"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 18 de octubre de 2013

2.16. Aún quedan alcahuetas

   Sergio no ha dicho a sus padres que está saliendo con Lorena, intuye que no les va a gustar. Lo que no puede imaginar es que su madre tiene metida entre ceja y ceja la idea de encontrarle novia en el pueblo. A Lola no se le oculta que la mayoría de jóvenes de la localidad no están a la altura de lo que ella pretende para su hijo, pero naturalmente hay excepciones y dentro de ese grupo espera encontrar una jovencita adecuada para su retoño. Hace unas indagaciones discretas preguntando a cuñadas y primas.
- ¿Una buena chica para tu hijo? Las hay, pero no tantas. ¿Estás pensando en un arreglo familiar?
- No sé qué decirte, no creas que lo tengo tan clarito.
- El pueblo ya no es el que era cuando vivías aquí, Lola. Los chicos de ahora van a su aire y lo de los arreglos entre los padres ya no se estila. Alguno se apaña, pero son contados y casi siempre de parejas a las que se les está pasando el arroz. Que no es precisamente el caso de tu hijo, vamos.
- ¿Lo que me estás diciendo es que me olvide de un apaño?
- Difícil es, pero nunca se sabe. Yo de ti hablaría con la Rajolera, si en el pueblo hay alguien que te pueda dar luces sobre ese asunto es ella.

   Julieta la Rajolera, apodada así porque su padre tenía un modesto obrador de alfarería, es un espécimen en vías de extinción en la sociedad urbana, pero que todavía perdura en las comunidades rurales. Su oficio se remonta seguramente a la primera vez que un varón trató de conseguir a una mujer y buscó quien le ayudara en el empeño; en otras palabras: la Rajolera se dedica a la nunca bien ponderada ocupación de la tercería, es la alcahueta del pueblo. Lo de los arreglos casamenteros no sólo es que la ponen, sino que también constituyen una fuente de ingresos, en ocasiones bastante sustanciosos.

   La conversación entre ambas mujeres transcurre en su primera parte recordando los tiempos en que Lola vivía en el pueblo y cuantas cosas han pasado desde entonces. Cuando la Rajolera pregunta por Sergio, Lola ve llegado el momento de llevar la charla al terreno que le interesa.
- … y está estudiando una ingeniería, fíjate tú, ¡quien me lo iba a decir!, un hijo mío ingeniero. Más de una y más de dos podrán presumir de que si tienen fincas y lo esto y lo otro, pero ¿cuántas podrán vanagloriarse de tener en casa a todo un ingeniero?
- Desde luego, Lola, es para que estés orgullosa. Y razón tienes, muchas casas pueden presumir de huertos de naranjos y de fincas de regadío y de muchas propiedades, pero sus chicos serán toda la vida unos gañanes. Oye, ¿y tu muchacho tiene novia en Madrid? – La Rajolera sabe perfectamente que el chico está flirteando con la Lorena, pero su pregunta está determinada por su querencia celestinesca.
- ¡Qué va! Se le va todo el tiempo en los estudios. Y mejor que sea así, porque ya sabes lo que pasa en las ciudades, nadie conoce a nadie, y si se ennovia vete a saber qué clase de chica coge, de qué familia es y el tipo de vida que ha podido llevar. No es lo mismo que si se echara una novia del pueblo, que aquí todos sabemos de qué pie cojea cada quisque.

   A la Rajolera no le coge de sorpresa que Lola no parezca saber nada del idilio que su hijo está manteniendo con la chiquita de los Vercher, por un momento se siente tentada a contárselo, pero puede más su oficio de celestina y coge al vuelo la velada insinuación de Lola.
- Más de acuerdo contigo no puedo estar, Lola. Aquí todos sabemos quién es cada quién. Yo, desde luego, también me quedaría más tranquila si un hijo mío se emparejara con alguien conocido. Y por cierto, en el pueblo no hay muchas chiquitas que estén a la altura de todo un futuro ingeniero, pero alguna hay y con buenas fincas.
- Yo lo que quiero para mi Sergio es una buena chica, que el día de mañana vaya a ser una buena esposa y una mujer de su casa. Y para ser sincera tampoco me importaría que tuviera posibles, que el dinero nunca hizo mal a nadie, y más vale tener que desear.
- Mira, Lola, como te conozco desde niña te voy a hacer un favor, pero antes he de preguntártelo ¿quieres que haga alguna averiguación para ver si una familia en la que estoy pensando vería con buenos ojos a tu chico como futuro yerno?

   Lola, que se conoce el ritual, sabe que es llegado el momento de hacerse la melindrosa.
- La verdad, Julieta, es que me pones entre la espada y la pared. No sé si a mi Sergio le gustaría tener una novia del pueblo y encima que fuera un medio arreglo. Ya sabes cómo son estos chicos de hoy en día. Aunque me pica la curiosidad, ¿en qué familia estás pensando?
- En una que mejor no la hay en todo el pueblo – La Rajolera sabe que ahora le llega el turno de hacerse valer.
- Claro, claro, pero si no me das alguna pista no voy a poder darte una respuesta clara – La réplica de Lola está servida.
- Sólo te diré que es la casa más fuerte del pueblo – Julieta sigue guardándose el meollo de la información.
- Bueno, por probar que no quede. Ya me contarás.
 
   La Rajolera habla con Elvira, esposa de José Ramón Arbós, y el resultado no puede ser más decepcionante.
- Hasta ahí podríamos llegar, que el hijo de Lola la Punchenta aspirara a emparejarse con una Arbós. ¡No hemos caído tan bajo!
- Elvira, que el chico va para ingeniero, nada menos.
- Lo de que llegue a ser ingeniero habrá que verlo y, de cualquier modo, será un ingeniero que no tendrá dónde caerse muerto. ¿Qué tiene esa familia? Lo sé de buena tinta, nada. El padre es un empleado de tres al cuarto y la madre, ¿qué te voy a contar de los Punchent que tú no sepas? Dos o tres finquitas de mala muerte y un caserón que se cae de viejo. En total, de forment ni un gra.

   La alcahueta le cuenta a Lola el resultado de su gestión y su intención de no cejar en el empeño.
- Estos Arbós están cargados de puñetas, Lola. Creen que porque tienen dinero ya lo tienen todo. Y en resumidas cuentas, ¿qué son? Nada más que unos ricos de pueblo con muchas fincas, pero que si no fuera por la gasolinera no tendrían un duro en el bolsillo. Mucho darse postín y, en el fondo, no son más que unos vulgares gasolineros. Hay mejores familias en el pueblo, no tendrán tantas fincas como ellos, pero sí más señorío. Voy a echarle un tiento a Carmen la de Sanchís, que esos además de tener perras son gente de categoría.
- No te preocupes, Julieta, déjalo. Mi hijo cuando sea ingeniero no va a estar por debajo de ninguna chica del pueblo sea de la familia que sea.
- La que no has de preocuparte eres tú. O yo dejo de llamarme Julieta o le encuentro a tu chico una pareja de rechupete. Más vale un arreglo que un noviazgo con Dios sabe qué clase de chica – y al decir esto sólo le falta añadir el nombre de Lorena.