Grandal ha hecho a sus amigos una sinopsis de
lo que se sabe y de lo que no sobre la muerte de Salazar. Todo pivota sobre las
poco más de dos horas en las que el exsindicalista pasó de encontrarse bien a
estar en estado comatoso. ¿Qué ocurrió durante ese espacio de tiempo?, ¿qué
personas estuvieron en ese lapso en la habitación 16?, ¿qué hay que hacer para
averiguarlo?
-Vamos a
reordenar las investigaciones a llevar a cabo. Una pareja, podríais ser tú,
Manolo acompañado de Pedro, será la que investigara las huellas que haya podido
dejar el Chato en las seis horas que estuvo el día 15 en Torrenostra. Pedro,
que tu hermano Chimo haga un retrato robot del Chato, para ello vais a contar
con la ayuda de Rocío Molina que es la persona que mejor lo conoce. Yo me
encargo de llamar a la andaluza y decirle que se ponga a vuestra disposición.
Vosotros no tendréis más que recogerla donde os diga. Una vez esté hecho el
retrato será cuestión de que lo vayáis enseñando por los bares y chiringuitos
de la playa. Ah, también por los restoranes pues en algún sitio tuvo que
almorzar. Si os preguntan que por qué lo buscáis dad cualquier pretexto. Si os
surge algún problema, llamadme inmediatamente y personalmente o a través del
sargento Bellido lo solucionaremos. ¿Alguna pregunta?, ¿no?, pues cuando
queráis podéis comenzar vuestra tarea.
-Y que Dios
reparta suerte, como decimos los taurinos –agrega Álvarez por su cuenta.
Luego Grandal se dirige a Ballarín y
Álvarez.
-En cuanto a
vosotros, vais a comenzar por volver al restorán donde estuvisteis ayer y en el
que la dueña os contó que estuvo un guiri, que bien podría ser el misterioso
extranjero que estuvo en la habitación 16, acompañado de una mujer joven.
Sacadle el mayor número de datos sobre dicha mujer: su estatura y complexión,
color del pelo, si tenía algún rasgo característico, cómo iba vestida,
etcétera. Todo lo necesario para ver si el hermano de Pedro nos puede hacer un
retrato robot de la misma. Luego, ya sabéis el procedimiento, id preguntando y
si conseguimos un retrato enseñarlo por la playa a ver si suena la flauta.
-Oye,
Jacinto, por pura curiosidad, ¿y tú qué vas a hacer? –pregunta, indiscreto como
siempre Álvarez.
-Lo primero,
hablar con Bellido y explicarle como están las cosas. Y luego, decidir entre
ambos de que parte de nuestras investigaciones va a informar a la jueza para
que active las citaciones a los nuevos testigos o vuelva a citar a aquellos qua
ya declararon, pero de los que tenemos nuevos datos.
-Ya estamos
otra vez en lo de que unos crían fama y otros cardan la lana –se queja Álvarez.
-No, Luis,
no se trata de eso. De lo que se trata es que en este caso hay testigos a los
que no podemos llegar. Realmente todos, con la excepción de los pichones, están
fuera de nuestro alcance. Nosotros no podemos, pero sí la Guardia Civil y/o la
Jueza Instructora. Tan simple como eso.
En cuanto se queda solo, Grandal llama al
sargento del puesto de Torreblanca.
-¿Bellido?,
soy Grandal, ¿puedes hablar?
La respuesta del guardia civil no es la que
esperaba el expolicía.
-Hola, don
Jacinto, supongo que me llama por lo de su permiso de caza, en cuanto tenga un
hueco le prometo que termino de cumplimentarlo. Yo le llamo –y el suboficial
apaga su móvil.
Gandal entiende que el sargento no está en
condiciones de hablar por lo que abandona el apartamento del hijo de Álvarez,
donde han estado reunidos, y sale a la calle a tomarse una caña mientras hace
tiempo para que le llame Bellido. La llamada se hace esperar hasta que…
-Perdone,
comisario, pero como habrá comprendido antes no podía hablar. Estaba con los
enteradillos de la UCO. Verá…
Y el suboficial le cuenta que los dos
agentes de la Unidad Central Operativa han estado algunos días ausentes, hasta
llegó a sospechar que se hubiesen vuelto a Madrid, pero no. Adónde habían
viajado era a Algeciras. Resulta que en una operación antidroga, una de las
muchas que se llevan a cabo periódicamente en el mayor puerto del sur de
España, la policía ha cogido con las manos en la masa, como suele decirse, a un
importante mafioso calabrés. Al ver que su horizonte penal se ponía muy cuesta
arriba, el italiano pactó con la fiscalía una rebaja de penas a cambio de
proporcionar información sobre la nueva ruta de la droga que, dado el
incremento de vigilancia en el Estrecho de Gibraltar, se ha desviado hacia la
Costa del Sol, convirtiendo a la propia ciudad de Málaga en una suerte de guardería
de estupefacientes. Al activar a sus informadores en dicha costa, la policía ha
descubierto que allí operan varios grupos siendo el más poderoso un clan ruso
que no solo se dedica a las drogas sino también a cualesquiera otras
operaciones al margen de la ley, y que le reportan sustanciosos ingresos. Una
de esas operaciones es la de liquidar a cualquier fulano a quien se le haya
puesto precio a su cabeza. Y los rumores, en los que coinciden varias fuentes,
apuntan que el último encargo de esa clase que han recibido ha sido el de
pasaportar a Francisco Salazar Jiménez, más conocido como El Conseguidor en los
ambientes sevillanos. Lo que desconocen es el nombre del sicario o sicarios a los
que han encargado el trabajo. Una de las primeras acciones que ha llevado a
cabo el Grupo Especial Antidroga de la Costa del Sol ha sido hacerse con las
matrículas de la flota de vehículos que manejan habitualmente los mafiosos
rusos. Ello les ha llevado a detectar que uno de los coches que conducen, un Audi
A7 Sportback de cuatro plazas, una berlina de alta gama, tuvo un incidente recientemente
según informe de la Dirección General de Tráfico. El individuo que conducía dicho
vehículo fue multado el pasado día seis de los corrientes en la provincia de
Valencia, por ir a ciento sesenta kilómetros por hora, excediendo en cuarenta
kilómetros los ciento veinte que es la velocidad máxima permitida en las
autopistas españolas. Se sancionó al conductor con trescientos euros y una
pérdida de dos puntos en su carné de conducir. El titular del vehículo es una
empresa con sede en Marbella (Málaga), de nombre Trapisa. El nombre del
conductor, de nacionalidad georgiana y con residencia en Marbella, es Grigol
Pakelia…
-… y los de
la UCO creen que el tal Pakelia puede ser el misterioso extranjero que fue
sorprendido por los pichones en la habitación de Salazar –finaliza el sargento.
