"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

lunes, 15 de octubre de 2018

*** Cuatro generaciones alrededor de una paella



   Desde que cumplí los ochenta años, acordamos en la familia reunirnos el 12 de octubre, día de mi cumpleaños, o en el fin de semana más cercano para mantener una reunión familiar. Este año, siguiendo esa reciente tradición, el pasado día trece nos juntamos treinta y cuatro miembros de la inicial familia Ramo Traver que ha pasado a contar con más apellidos pues las generaciones jóvenes han ido sumando nuevos miembros.
   Es un día especialmente grato y particularmente para mí de una cierta responsabilidad
porque, sin pretenderlo, me he convertido en una especie de pal del paller, como se dice en valenciano, que viene a ser algo así como ser la dovela central del arco. También es apasionante poder cumplir años, han sido 83, y poder contarlos, lo que es una bendición mientras pueda hacerse con achaques pero asumibles.
   La reunión tiene como punto principal el almuerzo, en el que alrededor de una paella al estilo castellonense, o sea con los diez ingredientes clásicos más caracoles, rendimos honores al plato más típico de nuestra tierra. Es una comida que se inicia poco después del mediodía y termina casi a media tarde.
   Al encuentro acudieron familiares venidos de Madrid, Barcelona, Castellón y Torreblanca. Esta vez fallaron los navarros. Es gratificante ver el reencuentro de personas, muchas de las cuales solo se ven de año en año y que por consiguiente tienen muchas cosas que contarse. Este año añadimos a la familia a un nuevo miembro, Luis, a quien su bisabuela Pura, decana del clan con sus noventa años, miraba con ternura.
   Como es natural, son la gente joven los primeros que reanudan relaciones y primos que, en los primeros instantes se miran con cierto recelo, terminan jugando como si fuera algo que hicieran todos los días. 
   Tuvimos la suerte que el clima nos acompañara pues hizo un día espléndido, tal es así que la mayoría no dudó en sumergirse en las aguas del Mediterráneo que, según me comentaron, mantenían todavía una temperatura cuasi veraniega.
   Y poco más puedo contar. Cuatro generaciones alrededor de una paella. Habrá mejores cosas que hacer, pero esta no estuvo mal.