"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 21 de julio de 2015

6.8. Tenemos mucho que aprender



   Gimeno, al conocer los planes de Vives sobre la construcción de un puerto en la Marina, decide antes que nada consultárselo a su esposa: 
 - Lola, me ha soplado Severino que Paco Vives ha resuelto solicitar al Ministerio la construcción de un puerto en la Marina y eso no es todo, también parece que va a tratar de convencer a los Arbós para que se pongan a su lado y muevan sus influencias a ver si así consigue que su plan triunfe.
- ¡Vaya, sí que es una sorpresa! Eso quiere decir que Vives ha echado el órdago. Esto puede ser uno de sus últimos cartuchos, si no es el del fin de su andadura política.
- ¿Cuál crees que debería de ser nuestra réplica?
- Lo primero que tendríamos que hacer es desactivar el presunto acercamiento entre Vives y los Arbós. Si se unen y forman un frente común puede resultar letal para nosotros. En algún momento tendremos que deshacernos del clan, pero no ha llegado el momento, todavía los necesitamos.
- Mañana mismo, cariño, voy a ver al patriarca – Así suele el matrimonio denominar a Benjamín Arbós.
- No deberías esperar a mañana. Como se te adelante Vives y convenza al patriarca la hemos hecho buena. Vete ahora mismo a hablar con Benjamín, y más que su opinión sobre la hipotética construcción de un puerto lo que nos interesa es saber si estaría dispuesto a coaligarse con Vives y para qué.
   Benjamín recibe a Gimeno con su acostumbrada amabilidad:
- Hombre, José Vicente, qué agradable sorpresa. Siéntate, por favor ¿Te apetece una cerveza fresquita? Enriqueta, que la muchacha traiga un par de cervezas y algo para picar.
   Los dos hombres charlan durante varios minutos de generalidades. Benjamín sabe que la visita de Gimeno no es casual, conoce lo suficiente al joven político para saber que no da puntada sin hilo, pero como viejo zorro que es no se le ocurre ser el primero en preguntar. Cuando Gimeno estima que ha llegado el momento plantea a su interlocutor el motivo real de su visita:
- No sé si ha oído hablar, Benjamín, del último dislate que se le ha ocurrido a nuestro peculiar alcalde.
- Pues no sé de qué va la historia – Benjamín está al cabo de la calle de lo del puerto, pero le interesa conocer la versión de su apadrinado.
- Como sabe, hace más o menos un año, el Ayuntamiento solicitó al Ministerio de Obras Públicas la construcción en la Marina de un puerto o, en su defecto, de un refugio pesquero o, como última solución, una escollera. Naturalmente, los del ministerio ni se molestaron en contestar. Como Vives es tan bruto como tozudo quiere volver a insistir en la petición pero concretándola, ahora va a pedir que construyan un puerto. Como si construir una obra de esa envergadura costara cuatro duros y el ministerio fuera por ahí regalando desembarcaderos al primer cantamañanas que se le ocurra solicitarlos.
- ¿Y…? – Benjamín no quiere emitir ninguna opinión hasta no conocer el verdadero alcance de las intenciones de Gimeno.
- Que con toda probabilidad volverá a tener el mismo resultado: la callada por respuesta.
- Bueno, ya sabes lo que se dice: el que no llora no mama.
- Por supuesto, pero un alcalde tiene que ser sensato y no pretender la luna de Valencia, y más cuando sabe que no se la van a dar. Porque si en Madrid consideran que el Ayuntamiento de Senillar está formado por un hatajo de insensatos que piden por pedir, puede ocurrir que cuando se realice la solicitud de una obra, que verdaderamente sea imprescindible para el municipio, la denieguen al entender que éste es un pueblo poco serio y que sus autoridades tampoco lo son.
- Vistas así las cosas tienes razón. Aunque si sonara la flauta…, imagínate lo que supondría para el pueblo la construcción de una obra de ese calado.
