"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 19 de abril de 2019

100. De joven debió causar estragos


   El 24 de agosto se celebra la festividad del patrono de Torreblanca, San Bartolomé. Ramo ha contado a sus amigos madrileños que antaño esa fecha marcaba el inicio de las fiestas patronales que se esperaban con ansia, especialmente por la gente joven. Este año, según reza el programa de festejos, los actos más relevantes son la solemne misa en honor del santo, una ofrenda floral al Santísimo Cristo del Calvario, un campeonato de parchís, una gran gincana popular y rematando la jornada la indispensable verbena seguida de un disco-móvil.
   Ajeno a ello, Grandal ha madrugado pues ha quedado en ir a las once al apartamento del hijo de Álvarez para verse con sus amigos, y que le cuenten como han ido las investigaciones llevadas a cabo el día anterior. Antes les ha explicado lo que le contó la tarde anterior la amiga de Francisco José sobre un extranjero que podría ser el mismo que estuvo en la habitación de Salazar. Luego les hace un resumen de lo tratado con el sargento de la Guardia Civil de Torreblanca. Después, Álvarez y Ballarín cuentan que estuvieron en el restorán El Marítim donde la dueña les dio escasa información sobre la joven que acompañaba al guiri que estuvo comiendo el 15, por lo que no va a ser posible la elaboración de un retrato robot de la misma. En cuanto al dato que le interesa saber a Grandal de cómo se desenvolvía en español dicho extranjero, la respuesta fue tajante.
-Nos dijo que francamente bien. Hasta recordó que pidió vino y estuvo discutiendo sobre cuál acompañaría mejor a la mariscada, como si entendiera de caldos –cuenta Álvarez.
-Ese dato coincide con lo que me contó Vero –Al ver la cara de ignorancia de sus amigos, Grandal se apresura a explicarse-. Es la novieta del joven Salazar. Ella también dijo que el guiri que iba con su amiga hablaba bien el castellano.
-Lo que está en contradicción con lo que han declarado los pichones –afirma Álvarez que también se ha aprendido el mote que Grandal les ha puesto al trío del episodio del maletín.
-Efectivamente. Claro que… es posible que el extranjero de la habitación de Salazar falseara su conocimiento de nuestra lengua como forma de no hablar demasiado para no cometer errores –conjetura Grandal.
-Es posible y hasta probable –afirma Ponte-. El modo de hablar se puede modificar fácilmente, pero la talla, la corpulencia y el color de la piel no se cambian con tanta facilidad. Y esos tres últimos rasgos los tenía el extranjero descrito por los pichones, también los tenía el guiri que comió en El Marítim, así como el que describió la tal Vero.
-Manolo, chapó. En pocas palabras acabas de dar todo un curso de técnica investigadora. Estoy orgulloso de ti –le alaba Grandal, que a continuación pregunta dirigiéndose a Ramo y Ponte- ¿Y a vosotros cómo os ha ido la investigación sobre el Chato de Trebujena?
-Pues mejor de lo que esperábamos –contesta Ramo-. El dibujo que hizo mi hermano ha sido reconocido por dos personas: una camarera de un bar llamado Vintage y un camarero de un restorán, el Pica-Pica. La chica no estaba muy segura de que fuera el Chato, pero el camarero del restorán sí; hasta ha recordado que pidió una fritura doble lo que al parecer es una comanda poco corriente.
-Fenomenal. Esos testimonios confirman lo que ya sabíamos por los taxistas que le trajeron y le devolvieron a Alcossebre, que el Chato estuvo en Torrenostra el día de autos. Cuando se lo cuente a Bellido se va a poner como un crio con zapatos nuevos. Y no me salgas –añade Grandal mirando a Álvarez- con tu eterna cantinela de que unos cardan la lana y otros crían fama.
-Bien, ¿y ahora qué? –pregunta Ballarín que hoy está muy callado.
-Pues vosotros tenéis el día libre, al menos por ahora. Podéis ir a ver los toros pues creo que es lo más popular de las fiestas que deben estar en su apogeo.
-Los toros no empiezan hasta mañana –le corrige Ramo.
-Bueno, pues podéis pasaros el día en la playa o donde os pete. Yo me voy a ver que le saco a la chica que estuvo acompañando al extranjero del que me habló ayer la amiguita de Francisco José. A ver si es capaz de contarme algo más sobre él y de que tal hablaba nuestra lengua.
-¿Quieres que te acompañemos alguno? –ofrece Ponte.
-No, gracias. Igual si vamos dos se pone a la defensiva y no le sacamos palabra. Si os necesitase os llamaré.
   Grandal se pone en camino hacia Las Villas de Benicàssim donde con la ayuda del GPS que ha instalado en su viejo coche localiza fácilmente el bar en el que trabaja la tal Elvi. Durante el camino ha pensado en la forma de entrarle a la mujer, quizá presentándose como policía pero lo desecha, dejará que la propia charla marque el camino de cómo llevar el diálogo. Antes de sentarse en una de las mesas de la terraza, el excomisario observa a las dos camareras que atienden a la clientela. En seguida ve que cada una de las empleadas se encarga de una zona. Tras estudiarlas se decanta por la más aparente, que no guapa. Se sienta en una de sus mesas y no la llama, espera que se le acerque, algo que tarda unos minutos en hacer pues hay muchos clientes.
