La juez que instruye el caso Pradera ha
puesto a Rocío Molina en libertad con cargos. Se le acusa de los presuntos
delitos de omisión
del deber de socorro y de hurto. Asimismo se le ha hecho saber que tendrá que volver
a comparecer ante la misma juez pues quiere someterla a un careo con Anca
Dumitrescu y Vicente Fabregat y a otro, vis a vis, con la joven rumana. Después
de Rocío comparecen ante la jueza del Valle, primero Anca, luego Vicentín y finalmente
Salazar junior. Sus declaraciones son un calco de las que realizaron ante la
Guardia Civil. La juez les deja en libertad, pero a la rumana y al
torreblanquino con cargos, a Anca los mismos que a Rocío y a Vicentín el de
hurto.
El careo entre el trío sobre lo
ocurrido en la tarde de autos acaba en agua de borrajas.
Los tres se
reafirman en lo dicho previamente y la instructora no encuentra ninguna
discrepancia entre las distintas declaraciones, por lo que ese apartado de la
instrucción lo cierra por el momento a expensas de nuevas investigaciones.
El siguiente careo es entre Rocío Molina y
Anca Dumitrescu. Aunque ambas mujeres nunca se llevaron demasiado bien el
episodio del maletín las ha unido en cierta forma y ello se ha notado en la
confrontación. Sus declaraciones han sido coincidentes en casi todo salvo en
pequeños e irrelevantes detalles. La rumana por la cuenta que le tiene ha
respaldado la historia de la andaluza de que lo que buscaban en el maletín eran
los papeles de la seguridad social de Salazar. En lo que ambas no han sabido
dar respuestas convincentes es porqué dejaron solo al gaditano pese a que se
encontraba tan enfermo. La respuesta de que esperaban que llegaran el médico y
la ambulancia que había prometido buscar Carlos Espinosa no convence a la juez
hasta que no interrogue a dicho individuo del que ya ha pedido a la policía su identificación
y localización para enviarle la citación para declarar como testigo.
En lo que también han coincidido ambas
mujeres ha sido en exculpar a Vicente Fabregat afirmando que en ningún momento
estuvo solo en la habitación 16 y que únicamente las acompañó para abrir el
maletín y a instancia de ambas. Asimismo, ha sido similar su relato sobre el
extranjero que encontraron en la habitación de Salazar y del que no han vuelto
a saber nada más. La juez ordena a la policía que busque al citado individuo,
comenzando por rastrear los registros de todos los alojamientos hoteleros de la
provincia. Lo que sigue guardándose Rocío es la presencia del Chato de
Trebujena en el hostal la tarde de autos. Es un dato que, al parecer, únicamente
sabe ella y de momento prefiere no desvelarlo. Si el devenir del proceso se
pone chungo para sus intereses tiempo tendrá de negociar con dicha información.
Tras finalizar el careo, la jueza toma la
resolución de que el procedimiento continúe como diligencias previas del
procedimiento abreviado. Para ello señala motivadamente cuáles son las
diligencias cuya práctica resulta necesaria para concluir la instrucción de la
causa: la localización y citación para declarar de Carlos Espinosa y la identificación
y localización del supuesto extranjero que estuvo en la habitación 16 el día de
autos.
Tras el veredicto de la juez del Valle, la
andaluza se plantea qué le resultará más rentable si volverse a Sevilla o
quedarse en Castellón. Ha estado viendo precios de alojamientos y hasta los de
una estrella le han parecido muy caros. No es tanto que lo sean sino que su
monedero está en las últimas y cualquier precio le parece astronómico. Mientras
trata de encontrar una solución viable se aloja en una fonda de mala muerte que
deja en los huesos su magro billetero.
La resolución de la Juez de Instrucción
imputando a ambas mujeres estrecha la unión entre Rocío y Anca. Ahora tienen
los mismos problemas, lo cual les hace sincerarse. Lo primero que desvela la
andaluza es su problema con el pago del alojamiento. Anca, generosamente, le
ofrece una solución provisional: puede alojarse en su casa mientras tenga que
estar a disposición del Juzgado de Instrucción. Sus padres no pondrán ningún
impedimento, más ahora que tienen un horizonte penal compartido y preocupante.
Rocío acepta inmediatamente la propuesta. También se cuentan de cuanto han
declarado a la jueza y de lo que se han callado, como el verdadero motivo para
intentar abrir el famoso maletín. Anca siente curiosidad sobre un punto del que
Rocío no ha dicho una palabra en su declaración.
-Y de aquel tío que
viste en la habitación de Curro del que me dijiste que tenía una jeta que no te
gustaba nada y que por eso querías que te acompañara, ¿por qué no has dicho
nada?
Rocío decide no franquearse del todo con
Anca, si comparte sus secretos se puede quedar sin armas para una futura
negociación sobre sus posibles problemas penales, por eso no le cuenta que
reconoció perfectamente a la persona que estaba en el cuarto, su paisano el
Chato.
-¿Y qué iba a
desirle?, ¿que vi de refilón a un tío que no conosía y del que no sé más na?
Ahora lo que me preocupa es como le va a sentar a tu novio que lo hayan acusao
de presunto ladrón. ¿Crees que puede darnos argún problema?
