El directorio de BACHSA tiene otros
problemas, y más acuciantes, que el de tapar la boca a un puñado de
estudiantes. Son tres los asuntos que les preocupan y que en la reunión convocada
están encima de la mesa. No hay orden del día escrito, las cuestiones que van a
tratar no son para que quede constancia documental de las mismas. Una es el
asunto del blanqueo de capitales que ha vuelto a enredarse. Los últimos
intermediarios que contrató Cardona les han salido rana. Han de buscar otros, y
a la mayor urgencia posible. Otra es el disparatado incremento del precio de
los solares y hasta de los terrenos rústicos que repercute directamente en el
aumento de costes de la construcción. Buena parte del increíble aumento del
metro cuadrado está propiciado por la aparición en Senillar de otras empresas
constructoras que al reclamo de los ingentes beneficios que se esperan han
aterrizado en la localidad. La última cuestión es una consecuencia directa de
la anterior: necesitan inyectar capital fresco a la empresa para hacer frente a
las nuevas inversiones que han de afrontar si quieren proseguir construyendo al
mismo ritmo que hasta el presente.
El primer punto del repertorio de asuntos a
debatir, el del dinero negro y cómo blanquearlo, provoca un encendido debate
entre los miembros del directorio.
- Ya predije,
Juan Antonio, que esos maulas que contrataste nos iban a joder el invento –
reprocha Bricart.
-
Desde luego, para ese viaje no hacían falta alforjas pues – remacha
Arechabaleta.
- No
sois justos con Juan Antonio. ¿Creéis que no es el primero en lamentar lo que
esos desaprensivos nos han hecho? – Huguet sale en defensa de Cardona.
-
Asumo mi cuota parte de responsabilidad en el fiasco – expone Cardona -, pero
no olvidéis que la propuesta fue aprobada en el consejo por unanimidad. A toro
pasado es cómodo lo de ya lo dije. Lo que debemos hacer ahora es lamentarnos
menos y buscar nuevas soluciones. Y cómo parece que algunos de vosotros no
confiáis demasiado en mi capacidad negociadora os cedo la batuta para que la
nueva partitura la dirijáis vosotros.
-
¡Otra vez la burra al trigo! – exclama Bricart al que no le suelen gustar las
metáforas de Cardona -. No te subas al guindo, Juan Antonio, que no hay para
tanto. ¿Qué ha salido mal?, pues a joderse tocan. Lo que hay que hacer es no
volver a liarse con gente de esa que va por el mundo ofreciendo duros a cuatro
pesetas.
-
Bien. Una vez aclarados los posibles malentendidos, lo que ahora toca es poner
encima de la mesa la búsqueda de soluciones. ¿Sugerencias? – Huguet siempre es
el hombre de la intermediación.
Un silencio un tanto incómodo planea sobre
el grupo hasta que Cardona toma la palabra:
-
Reitero lo que he dicho. Salvo petición expresa y unánime de todos los miembros
del consejo prefiero no volver a la tarea de búsqueda de nuevos intermediarios.
Con un fracaso es suficiente, al menos por el momento. Por descontado, ello no
será óbice para que en su día exponga mi opinión y aporte toda mi experiencia
sobre nuevos canales de conversión del dinero be.
- Juan
Antonio, no podemos admitir esa propuesta. Eres nuestra mejor cabeza en los
asuntos internacionales y quien mejor te manejas en ellos. No nos pidas que
prescindamos de ti – le pide Huguet.
Hay un tira y afloja en el directorio sobre
la participación de Cardona en nuevos contactos para el lavado del excedente
dinerario, pero Juan Antonio se mantiene en sus trece. Al final, el punto
muerto al que parecen haber llegado lo solventa Huguet al proponer:
-
Bueno, pues si Juan Antonio no le da la vuelta a su postura, ¿por qué no
probamos a contactar con los tipos de los que habló tu antiguo socio? – formula
Huguet dirigiéndose a Oriol.
-
Supongo que te refieres a Ferrán Junqueras – puntualiza Bricart -. A él parece
que le funciona el invento de los italianos, pero me gustaría recordar algo,
Juan Antonio nos alertó de que podíamos tener problemas con ellos. ¿Sigues
opinando lo mismo? – pregunta dirigiéndose a Cardona.
- En
principio, sí, pero… nunca se sabe. Creía que los que elegí eran inmejorables
y, ya veis, nos ha salido el tiro por la culata. Por eso, si no encontramos
algo mejor, creo que no perderíamos nada en tantearlos, ver qué ofrecen y que contraprestaciones
piden.
