El ciclismo, tanto en su versión deportiva
como en la meramente recreativa, es un deporte que tiene cientos miles de
practicantes en España. De la afición masiva al deporte del pedal es buena
prueba que la Vuelta a España sea, después del Tour y el Giro, la vuelta
ciclista por etapas más importante del mundo. Este deporte vive en la época
veraniega un repunte espectacular. Son cientos de miles los aficionados a la bicicleta
que aprovechan sus vacaciones para practicar un deporte tan bonito como
recomendable.
Y
ahora les cuento lo que llevo observando verano tras verano sobre algunos
ciclistas. A mi casa veraniega (hablé de ella en otro post) solo se puede
acceder a través de un camino rural pobremente asfaltado que se llama el Camí
del Campàs y que une dos núcleos turísticos de cierta importancia, sobre todo
el primero, Alcossebre y Torrenostra. Lo cuento porque por ese estrecho camino deben
pasan diariamente en verano, sobre todo por la mañana, más de un millar de
ciclistas que van de una población a otra o que llegan más allá. Otro dato que
hay que hacer constar es que la inmensa mayoría de esa miríada de amantes de
las bicis dan pedales por puro divertimento y supongo que de paso mantener la
forma. Son los amantes de la modalidad del cicloturismo que creo que es como se
llama.
Esa legión de ciclistas son, mayormente,
buenos deportistas y excelentes ciudadanos que cumplen escrupulosamente las
normas viarias por la cuenta que les tiene pues sabido es que no todos los
automovilistas respetan como es debido a los que van en bicicleta y, desgraciadamente,
de vez en cuando los medios recogen muertes de ciclistas que nunca debieron
producirse.
Todo ello es como lo cuento, pero también es
cierto que hay una parte de ese batallón de amantes del ciclismo, seguramente
minoritaria, que en cuanto se suben a la bicicleta se convierten en ciclistas
agresivos y que desprecian olímpicamente las normas de tráfico, poniendo en peligro
su físico y el de los que se cruzan con ellos vayan a pie o en coche. Eso
ocurre especialmente durante la época estival. Son los que supongo que forman
parte de la gente que en verano se cree inmortal.
En ese grupo que se cree imperecedero están
los que van en grupo por un camino estrecho, como es el Camí del Campàs, y que
aunque oigan un coche no se ponen en línea, por lo que cuando
te cansas de ir a 20 kmh detrás de ellos has de tocar el claxon para que te
dejen pasar. Cada vez que eso ocurre te ganas como poco los insultos de algunos
o, al menos, sus miradas reprobatorias. También están los que circulan tan
panchos en dirección contraria y como cometas la tontería de afearles su
transgresión te llaman de todo menos bonito. Así mismo, en el pelotón de los
inmortales figuran los que transitan por los carriles que están señalizados
únicamente para peatones y ay de ti, pobre viandante, si te atreves a protestar
por ello. Y otra muestra más del inmenso poder de la creencia en la
inmortalidad: muchos de nuestros Ayuntamientos se han gastado sus buenos
dineros en construir carriles solo para ciclistas, precisamente para que estén
a salvo de los automóviles. Concretamente entre Torreblanca y Torrenostra hay
dos carreteras que tienen, además de los viales para coches, otros dos, uno
para peatones y otro para ciclistas; pues bien, los peatones suelen usar el
suyo, pero son muchos los ciclistas que desprecian olímpicamente dichos
carriles y corren tan ufanos por los viales de los coches. Y como pases a menos
de 1,15 m. de ellos (creo que es la medida correcta para adelantar a un
ciclista) te puede caer la del pulpo.
Podría seguir contando más casos concretos
de esos ciclistas que se creen inmortales, pero creo que con lo descrito es más
que suficiente.
Insisto que el pelotón del que hablo forma
parte de un grupo minoritario de ciclistas, aunque me atrevo a decir que en
verano sigue siendo minoritario pero no tanto como en el resto del año. ¿Por
qué esa actitud que pone en riesgo su físico y el de muchos viandantes? Lo
desconozco, solo puede suponer que son de la gente que en verano se cree
inmortal.
PD.-
El próximo post dominical irá sobre los conductores que en verano se creen
inmortales.