"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 3 de septiembre de 2021

Libro II. Episodio 108. Gavilán y paloma

 

   La chinata anticipa a Pilar y Julio que el próximo domingo irá a merendar a casa de los Quirós, pero añade una coletilla que al mañego le suena a música celestial: no va a aceptar más invitaciones de la burguesía local. Julio piensa que todavía no la ha perdido, por tanto le quedan cartas por jugar.

   En la reunión de los Quirós, Manolo no es uno de los músicos que amenizan el sarao, su puesto de violinista lo ha ocupado una jovencita que Julia no conoce. Al no estar obligado a entretener a los demás, Manolo puede bailar varias piezas con la chinata quien aprovecha para tirarle de la lengua, quiere que el joven le cuente sus anhelos, temores, frustraciones…, pero el chico sigue tan parco de palabras como siempre. Da la impresión que se conforma con mirarla, eso sí a hurtadillas. Julia se reafirma en que el joven es un buenazo, pero pobre de espíritu, como lo calificó Maribel.

   Hacia el final de la reunión, la anfitriona presenta a Julia a uno de los asistentes al que no conoce.

   -Julia, Juan Antonio Cortés, que se muere por conocerte. Toni –dice Maribel dirigiéndose al joven-, Julia es amiga mía, por consiguiente debes portarte con ella como un caballero y no como acostumbras, ¿de acuerdo?

   Juan Antonio, a quien todos llaman Toni, parece ser todo lo contrario que Manolo, es atrevido como él solo, tiene gran desparpajo e igualmente es de los que saben qué susurrar al oído de una jovencita. A Julia le hace tilín desde el primer baile. Cierto que el joven es apuesto, se desliza por la pista como un consumado bailarín y su risa es contagiosa. No es el más guapo del sarao, pero emana un halo de virilidad y audacia capaces de encandilar a la moza más aguerrida. Toni se las arregla para que la chinata le conceda las últimas piezas y al terminar la última le musita al oído:

   -En este sarao de damiselas estreñidas, cargadas de prejuicios y más cursis que un repollo con lazo, tú eres como una luz que brilla en las tinieblas. Ahora que te he conocido tendré que esforzarme mucho para que te acuerdes de mí. Mañana mismo, estaré esperándote cuando salgas de la tienda para acompañarte. Palabra de caballero –Dado que es el último baile y que Julia es reclamada por Maribel, la joven no tiene oportunidad de responder a las atrevidas palabras de Toni.

   Al regresar a casa, escoltada por un mustio Manolo y uno de sus amigos, Julia no puede borrar de su mente la estampa del audaz Toni. Entiende ahora el significado de la expresión popular de que alguien te alegra las pajarillas, el apuesto Toni es de esos, piensa la joven.

   El lunes por la noche, como suele hacer cuando los días son cortos y la noche llega presta, Pilar se acerca a la tienda para que Julia no regrese sola a casa. Hoy les aguarda una sorpresa, al salir del establecimiento se les acerca un hombre que galantemente se destoca para saludarlas.

   -Buenas noches nos dé Dios, ¿me permiten que les acompañe? A estas horas es aconsejable que unas damas lleven a un caballero que las escolte –El caballero en cuestión es Toni Cortés.

   Julia al verle se ha puesto nerviosa y ligeramente colorada y mira al hombre con una mezcla de alegría y vergüenza. Cuando se repone, y tras saludarle, lo presenta a la maestra.

   -Doña Pilar, Juan Antonio Cortés, un amigo de los Quirós. Doña Pilar es mi maestra y vivo con ella –explica Julia.

   -A sus pies, señora –y Cortés besa la mano de Pilar. Acto seguido, y de la manera más natural, se pone al lado de Julia-. ¿Qué camino suelen tomar?

   Durante el trayecto, Toni no deja de hablar, aunque lo hace de manera comedida y respetuosa. Cuando llegan a casa de Pilar, se despide de ellas con un:

   -Que tengan buena noche y hasta mañana, si Dios quiere.

   En cuanto entran en casa, Pilar no puede reprimir su curiosidad.

   -Y ese buen mozo, ¿quién es?

   -Le conocí ayer en la merienda de los Quirós. No le había visto hasta entonces.

   -¿Le conociste ayer y hoy se presenta para acompañarte?, muy atrevido es el mozo –apunta Pilar.

   -Sí que es un poco atrevido, pero parece un chico muy correcto.

   Al día siguiente se repite la escena. Toni acompaña a las dos mujeres hasta la casa y se despide con un galante sombrerazo, porque el joven gasta sombrero y no boina o gorra como es costumbre en el pueblo. Su comportamiento es un modelo de galanura y buenas maneras, pero hay algo en su forma de ser y, sobre manera, de mirar a Julia que inquietan a Pilar. La mira como supone que los gavilanes deben mirar a las palomas, como a presas potenciales. Quizá por eso, como el viernes y el sábado Pilar no va a poder recoger a la muchacha, piensa que no sería bueno dejarla a solas con un chico tan atrevido. De la tienda a casa es un trayecto corto y van por calles relativamente concurridas, pero… Tras meditarlo, opta por buscar un recambio.

   -Julio, hijo, he de pedirte un pequeño favor. Ni el viernes ni el sábado podré ir a buscar a Julia al cerrar la tienda. En los últimos días la suele esperar un chico que se comporta correctamente, pero me quedaría más tranquila si también la acompañaras. ¿Te importa?