-¿Qué va a tomar?
-Un doble y algo para picar que no sean patatas fritas.
-Hoy tenemos gambas al ajillo, sepia en salsa verde, mejillones al vapor, patatas bravas, caragòls punxents  y lo habitual –recita de carrerilla la joven.
-¿Qué me recomiendas?
-Tanto las gambas como la sepia están buenísimas.
-Me voy a fiar de ti, tienes carita de no contar mentiras. Tráeme una ración de cada.
-No se fíe. A los tíos que se ponen pesados les suelto cada trola de a kilo, pero se nota que usted es un caballero. Atendiendo a tanto personal como pasa por aquí acabas aprendiendo a calar a la gente. Enseguida le traigo el doble, las raciones tardarán algo más.
   Como dijo la muchacha, en menos de un minuto volvía a estar allí con la cerveza, hecho que provoca el enfado de unos clientes, al parecer habituales, sentados en una mesa contigua y que gritan:
-¡Elvi!, ¿qué pasa?, ¿porque sirves a ese carroza primero cuándo nosotros hemos llegado antes?, ¿es qué ahora te van los vejestorios?
-Podrá ser mayor, pero podéis estar seguros que os da una y mil vueltas en cuanto a modales. Y no os pongáis bordes que ahora os atiendo –les responde la camarera, y dirigiéndose a Grandal disculpa el comportamiento del grupito-. No se lo tenga en cuenta, señor, son así de groseros porque no dan más de sí.
-No te preocupes, Elvi, por cierto si esa es tu gracia, como decían los antiguos, sepas que en mi opinión tienes un nombre precioso y para mí muy querido. Tengo una hija algo mayor que tú que también se llama Elvira –Grandal no tiene ninguna hija, pero suele utilizar esos trucos.
-Pues fíjese lo que son las cosas, a mí no me gusta, por eso prefiero que me llamen Elvi. Me parece que es un nombre que suena como antiguo.
-No estoy de acuerdo contigo, jovencita. Perdona que te llame así, pero es que podrías ser perfectamente otra de mis hijas. No sé si sabes que Elvira es un nombre de origen germánico que significa aquella que es una noble consejera, y en la antigüedad solo se lo ponían a las damas y a las mujeres de la nobleza.
-No solo es educado sino que tiene la labia de un donjuán, pero le tengo que dejar porque si no esos bordes pueden seguir dando la tabarra. Luego le traigo las tapas.
   Pasan unos minutos y Elvi está de vuelta portando la comanda de Grandal.
-Aquí tiene las gambas y la sepia. Cómase primero ésta porque si se enfría no vale ni la mitad, en cambio la cazuelita de gambas guarda mejor el calor.
-Gracias, Elvi. Ah, una cosa. Desde que me has atendido no hago más que preguntarme ¿dónde he visto esa cara?, y al final he encontrado la respuesta. Juraría que hace unos días te vi en Torrenostra. Si no eras tú, desde luego era tu doble.
-¡Vaya, el mundo es un pañuelo! Pues sí, estuve en Torrenostra justamente el día de la Virgen de Agosto; es decir, el quince.
-Te voy a ser sincero, posiblemente haya mujeres mucho más bonitas, pero tú tienes una cara que no se olvida fácilmente, tienes como una especie de toque, como una luz singular que te da un encanto especial.
-Huy, huy, huy, que peligro tiene usted. De joven debió hacer estragos. La gente mayor sabe decir cosas a una mujer que los jóvenes de ahora desconocen.
-Por cierto, y no me llames cotilla, pero tienes un novio que parece un levantador de pesas, ¡menudo tiarrón!
-¿Quién, Pako?, no es mi novio, por no ser ni es amigo mío, solo un cliente de la casa que ese día, que el jefe me dio fiesta, me invitó a pasarlo en Torrenostra.
-Tenía pinta de extranjero.
-Y lo es, no sé exactamente de dónde, yo creo que ruso o de por ahí.
-Pues para ser ruso o lo que sea, me pareció que hablaba el castellano bastante bien.
-Y así es, si no fuera por el acento podría pasar por alguien de aquí. ¿Y usted dónde estaba, cómo pudo darse cuenta de hasta cómo habla Pako?
-Muy cerquita de vosotros. Yo y tres amigos, tan carcamales como el que te habla, estábamos en la sombrilla de al lado donde os pusisteis vosotros en la arena, cerca de donde hay un recinto con palmeras. Lo que ocurre es que en la playa los viejos nos volvemos invisibles para la gente joven. Así que tu conocido se llama Paco.
-Eso dice él, que se llama Pako pero con ka, aunque me da que no debe ser su verdadero nombre.
-¿Veranea también aquí?
-Creo que estaba en un apartamento yendo hacia el Grao, pero se fue. Lo debió hacer el mismo día que estuvimos en Torrenostra porque ya no le he vuelto a ver.
-¡Elvi, mueve el culo que hay clientes esperando que les atiendas! –brama más que habla un tipo cetrino que ha aparecido en la puerta del bar.
   A Elvi todavía le da tiempo a contarle que Pako es un grosero pues en Torrenostra se fue a pasear y la dejó sola en la playa un buen rato, y que cree que vive por la Costa del Sol. Tras despedirse, Grandal deja una generosa propina y al irse, sin saber por qué, se le viene a la mente algo que le dijo la joven camarera: De joven debió hacer estragos. ¡Qué lástima que no fuera así!, se dice con melancolía.

PD.- Hasta el próximo viernes en que publicaré el episodio 101. Una paella trastocada en metáfora.