Días después de la reunión del comité directivo de UNES, su secretario
general, Guillem Armengol, recibe un recado a través de su mujer:
- Te ha llamado Amador Garcés.
Que en cuanto te sea posible que te pongas en contacto con él.
- ¿Ha dicho qué quería?
- No, pero ha insistido en que le
llames lo antes posible.
- ¿Qué querrá ese intrigante?
Veinticuatro horas después, Armengol convoca de urgencia al comité
ejecutivo del partido.
- ¿A qué coño viene tanta
convocatoria? Si hace menos de una semana que tuvimos la anterior reunión – se
queja Ibáñez.
- Tengo nuevas e importantes
noticias que daros y, como consecuencia de ello, quiero que debatamos una nueva
propuesta que traigo al comité. El otro día, Arcadi dijo algo que no ha dejado
de darme vueltas en la cabeza. Afirmaste – recuerda Armengol dirigiéndose al representante
de la corriente crítica - que no deberíamos ir a rebufo del PSOE. ¿Y sabes una
cosa? Que después de analizarlo por el derecho y el revés estoy de acuerdo
contigo al cien por cien. Ni eso ni rendirnos a ellos con armas y bagajes.
- ¿Quieres dejar de marear la
perdiz y contarnos de una puñetera vez para qué nos has convocado? – pregunta
visiblemente molesto Ibáñez.
- Si no me interrumpes es lo que
pienso hacer. Lo que acabo de contaros viene a cuento por la actitud de los
socialistas. Se les ve tan seguros de que van a contar con nuestros votos si
los necesitan que ni siquiera se han molestado en explicarme qué clase de pacto
van a firmar con nosotros, en el supuesto de que no obtengan mayoría absoluta.
Más aún, una fuente bien informada, y no puedo revelar su nombre pues he dado
mi palabra de respetar la confidencialidad, me ha soplado que en la próxima
legislatura no nos ofrecerán la concejalía de urbanismo, se la van a quedar
ellos. Y que si necesitasen nuestros votos sólo nos darían alguna concejalía
menor y unos cuantos puestos para nuestra gente en el servicio de limpieza y en
la brigada de mantenimiento.
- Si eso es cierto, Guillem,
quiere decir que nos consideran bien poco, algo así como si fuéramos los
costaleros de su peana – se duele uno.
- Yo no lo hubiera expresado
mejor – corrobora Armengol dorando la píldora a su correligionario.
- Perdona, Guillem, pero no sé si
me estoy quedando sordo o es que no soy capaz de seguir los vericuetos de tu
oratoria – interviene Ibáñez con mordacidad -. Hace un momento has dicho que
traías una propuesta al comité para ser debatida y todavía la estoy esperando.
¿Piensas plantearla o vas a seguir dando más vueltas que un mamado?
- Vuelvo a darte la razón, Arcadi
– parece que Armengol ha optado por enterrar el hacha de guerra contra el antiguo
ex secretario del partido, al menos por el momento -. Sí señor, tengo una
propuesta, una especie de gambito político – ejemplifica recordando los tiempos
en que soñó llegar a ser un gran maestro del ajedrez -. Y sin más preámbulos la
pongo encima de la mesa: propongo formalmente al comité que denunciemos el
actual pacto con los socialistas y que pasemos a la oposición.
Algunas exclamaciones, a medias entre el desconcierto y el estupor, son
la inmediata respuesta que recibe la propuesta del secretario general.
- ¡La leche, esa sí que es buena!
– es lo primero que se le ocurre decir a uno de los asistentes.
- ¿Es una coña o qué? – pregunta
Ibáñez tan mosqueado como asombrado.
- ¡Joder, Guillem, ahora el que
me he perdido soy yo! – exclama otro de los presentes.
- ¿Lo has pensado bien, vas a
dejar el momio de urbanismo? – quiere saber un cuarto.
- Lo he meditado detenidamente –
afirma Armengol y añade sus razones-. Y es la mejor prueba que puedo daros de
que estoy dispuesto a cualquier sacrificio personal con tal de que sea la
totalidad del partido quien gane. A ver si soy capaz de explicarme. No comulgo
con la posición radical que suele mantener Arcadi, pero reconozco que a veces
suelta verdades como puños. Una de ellas es que para llevar a la realidad
nuestro programa de construir un país nuevo, libre e independiente, es
imprescindible conseguir el poder, pero no a cualquier precio, no al que
pretenden pagar nuestros actuales aliados pues parece que están dispuestos a
comprar nuestros votos por un plato de lentejas. Pues bien, la mejor manera de
hacerles ver su error es dejarles en minoría, aunque sea por un corto periodo.
- ¿Y qué conseguiríamos con eso?
– se interesa otro.
- Pues que de esa manera, tan
simple como eficaz, les daremos una lección sobre cuánto nos necesitan y de que
no nos vamos a conformar con unas cuantas migajas. Si en la próxima legislatura
quieren contar con nosotros será para estar sentados en lugar preferente de la
mesa, junto a ellos, no detrás de ellos.
- Vamos a ver si nos aclaramos –
interviene Ibáñez -. Llevamos casi cuatro años gobernando en coalición con los
socialistas y ahora, a unas semanas de las elecciones, ¿propones que
denunciemos ese pacto y pasemos a la oposición?
- Lo has resumido perfectamente –
corrobora adulador Armengol -, y si me dejáis os explicaré más detalladamente
lo que he planeado. El primer paso será presentar una moción o pedir al alcalde
algo que no pueda darnos, al negarse alegaremos que ese rechazo es suficiente
motivo para que denunciemos el pacto con el PSOE. El segundo paso será volver a
la oposición y votar en contra de cualquier propuesta que haga el equipo de
gobierno durante esas semanas. De esa forma, el personal visualizará el hecho
de que somos una fuerza diferente y que si es necesario nos enfrentamos a los
socialistas. Estoy convencido de que esa postura nos beneficiará por partida
doble: por una parte, nos dará votos y, por otra, les haremos ver a la gente
del PSOE cuanto nos necesitan.
- No me parece una mala jugada –
acepta Ibáñez -, pero nuestro ideario nacionalista se…
- Perdona que te corte, Arcadi,
pero no es momento de perder el tiempo en discusiones sobre idearios u otras
gaitas. Esta es la hora en que las palabras sobran y sólo los hechos valen.
Creo que será más eficaz que nos ciñamos a debatir la propuesta que acabo de
plantear y después votarla, sin enredarnos en disquisiciones doctrinales.
El debate se
convierte, una vez más, en un enfrentamiento a cara de perro entre Ibáñez y
Armengol. El secretario general no admite los planteamientos que hace el líder
del sector crítico, sólo le concede un modesto triunfo: que el pretexto que
vayan a usar para romper el pacto de gobierno sea de claro matiz nacionalista;
aun con esa concesión Ibáñez sigue peleando hasta que Armengol corta la
discusión y exige que se vote su propuesta. Como en anteriores ocasiones el
resultado es de tres votos a favor del plan del secretario general, uno en
contra, el de Ibáñez, y una abstención, la del propio Armengol. Queda aprobada
la propuesta: el UNES romperá su pacto con el PSOE y concurrirá libre de toda
atadura a los próximos comicios. Sólo resta por saber sí al final de la partida
del gambito político propuesto por Armengol el resultado será de triunfo,
derrota o quedará en tablas.