- Naturalmente que sería importante, pero Vives tiene tantas posibilidades de que acepten su demanda como yo de llegar a cardenal. Porque solo le he contado una parte de la historia, la otra es que todo ese tinglado de la petición del puerto lo está llevando a cabo sin decir ni media palabra al Gobernador. Ya puede imaginarse como le va a sentar al poncio cuando se entere de que en este pueblo se le puentea una y otra vez. Se va a poner como una hiena. Y sabe, mejor que yo, que sin contar con la anuencia del Gobierno Civil, Madrid no autorizará ninguna obra. Y no solo eso, si con esas tretas pueblerinas nos ganamos la animadversión de los que mandan en Valencia, aquí no se inaugura una obra en los próximos veinte años. Lo que, de ocurrir, quemará políticamente no solo a Vives sino a todos los que le apoyen.
- La verdad es que no había pensado en las consecuencias, pero ahora que lo dices... – da la impresión de que los argumentos de Gimeno están causando mella en Benjamín, especialmente el último ha hecho pensar al patriarca.
   Puesto que su ladino mentor no se pronuncia sobre su posición respecto a la cuestión del puerto, Gimeno intenta, al menos, saber si existe alguna posibilidad de que Benjamín termine aliándose con Vives. Puesto que no le parece prudente preguntarlo de forma directa, da mil y un rodeos para dar pie al viejo cacique de que diga algo al respecto, pero cosecha un nuevo fracaso. El patriarca de los Arbós tampoco se moja sobre esa hipotética alianza pero, más por lo que calla que por lo que dice, José Vicente saca la impresión de que coaligarse con el alcalde no entra en los planes del viejo político.
   Gimeno le cuenta a su esposa la charla mantenida con el jefe del clan de los Arbós:
- Y como de costumbre el patriarca no ha querido manifestarse ni en un sentido ni en otro, pero por cómo ha ido la conversación me da la impresión de que no piensa apoyar a Vives.
- Tenemos mucho que aprender de Benjamín, José Vicente. La cautela y saber medir lo que se dice son dos de las mayores virtudes que puede tener un político. Ahora bien, por lo que cuentas, estoy de acuerdo contigo en que tampoco va a secundar a Vives. Por lo pronto ese frente está desactivado, afortunadamente porque podría ser letal para nosotros. El siguiente paso es decidir qué hacemos respecto a la solicitud enviada a Madrid.
- Ya he pensado en ello, cariño. Puesto que ya hice llegar en su día al Gobernador la información de la primera petición a Madrid de obras en la Marina, no me parece aconsejable volver a repetir la jugada. Creo que lo más prudente sería esperar, digamos un par de meses o tres, para dar tiempo al ministerio a contestar. Si en ese intervalo no hay respuesta, entonces decidiríamos si envío el expediente a la Jefatura Provincial.
- ¿Te pasó una copia Severino?
- Sí, la tengo en la cartera de mano. ¿Quieres verla?
- No hace falta. Tampoco iba a entender gran cosa. Uno de los muchos aspectos en qué me das cien vueltas es tu dominio en todo lo referente a la burocracia. El otro día alguien, no recuerdo quién, me lo comentó: tu marido es muy bueno con el papeleo. 
- Aunque me están llamando burócrata, cuando recuerdes quien te lo dijo le das las gracias de mi parte.
   A pesar de que el final de la charla ha sido más bien banal, la mujer percibe como su marido se esponja de satisfacción ante el halago. Los hombres, piensa, son como niños. Basta con que les des unas palmaditas en la espalda y les digas lo bien que hacen esto o aquello para que se sientan satisfechos como críos. Y eso que José Vicente no es de los más vanidosos, pero su amor propio no deja de ser uno de sus puntos débiles. Bueno, si he de ser sincera, he de reconocer que también es uno de los motores que le mueven. Si le tocan su orgullo responde como un muelle. De todas formas es un buen hombre. Creo que hice bien casándome, aunque… no sé si llegaré a enamorarme de él algún día.