Resuelto, en cierto modo, el punto del
blanqueo de capitales, los miembros del directorio pasan al siguiente: la
escalada de precio de los solares.
-
Estamos llegando a unos precios que comienzan a ser inasumibles, salvo que los
repercutamos en la obra finalizada, lo que pondría el precio del metro cuadrado
de obra a un nivel disparatado – reconoce Huguet.
- Cierto
es, Rodrigo, pero y qué más da si nos siguen comprando los pisos pues – apunta
Arechabaleta.
- Lo
que afirma, Íñigo, es una verdad a medias – puntualiza Cardona -. En efecto,
seguimos vendiendo a buen ritmo y sin mayores problemas y lo hacemos porque las
cajas continúan manteniendo una política hipotecaria que para nosotros es una bendición del cielo,
pero ¿y si cambian de política o se invierte la dirección del ciclo económico?,
¿qué pasaría?
- Solo
con pensarlo se me revuelven las tripas – admite Bricart.
-
Nuestro principal problema es qué hacer con el suelo. A mi modo de ver tenemos
tres opciones. Una, es seguir comprando. Otra es vender parte del que tenemos.
La tercera, no hacer nada, seguir como hasta ahora y esperar a ver por donde
sopla el viento – sintetiza Huguet - ¿Tú cómo lo ves Juan Antonio?
Cardona, tras echar un vistazo a los
informes que ha sacado de la cartera comenta:
- A
fecha de hoy, contabilizamos cerca de un millón doscientos mil metros
cuadrados, la mayor parte de suelo urbanizable, lo que supone algo más de
treinta y seis mil millones invertidos en suelo. Esa cantidad la estamos
financiando con apalancamiento bancario y con las plusvalías que estamos obteniendo,
tanto de la venta de edificios como de alguna operación puntual de venta de
solares. Los créditos comienzan a tener excesivo peso en nuestros balances. Mi
opinión es que es un momento inmejorable para desprendernos de parte de
nuestros activos en terrenos y mejorar sensiblemente el estado de nuestras
cuentas – opina Cardona.
- Juan
Antonio, eso ya lo hemos discutido muchas veces. No puedo estar de acuerdo
contigo – rebate Bricart -. La costa de Senillar todavía tiene un elevado
potencial de crecimiento. Si ahora no solo frenamos las adquisiciones sino que,
además, vendemos parte de nuestro stock quedaremos en una situación de
desventaja respecto a nuestros competidores que, dicho sea de paso, cada vez
son más agresivos y que aprovecharían la circunstancia para arrebatarnos las
grandes oportunidades que todavía quedan en este litoral.
-
Estoy de acuerdo con Oriol – secunda Arechabaleta -. Debemos hacer lo contrario
que propone Juan Antonio. Hay que seguir comprando terreno pues.
Cardona abre los brazos en un gesto teatral
y pregunta:
- ¿Y
de dónde sacamos el dinero?
-
Coño, cuando no se tiene se pide, para eso están las cajas – responde Bricart.
- Ya
estamos excesivamente atados a las cajas, solo nos faltaría pedirles nuevos
créditos, terminaremos trabajando para ellas – contra argumenta Cardona -.
Además, nuestro principal socio financiero, Cajaeuropa, utiliza en sus
hipotecas el Euribor como índice de referencia a lo que añade el
correspondiente diferencial. Como establece una cláusula suelo muy alta en
muchos casos ocurre que el Euribor es inferior a ella y al tener este mínimo
firmado no se puede aplicar el porcentaje del índice.
-
Bueno, pero eso a quien tiene que preocupar es a los hipotecados y mientras
vayan pagando las mensualidades no hay problema. Y si lo hubiese ya se encargará
la caja de lidiar con ellos. Es su problema, no el nuestro – afirma
rotundamente Bricart.
- No
caces tan fácil, Oriol, que ese pájaro va en vuelo rasante – replica Cardona. Bricart
hace gestos de que no entiende nada -. Lo que quiero decir con la metáfora de
la caza es que lo que dices vuelve a ser una verdad a medias. Como la caja
tenga problemas también nosotros los tendremos, ¡y gordos! Por eso considero
que es necesario desapalancar activos invertidos en solares.
El debate se prolonga hasta que el consejero
delegado consigue convencer a los otros miembros del directorio que de vender
terrenos nada, el suelo urbano sigue siendo oro molido y hay que guardarlo pase
lo que pase. El único que se muestra disconforme es Cardona quien cierra la
discusión con un sarcasmo:
- ¡Ojalá
no muramos de éxito!