"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 31 de mayo de 2016

31. Un perseguidor con sombrero tirolés



   La primera portada de ABC del dos de diciembre trae una fotocomposición con los rostros de los líderes que, al decir de las prospecciones electorales, van a ser los candidatos más votados en la próximas elecciones generales. Junto a cada uno de ellos aparece el número de diputados que una encuesta encargada por el diario madrileño les otorga. A Rajoy, mejor dicho a su partido, le vaticinan 128 escaños, al partido de Sánchez 88, al de Rivera 55 y al de Iglesias 37. Y el titular que resume todo ello es: El desgaste de Podemos frena la caída del PSOE. Si sale un resultado así, piensa Ponte, no sé quién coño podrá gobernar. Este pueblo es la releche. No sé si es que somos tontos del culo o los más clarividentes del mundo mundial. En su segunda portada el titular que ocupa las cuatro columnas es sobre el mismo tema, las previsiones electorales: Las circunscripciones pequeñas serán decisivas el 20-D con sus 102 escaños. O sea, que según esto, dice el viejo en voz alta, la cosa se va a dilucidar en provincias como decíamos antes los catetos del foro. En el centro aparece la foto de la panorámica de un Madrid difuminado con un título que explica la borrosa fotografía: Madrid mantiene la alerta por la contaminación. A buenas horas, mangas verdes, comenta Ponte. Si esto se parece cada vez más a Londres, vamos a acabar teniendo el famoso puré de guisantes londinense. En la columna de salida dos recurrentes noticias sobre Cataluña: Mas recurre ante el Tribunal Supremo las condiciones del préstamo del Estado a Cataluña. El Constitucional tumba hoy por unanimidad la resolución de ruptura. No hay día que estos nois no aparezcan en los papeles, que cansinos son es su último comentario antes de cerrar el ordenador.
   Hoy, el grupo de jubilados metidos a policías aficionados tiene reunión general. Sentados alrededor de la pequeña mesa del saloncito de estar del piso de Grandal se disponen a debatir las tareas pendientes en sus investigaciones sobre el robo del tesoro.
- Bien, caballeros – Es Grandal quien toma la palabra -, lo primero es hacer un recuento de cómo se han desarrollado las investigaciones pendientes. Por lo que a mí respecta, os informo que ayer, con la inestimable ayuda de Manolo, localizamos el domicilio de uno de los objetivos que nos faltaba. Ahora vosotros. Empecemos con Luis, ¿qué tal te ha ido con tu primero?
- Sin problemas – informa Álvarez, al tiempo que deposita en la mesa una hoja de bloc -. Ahí estás sus señas, vive en la calle Ferrocarril.
- ¿Ningún contratiempo? – quiere saber Grandal.
- Ninguno. Durante todo el viaje, tanto callejeando como en el metro, hasta su casa fue leyendo el Marca. Le hubiera podido seguir todo un regimiento y no se hubiera enterado.
- Muy bien. Tu turno, Amadeo. ¿Tuviste algún problema con tu objetivo? – pregunta Grandal.
   Ballarín explica que sí lo tuvo. Fue un error por su parte que piensa no volver a cometer. Cuenta que para pasar más desapercibido cogió una vieja gabardina reversible porque así en algún momento le daría la vuelta y parecería otra persona, aunque no llegó a ponérsela porque el tiempo era casi más primaveral que invernal.
- ¿Y dónde estuvo el problema si no llegaste a ponértela? – inquiere Álvarez.
- Estuvo en el sombrero. Me puse también un sombrero tirolés y ahí la cagué. Mientras el objetivo anduvo por la calle no pasó nada, ni se enteró de que le seguía, pero cuando se metió en el metro empezaron los problemas. En Moncloa cogió el Circular hasta Príncipe Pío, allí se cambió a la línea 10 en dirección sur. No sé si habéis tomado alguna vez la 10, pero es una de las líneas de recorrido más largo. A partir de Cuatro Vientos el vagón comenzó a vaciarse de pasajeros y entonces me di cuenta de que mi tirolés desentonaba, era el único que llevaba sombrero. Algunos me miraban, yo creo que de manera rara, hasta el objetivo me miró un par de veces. Estuve a punto de bajarme, pero lo que hice fue quitarme el sombrero y en la Puerta del Sur, donde cambiamos a la línea 12, subí a un vagón distinto al que se montó la presa.
