"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 6 de agosto de 2021

Libro II. Episodio 104. La gente de alcurnia es muy suya

 

   Pilar y Etelvina están desconcertadas por el indolente comportamiento del joven Granados con Julia. La muchacha les da más detalles.

   -Es poco hablador. Cuando llegó, me saludó, me dio la orquídea que me había traído y no volvió a despegar los labios hasta que me presentó a los Sotomayor y, después de bailar conmigo un par de piezas, no volví a saber de él hasta la toma de las uvas y cuando me recogió para regresar. Y para entonces ya estaba demasiado borracha… -Es decir borracha y Julia se corta y mira con recelo a la comadrona. Etelvina, que inmediatamente se ha dado cuenta del recelo de la jovencita, se apresura a tranquilizarla.

   -No tengas miedo, Julia, puedes hablar a calzón quitado. Soy como una tumba. Y nada de lo que cuentes lo repetirán mis labios.

   -Puedes hacerle caso, hija. No conozco a nadie tan discreto como Etel –confirma Pilar.

   Tranquilizada por estas palabras, Julia prosigue su relato.

   -Como les decía, me sentía muy mal para recordar si en la vuelta Antonio Jesús me dijo algo. Lo he pensado y me da la impresión de que no tenía mayor interés en mí, que parecía limitarse a cumplir un encargo. Desde luego no es el príncipe de La Cenicienta, lo mejor que puedo decir de él es que a pesar de que tiene unos quilos de más baila bastante bien.

   -Bueno, lo que sea, sonará –concede Pilar-. ¿Y la aristocracia placentina que tal se portó contigo?

   -Las pocas personas mayores con las que hablé fueron educadas, pero no podían evitar mirarme por encima del hombro. Y las chicas enseguida me ignoraron en cuanto alguna de las que me conocía de la tienda explicó quién era. Con quien tuve más éxito fue con los chicos, con decirles que a pesar del abandono de Antonio Jesús no me perdí ni un solo baile. En cuanto dejaba a uno ya tenía a otro esperando para sacarme a la pista. En mi vida había bailado tanto. Por cierto, Pilar, que bien me vinieron sus clases de baile, no di ni un paso en falso.

   -¿Y el vestido gustó? –quiere saber Etelvina.

   -Me parece que sí. Sin falsa modestia, creo que era uno de los más bonitos de la noche. Al menos, las señoras y también las jóvenes no me quitaron el ojo de encima.

   -Y supongo que tus parejas se portaron en todo momento educadamente.

   -No tengo quejas sobre eso. Todos los chicos fueron unos caballeros. Bueno, cuando ya estábamos todos medio piripis, hubo uno que intentó propasarse pero un taconazo a tiempo le quitó las ganas.

   Pilar y Etelvina ríen con ganas al oír la anécdota. La maestra mira con orgullo a su pupila, esta es la mujer fuerte que he ayudado a formar, se dice.

   -¿Hubo alguien que te hiciera de menos? –pregunta Etelvina.

   -Alguno hubo; mejor dicho, alguna que quiso molestarme aludiendo a que solo era una dependienta, pero se fue bien servida. En general, el trato que me dispensaron fue correcto…, pero una cosa me ha quedado clara: ese ambiente no es el mío, me divertí mucho, lo pasé muy bien, guardaré un recuerdo inolvidable del baile, pero ese mundo no está hecho para mí o yo no estoy hecha para él.

   -Lo que dices es sensato, pero ten en cuenta que no debes poner coto a tus expectativas, no debes autolimitarte. Creo que cualquier persona puede llegar a donde le lleve su voluntad y su talento y a ti no te falta ninguna de ambas virtudes –sentencia Pilar.

   -No dudo que sea así, Pilar, pero una persona debe estar en un ambiente en el que se sienta cómoda, valorada y en paz y, desde luego, el ambiente del Círculo no está hecho para mí… -y la última frase la acompaña con una sonrisa irónica.

   El dos de enero, Julia ha decidido no ir a la tienda. Tiene que poner en orden sus recuerdos del baile, analizar la conducta de Antonio Jesús y ha de contar cuanto le ocurrió como debutante a su madre y su hermana. Los recuerdos del baile los tiene grabados a fuego… hasta la última hora, cuando el alcohol trasegado le hizo perder un poco los papeles. Se lo pasó muy bien, se divirtió mucho y fue una experiencia única. Tiene que afianzar esos recuerdos en su memoria pues presiente que no van a volver a repetirse. En cuanto al comportamiento de Granados, comprende la sorpresa que ha causado a Pilar y Etelvina, también a ella ahora que lo analiza fríamente. Le choca el modo como la trató, casi mejor dicho de cómo no la trató. Su comportamiento fue correcto, pero distante, frío, desapegado, como si llevarla al baile fuera un compromiso que hubiese contraído con alguien, pero que a él ni le iba ni le venía. Hasta ha recordado, pese a lo mareada que estaba, que en la puerta de casa Pilar le besó, ¡qué vergüenza!, pero que él no le devolvió el beso ni intentó propasarse y eso que estaba indefensa. Sí, un comportamiento raro. No puede seguir analizando lo ocurrido porque oye que ha llegado su familia.

   -Hija mía, qué ganas teníamos de darte un abrazo. Ven aquí –le pide su madre que la estrecha entre sus brazos.

