"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 3 de noviembre de 2017

25. ¡Que Dios reparta suerte!




   El grupo de Felipe Muñoz, tras inacabables discusiones, acuerda que el mejor pacto que pueden proponer a Curro Salazar se base en los siguientes puntos:
A) Que tratarán por todos los medios de frenar la investigación sobre el caso ERE. El pasado año ya eliminaron a la que era considerada como la bestia negra de los imputados, la juez Mercedes Alaya que, posiblemente harta de los repetidos ataques públicos que ha sufrido con el fin de desacreditar su trabajo y los continuos roces con la Junta de Andalucía, solicitó una plaza en la Audiencia Provincial que le fue concedida.
B) Que cuentan con el mejor bufete de Sevilla para que se encargue de su defensa. La minuta correrá a cargo del grupo.
C) Que cuando Curro declare ante el Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla, donde se sustancia el proceso de los ERE, su deposición se ajustará a lo que le va a explicar el emisario del grupo.
D) Que no citará ninguno de los nombres que le enumerarán bajo ningún concepto. Si se le pregunta por ellos las respuestas serán del tipo de: no lo sé, no me acuerdo, no lo conozco, no sabría decirle, etcétera.
E) Que le facilitarán el dinero en mano que necesitará en cuanto la justicia le bloquee las cuentas y le embargue todos sus bienes.
-¿De acuerdo? –inquiere Muñoz tras leer las cláusulas del pacto.
   El asentimiento es unánime…, pero no, alguien levanta la mano; se trata de Juan Antonio Almagro, el exconsejero que ha sido una china en los zapatos de los conjurados por sus continuas salidas de tono y su intemperante oposición a cuantas propuestas se han formulado.
-No puedo estar de acuerdo con ese pacto. Eso es como echarles margaritas a los marranos.
-Entonces, ¿quieres decir de una puta vez cuál es tu propuesta? –pregunta con evidente cabreo el exdirector de IDEA.
-Conosco a Curro mejor que vosotros. Todo eso que queréis proponerle se lo va a pasar por el forro de los cojones. Lo único que puede lograr que tenga la húmeda quieta es que se le acojone y eso solo se logra con una buena mano de hostias o unas piernas partidas. Todo lo demás, humo.
-¿Qué es lo que pretendes, que terminemos todos en la cársel? ¡Cómo si no tuviéramos ensima lo que tenemos! –apostrofa Macarena Chacón.
-Almagro, perdona que te lo diga, pero cuando repartieron el sentido común ese día a buen seguro que hiciste pellas –ironiza Rivera, el abogado-. ¿Acaso no sabes que el mero hecho de proponer darle una paliza puede ser tipificado como delito?
-No estoy dispuesto a que se me siga menospresiando de esa manera. Está claro que aquí sobro. Por consiguiente, compañeros, me retiro por el foro. Felipe –Almagro se dirige al organizador del grupo-, grasias por tu invitasión, pero desde este momento me doy de baja en esta comparsa.
-¡Uf! –exclama Sierra dando un suspiro de alivio-, menos mal que se fue porque es que ya no le aguantaba ni una patochada más. ¡Y pensar que fue consejero! Claro, de esos polvos han venido estos lodos.
   Una vez ido Almagro el grupo, al que se han unido otros imputados, acuerda por unanimidad la propuesta leída por Muñoz. Ahora el asunto a debatir es a quien envían a negociar con Salazar. En principio, el debate se centra si mandar a alguien del grupo o buscar una persona de fuera. Esta segunda proposición es prontamente descartada.
-Ea, pues lo que hemos de concretar es quien de nosotros va a negosiar con el Curro –dice uno de los nuevos cofrades.
-Tendría que ser alguien con un perfil paresido a este: que tuviese mostrada capasidad suasoria, que tuviese experiensia en negosiar y mejor sí conose personalmente a Curro –explica Muñoz que agrega-. Yo mismo, sin falsas modestias, podría ser ese hombre, pero como creo que sabéis en los últimos tiempos me llevaba con Curro a matar. Lo que me descarta como alguien adecuada para tratar con él.
   Eduardo Guerra, el hombre de los seguros, expone otra sugerencia:
-Estoy de acuerdo con el perfil que ha trazado Felipe. Acabo de hacer mentalmente un rápido repaso de las biografías de cada uno de nosotros y creo que el hombre que mejor se adapta al precitado perfil es… Santiago Rivera.
   El resto de los conjurados se turnan uno tras otro para ensalzar las cualidades que tiene el letrado, todos con el mismo objetivo: no tener que comerse el marrón de una negociación de incierto resultado, por lo que el aludido no tiene otro remedio que replicar para librarse del embolado que sus socios quieren endosarle.