- ¿Pero conseguiste o no localizar su domicilio? – pregunta Álvarez cuya virtud de la paciencia es perfectamente descriptible.
   Ballarín no se da por interpelado y prosigue con su relato:
- Se bajó en la estación de El Bercial. Yo, además de no llevar ya sombrero, me había puesto la gabardina. Eso supongo que debió servir para que no volviera a fijarse en mí hasta que llegó a su casa. En el momento de entrar en el portal, se volvió y echó una mirada atrás.
- ¿Miró hacia dónde estabas? –pregunta Grandal.
- Creo que no, que fue una mirada como diría, como panorámica. De todas maneras, yo seguí andando como si nada.
- ¿Y dónde está el problema? – vuelve a inquirir Álvarez.
- Que quizá si me viera otra vez me reconocería.
- No pasa nada, Amadeo – le tranquiliza Grandal -. No te va a reconocer porque, curándonos en salud, no volverás a investigar a ese objetivo. Si necesitamos nuevas indagaciones sobre él, las haremos alguno de los otros. En lo que atañe a ti, respecto al empleado que seguiste, se te considera un agente quemado como se dice en el argot policial. Lo importante, y por lo que te felicito, es que conseguiste llevar adelante la misión encomendada.
- Jacinto, ¿tienes alguna birra en la nevera? – pregunta Álvarez.
- Me parece que va a ser que no, pero puedes bajar al bar de la esquina.
- Hablando de cervezas – interviene Ponte -. Algo que no hemos hecho y que habría que hacer ya mismo es constituir un fondo común para los gastos generales, como por ejemplo comprar una caja de cervezas o una botella de coñac, de wiski o de lo que se tercie. Una cosa es que Jacinto haya puesto su casa a disposición de todos y otra muy distinta es que encima le saqueemos la nevera.
- Ahora, le llaman frigorífico – corrige Ballarín.
- Bueno, pues que le saqueemos el frigo.
   La sugerencia de Ponte es aceptada por unanimidad y en un periquete se ponen de acuerdo en la cantidad a aportar por cada uno para el pozo común. Además, y puestos ya en harina, nombran a Ballarín para que haga de tesorero del grupo y se encargue de la intendencia. Resueltas las cuestiones de administración, Grandal retoma la palabra.
- Ya tenemos los domicilios de varios de los sospechosos y presuntos secuaces que pudieron manipular las cámaras del museo el día del robo. Aquí tenéis – y pone encima de la mesa unas fundas de plástico – los dosieres que he podido reunir de cada uno de ellos. No es que haya muchos datos, pero poco a poco los iremos completando. Nos vamos a dividir por parejas, cada una tendrá un par de objetivos a investigar. La etapa que comenzamos ahora será algo más complicada y tediosa que la anterior. Cuando los tengamos localizados todos, cada pareja deberá rondar los respectivos barrios en los que viven cada uno de los investigados y reunir toda la información posible, no solamente sobre ellos también de su familia, parientes próximos y amigos.
- ¿Y todo eso para qué? – quiere saber Álvarez.
- Para descubrir cuál o cuáles de ellos ayudaron a los ladrones del tesoro. Mi tesis es que, probablemente, quien inutilizó las cámaras más que un cómplice integrado en el grupo de atracadores es alguien a quien pagaron para que hiciera ese trabajo. Si la hipótesis que manejo es cierta, eso significa que el compinche de marras tiene dinero fresco en cantidad y sin que haya tenido que derramar una gota de sudor. Y cuando se dan esas características es muy difícil no hacer ostentación de él. Por consiguiente, cuando encontremos a alguien que gasta la pasta a manos llenas habremos encontrado a nuestro hombre.
- O a nuestros hombres – precisa Ballarín.
- Puede que sean más de uno, pero me da en la nariz que se trata de un solo fulano. – puntualiza Álvarez.
- Puede ser pero, como he dicho, si tienes mucha guita conseguida casi gratis va contra la humana naturaleza no hacer uso de ella y darte los caprichos que todos tenemos y que, generalmente, solo son sueños que nunca se convierten en realidad. O sea, que como os dije en su día: buscad la pasta – remacha Grandal.