"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 10 de junio de 2022

Libro III. Episodio 148. Un tío-abuelo muy metomentodo

   Los Carreño tienen un invitado de postín en esta Navidad del 21, Luis Manzano. Se trata de un tío carnal de Julia, hermano pequeño de su padre, y que está en Plasencia para vender unas fincas propiedad de su esposa de quien hace un tiempo enviudó. Luis es el único de los Manzano que se ha labrado un porvenir fuera de Malpartida. Estudió Derecho y luego hizo oposiciones al Cuerpo Jurídico de la Armada española; pertenecer al cual, en la década de 1920, es algo enormemente selectivo pues está compuesto solo por sesenta miembros en toda España. Asimismo, ingresar en el cuerpo jurídico militar proporciona, además de consideración social, unos ingresos que garantizan llevar una vida desahogada.

   El tío Luis ha hecho carrera en la milicia y se va a retirar con el rango de  teniente coronel, aunque los auditores son más juristas que militares en sentido estricto. Don Luis, como le gusta que lo llamen, aunque tiene hijos y nietos, es poco condescendiente con la chiquillería por lo que pronto se gana la antipatía generalizada de los chavales Carreño, y hasta de los adultos, porque es de los de ordeno y mando. Hasta Julio, recordando su tiempo en la mili, en algún momento ha estado a punto de decirle: a sus órdenes mi coronel.

   Además de su excesivo militarismo, el tío Luis es un metomentodo del carajo y, mira por donde, acaba de enterarse de que algunos de sus sobrinos tienen problemas con los estudios por no saber qué harán o porque no quieren estudiar. Al primero que coge por banda es al pobre Julián que se gana una soberana reprimenda de su tío-abuelo.

   -¿Qué es eso de que no quieres cursar el bachillerato?, tú debes estudiar lo que te manden tus padres. Si no, ¿qué vas a hacer de mayor?, ¿conducir un vehículo, que eso lo hace cualquier analfabeto? –A Julio la frase le ha sentado como un tiro, pero ha preferido callarse-.Y vosotros –añade dirigiéndose a los padres-, no debéis, bajo ningún concepto, bajaros los pantalones ante el capricho de un crío de once años. Como ya tiene la edad, el próximo junio puede hacer el ingreso y el primero de bachillerato por enseñanza libre. Pensadlo bien y aceptad mi consejo, es por el bien del crío y por vuestra tranquilidad de que habréis obrado como buenos padres… -Y el tío Luis sigue desgranando razones para reforzar su opinión.

   Llega un momento en que el matrimonio Carreño, visto que el jurídico es de los que no admiten un no por respuesta, le dicen que mandarán al chico a Cáceres a estudiar.

   -Como sabéis –sigue perorando don Luis-, yo tengo dos hijos, tus primos hermanos, Julia; pues bien, de jovencillos también tenían la cabeza a pájaros. Hasta que me cansé, los metí en el Colegio de Huérfanos de la Armada, y ahora uno pertenece al Cuerpo Jurídico de la Armada y el otro, que no pudo hacer Derecho porque era mal estudiante, le hice ingresar en la Escuela Naval Militar, la que está ubicada en San Fernando, y actualmente es capitán de Infantería de Marina. A los hijos, de pequeños, hay que llevarlos más rectos que un huso, porque si no, en cuanto te descuidas, se desmadran.

   El infortunado Julián coge un berrinche cuando ve que la imposición de su tío-abuelo no es rebatida por sus padres. Hasta que estos, a espalda de don Luis, le dicen que no se preocupe, que harán lo que ya habían acordado: que en cuanto acabe la primaria lo inscribirán en la academia Magister, pero sin que se entere el tío. El único miembro de la familia que se ha atrevido a plantarle cara a don Luis ha sido, como no, Pilar.

   -Tío-abuelo, ¿por qué tú…

   El susodicho corta tajantemente a la chicuela.

   -¿Qué es eso de tío-abuelo?, suena ridículo. ¿Y quién te ha dado permiso para que me tutees? Debes llamarme don Luis.

   -Pues don Luis, ¿por qué se mete usted en lo qué no le importa? Deje en paz a Julián, que bastante ha tenido que soportar.

   -¡Pero bueno, habéis oído a esta descarada! ¿Pero qué clase de educación habéis dado a vuestros hijos? ¿Cómo no me va a importar el porvenir de uno de mis sobrinos? Naturalmente que me importa. Y tú, deslenguada, un poco de respeto. Con la edad que tienes habrás hecho la primera comunión y habrás estudiado el catecismo del Padre Astete. Pues bien, si lo recuerdas, dice que se ha de respetar a las personas mayores en edad, dignidad y gobierno. Ese es mi caso, por tanto haz el favor de callarte y no importunar a los mayores.

   Despachado Julián, y puesta en su sitio Pilar, ahora le toca al primogénito sufrir las diatribas del tío.

   -Y hora tú, Álvaro. Me han dicho que eres un chico; bueno, casi un hombre, lleno de virtudes: educado, formal, respetuoso con los mayores, buen estudiante; vamos, lo que se dice un hijo ejemplar. En unos meses vas a ser bachiller, y resulta que a estas alturas no sabes que carrera vas a estudiar. Pero, hombre, eso no es de recibo. Ya deberías tener claro cuál será la especialidad que vas a cursar en la universidad o en una escuela técnica. Vamos a ver, ¿qué asignaturas te gustan más? Te lo pondré más fácil, ¿te gustan más las ciencias o las letras?

