
   -Lo que te pasa es que aún no se te ha quitado el cabreo porque te has quedado sin moza que llevarte al catre –apunta Beltrán con toda la mala baba de que es capaz.
   Julio se dice que algo de eso puede ser verdad. Echa de menos a Dolors, aunque todavía resuena en su mente lo de ¡Qué te den por saco!

PD.- Hasta el próximo martes en que, dentro del Libro I de Los Carreño, publicaré el episodio
40. Aquí hay de todo, como en botica