Si hace unos días les hablaba de las fiestas
patronales en la Torreblanca de hace 70 años, hoy les voy a describir como son
las de ahora. Muchos aspectos han cambiado, pero los toros siguen siendo la
clave de los festejos y las ganas de divertirse de mis paisanos son las mismas
que en 1950.
Ahora el prólogo de las fiestas comienza con
la elección o designación de las reinas infantil y juvenil y sus respectivas
damas de la corte de honor, a lo que habría que añadir los correspondientes
acompañantes. Todos ellos ataviados con trajes tradicionales valencianos de
gran gala porque no creo que ningún antepasado de esta bendita región fuera a
labrar o a recoger naranja vestido de tal guisa. Algunos años no hay reina
porque el Ayuntamiento no encuentra una
familia que esté dispuesta a gastarse los dineros que cuesta el efímero reinado
y que pueden ser facturas de hasta cinco dígitos.
Las fiestas propiamente dichas no comienzan
el 24 de agosto, día de San Bartolomé, sino que suelen hacerlo uno, dos y hasta
tres días antes. Este año empezaron el 22 con La Crida (la llamada), acto que tuvo el acompañamiento de una
batalla de confeti, la concentración de todas las collas y la crida, acto amenizado por una charanga y
finalizado con un disco-móvil popular.
El 23 fue el día de El Pregó (el pregón) que consiste en una cabalgata encabezada o
ultimada por el pregonero que es quien lee montado en un imponente caballo el
pregón de las fiestas. Después desfilan grupos de danzas, collas de dulzaineros
y atabaleros, las carrozas participantes, destacando las carrozas de las reinas
y damas del año. Por la noche la verbena amenizada por una orquesta,
generalmente de la provincia.
El 24,
día de San Bartolomé, hubo por la mañana un ciclo-indoor masterclass (los
anglicismos también han llegado a mi pueblo), luego la solemne misa en honor
del patrón finalizada con la procesión del santo. A las 19 ofrenda floral al
Santísimo Cristo del Calvario, la mayor devoción del pueblo, para terminar con
una ronda de bailes populares en la Plaza Mayor. Sobre las 21 una ginkana
popular por las calles del pueblo y a partir de las 00 horas una verbena
amenizada por la misma orquesta del día anterior.
El 25, el día del Santísimo, antes era una
fecha de nítido fervor religioso, ahora se ha hecho menos eclesial. A las 12
bingo popular y volteo de campanas. A primera hora de la tarde la tradicional
subasta de carros y carafales, una
tradición que se mantiene. Luego otra ginkana. Después solemne misa y
procesión. Hacia las 23 velada musical y por la noche la inevitable verbena.
Mis paisanos siempre han sido muy bailones.
Del 26 de agosto al 1 de septiembre el
programa de las fiestas es muy parecido con ligeras variantes. El 26 se
construye la artesanal plaza de toros en la que los antiguos carros de los
labriegos han desaparecido y han sido sustituidos por unos armazones
prefabricados. Luego vienen los diversos masterclass, la entrà, la pròba, la
exhibición de vaquillas para terminar con la verbena de todas las noches.
A partir del 27 se añade otro festejo diario
que tiene mucho tirón popular: la torrà y
el vi (es una barbacoa de sardinas
acompañada de vino de bota). Su gancho popular estriba en que es gratis. Por la
noche de ese mismo día hay otra variante, se celebra la nit de la xulla (la noche de la chuleta) acompañada por un concurso
de all i oli (ajoaceite). El 28 la
variación más destacada es la celebración de una fiesta temática flamenca. El
29, hay un festejo también muy popular: el día de las paellas. A mediodía en el
Raval, la calle principal y más larga del pueblo, el Ayuntamiento cada x metros
proporciona una gavilla de leña, una litrona y unos melones y las distintas
collas de amigos y familiares cocinan una paella al aire libre poniendo ellos
los ingredientes. Realmente es una fiesta espectacular ver unos trescientos y
pico de metros de calle con una gran hilera de paellas elaborándose al unísono.
Según me han contado este año había apuntadas para participar 2.800 personas,
todo un récord pues supone la mitad de la población. El 30, por la mañana hay un
concurso de elaboración de cocs
(empanadas con carne) y en la que los cocineros son niños. Por la tarde hay un
campeonato de parchís y sobre las 21 h. hay una cena popular de pa i porta (literalmente de pan y lo que
traigas). Un bonito detalle es que se pide a los participantes que aporten un
kilo de comida para los más necesitados. Las variantes del 30 son un campeonato
de guinyot (guiñote, un juego de
cartas) y una fiesta temática de disfraces. Y finalmente llegamos al 31 donde
el cierre oficial de las fiestas es un castillo de fuegos artificiales que se
dispara en medio del pueblo.
Si se
acuerdan de cómo describía las fiestas patronales de hace 70 años en un post
anterior comprobarán que los cambios han sido muchos, unos para mejorarlas,
otros para vulgarizarlas. Vaya una cosa por la otra. Me quedo con las de mi
niñez, aunque reconozco que no puede ser de otra forma. Hace todos esos años
era un crío y disfrutaba mucho con los festejos. Hoy soy un anciano y las
fiestas no son para viejos. O tempos o mores.