"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 22 de marzo de 2016

11. Una donación controvertida



   Tras la copiosa comida con la que los policías españoles han agasajado a su colega francés para que tenga un buen recuerdo de su primer día de trabajo, se impone una pequeña siesta. El inspector galo contempla un tanto atónito como Bernal, reclinando el sillón en la pared del despacho en el que trabajan, cierra los ojos y en unos minutos sus ronquidos llenan la habitación. Atienza ha desaparecido y no sabe dónde ha podido meterse. Blanchard termina por copiar a Bernal, entrecierra los ojos y, ante su propia sorpresa, acaba echando una cabezadita. No sabe cuánto tiempo ha podido dormir hasta que oye la voz de Atienza llamándoles al orden.
- Colegas hay que volver a abrir la barraca que todavía nos queda mucho tajo por delante.
   Como se maliciaba Blanchard, después del espléndido y bien regado almuerzo en Casa Nicomedes, el trabajo que realizaron por la tarde fue de todo menos fructífero. Al día siguiente retomaron el análisis de los temas que habían quedado pendientes. Uno de ellos e importante era hablar del contenido del furgón blindado. Otra vez, es Atienza quien toma la palabra.
- Bien, pues hablemos del Tesoro de los Quimbayas. Se trata de un conjunto arqueológico de ciento veintidós piezas compuesto, fundamentalmente, por estatuillas y otros objetos de oro. Su valor lo da no solo su rareza y su excepcional belleza sino que está fechado hacia el siglo cuarto de nuestra era, aunque sobre la datación hay controversia. La colección fue desenterrada por unos guaqueros o ladrones de tumbas en la región de Quindío en mil ochocientos noventa y uno. Y todavía no se sabe muy bien por qué, pero el tesoro no se repartió entre los buscadores que lo encontraron, como era lo usual, ni tampoco se fundió. Esto último es otra rareza sin par. Prácticamente, todas las piezas auríferas que se descubrían en América, hasta principios del siglo XX, se fundían para acuñar moneda o convertirlas en lingotes, pero en este caso no sucedió así.
- Dices que fue encontrado en mil ochocientos noventa y uno, pero en esa fecha Colombia ya era una nación independiente, entonces ¿cómo llegó ese tesoro a España?, ¿acaso fue robado por los españoles? – La precisión histórica que hace el francés muestra que algo sabe de la historia sobre las guerras de independencia de las antiguas colonias españolas en Sudamérica.
   Atienza opta por no entrar al trapo de la provocación de su colega al hablar otra vez de robo, en su lugar explica cómo llegó el tesoro a España:
- Es que no fue un robo, se trató de una donación. Para entenderla hay que conocer los problemas fronterizos entre Colombia y Venezuela. Comparten una frontera muy artificial pues no está determinada, en la mayoría de tramos, por accidentes geográficos, sino por líneas establecidas mediantes cálculos de longitud y latitud. Esto que sirve en otras muchas zonas del mundo no es tan útil en una región selvática a lo que se suma la línea de demarcación trazada sobre unos ríos que alteran su curso constantemente. Otro factor que la convierte en una línea fronteriza compleja y problemática es la división del pueblo guajiro, habitante de la zona, que se desplaza indistintamente hacia cualquiera de los dos países  en busca de recursos para su subsistencia. A ello hay que añadir los problemas que generan las frecuentes incursiones de grupos armados, el asunto del contrabando y de la emigración ilegal.
- Sigues sin explicarme como llegó el tesoro a vuestro país – apremia Blanchard que se está cansando de tanta erudición.
- Lo resumo. En uno de esos múltiples conflictos fronterizos, Colombia pidió la mediación de la reina regente María Cristina de Habsburgo. Como agradecimiento a la feliz intervención de la soberana española, el Gobierno colombiano donó la colección a España adónde llegó el tesoro en mil ochocientos noventa y dos. En principio, las piezas fueron expuestas en Sevilla con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de América. Posteriormente, y dada su valía, fueron guardadas en las cámaras acorazadas del Banco de España. Hoy forman parte de los fondos del Museo de América en el que quizá constituyen la muestra más valiosa de las culturas precolombinas. Finalmente, otro dato a tener en cuenta del tesoro es que la citada donación ha generado y sigue generando en nuestros días un conflicto diplomático, aunque dicho conflicto es tratado con sordina y no se hable del mismo.