   -Las ciencias.

   -Ves que fácil, ya hemos avanzado un trecho. Entonces podrías estudiar exactas, física, química, geología o cualquiera de las carreras que se imparten en las escuelas técnicas. ¿Y fuera de los estudios qué te gusta: los toros, el fútbol, la caza…?

   -De los que ha dicho me gusta mucho el fútbol, aunque no soy buen jugador. Otra cosa que me gustaría es viajar, ver países lejanos, otras tierras…

   -¡Hombre, ya sé que vamos a hacer contigo! Vas a ser marino.

   -¿Marino?, pues no sé don Luis, a mí lo de pescar…

   -¿Quién ha hablado aquí de pescar? Lo que vas a ser es marino de guerra.

   A Álvaro lo de la guerra le hace pensar en el conflicto de África y pone mala cara. El tío Luis, como si hubiese adivinado lo que piensa el chico, se lanza a explicarle qué es la Marina de guerra. Le cuenta que es la fuerza militar que defiende a España desde la mar, protege y vigila sus costas y, en caso de guerra, combate para preservar la integridad e independencia de la nación. Es una de las fuerzas navales en activo más antiguas del mundo pues data de finales del siglo XV. Entre sus grandes logros están el descubrimiento de América y la primera vuelta al mundo, y fue la armada más poderosa del mundo desde el siglo XVI hasta finales del XVII. Sus principales bases están en Ferrol, San Fernando, Cartagena y Las Palmas de Gran Canaria…

   -… y actualmente hay en marcha un plan de rearme naval consistente en la construcción de veintitantos buques, siempre que los problemas económicos no retrasen la entrega.

   -Pero don Luis, no me ha explicado qué hacen los marinos.

   -A propósito de los marinos, los hay de cuatro clases: los de guerra, los mercantes, los de pesca y los de la marina de recreo. Los marinos de guerra, que son los que nos interesan, son los que sirven en los buques de la Armada. Por cierto, no debes hablar de barcos sino de buques, que son los navíos de gran tonelaje y que tienen una o varias cubiertas. La dotación de un buque está compuesta por marineros, suboficiales, oficiales y jefes. Tú vas a estudiar para oficial. Comenzarás siendo alférez de fragata y puedes terminar de almirante, dependerá de tu salud, de tu próstata y de la suerte.

   A estas alturas, el pobre Álvaro está hecho un lío, pues su tío-abuelo está hablando como si ya estuviese decidido que va a estudiar para oficial de la Marina española. Va a preguntar, pero don Luis no escucha a nadie y continúa con su parlamento.

   -… y en la Armada española existen los siguientes cuerpos: General, que son los que cortan el bacalao, Infantería de Marina, Intendencia e Ingenieros. Y además están los llamados cuerpos comunes que son: Jurídico -el mío-, Intervención, Sanidad y Músicas Militares. Dentro del Cuerpo General, que es el que te recomiendo, puedes especializarte en submarinos, piloto naval, comunicaciones e información, sistemas de combate, buceo, hidrografía, artillería naval…, no sé si me dejo alguno.

   -Pero don Luis, ¿y los marinos de guerra qué hacen? –reitera Álvaro.

   El tío Luis ni flores, sigue a lo suyo.

   -Has de saber que la Armada más que una profesión, que también, es una apasionante forma de vivir. Es un estilo de vida que no se concibe sin valores tales como el compañerismo, la honradez, la lealtad, el honor, el amor al servicio y la capacidad de sacrificio. Y luego está el aspecto material nada desdeñable. La Armada te ofrece un empleo estable, y no mal retribuido, y la posibilidad de viajar y ver mundo –Ahora es cuando Álvaro comienza a interesarse por la prédica de don Luis-. En tercer o cuarto curso de la Escuela Naval embarcarás en el buque-escuela de la Armada y es posible que des la vuelta al mundo o, al menos, visitaréis muchos puertos extranjeros. Y en cuanto te gradúes en San Fernando ya no tendrás que volver a preocuparte por cómo ganarte el pan, pasarás a ser un oficial de la Armada y tendrás un salario asegurado de por vida –Esto último también le hace tilín a Álvaro sabedor de lo mucho que tienen que bregar sus padres para sacar la familia adelante, pero sigue sin saber qué hace un marino de guerra. De pronto, don Luis mira el reloj y corta su explicación-. Se me está haciendo tarde, me espera el corredor de fincas. Seguiremos charlando.

   En cuanto se quedan solos, la primera en reaccionar es Pilar.

   -Papás, espero que no le hagáis caso al tío Luis, habla, habla y habla como si solo él tuviera algo que decir. De lo que ha dicho sobre Álvaro lo único que vale es lo que diga el tato.

   -Bueno, ya habéis visto como es el tío. Está acostumbrado a que en la familia todos le den la razón, como es el único que ha estudiado… -le disculpa Julia.

   -¿Y tú qué dices, pasmarote? –interroga Pilar a su hermano mayor.

   -Pues que ha hablado mucho, pero se ha ido sin decirnos qué hace un marino de guerra –reitera Álvaro un tanto decepcionado.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos,  de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 149. Álvaro, bachiller