"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 5 de enero de 2024

Libro IV. Episodio 29. El tío Luis necesita esconderse


   Los Carreño de Madrid, con la  excepción del padre que sigue los avatares bélicos con atención, tratan de llevar una vida sin pensar demasiado en la guerra, algo difícil de conseguir. 

   Pilar ha asegurado a su padre que se valen y se sobran para sacar adelante la familia. Y prueba de ello es que, como la cesta de la compra es un problema, a Eloísa se le ha ocurrido que algunos artículos farmacéuticos los podrían trocar en los pueblos aledaños por comestibles y animales de granja.

   -Y si nos cogen, ¿qué puede pasar?

   -Si nos cogen con estraperlo nos puede pasar de todo. Y como nos lleven a una checa ni te cuento. Y, por supuesto, Jesús no debe participar en ninguna expedición de esa clase –señala Pilar.

   -¿Y por qué no vamos al Rastro?, si no salimos de Madrid será más difícil que nos cojan  –sugiere Eloísa.

   -¿Desde cuándo en El Rastro se vende comida?

   -En El Rastro se vende de todo, y con probar no perdemos nada.

   El siguiente domingo, Pilar y Eloísa se acercan al mercado al aire libre, originalmente de objetos de segunda mano, que se monta todas las mañanas de domingos y festivos en las aceras de la Ribera de Curtidores. En cuanto se dan un garbeo por los puestos de venta, que han ido creciendo y ahora se extienden en torno a la plaza de Cascorro y calles aledañas, observan que el trapicheo de productos comestibles es incontable. Asimismo, descubren que los medicamentos más conocidos como las aspirinas, los calmantes y los productos laxantes tienen fácil salida. Realizan algunos trueques y vuelven a casa con un capacho lleno de comestibles. Por unos días calmarán el hambre.

   Una tarde de ese cruento otoño, los Carreño tienen una visita inesperada. Paca entra en la farmacia y le susurra al oído a Pilar:

   -Pili –Paca es la única de la casa que continúa llamándola como de pequeña-, está en casa don Luís. Dice que quiere hablar contigo.

   -¿Qué demonios se le habrá perdido al tío?-, se dice Pilar, pues en la familia se le creía en Extremadura y, por consiguiente, en zona nacional. El orgulloso y siempre atildado jurídico de la Armada parece ahora un hombrecillo encogido y temeroso, y va vestido con un mono azul, como el que utilizan los obreros, que le sienta como a un santo cristo dos pistolas.

   -Pero tío, le creíamos en Plasencia, ¿qué hace en Madrid?   

   La inesperada aparición de Luis Manzano sorprende a los Carreño. Lo que no les choca tanto es lo que el jurídico les cuenta: anda huyendo de las patrullas milicianas que se dedican a localizar a presuntos enemigos de la República.

   -Por eso necesito que me escondáis. Me están buscando y si me encuentran del paredón no me libra ni Santa Rita de Casia.

   -¿Y dónde vamos a esconderte, Luís?, esta casa no tiene ningún rincón donde meterte –objeta Julio.

   -Papá, el único sitio donde podríamos esconderle es en la cueva, pero tenemos el problema de que cuando bombardean todos los vecinos se refugian allí y será difícil explicar la existencia de una cara nueva.

   -Podría esconderme en esa cueva y cuando suene la sirena y antes de que llegue ningún vecino saldré y me meteré en la farmacia o en la casa, el sitio que creáis más seguro. Prefiero arriesgarme a las bombas que a los milicianos. Y si no es molestia, querría darme una ducha, hace una semana que no me lavo como es debido y debo oler a porquero.

   Con las estrecheces que están pasando los Carreño y ahora van a tener a uno más en la casa. ¡Lo que faltaba!

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 30. También buscan al doctor Bermejillo