-Eso es un
notición. Precisamente, mis amigos están buscando en Torrenostra información
sobre una mujer que acompañaba a un extranjero, que podría ser ese Pakelia, y
que estuvieron comiendo en un restorán de la playa el día de autos.
-Parece que
las piezas del puzle van encajando –comenta el sargento.
-De eso,
precisamente, quería hablarte. De cómo encajar los últimos datos que hemos
descubierto y de los que has informado a la jueza, pero eso es mejor hacerlo
personalmente y no por teléfono. ¿Cuándo nos podemos ver?
-Cuando
quiera, comisario.
-Bien,
¿dónde prefieres?
-¿Le parece
bien que quedemos en la cafetería del mismo hotel donde 333tuvimos la primera
charla?
Grandal hace una mueca pues eso supone
volver a Marina d´Or. A él le vendría mejor verse en Torrenostra ya que está
allí, pero sabe que el sargento prefiere encontrarse con él en un lugar fuera
de su circunscripción.
-De acuerdo,
esta tarde a las 18, ¿vale?
Cuando Grandal está pidiendo la cuenta,
alguien le saluda.
-Hola, jefe,
¿cómo está usté?, me alegra verle porque quería preguntarle argo.
Se trata de Francisco José Salazar a quien no
había vuelto a ver.
-Vaya,
chaval, ¿qué es de tu vida? –Grandal percibe enseguida que lo de chaval no le
ha gustado nada al joven, pero ya está dicho-. ¿Qué querías preguntarme?
-Mi mama,
que se está poniendo mu pesá con lo der entierro der papa. ¿Por un casuá no
sabría usté cuándo va a terminar lo de la autopsia y podamos llevarnos er
cadáver a Sevilla, que es dónde quiere mi mama que lo enterremos?
-Creo que la
autopsia ya ha concluido, pero será la Jueza Instructora la que decidirá cuándo
los familiares podréis haceros cargo del cuerpo. Mientras, tendrás que esperar.
Supongo que al no tener nada que hacer te aburres, claro.
-Ahora menos.
He ligao, sabe usté. Me he echao una tronca con derecho a rose de lo más guay.
Yo creía que por aquí las titis eran una esaborías, pero se ve que hay
exsepsiones y a mí m´a tocao la lotería, no sé si er gordo, pero ar menos la
pedrea, seguro.
-Me alegro por
ti y no me sorprende lo que cuentas. En cualquier lugar encuentras gente de
todo tipo: agradable, desagradable y mediopensionista.
-Eso de
mediopensionista no lo he entendío, jefe, ¿a qué se refiere?
El expolicía se afirma en lo que ya pensó la
primera vez que habló con Salazar junior: que es más bien cortito y con la
ignorancia propia de buena parte de tantos jóvenes de hoy.
-Es una
forma de hablar. Y ya que te tengo a mano, ¿has recordado algo más sobre tu
padre en sus últimos días?
-Pues ahora
que lo pregunta… He recordao que una tarde de las que fui a visitarle, mi papa,
cosa rara porque er nunca hablaba de sus cosas, me comentó que estaba hasta los
cojones, perdone pero eso es lo que dijo, de que to er mundo quería comerle er
coco.
-¿Comerle el
coco?, ¿y eso que significa?
-Pues que
tos lo que iban a verle querían argo de él: que si se tenía que entregar a los
maderos, que si tenía que desir esto o lo otro a la juesa que lo encalomó, que
si no debía sitar a este o aquel nombre, que si mejor marcharse fuera der país…
Totá, que tos querían argo de él cuando lo que le petaba era seguir tan
ricamente en esta playa. ¿Por qué sabe usté?, aquí se lo pasaba guay, le molaba
esto un montón.
Mientras el joven sevillano sigue con su
insustancial perorata, Grandal reflexiona en lo que le está diciendo el chico:
que todos los que iban a ver a su padre querían algo de él, y por lo que cuenta
siempre se referían a lo mismo, lo que le lleva a una conclusión: la clave de
la muerte del exsindicalista es el caso ERE.
-Verde y con
asas –musita Grandal para sí.
PD.- Hasta
el próximo viernes en que publicaré el episodio 99. Las buenas noticias hay que
darlas de una en una