"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Libro II. Episodio 111. Al fin se quitó la careta

   La mañana del domingo aparentemente discurre para Julia al igual que siempre. Asiste a misa en compañía de Pilar y Julio, toman el aperitivo en el Novedades y almuerzan fuera. En cuanto regresan a casa se disculpa, quiere echarse una pequeña siesta. Lo cierto es que no tiene sueño, pero prefiere estar sola, todavía está sopesando si acudir o no a la invitación que, a través de Toni, le han hecho los Viqueira. Sobre las cinco y algo oye la aldaba del portón, se asoma a la ventana y ve que en el umbral hay dos jóvenes aguardando a que abran, uno es Toni. Al poco suenan unos golpecitos en su puerta.

   -Julia, bajo hay dos caballeretes que preguntan por ti. Dicen que han venido para acompañarte a la reunión de esta tarde en casa de los señores Viqueira. ¿Qué les digo? –Es Pilar quien pregunta. Julia ya no vacila, tiene que salir de dudas de una vez por todas.

   -Dígales que me arreglo y en unos minutos bajo.

   En el trayecto hasta la casa de la familia portuguesa, Toni se comporta educadamente lo que hace crecer las expectativas de la joven de que no es tan malo como lo pintan. Les recibe Assunçao Viqueira, joven de una belleza sensual, con unos ojos negros como carbones, labios carnosos y un cuerpo curvilíneo. La lusitana acoge a Julia con un saludo correcto, pero frío. En cuanto comienza el sarao, Toni saca a bailar a la anfitriona para después dedicar toda su atención a la joven chinata.

   -Paloma mía, si no te lo digo reviento, me moría de ganas de volver a tenerte entre mis brazos. Y todavía deseo más volver a saborear tus labios, sentir como late tu corazoncito cuando te abrazo, cuando te acaricio…

   -Para, Toni, por favor. No sigas por ahí. Esa no es forma de hablar a una muchacha decente, ¿pero quién te has creído que soy?, ¿una cualquiera?

   -Sé bien quien eres. Eres la mujer que me quita el sueño, que me vuelve loco, que se ha adueñado de mi corazón y que no puedo quitarme de la cabeza. Y no tienes por qué escandalizarte, todo cuanto te digo me sale del alma a borbotones, como si fueran las aguas de un torrente desbordado.

   Julia está hecha un verdadero lío, no sabe qué pensar, lo que está oyendo solamente lo dice un hombre enamorado, ¡Toni la quiere!, y la constatación provoca que todos sus sentidos se disparen. Entrecierra los ojos, olisquea el discreto aroma del agua de colonia que usa el joven, la boca se le reseca, sus oídos se apoderan de todas y cada una de las palabras que susurra el galán, y sus manos acarician el cuello del joven. ¡Me quiere, me quiere!, repite una y otra vez. En un breve intermedio piensa que si la quiere, como dan a entender sus palabras, la respetará, protegerá su honra y buena fama, tendrá en cuenta que es de vidrio la mujer. No puede seguir meditando porque llega Toni con un bol de un líquido ambarino. Julia, recordando lo fácil que se le suben los licores a la cabeza, pregunta:

   -Eso no tendrá alcohol, lo digo porque no me sienta nada bien.

   -Es el genuino ponche para señoritas; es decir: agua, azúcar y limón –Lo que no dice Toni es que le ha añadido un chorrito de ron de una petaca que siempre lleva. Julia apura el bol de un sorbo pues está acalorada.

   -¿Seguro que solo lleva agua, azúcar y limón?, sabe muy fuerte.

   -¿Cuándo te he mentido, paloma mía? Lo que te digo es el Evangelio. Soy incapaz de engañar, ni en lo más mínimo, a la mujer con la que sueño hasta cuando estoy despierto. Ven a mis brazos que el baile nos espera.

   Julia está en una nube, ¡Toni la quiere, la quiere de verdad! No le extraña cazar más de una mirada de envidia por parte de alguna de las invitadas. Hasta le ha parecido que la tal Assunçao, le mira con cara de pocos amigos. ¡Qué la zurzan, qué las zurzan a todas!, se dice la muchacha. Este hombre es mío y solo mío. Por un momento se fija en Manolo del Pino, el chico le mira con cara de perro pachón, una mirada tan tristona como amarga. ¡Lo siento, Manolo!, le dice mentalmente, pero en los sentimientos no se manda. Se nota acalorada y húmeda, en otras circunstancias estaría abochornada, ahora es la persona más feliz del mundo. De pronto su mirada se cruza con otra en la que no se lee la envidia sino la preocupación, es Maribel Quirós, su única amiga allí, pese a lo cual se sumerge otra vez en la nube rosa en la que está instalada. Toni continúa susurrándole palabras de amor y, baile a baile, la estrecha con más fuerza y la acaricia con más atrevimiento.

   -Vamos a parar un poquito, Toni, estoy muy acalorada, ¿por qué no me traes otro ponche?

   -Tus deseos son órdenes para mí, paloma mía –El hombre, a escondidas, vuelve a verter un chorro de ron en el brebaje que Julia se bebe de un sorbo.

   -¡Qué rico, que bien sienta!

   Al reemprender el baile, Julia, que por un momento parece haber recobrado la lucidez, hace lo que no ha hecho hasta ahora, preguntar.

   -Toni, ¿tú me quieres de verdad?, ¿quieres que sea tu novia en plan formal?

   -¿Pero qué preguntas son esas, paloma? ¿Cuántas veces te he dicho que estoy loquito por ti? ¿Quieres que te lo diga en francés que es el único idioma en el que medio me defiendo?

