"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Libro III. Episodio 162. Un aprobado pedo perdido

 

  Los opositores que están realizando las pruebas para el ingreso en la Escuela Naval están contando cómo les ha ido el examen de problemas de física.

  -Yo he dado una de cal y otra de arena, puedo pasar pero por los pelos –dice uno de los alumnos del CHA que, dirigiéndose a Álvaro, le interpela-. ¿Y a ti cómo te ha ido?

   -Creo que bastante bien, aunque dos problemas me han hecho dudar, pero en conjunto salgo más contento que cuando entré.

   -Bueno, colegas, esto no ha sido más que el aperitivo, mañana nos espera el hueso del análisis matemático que suele ser donde más pincha el personal. Y vosotros no sé, pero mi menda se va a tomar unos vinos a ver si me levantan la moral.

   Álvaro dice de volverse a casa, pero sus compañeros se lo llevan medio a rastras al paseo de Rosales a tomar unas copichuelas. Cuando llega a casa, Pilar está medio traspuesta porque son cerca de las cuatro de la tarde. La joven se despierta al oír el ruido de la puerta.

   -¿Te ha pasado algo, tato, cómo llegas tan tarde?, ¿cómo te ha salido el examen?, ¿crees qué aprobarás?

   -Por partes, hermanita, no me ha pasado nada. La prueba me ha salido bien y creo que puedo aprobarla sin mayor problema. Y antes de que me hagas más preguntas, ponme la caldereta de cabrito que preparaste que estoy muerto de hambre.

   -Tendré que recalentarla porque se habrá enfriado. Y date una ducha, se te ve sudado.

   Mientras come, Álvaro le cuenta a su hermana el desarrollo de la prueba y cuando acaba añade:

   -Debería ponerle una conferencia a los papás, les prometí que les tendría diariamente al tanto.

   -De eso me encargo yo. Voy a ir al locutorio de Telefónica que hay en Raimundo Fernández Villaverde a llamarles. Y tú cuando termines, recoge la mesa y descabeza una siesta que te vendrá bien con lo que has madrugado.

   En poco menos de media hora Pilar está de vuelta. Álvaro está en la cama, pero despierto.

   -Que pronto has vuelto, te han debido dar la conferencia enseguida –se extraña Álvaro, pues las conferencias telefónicas con provincias suelen demorarse bastante.

   -Como que no he hablado con los papás. Para las conferencias con Plasencia había una demora de más de una hora y no me apetecía perder tanto tiempo. En su lugar les he puesto un telegrama diciéndoles que te ha ido bien. ¿No has podido dormir?

   -No, entre los nervios que he pasado y la calorina que hace no he sido capaz. Voy a repasar el examen de mañana.

   -Tengo una propuesta mejor. La familia de uno de mis compañeros de facu tiene un hotelito con piscina por los Altos del Hipódromo. ¿Por qué no vamos y nos damos un chapuzón? Nos refrescaremos y te distraerás porque habrá más gente.

   -No me apetece mezclarme con gente de un hotel, vete a saber quiénes serán.

   -Sigues siendo un provinciano, tato, en Madrid llaman hotelito a lo que en otras partes llaman chalé o villa; es decir, una vivienda unifamiliar rodeada de un pequeño jardín, y por Los Altos hay muchos. Anda, coge el bañador y vamos. Podemos ir andando, está al otro lado de la Castellana.

   Álvaro duda, debería quedarse a repasar la prueba de mañana, pero la invitación de su hermana le tienta y es lo que termina haciendo.

   -¿Cojo algo más que el bañador y la toalla?

   -Es suficiente, pero deberías cambiarte de calzado, quítate los zapatos y ponte unas zapatillas o las alpargatas, como prefieras.

   -Si me presento con alpargatas van a creer que somos unos menestrales.

   -Eres más cursi que una solterona vieja. ¿Qué nos importa lo que crean los demás? En Madrid el qué dirán no importa tanto como en el pueblo. Además, la mayoría de los que estarán me conocen.

   -Y tú, ¿no coges el traje de baño? –inquiere Álvaro al ver que su hermana solo lleva una toalla.

   -Lo llevo puesto.

   En el hotelito de los Altos hay un grupito de gente joven que reciben a Pilar alegremente. Álvaro se corta porque cuando su hermana le presenta a las chicas y va a darles la mano, estas le plantan dos besos en las mejillas. El grupo se disuelve poco después de las ocho y media y ambos hermanos regresan a casa. Al pasar delante de una tasca, Pilar sugiere que por qué no se toman unos pinchos y así no tendrá que cocinar. En cuanto se sientan, Álvaro reconviene a su hermana.

   -Allí no he querido decirte nada, pero el bañador que llevas es escandaloso, deja al descubierto los brazos y las piernas.

   -Que cuitado eres, hermanito, no sé cuándo te vas a modernizar.

   Los siguientes exámenes discurren de forma parecida al de física. Tanto la prueba de análisis matemático como la de cálculo, las pasa Álvaro sin mayores contratiempos. Solamente la prueba de geometría se le atraganta un poco. Aprobada la parte teórica lo hace también con las pruebas de problemas.