-De Vicentín no te
preocupes, ya me encargo yo de que se le pase el berrinche que ha pillado. Lo
que de verdad debería preocuparnos es el cargo de la omisión del deber de
socorro del que nos acusa la jueza. Igual nos podría costar la prisión.
-Estoy de acuerdo,
chiquilla y lo que también me quita er sueño es la tipa esa que han puesto pa
defenderme. Pa mí que de leyes está más pegá que un sello. No hay más que ver
lo mal que s´expresa y como s´achanta cuando la juesa le dise argo.
-Ahí lo mismo te
puedo ayudar –se le ocurre a Anca.
-No será con ese
abogao tuyo que tiene más pinta de curtivar sebollinos que de saberse ar
dedillo los códigos y las leyes. Me parese que ese es primo hermano de la maula
de mi abogá –se lamenta Rocío.
-No voy por ahí, verás…
-y Anca le cuenta que gracias a la intervención de un viejo amigo de la señora
Eulalia un señor, que está veraneando en Marina d´Or y que resulta que es un
comisario de policía retirado, la va a ayudar para que no le pase nada y pueda
salir libre de los cargos que pesan contra ella. Al parecer, Jacinto Grandal,
que así se llama el comisario en cuestión, sabe mucho más Derecho Penal que el
abogado del pueblo que le paga Vicentín.
-… y seguro que también
le da ciento y raya a la novata que te han puesto de defensora. Estoy
convencida de que si le digo que te eche una mano, como me la está echando a
mí, lo hará con mucho gusto.
-¿Y cuánto me
costará? Ya sabes que estoy más pelá que una rata.
-Ni un euro. Lo
hace porque como te he dicho uno de sus amigos es a su vez íntimo de la señora
Eulalia que, a pesar de la marranada que le hice, se está portando conmigo de
cine, y también porque se aburre más que una lapa. No perdemos nada dejándole
que nos ayude. Si no nos gusta cómo lleva el asunto pues adiós muy buenas.
-Yo no me fío
mucho de la gente hasta que les veo la jeta. Me lo presentas y ya veremos.
Grandal acepta encantado ayudar a Rocío pues
así tiene otro hilo más del que tirar para desenredar la madeja del
fallecimiento de Salazar. Y cuando la andaluza pregunta que cuanto le va a
costar su ayuda la respuesta del excomisario es contundente:
-Nada, cero euros.
Me sentiré más que pagado cuando os absuelvan de los cargos que pesan contra
vosotras. Esto lo hago más que nada para entretenerme porque a mí lo de la
playa no es que me vaya mucho. Y para decir toda la verdad, porque me lo ha
pedido mi amigo Pedro Ramo que quiere hacerle ese favor a la señora Eulalia. Y
ahora, contadme cómo ha ido el careo.
El relato de ambas mujeres le ha aportado a
Grandal una serie de datos algunos de los cuales conocía parcialmente como la
estancia en la habitación 16 de dos nuevos sospechosos: Carlos Espinosa, del
que solo se sabe que vive en la Costa del Sol y que tenía negocios con el
finado, y un extranjero de quien solo se conoce que es grande, fuerte, que se
expresa malamente en español y cuya justificación sobre el motivo de su
estancia en la habitación de Curro parece más falsa que un euro de madera.
Después de la información recibida, lo primero que hace Grandal para ganarse la
confianza de la andaluza, la de Anca ya la tiene, es explicarles que los cargos
que pesan contra ellas no les resultará fácil probarlos a la fiscalía.
-El presunto
delito de la omisión del deber de socorro es altamente dudoso que el fiscal lo
pueda probar. Vosotras estabais convencidas de que el llamado Carlos Espinosa,
si es que ese es su verdadero nombre, iba a llamar al médico y a una ambulancia
del SAMUR. El hecho de que aquel fulano no lo hiciese no se os puede imputar a
vosotras. Cierto es que os fuisteis de la habitación sin que hubiese llegado
ninguna asistencia sanitaria, pero vuestros abogados podrán alegar que…
Ahí le interrumpe Rocío que ha estado
siguiendo con mucha atención, al igual que Anca, la explicación del excomisario.
-Perdone que le
corte, pero… ¿qué es eso de que vuestros abogaos podrán alegar? ¿Quiere desir
que no será usté nuestro abogao?
-Naturalmente, yo
no soy letrado. La defensa la llevarán los abogados que tenéis ahora y si no
estáis contentos con ellos buscaremos otros.
-Entonses, ¿para
qué le necesitamos a usté? –inquiere una recelosa Rocío.
-Para buscar
pruebas y testigos que os exculpen y de paso ayudar a vuestros abogados que, al
parecer, están en ayunas en Derecho Penal. El de Anca porque no ha tocado un
caso penal en su vida y la tuya porque no tiene ninguna experiencia. Tú misma
me has contado que sabes que terminó la carrera hace poco y que este es su
primer caso como defensora de oficio –y para remachar su parrafada Grandal se
pone en plan chulo-. Ahora bien, si no queréis que os ayude a libraros de la
cárcel pues lo decís y me vuelvo por donde vine.
PD.- Hasta el
próximo viernes.