"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 9 de diciembre de 2022

Libro III. Episodio 174. ¿Quién será la tal Adelina?

    Los dos Carreño mayores muestran, cada vez más perceptiblemente, cuan diferentes son sus intereses. Pilar, junto a las amigas que conserva de la Institución Libre de Enseñanza, se entusiasma cuando estas le cuentan que a principios de octubre en Estados Unidos se ha estrenado la película The Jazz Singer, primer film sonoro. Por el contrario, Álvaro lo que comenta con sus compañeros de la Escuela es que, a mediados de noviembre, León Trotski es expulsado del Partido Comunista de la URSS, dejando a Iósif Stalin con el control del partido y del país. En cambio, en la tertulia del padre el objeto de debate es que el dictador Benito Mussolini ha propuesto la formación de un llamado Bloque Latino que agrupe a Italia, Francia, España y Portugal, en una alianza basada en la civilización latina y la cultura común que existe entre dichas naciones. La propuesta italiana no llega a prosperar, ya que mantiene la condición de que España debería salir de la esfera de influencia francesa y de hecho Mussolini no logra alcanzar ningún acuerdo en este sentido con Primo de Rivera.

   Llega el final de diciembre y con él las vacaciones navideñas. Los Carreño que residen en Madrid son los primeros en llegar. Jesús parece que se ha adaptado bien a su nuevo colegio y a la vida en el piso madrileño, no en balde ya tiene quince años. A Eloísa le ocurre lo mismo, pero no así a Concha, quizá porque solo tiene once años, añora mucho a su madre y echa de menos a las amigas del pueblo. Álvaro es el último en llegar, pero viene cargado de buenas noticias. Cuenta a la familia que, en los torpederos afectos a la Escuela los alumnos han estado realizando ejercicios marineros, prácticas de máquinas y navegación, y en el cañonero Laya han efectuado ejercicios de tiro. En cuanto a sus notas de la primera parte del curso han sido algo más bajas que en años anteriores, pero ha aprobado todas las materias.

   En esas fechas navideñas es cuando Julia se entera de los préstamos que la usurera Adelina ha hecho a su marido, pues Julio se ha cuidado muy mucho de no contarle que está entrampado con la Bronchales; y se ha enterado por casualidad. Está en la tienda de regalos cuando entra un hombretón malencarado que con bruscos modales pregunta:

   -¿Está aquí Carreño? He ido a la droguería, pero allí no está.

   -Tampoco está aquí –responde Julia.

   -¿Sabe dónde podría encontrarlo?

   -Debería estar en la droguería, pero si no estaba allí no sé dónde puede estar. ¿Quiere dejarle algún recado?

   -Dígale que se ponga inmediatamente en contacto con la señora Adelina y que no escurra el bulto que será peor –dice en tono amenazante el hombrón.

   Cuando el desconocido sale de la tienda, Julia pregunta a Antonina, que estos días le está ayudando.

   -¿Quién será la tal Adelina que con tanta urgencia quiere hablar con mi marido?

   -En la ciudad yo solo conozco una Adelina, la que apodan la Bronchales, y es raro que no hayas oído hablar de ella, es la mayor usurera de la comarca y algunos dicen que sí de la provincia –le informa Antonina.

   ¿Una usurera?, ¿y para qué querrá ver a Julio?, se pregunta Julia, que en cuanto se echa a la cara a su esposo le cuenta la visita del malencarado tipo y el recado que ha dejado. Y la pregunta viene de suyo.

   -¿Y qué clase de asuntos tienes con la tal Adelina y que tu mujer desconoce?

   Pillado en renuncio, a Julio no le queda otra que contarle a su esposa los préstamos que le concedió la usurera y el fin que ha dado a esos empréstitos: comprar la Ford y las acciones de la empresa Bergwerk  Spanisch que tiene una explotación minera en Torrecilla de los Ángeles. Y le pide perdón por no habérselo contado antes, pues no sabía si ella lo aprobaría y no quería dejar pasar una ocasión tan clara de ganar un buen dinero sin apenas riesgos.

   -Creía que también los negocios lo decidíamos entre los dos, pero veo que no es así y estoy dolida. Te ruego, te pido…, te exijo que sea la primera y la última vez que eso ocurra. ¿Y se puede saber por qué la urgencia de la tal Adelina en que la veas?

   Julio traga saliva antes de responder. Por un momento piensa en mentirle, pero se tienta la ropa y decide que ese no es el camino para que Julia deje de estar enfadada. Carraspea.

   -Es que…, es que me he retrasado en el pago de los intereses.

   -¿Y el retraso a qué es debido?

   -A que andamos mal de efectivo. Pensaba pagarlo con la caja que hagamos estos días festivos.

   -Pues espabílate, porque me ha contado Antonina que por ahí se rumorea que si te demoras en los pagos, los matachines de la Adelina pueden quebrarte las piernas. Y a ver qué hago yo con un marido cojitranco, ¿quién hará los viajes? –argumenta Julia sin pizca alguna de ironía.

