"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 24 de diciembre de 2021

Libro III. Episodio 124. Jesusito de mi vida…

   Manolo del Pino, flamante diputado del partido liberal por la circunscripción de Plasencia, no ha podido hablar con Carreño pues ha tenido que regresar precipitadamente a Madrid al ser su voto necesario en unas Cortes en las que la mayoría gubernamental es muy ajustada. La causa de la llamada ha sido que tiene que ayudar a sacar adelante la llamada Ley del Candado, disposición que prohíbe durante dos años el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. Una ley que por la frontal oposición de los conservadores y de la Iglesia Católica lleva visos de no convertirse en real. A raíz de esto, Julio comenta en la tertulia del casino que le llama la atención el hecho que del Pino, siendo un terrateniente y habiendo sido llevado a las Cortes por los caciques comarcales, se haya presentado por el partido liberal y no por el conservador, como lógicamente debería ser. Uno de los contertulios, comandante en la reserva del ejército, le explica lo que parece ser una situación contra natura.

   -Eso, amigo Carreño, tiene una explicación que es una muestra más de lo hondamente arraigado que está el caciquismo en nuestra tierra. En esta circunscripción, los conservadores ganan siempre porque los Sotomayor y los Orellana son los caciques que mandan y compran voluntades. Pero la ley electoral ampara que haya al menos un diputado de otro partido por circunscripción, en este caso del liberal. Si se dejara la elección de los candidatos al albur de los comités locales podrían ser elegidos diputados personas que resultaran incómodas para los órganos centrales de los partidos. Entonces, lo más práctico es propiciar que el candidato del partido opositor sea alguien moldeable. Y es el caso de del Pino, que es más maleable que un hilo de cobre.

   Dentro de la familia Carreño, la abuela Pilar suele realizar una visita casi diaria para ver a los nietos. Cuando va a salir se topa con su nuera que llega de la nueva tienda de regalos que es donde ahora pasa la mayor parte del tiempo.

   -Hola, hija, ahora me iba. ¿Cómo va ese embarazo?

   -Pues muy bien. No sé si será niño o niña, pero sea lo que sea es muy buenecito, se comporta mejor que lo hicieron sus hermanos.

   -¿Qué prefieres, niño o niña?

   -Me gustaría darle una hermanita a Pili, pero que sea lo que Dios quiera.

   -¿Ya habéis elegido nombre?

   -Todavía no. Tenemos que hablarlo, pero nunca encontramos un momento de tranquilidad para algo tan trivial.

   -Bueno, lo de trivial hasta cierto punto. Un nombre te puede cambiar la vida para mejor o peor.

   -Procuraremos acertar, Pilar.

   En su diaria visita al casino, Julio encuentra hoy muy animada la tertulia. Los tres periódicos que recibe el centro -el Diario de Cáceres, El Noticiero y el Nuevo Diario de Badajoz- están abiertos encima de la mesa de mármol y en todos aparece, en tipografía de realce, la misma noticia: Londres, 16 de abril de 1912. En la noche del pasado 14, el trasatlántico británico Titanic se ha hundido tras chocar con un iceberg. Las primeras informaciones, transmitidas por radio, apuntan que han podido fallecer más de 1.500 pasajeros. El debate de la tertulia se centra en cómo puede haber naufragado un buque al que se le creía insumergible. Al droguero, que no es nada aficionado al mar ni a los barcos, le interesa más otro aspecto de la noticia que parece marginal.

   -¿Y eso de la radio cómo funciona en un barco en medio del mar?

   Nadie responde, por lo que Julio se queda con las ganas. Un par de semanas después compra, en el quiosco de la porticada Plaza Mayor de la ciudad, un ejemplar de la revista ilustrada, Blanco y Negro, y que esta semana trae como novedad la primera fotografía en color de la prensa española. Además, y para contento del droguero, contiene un detallado reportaje sobre la historia de los dos radiotelegrafistas del Titanic, Phillips y Bride. El buque estaba equipado con un radiotransmisor modelo Marconi a detección magnética y escucha por auriculares. En los primeros momentos de la colisión, el capitán ordenó que lanzarán un CDQ, la señal de socorro más utilizada en la época y que se interpreta como Come Quickly, Distress, lo que se traduce como vengan rápido, problemas. Posteriormente el capitán ordenó que probaran a enviar un SOS, Send Out Succour -envíen socorro-, en Morse continental internacional. Cuando el buque comenzó a hundirse un oficial indicó a ambos operadores, de parte del capitán, que habían cumplido con su deber y que intentaran salvarse. Phillips subió a un bote salvavidas, pero este volcó y cayó en las heladas aguas del Atlántico, no logrando sobrevivir. Bride, en otro bote, fue rescatado por el trasatlántico Carpathia. Tras empaparse del extenso reportaje busca inútilmente averiguar cómo funciona el sistema de comunicación telegráfica sin hilos, por lo que se queda con las ganas de desentrañar el funcionamiento de la radiotelegrafía.

   Ha llegado mayo y el embarazo de Julia está cerca de llegar a término. Uno de esos días en que el calor comienza a apretar, y mientras están tomando el fresco en el amplio zaguán de la casa, Julia se acuerda de que no han hablado del nombre que le van a poner al nuevo hijo.

