"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 29 de mayo de 2015

5.7. Siempre te tomo en serio



   La iniciativa de Vives sobre el posible desvío de la carretera nacional a su paso por el pueblo concita, como no podía ser menos, la atención de los parroquianos del café El Porvenir. Y, como suele ocurrir, cada uno opina en función de sus intereses y simpatías.
- ¿Cómo quedará lo del desvío? – pregunta el ferroviario Ballesta.
- Cualquiera sabe – contesta Sanchís, el boticario -. De momento ha servido para que, por enésima vez, el clan de los Arbós y sus amigos se traben de cuernos con Vives y los suyos.
- ¿Y José Vicente tendrá algo qué decir al respecto? – quiere saber Clavé, el telegrafista.
- Gimeno no es más que un correveidile de los Arbós y solo dirá lo que sus amos le manden que diga – asegura Bonet, el otro ferroviario del grupo.
- Hombre, Celestino, creo que te pasas. José Vicente tiene personalidad más que sobrada para pensar por su cuenta. No necesita a los Arbós ni a nadie para decidir por sí mismo – replica Grau, el joven veterinario.
- Pero volviendo a mi pregunta ¿alguien sabe qué va a pasar, se hará o no el desvío? – insiste Ballesta.
   Unos aseguran que sí, otros que no. Aunque realmente nadie tiene información fidedigna que pueda asegurar una u otra opción. Hasta que toma la palabra Lapuerta, a quien todos respetan, no se sabe bien si es por ser un hombre cabal o porque es el médico de la mayoría de los contertulios, y que hasta ese momento no ha intervenido en la discusión.
- Quizá más importante que la obra en sí es la carga simbólica que hay detrás de ella.
-  ¿Y eso qué significa, don Manuel? – pregunta, curioso, Esteller, el rapabarbas.
- Pues según quien sea la facción que gane la pelea eso marcará, posiblemente, el devenir del pueblo en las próximas décadas.
- Manolo, si no te explicas mejor nos has dejado a todos in albis – puntualiza Grau.
- El desvío es una obra menor que tendrá un mínimo impacto en la red viaria, pero no dejará de formar parte del sistema de carreteras que es soporte fundamental para la economía. Una de las causas más determinantes del secular atraso económico de España son sus pésimas comunicaciones. No tenemos vías fluviales, el transporte aéreo está en mantillas, el ferroviario, además de escaso, quedó destrozado tras la guerra y tardará años en recuperarse, y de las carreteras ¿qué decir?, todos conocemos su lamentable estado; pese a eso, por ellas circula más del ochenta por ciento del transporte terrestre. Cualquier obra, por pequeña y modesta que sea pero que mejore su trazado, sirve para facilitar las comunicaciones y por consiguiente ayuda a la economía y al progreso del país – tras la parrafada, Lapuerta se calla.
   La mayoría de los tertulianos se quedan mirándole esperando que prosiga, pero el médico sigue silencioso. Es Sanchís quien rompe el mutismo:
- Todo lo que has dicho, Manolo, ya lo sabíamos, pero ¿dónde está la carga simbólica de que ganen unos u otros y cómo influirá en el futuro del pueblo?
- Lo que voy a decir no es más que una opinión, que conste. El desvío algo mejorará las comunicaciones locales, lo que a medio y largo plazo ayudará a la economía y, por tanto, al progreso del pueblo. Aquellos que se oponen se supone que es porque aceptan como buena la situación actual. Si ganan los que piden esa reforma, es probable que detrás de esa pequeña obra vengan otras que estimulen el despegue económico y social del municipio. La localidad crecerá y el crecimiento traerá cambios que influirán en la composición social y, de algún modo, en la estructura política. Si quienes vencen son los inmovilistas, se mantendrá el statu quo, el pueblo seguirá igual, nada o muy pocas cosas cambiarán.
- ¿Y usted quién cree que se llevará el gato al agua? – pregunta Esteller tan curioso como siempre.
   Lapuerta, por toda respuesta, esboza una media sonrisa irónica y se encoge de hombros. Si conoce la respuesta, prefiere no darla.