   -Lo pregunto porque eres demasiado atrevido, a la mujer que se la quiere se la respeta y tú tienes unas manos que no están quietas un momento.

   -¡Y claro que te respeto!, ¿cómo no iba a hacerlo con la mujer de mis sueños hechos realidad?, lo que pasa es que me haces perder la cabeza, me enajenas y acabo no sabiendo lo que hago. Si no te quisiera tanto como te quiero no obraría así.

   -Pero no has hablado de cortejo, de noviazgo, de matrimonio…

   -Huy, huy, huy, no corras tanto, paloma. Esas son palabras muy serias y quedan para la gente mayor. Lo que debe hacer la gente joven como nosotros es disfrutar, pasarlo bien aquí y ahora, y lo que tenga que ser, será.

  -¡Pero Toni! –se escandaliza Julia-, no todo es el presente, también hay que tener en cuenta el mañana y el qué dirán.

   -El mañana está por llegar y el qué dirán me lo paso por el forro. Tú no hagas caso a los demás y haz caso de lo que te digo, paloma mía.

   Aunque el alcohol ingerido comienza a surtir efecto, Julia tiene la suficiente lucidez para estar hecha un lío. Las palabras de Toni y su comportamiento no cuadran. Le dice que está loco por ella, pero sus manos son cada vez más atrevidas y eso no es forma de portarse con la mujer a quien se quiere. Se siente confusa. 

   -Toni, vamos a dejar de bailar. Estoy muy acalorada. ¿Tú sabes donde hay una toilette para refrescarme un poco?

   -Ven conmigo, corazón –el joven, que parece conocer bien la casa, la lleva por un pasillo y abre la puerta de lo que parece ser un dormitorio-. Ahí tienes una jofaina.

   Julia, se lava las manos, se refresca la cara y se echa agua en la nuca, luego se seca con la toalla que hay en el mueble. De improviso, Toni la abraza por detrás y sus manos cubren los pechos de la joven.

   -Me muero de ganas por besar este par de peritas, paloma.

   -¡Pero, Toni, por Dios! –solo es capaz de decir una escandalizada Julia.

   La respuesta del hombre es cogerla en brazos y echarla en la cama, se tiende al lado y la besa una y otra vez; la joven intenta zafarse pero Toni la tiene bien sujeta y no se contenta con los besos, comienza a subirle la falda. Es más de lo que Julia puede soportar.

   -¡¡No, Toni, no sigas, no sigas, para!! –clama a voz en grito sin conseguir que el hombre cese en su intentona pues sus manos ya están acariciando los muslos.

   De pronto, la puerta se abre de un empellón y alguien grita:

   -¡¿Qué está pasando aquí?! –La que ha entrado es la anfitriona y parece encolerizada-. En mi cama no, hasta ahí podríamos llegar. Ya estáis saliendo de aquí cagando leches –Para ser portuguesa maneja el lenguaje barriobajero hispano de manera impecable-. Si queréis follar buscar otro sitio. ¡Fuera!

   Julia se muere de vergüenza, está aturdida por lo sucedido y más aún por lo que hubiera podido pasar si Assunçao no llega a aparecer. Toni, en cambio, ni se ha inmutado, incluso se ha permitido al salir pellizcar la mejilla de la portuguesa. Desnortada, Julia solo piensa en abandonar la casa y alejarse de Toni. Ve a Manolo del Pino y se le acerca.

   -Manolo, no me encuentro nada bien. Podrías hacerme el favor de acompañarme a casa, te lo ruego.

   -Por supuesto, Julia. Dame un segundo –el joven se da media vuelta y al instante regresa con otro joven-. Jorge Escalante nos acompañará. Cuando quieras.

   El regreso a casa se le hace eterno a Julia. Sus acompañantes, que se han dado cuenta de lo alterada que está la muchacha, no la han molestado con sus preguntas, ni siquiera han charlado entre sí. El silencio es como un leve bálsamo para la atribulada chinata de cuya mente no se aparta la escena de lo sucedido en la habitación de la Viqueira.

   -Gracias Manolo, gracias Jorge, habéis sido muy amables –y la muchacha entra en la casa.

   -¿Qué tal el sarao? –le pregunta Pilar al verla.

   -Muy bien, Pilar. No voy a cenar, he picado algo y no tengo hambre, pero estoy cansadísima. Voy a acostarme. Ya le cuento mañana. Buenas noches.

   En cuanto llega a su habitación la joven rompe a llorar a todo trapo. Está literalmente destrozada. Creía que Toni la quería, pero no es así. Se ha quitado la careta y ha demostrado lo que realmente es: un sinvergüenza, un canalla que ha querido deshonrarla. Como ha podido ser tan ingenua y creerse el palabreo galante del rufián. Mucho estoy loquito por ti, eres la mujer de mis sueños, pero lo único que pretendía era abusar de ella. ¡Que cerdo, que ruin, que granuja, que rastrero, que miserable…! A Julia se le agotan los sinónimos. Y sigue llorando como una Magdalena, no solo por la vil conducta de Toni, sino también por el abrupto fin del sueño de haber creído encontrar al hombre de su vida. Se da cuenta que ha pecado de ingenua y de soberbia, con algo más de humildad habría sabido valorar que todos los consejos que le dieron en los últimos días sobre la personalidad de Toni coincidían en que no era persona de fiar, y así ha sido pues al fin se quitó la careta.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 112. ¿Llegó a…?