  El lunes 12 de julio, se publica en el cuartel del Infante Don Juan y en el Ministerio de Marina la esperada lista con los aprobados en la oposición para el ingreso en la Escuela Naval Militar de la Armada española. Álvaro no es el número uno de la promoción, como deseaba el tío Luis, pero está entre los top ten, es el octavo de la relación de aprobados. Su alegría es inenarrable, al igual que la de los demás chicos que han pasado. Alegría que contrasta con la tristeza y desilusión de los que no han superado la oposición.   El grupo de aprobados, que se preparaban en el CHA, se van a celebrarlo a uno de los bares que hay en el paseo de Rosales y acaban poniéndose ciegos de cerveza, primero, y de licores después; tanta bebida provoca que los que no son bebedores habituales, como Álvaro, terminen piripis. El pedo que se ha cogido el placentino le lleva a olvidarse de que su hermana le está esperando en el piso de Don Quijote para conocer el resultado de la oposición.    

 Puesto que Álvaro está tardando más de lo normal, Pilar acaba pensando que algo ha debido de ocurrirle y, ni corta ni perezosa, va a buscar a una de sus amigas y juntas se van a localizar a su hermano.  Como sabe que las listas han de colgarse en el tablón de avisos del cuartel del Infante Don Juan, el paseo de Moret es el primer lugar al que se dirigen. Cuando llegan al cuartel en la puerta solo está el plantón de guardia, al que se dirige Pilar.

   -¿Sabes si ha salido la lista de aprobados a la oposición de Marina?

   La respuesta del centinela no es la que la joven pretendía.

   -¡Cabo de guardia!

   A la llamada del soldado aparece un cabo que atiende a ambas jóvenes. Pilar repite la pregunta.

    -Sí, señorita. La pincharon en el tablón de avisos hará algo más de dos horas.

   -¿Puedo ir a verla? Es que un hermano mío se presentaba a la oposición.

   -Claro que sí. Rosendo –llama el cabo y aparece otro soldado-, acompaña a las señoritas dónde el tablón de avisos y estás con ellas hasta que acaben de leer la lista, luego las acompañas de vuelta.

    Pilar ve enseguida el nombre de Álvaro.

   -¡Ha aprobado, lo ha conseguido! ¡Qué grande es mi hermano! Seguro que terminará de almirante. Cuando se enteren en casa tirarán cohetes. Y ahora, ¿dónde ha podido meterse ese merluzo?

   -¿Qué hicimos cuándo aprobamos la física aplicada a farmacia? Ir a corrernos una farra, ¿no? Pues ya puedes suponer que Álvaro estará haciendo lo mismo –deduce Cuca que es la amiga que la acompaña, y dirigiéndose al militar le pregunta-. ¿Sabes dónde hay cerca una zona de tascas y bares?

   -En Rosales hay varios bares pegados unos a otros y también hay alguno al final de la calle Princesa.

   -Gracias, majete –le agradece Cuca que, dirigiéndose a Pilar, sugiere-. Vamos primero a Rosales que está más cerca y si no le encontramos buscaremos en Princesa.

   En el tercer bar que ambas muchachas visitan en Rosales encuentran al grupo del CHA festejando el éxito en la oposición. El que menos está medio achispado y los poco acostumbrados a la bebida están francamente cocidos, y uno de ellos es Álvaro que al ver a su hermana trata de levantarse, algo que solo lo consigue al ayudarle un compañero.

   -Her…mani… ta, Pila…rín, a…pro…bé –balbucea el joven que repite-, he a…pro…ba…do.

   -Ya lo sé. Enhorabuena. Veo que lo estás celebrando con tus amigos. ¿Vosotros también habéis aprobado? –pregunta al resto de la panda.

   -Siii –Es la respuesta que sale de varias bocas-. Ya somos aspirantes, bueno lo seremos en cuanto lleguemos a San Fernando.

   -Oye, Carreño, no nos habías dicho que tienes una hermana tan chachi. Niña, ¿tienes novio o eres plaza vacante? –pregunta uno que, al parecer, todavía no está demasiado ebrio.

   Pilar ni se molesta en contestar, sino que vuelve a dirigirse a su hermano.

   -Álvaro, he venido para llevarte a casa, tienes que dormir la mona.

   - Si, Pi…lar, a…pro…bé –reitera Álvaro, que ha vuelto a desplomarse en la silla.

   -En las condiciones en las que está va a ser imposible llevarlo a casa –apunta Cuca-. Déjame que llame a mi hermano Borja, le diré que pida el sedán a papá y que venga a recogernos –la joven sin esperar la respuesta de Pilar entra en la zona acristalada del bar y pregunta al camarero de la barra-. ¿Puedo llamar por teléfono?

   -No será una conferencia.

   -No, es un número de Madrid.

   -Ahí lo tiene.

   Unos cuarenta minutos después aparece el hermano de Cuca con un vistoso automóvil de turismo de cuatro puertas, con cubierta fija y maletero independiente. Entre ambos hermanos y Pilar meten como pueden en el coche al semiinconsciente Álvaro. El mayor problema lo tienen cuando lo suben al piso de Don Quijote. Es una tercera planta y la escalera es bastante estrecha, por lo que se las ven y se las desean para subirlo. Lo meten en la cama y Pilar le quita los zapatos y la chaqueta, no puede quitarle más prendas porque Álvaro se ha quedado enseguida roque.

   -¿Quieres que me quede a hacerte compañía mientras duerme la mona? –sugiere Cuca.

   -No, podéis marcharos y gracias por vuestra ayuda.

   En cuanto Cuca y Borja se van, Pilar se dirige al locutorio de la Telefónica en la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Ha de llamar a sus padres para contarles la gran noticia, Álvaro ya es marino.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 163. Querido amigo y compañero