   -Bueno, Julina, supongo que descansaste. Tienes mucho que contarnos. ¿Cómo fue el baile?, ¿qué tal se portó Antonio Jesús?, ¿cómo es la gente del Círculo?, ¿les gustó tu vestido de noche?, ¿aguantó bien el maquillaje?...

   -No la aturulles, Consuelo, déjala que cuente las cosas a su aire –pide Soledad.

   Julia les da una versión edulcorada del baile de las doce uvas. El cotillón fue de lo más divertido, Antonio Jesús se portó como un caballero y estuvo toda la noche pendiente de ella, los asistentes también se portaron muy bien y estuvieron amables y educados -se les notaba la cuna-, su vestido causó sensación, más de una señora quiso saber dónde se lo habían confeccionado, les dijo que una modista de Cáceres sin entrar en más detalles. El maquillaje aguantó toda la noche; debió bailar con más de la mitad de los jóvenes asistentes pues completó su carné de baile… y continúa contando y contando lo que más parece un cuento de hadas que un baile real. Responde a cuantas preguntas le hacen Soledad y Consuelo, coloreando de rosa sus respuestas o inventándoselas llegado el caso.

   -¿Y cuándo volverá Antonio Jesús? –quiere saber Soledad.

   -No sé, al despedirnos me dijo que nos veríamos, pero no precisó una fecha concreta. Ya sabes, madre, que la gente de alcurnia no es como nosotros, prefieren dejar las cosas un poco en el aire.

   -Entonces, ¿no habló de cortejarte ni te pidió relaciones? –pregunta Consuelo.

   -Pues no, y creo que es natural, era nuestra primera salida.

   -¿Pero te pareció que estaba interesado en ti? –insiste la hermana.

   -Creo que sí, en caso contrario no me hubiese invitado al baile ni me hubiese regalado una orquídea, pero tengo la impresión de que es hombre que se toma la vida sin prisas, va a su aire.

   -Sí, la gente de alcurnia es muy suya, pero seguro que con lo guapa que estabas cualquier rato de estos lo tendrás llamándote a la puerta –vaticina la madre.

   -No me extrañaría, madre, no me extrañaría.    

   El día tres, Julia se reintegra a la tienda y tiene que volver a dar un montón de explicaciones sobre el baile, en este caso a Lupe e incluso a alguna clienta que se ha enterado de su debut y le pide que le cuente algo sobre el baile del Círculo. La joven sigue ofreciendo la misma versión rosa que dio a su familia, pero sin entrar en detalles sobre Granados.

   Ese mismo día llega Julio de su viaje a Palma. Cuando embarcó en Barcelona pensó que al regreso se quedaría unos días en la Ciudad Condal para conocerla mejor, pero han podido más sus ansias de volver a ver a Julia y ha seguido camino hacia Plasencia. En Palma visitó a otro especialista en enfermedades venéreas que le explicó que estaba casi curado de la blenorragia y le confirmó que dicha enfermedad habitualmente se contrae por trato sexual, por lo que podía llevar su vida acostumbrada sin problemas, pero evitando dicho trato hasta pasados dos o tres meses más. Siguiendo el consejo del galeno, el mañego decide que es hora de retomar la relación con las dos mujeres de su vida. Y tiene una excusa estupenda; mejor dicho, dos: contarles su estancia navideña en Mallorca y ofrecerles los regalos de Reyes que les ha traído. Antes que nada, y para saber cómo está Julia, visita a su madre cuando la joven está en la tienda.

   -¡Hijo, por fin llegaste, cuánto te he echado de menos! –y Pilar lo estrecha entre sus brazos.

   -También yo tenía muchas ganas de volver a verte. ¿Qué tal has pasado las Navidades?

   -Bien, Etelvina me ha hecho compañía porque Julia se fue al pueblo.

   -Hablando de Julia, ¿cómo está, ya ha vuelto?

   -Volvió el 28, y tengo que contarte la aventura tan maravillosa que vivió el fin de año.

   Es oír eso y Julio siente un ramalazo de celos: ¿qué es eso de que Julia vivió una aventura maravillosa?, ¿acaso se ha enamorado o alguien le pidió relaciones? No es capaz de reprimirse.

   -Cuéntame que aventura vivió Julia.

   Pilar le cuenta, sin entrar en demasiados detalles, la participación de Julia en el baile de las doce uvas y añade:

   -De lo que tenemos que hablar es de tu declaración y del plazo que le diste para que te respondiera.

   -Desde luego, madre, pero dame unos días porque primero he de fiscalizar como ha ido el negocio. Han sido muchos días sin mi presencia. Tendremos tiempo de hablar de lo de Julia con sosiego. Por cierto, ¿sabes si el día de Reyes comerá contigo?

   -En principio, no me ha dicho nada, por lo que supongo que sí.

   -Entonces, cuenta con un comensal más ese día y aprovecharé para entregaros unas cosillas que os he traído de Mallorca.

   -Ese día también estará Etelvina, ¿te importa?

   -En absoluto, madre, ya sabes que Etel es como una segunda madre para mí.

   -Bien, y has de contarnos como te lo has pasado en la isla. Tu amigo Chimo, ¿qué tal se portó?

   -Me lo he pasado fenomenal y Chimo se portó como lo que es: una gran persona y un entrañable amigo. Ya os contaré.

   Tras despedirse de su madre, Julio se queda algo más tranquilo que cuando entró. Parece que las cosas siguen igual que cuando se marchó, solo queda por averiguar si la maravillosa aventura que Julia vivió el fin de año le puede afectar y de que modo.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 105. La merienda