-No me cargues el muerto, Eduardo. El hecho de que sea abogado no me faculta más que a cualquier otro para llevar adelante el pacto que vamos a ofrecerle a Salazar, al contrario, me lo imposibilita. A mis socios del bufete no les hizo ninguna gracia que aceptara la invitación de Muñoz y más cuando se enteraron de cuál era el motivo. No quieren saber más del caso ERE, bastantes clientes nos ha costado el hecho de estar imputados. Además, está el aspecto legal, algo que no habéis contemplado. Salazar está en busca y captura y, si yo, abogado en ejercicio y sin ser su defensor, me pusiera en contacto con él estaría incurriendo en un delito y no digamos nada del aspecto deontológico. No me quiero quitar el muerto de encima, simplemente no puedo ir. Y por lo que pudiera ocurrir, a los rasgos que ha descrito Muñoz yo añadiría los siguientes: quien mandemos tiene que ser alguien que ahora no esté en política, ni sea funcionario público y mejor si es soltero y está en el paro.
   Es decir esto último y todas las miradas de los conjurados se dirigen a Jaime Sierra, el antiguo director de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA) quien, al parecer, reúne las condiciones expuestas por el abogado. Sierra como toda respuesta se encoge de hombros, pero también tiene algo que decir:
 -Para comprometerme exijo que aceptéis mis condiciones. La primera es algo que ni siquiera nos hemos planteado. ¿Qué pasa si Curro no acepta nuestra oferta? Hemos de preparar un plan B. No puedo entablar una negociación como si fuera un trágala de lo tomas o lo dejas.
   La intervención de Sierra enfría súbitamente el clima de la reunión. Acaban de darse cuenta de que como urdidores de pactos son unos pardillos, unos alevines de conspiradores, unos estrategas de salón. Se miran unos a otros sin saber qué decir. Una vez más ha de ser quien inició la conjura el que trate de que el grupo no se venga abajo y para ello lo más eficaz es reconocer paladinamente los propios errores.
-Jaime, tienes más rasón que un santo y más cabesa que la mayoría; al menos más que yo que, lo confieso, ni se me había ocurrido pensar en un plan B. Estoy totalmente de acuerdo contigo, no puedes ir a negosiar con Curro sin llevar otra oferta en el bolsillo. Por consiguiente, hemos de estudiar cual puede ser esa otra oferta. Y llegados a este punto encuentro un pero. Nos ha costado Dios y ayuda ponernos de acuerdo en el pacto a proponer. Si ahora nos metemos en estudiar el contenido de un plan B, ¿cuánto tiempo nos va a llevar? Ni se sabe. Y ahí corremos un riesgo claro. Todos hemos oído que hay otros grupos que están planteándose negosiar con Salasar y quienes conecten primero con él son los que tendrán más probabilidades de lograr su aseptasión. O sea, que el tiempo es un factor primordial. Lo que va en contra de que nos demoremos mucho para estudiar un plan B que, repito, estoy de acuerdo…
   Uno de los nuevos miembros interrumpe la exposición de Muñoz.
-Perdona, Felipe, pero te ruego que vayas al grano: ¿qué propones para solucionar el dilema entre estudiar un plan B o ser los primeros en hablar con Salazar?
-No propongo nada porque no sé cuál puede ser la solusion –es la tajante respuesta de Muñoz.
-No sé si esto podría valer para el plan B –informa con cierta timidez la Chacón-, pero me han comentado que la familia de Curro tiene apreturas de dinero. En esa casa solo entra el modesto sueldo de su mujer y las cuatro perras que gana el chico mayor en los refuersos que de uvas a peras hase en Mercasevilla. Se me ocurre que le podríamos ofreser ayudar a los suyos. Encontrarle un puesto fijo al chico no tendría que ser ningún problema. Y eso, Curro, lo tiene que agradeser, al fin y al cabo sigue siendo su padre.
   Poco a poco va urdiéndose la trama del plan B que consistirá en el contenido del plan A más dos añadidos a su punto D. Que ayudarán económicamente a la familia de Curro para que puedan llevar una vida más fácil que la que tienen ahora y que se comprometen a encontrarle un puesto de trabajo a su primogénito que sea fijo y en el que gane un salario superior al de un mileurista.
   Ya acabada la reunión y antes de despedirse, el anfitrión echa una mirada a sus compadres y, sin que venga a cuento, le viene a la cabeza la estampa previa al inicio de una corrida cuando los toreros, con las zapatillas al borde del albero, adelantan un pie y trazan un conjuro en la arena en forma de cruz al tiempo que musitan la jaculatoria que con más fervor se formula en el universo taurino. Por eso, no les dice adiós ni hasta la vista ni ya nos veremos, sino que exclama:
-¡Que Dios reparta suerte!

PD.- Hasta el próximo viernes