"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 2 de febrero de 2024

Libro IV. Episodio 33. ¡Advertido quedas!


   Al tiempo que su primogénito sigue patrullando a bordo del bou armado, Julia tiene otro motivo de preocupación. Con sus diecisiete años, Andrés está en la fase de pasar de la adolescencia a una rotunda juventud. Al muchacho siempre le gustaron las mujeres, pero con los aires de liberación que, al amparo de las nuevas libertades, se han implantado en el país, su relación con el sexo femenino se ha disparado. No hay rapaza a la que no encuentre deseable y en cuanto tiene la menor oportunidad pasa de las palabras a los hechos. Julia ya le tuvo que llamar la atención cuando se dio cuenta de que el chico se estaba pasando de la raya con Paloma, la hija mayor de los Bermejillo, pues una tarde encontró a la pareja en una situación comprometida. ¿Qué voy a hacer con este chico?, se pregunta Julia. Parece que la reprimenda de su madre no le causó mucha mella a Andrés porque una vecindona le ha contado que el día anterior vio a su chico morreándose con una lugareña. Al no saber cómo afrontar el problema le pide consejo a Almudena Bermejillo, su única amiga íntima en el pueblo.

   -Lo de que Andrés me haya salido un donjuán es una pesadilla… y no sé qué hacer ¿En mi lugar qué harías?

   -Julia, te recuerdo que solo tengo hijas, no soy la más adecuada para aconsejarte como llevar por el buen camino a tu chico. Si quieres que Guillermo hable con él, de hombre a hombre, es lo mejor que se me ocurre.

   -¿De hombre a hombre?, pero si mi Andrés es un huevo a medio cocer.

   -Si Andrés es un donjuán quiere decir que el huevo se ha cocido del todo.

   El problema del joven tenorio se agrava cuando días después aparece en casa un vecino de la localidad visiblemente cabreado.

   -Me han dicho que es la madre de ese rapaz que se llama Andrés. Como soy hombre de bien, vengo a advertirle de que la próxima vez que pille a su hijo metiéndole mano a mi rapaza le voy a moler las costillas. Si su chico va por ahí presumiendo de garañón, que se tire a una yegua, pero que deje en paz a las rapazas. Queda avisada, y el que avisa no es traidor.

   Julia no sabe si eludir el problema de Andrés o tomar el toro por los cuernos. Ha pensado en Guillermo Bermejillo para que, como le sugirió Almudena, hable con el chico de hombre a hombre, pero no está muy segura de que ello haga cambiar de conducta a su hijo. En momentos así es cuando más echa de menos a su marido, seguro que Julio ya habría puesto orden en la desordenada vida del chico, pero como eso no es factible opta por hacerlo ella.

   -Andrés, no te vayas, tenemos que hablar.

   Más por el semblante de su madre que por sus palabras, el jovenzuelo sabe lo que le espera: hoy hay bronca, se dice. Habrá que aguantar el chaparrón.

   -Sabes, porque os lo he contado muchas veces, que nuestra posición en Suances es muy delicada. Somos unos forasteros que éramos bien recibidos cuando veníamos como veraneantes pues traíamos dinero al pueblo, pero ahora solamente somos una especie de refugiados que seguimos aquí porque no tenemos dónde ir. Dependemos, en buena medida, de lo que la gente del pueblo piense de nosotros, de la vida que llevemos, de nuestra conducta, de cómo tratemos a los vecinos… y tú no me estás ayudando para que sigan creyendo que somos una familia respetable…

   -Pero, mamá…

   -Por favor, no me interrumpas, no he hecho más que empezar. He tenido que regañarte más de una vez por tu comportamiento escasamente caballeroso con las chicas pero, desgraciadamente, las regañinas te han entrado por un oído y te han salido por otro…

   -Mamá…

   -Ni mamá ni leches –Julia se ha ido calentado a medida que va hablando-. Tú solamente piensas en tus apetitos y deseos y no tienes en cuenta lo que tu conducta puede repercutir en la vida de tus hermanos y de tu madre. Y esa no es la manera de comportarse que tu padre y yo os hemos inculcado. No respetas los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, no respetas la buena fama de tus hermanos, no respetas a tu madre, no respetas el buen nombre de los Carreño; no respetas nada ni a nadie. Eres la vergüenza de la familia. Y eso se va a terminar…

   -Pero, mamá…

   -No hay mamá que valga, tu conducta dice mejor que con palabras que tu madre te importa un rábano, menos que un rábano, no te importa nada. Y hasta aquí hemos llegado. Ya que no haces caso de mis palabras, de ahora en adelante no diré nada, actuaré. Y escúchame bien porque solo te lo voy a decir una vez. En la próxima ocasión que alguien de la vecindad venga a quejarse de que te comportas como un verraco en celo, te voy a poner en la puerta de la calle. Ya que presumes de muy hombre, también sabrás ganarte la vida como si lo fueses. Te quiero mucho, muchísimo, pero no estoy dispuesta a que por tu reprobable conducta tengan que sufrir tus hermanos. ¡Advertido quedas!

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 34. Madrid está al caer