   -Marido, ¿qué nombre te gustaría que le pusiéramos al crío?

   -El que tú quieras, cariño.

   -Siempre me lo dejas todo a mí.

   -Si quieres podemos hacer una cosa: propón una lista de nombres, tanto de chicos como de chicas, y lo elegimos entre los dos –sugiere el hombre.

   -Mi confesor me ha dicho que si es chico podríamos ponerle Jesús y si es chica María.

   -¿Esas cosas las consultas con tu confesor? –se sorprende Julio.

   -No, pero hablando con él hace unos días, fuera del confesonario, salió el tema y esos nombres fueron los que me sugirió.

   Julio piensa que el nuevo confesor de su esposa, el padre Galarza, un sacerdote navarro que ha recalado en la diócesis de Plasencia, se mete en cosas que no debería, pero se calla. Mejor no meterse en camisa de once varas.

   Al día siguiente, lo que se comenta en la tertulia es que en la Feria de mayo de Cáceres un piloto francés ha volado con su monoplano hasta 800 metros de altura y a unos cien kilómetros por hora.

   -¡A cien kilómetros por hora! –exclama uno-. O sea, que en menos de una hora llegaría de Cáceres a aquí. ¡Estos inventos modernos son la leche!

   El diez de junio, lunes, y un poco antes de lo esperado, viene al mundo el cuarto hijo de los Carreño. Ante la desilusión momentánea de Julia, que quería una niña, el recién nacido es varón. El parto ha sido limpio y rápido. Cuando enseñan el nuevo hermanito al resto de la prole todos se quedan mirándole como diciendo: ¿y por dónde ha llegado hasta casa? Rompe el silencio el mayor que pregunta:

   -Mamá, ¿y dónde lo has comprado?, el crío, digo.

   -Mamá no lo ha comprado –quien le contesta es la señora Etelvina que una vez más ha ayudado en el parto-, vuestro nuevo hermanito ha venido de París y lo ha traído una cigüeña –La explicación parece que es suficiente para los pequeños pues ninguno vuelve a preguntar.

   En esas que llega doña Pilar ligeramente sofocada.

   -Acabo de ponerle un telegrama a Julio anunciándole la buena nueva. Se lo he enviado a la posada de Almendralejo donde me has dicho que hace noche. Tu marido no debería viajar estando tú a punto de parir.

   -No la regañes, Pilar. Es que el crío se ha adelantado, lo esperábamos a finales de semana como muy pronto –Es Etelvina la que justifica al padre de la criatura.

   El domingo, diecisiete, con Julia bastante restablecida aunque sigue un poco pálida, el recién nacido recibe las aguas bautismales en la iglesia de San Esteban. Julio quería ponerle el nombre de un boticario de Jaraíz amigo suyo, Jerónimo Rodríguez, pero su esposa se empeña en que se llame Jesús. Parece que el padre Galarza se ha salido con la suya. Como compensación a su amigo, Julio le pide que apadrine al crío; será madrina Luisa Manzano, una de las hermanas de la madre. El padrino se ha mostrado rumboso y durante el trayecto de la iglesia a casa de los Carreño no ha parado de lanzar peladillas y calderilla a la marabunta de chiquillos que ha acompañado al cortejo. Aquella noche, cuando Paca pone a los tres críos de la casa a rezar sus oraciones antes de acostarse, Pili le pregunta:

   -Entonces, Paca, cuando recemos la oración de: Jesusito de mi vida eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón, ¿ese Jesusito es nuestro hermanito?

   -No, tesoro, ese es otro Jesusito.

   -Entonces a mi hermanito Jesús, ¿no tengo que darle mi corazón?

   -Eso ya te lo cuento mañana. Ahora reza y no preguntes más.

   Una vez restablecida, Julia se reincorpora a la tienda de regalos y objetos decorativos para el hogar y que en su obligada ausencia ha sido atendida por Lupe. La dependienta le cuenta como se han desarrollado las ventas mientras no ha estado, y la noticia más destacada es que la señora del doctor Lavilla ha encargado una lista de regalos para la boda de su hija pequeña.

   -Lo he hecho lo mejor que he sabido, Julina…, huy perdona; creo que después del cuarto crío ya no te pega que te siga llamando así, será mejor que desde ahora te llame Julia o jefa, lo que prefieras. Pues como te decía, confeccioné la lista poniendo regalos de diferentes precios, pero creo que la señora Lavilla que, dicho sea sin ánimo de ofender, es bastante estirada, no se quedó muy conforme. Ha dicho que volverá cuando tú estés.

   Dos días después aparece por la tienda la señora Lavilla que saluda amablemente a Julia que hacía mucho tiempo que no la veía. Ha envejecido mucho y, pese a los muchos afeites que decoran su cara, los años se le acusan sobre todo en las manos, las tiene sarmentosas y con los dorsos llenos de manchitas hepáticas.

   -Doña Agustina, cuanto me alegro de volver a verla. No pasan los años por usted.

   -Ay, hija, sí que pasan, pero es ley de vida, que se le va a hacer. He venido por la lista para la boda de Cristina. ¿Sabes que se va a casar?

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 125. Borbonear

FELIZ Y SALUDABLE NAVIDAD