Atienza escucha con suma atención las
explicaciones que le está dando su amigo Pérez Recarte sobre lo que se cuece en
las conversaciones de La Habana entre las FARC y el gobierno colombiano.
- En su
comienzo, la principal fuente de ingresos de las FARC fue el cobro de rescates
por secuestros y el robo de ganado, pero pronto se dieron cuenta de que el tráfico
de droga podía ser un poderoso instrumento para allegar fondos. En un informe
del gobierno de Colombia se afirma que la guerrilla obtenía el 78% de sus
recursos gracias al narcotráfico. Desde el 2010, la minería ilegal ha ganado
terrero en las finanzas de las FARC, pero el tráfico de cocaína sigue siendo
uno de sus puntales económicos. Lo consiguen traficando directamente con la
coca o por el llamado Impuesto al Gramaje, pagado por cada gramo producido por
los campesinos cocaleros. Por esa causa, la relación entre la guerrilla y
ciertos cárteles de la droga es sumamente estrecha pues ambos grupos obtienen
grandes beneficios con su mutuo entendimiento – Pérez vuelve a hacer un receso
después de la larga parrafada.
- Lo de las
FARC y su relación con el mundo de la droga me ha quedado muy claro. De eso sí
sabía algo, pero lo que no acabo de ver es el nexo de todo ello con las
conversaciones de La Habana – puntualiza Atienza aprovechando el parón de su
compañero.
- Todo a su
tiempo, Juan Carlos. ¿Quieres más café?, creo que Lupe ha dejado hecho en la
cafetera.
Mientras Pérez va a por café, Atienza
recapacita en lo que le está contando su amigo y comienza a barruntar por donde
deben ir los tiros del posible nexo de unión entre el robo del tesoro y las
conversaciones entre las FARC y el gobierno colombiano. Tras tomarse otro
cafelito, Pérez retoma su relato.
- Voy a
saltarme algunas partes de la historia para que no te pierdas. En las
conversaciones de La Habana, que han sido y son profusamente aireadas por la
prensa mundial, hay muchos intereses en juego que no siempre aparecen en los
medios. Uno de los muchos interesados en que esos diálogos lleguen a buen
puerto es nuestro gobierno y tiene poderosas razones para ello. Cerca de
cuatrocientas cincuentas empresas españolas operan actualmente en Colombia.
Grupos como Repsol, Telefónica, Iberia, BBVA y Globalia tienen importantes
inversiones en aquel país y compañías constructoras como ACS, OHL, Sacyr y
Ferrovial son líderes allí en la construcción de infraestructuras. Nos jugamos
tal cantidad de dinero en aquella tierra que si las conversaciones fracasaran y
el país volviera a sumergirse en una sangrienta guerra de guerrillas como en
años atrás, el roto que se podría hacer a nuestra economía sería sumamente
grave – Pérez hace otro parón.
En esta ocasión, Atienza no pregunta nada,
ya le dijo antes su compañero que todo a su tiempo.
- Bien –
prosigue Pérez -, dentro del escenario que te he pintado, hace algunos días se
produjo un hecho en La Habana que afecta directamente al Caso Inca. Alrededor
de los protagonistas de las conversaciones Gobierno-FARC bullen montones de
personajes de lo más variopinto, entre ellos muchos funcionarios cubanos que,
al fin y al cabo, son los anfitriones y los que más han impulsado el diálogo.
Pues bien, un miembro de los servicios de la inteligencia cubana deslizó en el
oído de uno de nuestros hombres en Cuba que esperaba que el actual gobierno
español, aunque esté en funciones, siguiera ayudando decididamente a que las
conversaciones terminaran con un acuerdo de paz honorable y que eso podría
tener su recompensa para nuestro país en forma de la devolución de unos bienes
históricos muy preciados. Naturalmente…
Atienza, no puede contenerse e interrumpe a
su compañero:
- ¡No me digas
que tienen en su poder el Tesoro Quimbaya y lo devolverán si apoyamos un final
feliz de las conversaciones!
- Ojalá
fuera tan sencillo como eso, pero desgraciadamente no es así – Pérez embrida la
explosión de júbilo de su amigo -. En primer lugar, fue una conversación
absolutamente informal entre un agente cubano y uno de los nuestros. En segundo
lugar, nadie habló para nada del Tesoro Quimbaya. Y en tercero, no está nada
claro que pintan en todo esto los cubanos. Por todo ello, nuestras antenas en
La Habana han extremado sus contactos, tanto con los representantes de las FARC
y del gobierno colombiano como con los propios cubanos, sin que hasta el
momento hayan conseguido recabar más detalles sobre la propuesta.
