En el post de la pasada semana les hablaba
del fenómeno atmosférico de la gota fría. Hoy les voy a hablar de otra anomalía
climatológica que estamos sufriendo, al menos en la península ibérica. Hasta el
pasado viernes estábamos en pleno otoño astronómico, pero más bien parecía que
era primavera porque en plena meseta castellana temperaturas de más de 23
grados son más primaverales que otoñales.
Estábamos pues en un otoño disfrazado de
primavera, ya no. En veinticuatro horas el tiempo cambió radicalmente. Llegó el
señor invierno. Del viernes al sábado las temperaturas se han desplomado más de
doce grados. Hace un frío polar, un viento que corta el cutis y está nevando copiosamente
en los sistemas montañosos de casi toda España. Y donde no nieva cae una
llovizna que por lo fría se asemeja más a aguanieve que a otra cosa.
Habría que ver lo que dicen las estadísticas
para saber si este imprevisto y drástico cambio de tiempo es una cuestión que
entra en los parámetros de la normalidad o es otro efecto del cambio climático
que, como les conté en otro post, es un hecho del que me he hecho creyente
porque los años y, sobre todo, los árboles no engañan.
Es curioso lo del cambio climático, todo el
mundo habla de él, pero no veo que se hagan muchas acciones para, si no
pararlo, sí al menos mitigarlo. Debe ser algo propio de la condición humana:
decir una cosa y hacer la contraria. Alguien debería meter en la cabeza a los
políticos y a los que, detrás de las bambalinas, manejan el teatrillo mundial
que lo que valen son los hechos y no las palabras. Para el bla, bla, bla ya
tenemos la ONU, la UE, la OEA y demás organismos internacionales que
solucionar, solucionan pocas cosas, pero lo que es hablar se llevan la palma.
No sé si estamos a tiempo, pero menudo
planeta les vamos a dejar a nuestros hijos, nietos y descendientes varios.
Ignoro si vivirán mejor, pero la tierra que pisarán, el agua que beberán y el
aire que van a respirar van a ser infinitamente peores que los que nosotros
hemos gozado. A ver si de una vez por todas los que tienen la sartén por el
mango deciden hacer algo para remediar este despropósito. Amén.