   El viernes, Julio sale un poco antes de su tienda para ir a recoger a Julia como le ha pedido su madre. Mientras se acerca a la droguería del Bisojo, piensa en ese joven tan audaz -¿un posible pretendiente?-, que está acompañando a la chinata desde hace unos días. Su madre solo le dijo su nombre: Juan Antonio Cortés, pero ha procurado saber más del mozo. Y lo que le han contado no le ha gustado ni pizca. Toni es hijo único de una familia de buen pasar. Su padre es el jefe de la estación de Plasencia-Empalme, un empleado en definitiva, pero su madre tiene buenas fincas en las vegas del Jerte. El padre, que pasa por ser hombre cabal, quiso que estudiara y a trancas y barrancas el chico se hizo bachiller. Luego lo envió a Madrid para que cursara la carrera de ingeniero de caminos, canales y puertos. El muchacho estuvo dos años en la capital del reino dándose la gran vida, pero ni siquiera llegó a aprobar el ingreso en la escuela. Su padre se cansó y le llevó de vuelta a Plasencia; desde entonces no hace más que vaguear, gastarse los cuartos que a escondidas le da su madre y perseguir a las jovencitas que se le ponen a tiro. Incluso se murmura que sí dejó preñada a una criada y que se negó a casarse con ella. Sus padres arreglaron el desaguisado como suele hacerse cuando no se repara la honra con el matrimonio, tirando de dinero. Esta última habladuría, aunque no ha podido confirmarla, es la que más desasosiega a Julio.

   Cuando el mañego llega a la tienda, Toni ya está en la puerta esperando la salida de Julia. Ambos hombres se miran al cruzarse, mirada que es de curiosidad en el joven y de prevención en Julio.

   -Hola, Julio, ¿cómo tú por aquí? –pregunta, sorprendida, la joven.

   -Buenas noches, Julia. Vengo a petición de mi madre para que no regreses sola, ella tiene algo que hacer.

   -Te lo agradezco, pero no tenías que haberte molestado. No sé por qué a tu madre le ha entrado la manía de que es peligroso que a estas horas de la noche ande sola por ahí, como si fuera una niñita. Además, tengo quien me acompañe, el joven que habrás visto junto a la entrada es un amigo que desde hace unos días viene a acompañarme hasta casa. Por consiguiente, si quieres puedes volverte, no corro ningún peligro.

   Julio está en un tris de soltar: precisamente si estoy aquí es porque el peligro es él, pero no lo hace.

   -Me parece muy bien que tengas acompañante, pero ya conoces a madre, como se entere que no he cumplido su encargo me la puede montar parda. O sea, que esta noche y mañana en lugar de un acompañante vas a tener dos. Vas a ser la damita mejor escoltada de la ciudad.

   En el recorrido hasta casa, ambos hombres rivalizan en ingeniosidad y galantería. Julia, que va en medio de ambos, disfruta como una adolescente al verse tan requerida. Cuando ambos galanes se separan, Toni lo hace con una mueca irónica y Julio con el ceño fruncido. El mañego piensa que el figurín de Toni se lo va a poner difícil, reconoce que es un guapo mozo y diez o doce años más joven, lo que no tiene arreglo, pero está dispuesto a pelear por Julia hasta el último aliento. Toni, en cambio, no se molesta ni un segundo en pensar en el droguero, le ve demasiado viejo para ser un rival.

   Al atardecer del sábado, y antes de la hora de cerrar la tienda, Julia recibe una visita que no esperaba.

   -Julina –le dice Lupe con una sonrisa picarona-, en la trastienda hay un chico que dice que le  esperas.

   Julia, sorprendida, se mete en la trastienda. Repantigado en una silla está Toni fumando un cigarrillo.

   -¿Qué haces aquí? Deberías estar fuera, aquí no puedes estar, me comprometes.

   -No he tenido más remedio, paloma, no hay manera de hablar contigo a solas. Desde el baile de los Quirós no he podido estar ni un segundo a solas contigo para decirte que me tienes loco, que eres la mujer más maravillosa del mundo y que no hay un momento del día que no estés presente en mis pensamientos. ¡Que estoy chalado por tus huesos, ea!

   Al oírle, la chinata se pone colorada como un pimentón y temblorosa como un flan. Las piernas le flaquean y tiene que apoyarse en una repisa para mantenerse erguida.

   -Pero qué dices, loco, que eres un loco…

   -Nunca dijiste mayor verdad, soy un loco… por tu culpa, por esos ojos que quisiera verlos más amorosos, por esa boca que me muero por comérmela a besos, por ese talle que quisiera estrechar entre mis brazos, por…

  -¡Haz el favor de callarte, Toni…, por Dios te lo pido! –exige Julia con una voz que le sale ronca pues su corazón palpita como el de un caballo desbocado- ¿No comprendes que estando aquí puedes manchar mi honra? Márchate, te lo ruego.

   -Antes has de prometerme que el domingo vendrás conmigo al merendero de la Curva. Rabio por tenerte otra vez entre mis brazos, paloma –Y sin dar tiempo a la reacción de la muchacha, la enlaza por el talle y la besa apasionadamente; el beso, su primero, es tan largo y profundo que a Julia le falta el aire.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 109. El corazón tiene razones que la razón no entiende