- Un conflicto diplomático, ¿entre quiénes y por qué? – inquiere presto el francés.
- ¿Entre quienes?, entre los que regalaron el tesoro y los que lo aceptaron. Es decir, entre los colombianos y nosotros – aclara Atienza, que prosigue -. ¿Y por qué? Verás, la donación del tesoro a España, realizada por el gobierno colombiano del presidente Carlos Holguín en mil ochocientos noventa y dos, ha sido cuestionada en Colombia tanto por ilustres personajes del país como por prestigiosos centros académicos y culturales como la Facultad de Artes de la Universidad Nacional o la Academia de Historia de Colombia. Por otra parte, la transferencia de bienes culturales ha sido puesta en tela de juicio igualmente por reconocidos antropólogos, historiadores, arqueólogos y  gente del ámbito cultural de todo el mundo.
- ¿Ha habido acciones concretas para el retorno del tesoro a Colombia? – pregunta el inspector galo.
- Sí. En dos mil siete fue promovida una acción legal por un grupo de gentes de la cultura colombiana, solicitando de la justicia de su país la anulación de lo que ellos llaman la transferencia del tesoro, en base a violaciones graves de la Constitución colombiana de aquella época y que mantiene vigentes su actual carta magna. Argumentan que el gobierno donante no pidió la autorización del congreso para donar bienes nacionales adquiridos con fondos públicos. Otrosí – El francés almacena el palabro para averiguar posteriormente su exacto significado -, en el supuesto de haberse producido tal autorización por el congreso, el gobierno de entonces tendría que haber promovido la celebración de un tratado para ser suscrito entre la República de Colombia y el Reino de España. Dicho tratado tampoco existió, lo cual confirma, a juicio de los demandantes, que la actuación del presidente Carlos Holguín fue una decisión unilateral y sin base jurídica.
- Y esa demanda, ¿qué recorrido ha tenido? – quiere saber Blanchard.
- Un juez colombiano falló declarando la ilegalidad de la donación del Tesoro Quimbaya a España. Ese fallo lleva ocho años en la Corte Constitucional de Colombia que podría impulsar el proceso o, en su caso, dejar abiertos los plazos para la solicitud y trámite de la restitución del tesoro. La colección Quimbaya ha pasado a engrosar la relación internacional de casos relevantes de restitución de bienes culturales de estado a estado, de la que hay múltiples ejemplos que por conocidos me abstengo de enumerar.
- Y la Corte Constitucional colombiana, ocho años después, ¿no ha movido pieza? – se extraña el francés.
- No, que yo sepa. Un funcionario de Asuntos Exteriores amigo mío me dio una explicación sobre el retraso que parece razonable. En las últimas décadas, Colombia ha luchado para quitarse el remoquete de ser un país en el que los clanes de narcotraficantes tienen tanto poder o más que los gobiernos legítimos. Por otra parte, está el pugnaz enfrentamiento con la guerrilla de las FARC, el grupo guerrillero más antiguo de América. Es decir, que los gobiernos colombianos tienen muchos y graves problemas internos y no les interesa en absoluto abrir un conflicto diplomático con un país como España, que le sirve de puente ante la Unión Europea y con el que mantienen unas excelentes relaciones diplomáticas y comerciales. De ahí que los gobiernos colombianos no tengan, al menos por el momento, ningún interés en que su Corte Constitucional active el caso.
- Parece una explicación razonable y es muy posible que por ahí vayan los tiros – admite el francés.
- Dile lo de la embajada – apunta Bernal dirigiéndose a Atienza.
- Ah, sí, se me olvidaba. La embajada colombiana ha hecho una discreta gestión ante nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, lo que ha provocado que ese departamento sea uno más entre los organismos que nos está metiendo presión para que solucionemos el “Caso Inca” cuanto antes.
- Si se meten los colombianos en el affaire el asunto puede complicarse mucho más – comenta como para sí el galo.
- ¿Nos lo dices o nos lo cuentas? – es la castiza réplica de Bernal.