   Pese a sus buenos propósitos, Julio no le ha contado a su esposa toda la verdad. Tampoco le ha mentido, pero si le ha ocultado parte de la realidad. Lo de ganar un buen dinero sin apenas riesgos en la mina de la Bergwerk  Spanisch, de momento es incierto. Resulta que los alemanes retomaron el antiguo filón de wolframio de la mina de Torrecilla, pero tras unas semanas de extracción de mineral, la veta se agotó y han tenido que ahondar las galerías para encontrar un nuevo filón que, según los ingenieros, debe estar a una cota más profunda. Ante este contratiempo, la empresa ha tenido que hacer una ampliación de capital, con lo que los que no han acudido a dicha ampliación, como es el caso de Julio, han visto cómo sus acciones se deprecian. Y el reparto de dividendos ha quedado ad calendas graecas. Carreño, tras conocer los hechos, opta por vender sus acciones en la Bergwerk  Spanisch, pero se encuentra con que no hay quien las compre. Julio se pone en contacto con el abogado de Llerena que se las vendió, pero el letrado le cuenta que todos los inversores de la empresa teutona están en parecida situación y le aconseja que espere a que se solucionen los problemas y entonces seguramente las acciones darán un tirón hacia arriba; será el momento de vender, pero no ahora.

   El matrimonio Carreño, visto cómo anda la economía familiar, dialoga sobre si contarles a los hijos la realidad de su situación o, como han venido haciendo hasta ahora, ocultárselo. Tras debatirlo, optan por franquearse con los chicos de más edad, los pequeños no lo entenderían. Antes de que finalice el año, los padres reúnen en cónclave familiar a Álvaro, Pilar, Julián, Jesús y Eloísa. Han puesto el tope en los catorce años, por eso no han llamado a Concha ni al resto.

   -Hijos, puesto que ya sois mayores y tenéis capacidad suficiente para entender los problemas reales, os hemos reunido para contaros como están los asuntos familiares, especialmente los económicos –Han quedado en que sea Julio quien se encargue de llevar a cabo la mayor parte de la explicación-. Por una serie de circunstancias, que ahora no vienen al caso, desde hace un cierto tiempo estamos teniendo más gastos que ingresos. Y, naturalmente, los dineros que teníamos ahorrados se están yendo gota a gota, o mejor sería decir billete a billete. Tanto mamá como yo le hemos dado mil vueltas a la posibilidad de generar más ingresos, pero hasta el presente no lo hemos conseguido. Con lo cual se impone como necesidad ineludible la de recortar gastos –Al ver la cara de preocupación de los chicos, Julio trata de quitar hierro a la situación-. Tranquilos, no estamos hablando de que no tengamos para comer ni de que tengáis que dejar los estudios, lo que trato de explicaros es lo que he dicho: hay que recortar gastos para equilibrar las cuentas familiares. Vivimos por encima de nuestras posibilidades y eso no hay economía ni patrimonio familiar que lo aguante. ¿Lo habéis entendido?

   Los síes y gestos afirmativos son la respuesta y, casi al unísono, los cinco formulan la misma pregunta:

   -¿Qué podemos hacer para ayudar?

   -De momento, nada. Basta con que os hagáis cargo de la situación. Mamá y yo estamos pensando en medidas para recortar los gastos que consideremos innecesarios o superfluos.

   -Vamos a contaros algunas de esas medidas, a ver qué opináis –Julia toma el relevo de su marido-. El próximo verano no iremos a Los Caños de Meca lo pasaremos en Pinkety. Otra medida que pensamos tomar es que, a partir del próximo curso, Eloísa y Concha no seguirán en Madrid, terminarán el bachillerato aquí. Nos han dicho que los chicos que estudian por libre en la academia Magister, donde ya estudió Julián, sacan los cursos sin mayor problema. Y con eso ahorraremos unos buenos dineros.

   -Yo también puedo venir a estudiar aquí –se ofrece Jesús.

   -No, en principio tú te quedarás en Madrid con Pilar para que termines allí el bachillerato; luego ya veremos. Y Pilar –dice dirigiéndose a su hija-, como en el piso sobrará una habitación puedes alquilarla a otra estudiante, lo que nos ayudará a pagar el alquiler. Otra medida será vender el Karrascal, pues desde que compramos Pinkety apenas si pisamos la finca que, por otra parte, la tenemos hipotecada.

   -Otra medida –Julio vuelve a tomar la palabra-, aunque esta la tenemos que repensar, podría ser traspasar la tienda de regalos y centrarnos en la droguería. Entraría dinero fresco en caja y podríamos deshacernos de uno o dos empleados lo que nos vendría al pelo.

   -Papás –interrumpe Pilar-, recordareis que en la pasada Semana Santa me ofrecí para ayudar en la tienda. Vuelvo a ofrecerme. Cuando llegue el verano, en lugar de irme a Pinkety me puedo quedar aquí y ayudar diariamente a mamá en la tienda. Y si fuese necesario, me veo capacitada para quedarme al frente de ella.

   -Gracias, hija, no esperábamos menos de ti –la voz de Julio revela lo emocionado que está.

   -Y las dos o tres semanas que tengo de vacaciones yo puedo hacer lo mismo –se ofrece Álvaro, que añade-: Y es más, como en la Escuela nos han enseñado a conducir, también puedo ayudarte en los viajes y relevarte en la conducción de la camioneta.

   Tanto Julio como su esposa han de contenerse para que no se les note la emoción.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 175. Época de vacas flacas