- Quique,
sigo sin comprender adonde quieres llegar contándome esta historia – cuestiona
Atienza.
- No seas
impaciente, Juan Carlos – le reconviene Pérez -. Necesitaba contártelo para que
entiendas mejor lo que viene después. Nuestros terminales en La Habana informan
que el agente cubano que habló con uno de nuestros hombres no es un cualquiera,
está muy posicionado dentro de la inteligencia del régimen castrista, por lo
que dan a sus palabras un alto grado de verosimilitud. Por consiguiente, y a pesar
de que el nombre quimbaya nunca salió a relucir, nuestros agentes en Cuba están
convencidos de que esos pretendidos bienes históricos muy preciados que el cubano
dijo que se podían devolver a España no pueden ser otros que las piezas robadas
del Tesoro Quimbaya.
- Me estoy
haciendo un lío, Quique. ¿Todo eso qué quiere decir, que las piezas las tienen
los cubanos o que están en posesión de las FARC? – pregunta Atienza.
- No,
necesariamente. La hipótesis que maneja nuestra célula en La Habana es que el tesoro
no lo tienen ni los cubanos ni las FARC, pero que posiblemente ambos conozcan
quien es el grupo o la persona que lo tiene en su poder. Y ese grupo o persona
ha de estar relacionado tanto con los cubanos como con los guerrilleros. En esa
dirección, y por descarte, en la Casa hemos llegado a la conclusión de que solo
puede ser un cártel de narcotraficantes.
- Empiezo a
comprender por dónde van los tiros – admite Atienza -. Y también empieza a
tener sentido el tiroteo del polígono de Fuenlabrada, así como se confirman
algunas de las hipótesis que hemos barajado del caso. Y algo más, ahora
recuerdo que hace unos días el comisario Grandal, que no sé si sabes que
colabora con nosotros, reflexionando en voz alta dijo que no le sorprendería
que los autores del robo podrían ser una banda de narcos colombianos porque
para ellos sería un motivo de orgullo devolver a su país un tesoro que
consideran suyo, o que podrían emplearlo como moneda de cambio bajo cuerda en
los tratos con su gobierno, o también que el tesoro podría jugar alguna clase
de papel en las conversaciones entre las FARC y el gobierno de Colombia.
- ¡Coño con
el comisario Grandal!, podrá estar jubilado pero veo que no ha perdido el
olfato con el que tanto nos daba la brasa en Ávila – recuerda Pérez -. Pero a
lo que iba. En los últimos días parece que tu jefe ha estado haciendo llamadas
sugiriendo que nuestro gobierno sabe mucho del robo del tesoro, pero que por
los motivos que fuere no los cuenta. Es por eso por lo que estamos manteniendo
esta charla off the record.
- ¿Qué
quieres decir?
- Pues que
te voy a dar un mensaje y no se trata de una petición personal sino que viene
de arriba aunque esta conversación, a todos los efectos, nunca la hemos tenido.
Les vas a decir a tus compañeros del caso, especialmente al francés que está
armando mucha ruido en sus comunicaciones a París, que dejen de soltar globos
sonda sobre los silencios que guarda el gobierno sobre el Caso Inca porque si
continuáis dando palos al avispero pueden cabrearse las avispas y armarse la de
Dios es Cristo.
- ¿También
se lo he de contar a mi jefe? – pregunta Atienza.
- No es
necesario, con tu jefe y con Carranza alguien con más rango que el mío está
teniendo en estos momentos una conversación parecida.
- ¡O sea,
que nos tenemos que callar! – explota Atienza -, ¿pero en que mierda de policía
estamos metidos?
- En la de
siempre, majo, en la de que donde hay patrón, no manda marinero.
- Y el caso
sin resolver y los atracadores se irán de rositas – se lamenta Atienza.
- Por lo que
he podido entrever, creo que el caso se resolverá, que los atracadores o, al
menos, los que lo llevaron a cabo y asesinaron al vigilante de seguridad no se
irán de rositas y que, al final, las medallas os las vais a llevar vosotros, me
refiero a los que coordináis el caso. Dos cosas más para terminar: reitero que
esta es una conversación off the record, la otra ¿quieres más café?