"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 9 de julio de 2013

1.15. Como el gallo de Morón

   Para Sergio se ha convertido en una costumbre, si no diaria sí bastante habitual, lo de pasarse por el bar donde paran cotidianamente Francisco y Lisardo. Les da un ratito de charleta a los jubilados y ellos, a su vez, le invitan a una consumición. Es una situación que le recuerda un episodio que le contó su abuelo Andrés un día que rememoraba escenas de la posguerra, cuando los años del hambre. Los niños de las familias pobres faltaban pocas veces a la escuela, no porque fuesen muy aplicados sino porque no ir suponía que se quedaban sin el cazo de leche y la porción de un grasiento y amarillo queso de extraño sabor, regalos ambos de organizaciones católicas norteamericanas. Ahora, para Sergio la organización de ayuda está encarnada en ambos pensionistas.

   Después de hacer la preceptiva llamada al camarero para encargarle una caña y un bocadillo, Francisco se interesa por el trabajillo que le buscó:
- ¿Qué tal te fue con mi colega?
- Muy bien, señor Francisco. Julio quedó satisfecho con mi trabajo. Me dijo que en cuanto le salga otro encargo contará conmigo.
- Me alegro de escuchar eso, es importante criar buena fama. Cambiando de tercio, el otro día estuvimos comentando sobre el escándalo de los sobornos a los del Ayuntamiento, ¿tú que tienes estudios y leerás lo que traen los diarios sabes algo más de todo ese follón?
- Hace  años que no compro un periódico, señor Francisco, qué más quisiera. Los únicos a los que echo una ojeada de vez en cuando son a los gratuitos y esos traen escasa información política. Lo último que recuerdo haber oído en la tele es que la instrucción de la operación Tornasol, que es el nombre dado por la policía al caso, se había suspendido temporalmente porque el juez instructor se había trasladado a otra plaza y aún no tenía sustituto.
- O sea, que cuando el juez se va las cosas se paran. Ahora comprendo porque dicen que la justicia es un cachondeo - comenta un escandalizado Lisardo.
- Pues hay más. El juez que llegue será el tercer instructor de la causa.
- Lo que yo te digo, un cachondeo - remacha Lisardo.
- Bueno, gracias por la invitación. Tengo que irme, he de seguir buscando curro.

   En cuanto Sergio desaparece, Lisardo comenta:
- Parece que el chaval está saliendo del pozo.
- De chaval, nada. Debe de tener treinta y cinco o treinta seis años - precisa Francisco -. Lo que pasa es que estos flacuchos y con mucho pelo siempre parecen más jóvenes de lo que son. Y lo de salir del pozo habrá que verlo, ya sabes lo que dicen los taurinos: hasta el rabo todo es toro - asegura sentencioso Francisco.

   Se produce una pausa en la charla, mientras los viejos ven pasar a los viandantes y toman pequeños sorbos de cerveza para estirarla al máximo. Rompe el silencio Lisardo que, tras echar una ojeada a la terraza, comenta:
- ¿Te has dado cuenta de una cosa? Todos los que estamos en el bar somos viejos. No hay nadie que tenga menos de cincuenta y muchos años.
- ¿Y qué esperas? Si ahora los únicos que tenemos dinero para vicios somos los jubilados. Si no fuera por las pensiones más de una familia y más de dos las pasarían más negras que Carracuca.
- ¿Me lo vas a decir a mí? Si no le echara una mano a mi hija la mayor no podría terminar el mes. Hablando de dinero, lo que sí te digo - comenta Lisardo - es que este es el momento para forrarse. Quien tenga pasta podría comprarse media playa. Me refiero a tener duros en cantidad suficiente para poder aguantar el tirón unos años.
- Me parece, socio, que apuntas torcido. Estos no son buenos tiempos para comprar nada y mucho menos para vender. Te voy a contar algo, y no lo comentes por ahí. Conrado el Torrentí, el primo de mi parienta, sabrás que vendió por una millonada una finquita que tenía en la partida del Torreón. Pues bien, por consejo del listo aquél que estaba de director en la caja, compró seis apartamentos para luego revenderlos y ganar otro porrón de millones. Luego llegó la crisis y de venderlos nada, pero el tío emperrado en que si es capaz de aguantar el tirón recuperará los dineros invertidos y, además, sacará alguna plusvalía. Y ahí tienes al Conrado tragando quina y viéndoselas canutas para hacer frente a los recibos de las hipotecas. Ya me ha comentado la Rosalía que cualquier día de estos tendrá que claudicar y poner los pisos a precio de mercado para poder quitárselos de encima.
- Pues el Torrentí es de los que tienen fama de afeitar un huevo y sacarle pelo.
- Admito que es de mucho palabreo, pero al final se quedará como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando.