"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 21 de enero de 2014

2.43. Gambito político

   Días después de la reunión del comité directivo de UNES, su secretario general, Guillem Armengol, recibe un recado a través de su mujer:
- Te ha llamado Amador Garcés. Que en cuanto te sea posible que te pongas en contacto con él.
- ¿Ha dicho qué quería?
- No, pero ha insistido en que le llames lo antes posible.
- ¿Qué querrá ese intrigante?

   Veinticuatro horas después, Armengol convoca de urgencia al comité ejecutivo del partido.
- ¿A qué coño viene tanta convocatoria? Si hace menos de una semana que tuvimos la anterior reunión – se queja Ibáñez.
- Tengo nuevas e importantes noticias que daros y, como consecuencia de ello, quiero que debatamos una nueva propuesta que traigo al comité. El otro día, Arcadi dijo algo que no ha dejado de darme vueltas en la cabeza. Afirmaste – recuerda Armengol dirigiéndose al representante de la corriente crítica - que no deberíamos ir a rebufo del PSOE. ¿Y sabes una cosa? Que después de analizarlo por el derecho y el revés estoy de acuerdo contigo al cien por cien. Ni eso ni rendirnos a ellos con armas y bagajes.
- ¿Quieres dejar de marear la perdiz y contarnos de una puñetera vez para qué nos has convocado? – pregunta visiblemente molesto Ibáñez.
- Si no me interrumpes es lo que pienso hacer. Lo que acabo de contaros viene a cuento por la actitud de los socialistas. Se les ve tan seguros de que van a contar con nuestros votos si los necesitan que ni siquiera se han molestado en explicarme qué clase de pacto van a firmar con nosotros, en el supuesto de que no obtengan mayoría absoluta. Más aún, una fuente bien informada, y no puedo revelar su nombre pues he dado mi palabra de respetar la confidencialidad, me ha soplado que en la próxima legislatura no nos ofrecerán la concejalía de urbanismo, se la van a quedar ellos. Y que si necesitasen nuestros votos sólo nos darían alguna concejalía menor y unos cuantos puestos para nuestra gente en el servicio de limpieza y en la brigada de mantenimiento.
- Si eso es cierto, Guillem, quiere decir que nos consideran bien poco, algo así como si fuéramos los costaleros de su peana – se duele uno.
- Yo no lo hubiera expresado mejor – corrobora Armengol dorando la píldora a su correligionario.
- Perdona, Guillem, pero no sé si me estoy quedando sordo o es que no soy capaz de seguir los vericuetos de tu oratoria – interviene Ibáñez con mordacidad -. Hace un momento has dicho que traías una propuesta al comité para ser debatida y todavía la estoy esperando. ¿Piensas plantearla o vas a seguir dando más vueltas que un mamado?
- Vuelvo a darte la razón, Arcadi – parece que Armengol ha optado por enterrar el hacha de guerra contra el antiguo ex secretario del partido, al menos por el momento -. Sí señor, tengo una propuesta, una especie de gambito político – ejemplifica recordando los tiempos en que soñó llegar a ser un gran maestro del ajedrez -. Y sin más preámbulos la pongo encima de la mesa: propongo formalmente al comité que denunciemos el actual pacto con los socialistas y que pasemos a la oposición.

   Algunas exclamaciones, a medias entre el desconcierto y el estupor, son la inmediata respuesta que recibe la propuesta del secretario general.
- ¡La leche, esa sí que es buena! – es lo primero que se le ocurre decir a uno de los asistentes.
- ¿Es una coña o qué? – pregunta Ibáñez tan mosqueado como asombrado.
- ¡Joder, Guillem, ahora el que me he perdido soy yo! – exclama otro de los presentes.
- ¿Lo has pensado bien, vas a dejar el momio de urbanismo? – quiere saber un cuarto.
- Lo he meditado detenidamente – afirma Armengol y añade sus razones-. Y es la mejor prueba que puedo daros de que estoy dispuesto a cualquier sacrificio personal con tal de que sea la totalidad del partido quien gane. A ver si soy capaz de explicarme. No comulgo con la posición radical que suele mantener Arcadi, pero reconozco que a veces suelta verdades como puños. Una de ellas es que para llevar a la realidad nuestro programa de construir un país nuevo, libre e independiente, es imprescindible conseguir el poder, pero no a cualquier precio, no al que pretenden pagar nuestros actuales aliados pues parece que están dispuestos a comprar nuestros votos por un plato de lentejas. Pues bien, la mejor manera de hacerles ver su error es dejarles en minoría, aunque sea por un corto periodo.
- ¿Y qué conseguiríamos con eso? – se interesa otro.
- Pues que de esa manera, tan simple como eficaz, les daremos una lección sobre cuánto nos necesitan y de que no nos vamos a conformar con unas cuantas migajas. Si en la próxima legislatura quieren contar con nosotros será para estar sentados en lugar preferente de la mesa, junto a ellos, no detrás de ellos.
- Vamos a ver si nos aclaramos – interviene Ibáñez -. Llevamos casi cuatro años gobernando en coalición con los socialistas y ahora, a unas semanas de las elecciones, ¿propones que denunciemos ese pacto y pasemos a la oposición?
- Lo has resumido perfectamente – corrobora adulador Armengol -, y si me dejáis os explicaré más detalladamente lo que he planeado. El primer paso será presentar una moción o pedir al alcalde algo que no pueda darnos, al negarse alegaremos que ese rechazo es suficiente motivo para que denunciemos el pacto con el PSOE. El segundo paso será volver a la oposición y votar en contra de cualquier propuesta que haga el equipo de gobierno durante esas semanas. De esa forma, el personal visualizará el hecho de que somos una fuerza diferente y que si es necesario nos enfrentamos a los socialistas. Estoy convencido de que esa postura nos beneficiará por partida doble: por una parte, nos dará votos y, por otra, les haremos ver a la gente del PSOE cuanto nos necesitan.
- No me parece una mala jugada – acepta Ibáñez -, pero nuestro ideario nacionalista se…
- Perdona que te corte, Arcadi, pero no es momento de perder el tiempo en discusiones sobre idearios u otras gaitas. Esta es la hora en que las palabras sobran y sólo los hechos valen. Creo que será más eficaz que nos ciñamos a debatir la propuesta que acabo de plantear y después votarla, sin enredarnos en disquisiciones doctrinales.

   El debate se convierte, una vez más, en un enfrentamiento a cara de perro entre Ibáñez y Armengol. El secretario general no admite los planteamientos que hace el líder del sector crítico, sólo le concede un modesto triunfo: que el pretexto que vayan a usar para romper el pacto de gobierno sea de claro matiz nacionalista; aun con esa concesión Ibáñez sigue peleando hasta que Armengol corta la discusión y exige que se vote su propuesta. Como en anteriores ocasiones el resultado es de tres votos a favor del plan del secretario general, uno en contra, el de Ibáñez, y una abstención, la del propio Armengol. Queda aprobada la propuesta: el UNES romperá su pacto con el PSOE y concurrirá libre de toda atadura a los próximos comicios. Sólo resta por saber sí al final de la partida del gambito político propuesto por Armengol el resultado será de triunfo, derrota o quedará en tablas.