   El grupo que apadrina el desvío decide que sean                                                                          Paco Vives y su amigo Rúas los que visiten al delegado provincial de Obras Públicas. Le exponen sus pretensiones exagerando los problemas que provoca el continuo tránsito de camiones por el centro del pueblo. El delegado les escucha cortésmente, después les comunica que obras como las que solicitan las programan en Madrid y que en la última planificación recibida cree recordar que apenas existen desvíos. 
- ¿Y nos puede decir, señor delegado, si se va a construir alguno en nuestro pueblo?
   El funcionario pide por teléfono interior que le busquen el dato. No, no hay ninguna obra prevista en Senillar.
- ¿Y qué tendríamos que hacer para que construyan el desvío?
- Como les he dicho, las obras se planifican en el Ministerio. No creo que ustedes puedan hacer algo.
- Pero, señor delegado, las molestias las sufre el vecindario. Algo tendrán que decir sus representantes, que en este caso somos nosotros.
- Comprenderán que si en Madrid tuvieran que hacer caso de lo que pide cada pueblo, el Estado no tendría dinero suficiente para atender ni la milésima parte de las peticiones. La planificación la elaboran los órganos centrales que son los únicos que conocen todos los datos y necesidades de la nación y manejan los escasos fondos con que se cuenta.
- Pero como Ayuntamiento, y en representación de los vecinos, podremos pedir…
- Perdonen, caballeros – el delegado comienza a irritarse -, les ruego que no insistan. Si ustedes quieren cursar una solicitud háganlo por los cauces reglamentarios. Y ahora me disculparán, pero tengo una mañana muy ocupada.
   Pese a que el funcionario se ha puesto de pie para despedirles, Vives sigue insistiendo en que algo podrán hacer para pedir la obra. El delegado, decididamente molesto, llama a un conserje para que les acompañe a la salida. El alcalde y su acompañante salen de la delegación no solo frustrados sino también irritados por la poca atención que se les ha prestado.
- Ese tío nos ha tratado como si fuéramos unos patanes. Me dieron ganas de enviarlo a hacer puñetas.
- La verdad es que se portó como si hubiésemos venido a robarle la cartera.
- Este tipo podrá tener muchos estudios, pero lo que es educación no tiene ni gota.
- Y que mal genio tiene el cabrón. Hay que ver como se ha puesto.
- ¿Y ahora, Jaime, qué hacemos?
- La verdad es que no lo sé. Creía que ese fulano nos daría alguna pista sobre lo que podríamos hacer, pero ya le oíste, las obras son competencia del ministerio y de ahí no lo hemos sacado.
   Ambos comisionados regresan al pueblo con las manos vacías y la cabeza caliente. Rúas, de parte de Vives, se encarga de citar a sus partidarios a una reunión que tendrá lugar en el Ayuntamiento para escuchar de viva voz la versión completa de lo tratado en la delegación y tomar las medidas que se crean oportunas. Como otras veces, Borrás le ha chivado a Gimeno la información sobre la reunión y sus motivos. A éste le falta tiempo para contárselo a su consejera áulica, a quien ya no le oculta nada. Ambos reflexionan sobre el próximo paso que deberían dar.
- ¿No crees, Lolita, qué es el momento de lanzar el rumor de que esa gestión ha colocado al pueblo en la cola de las obras públicas?
- Creo que debemos aguardar hasta saber qué acuerdan en la reunión que ha convocado Vives… Espera, se me ocurre algo mejor, en vez de esperar a que muevan ficha, quizá fuera más eficaz inducirles a que tomen el camino más adecuado a nuestros intereses.
- Explícate, bonita.
- Quiero decir que si esperamos a que Vives tome una decisión, luego nosotros trataremos de contrarrestarla, pero en verdad quien seguirá llevando la iniciativa será él. Creo que es mucho mejor darle la vuelta a la tortilla, que seamos nosotros quienes tomemos la delantera y fijemos las reglas de juego.
- Te prometo, y no lo digo de broma, que escuchándote hay veces que pienso que el jefe deberías de ser tú. Tienes materia gris para parar un tren exprés y, encima, la ocultas tras el rostro más atractivo que conozco. Dicho sea con todo el respeto – Gimeno sabe que cuando piropea a Lolita debe de hacerlo con pies de plomo y en tono festivo para eludir la fácil irritabilidad de la joven en ese terreno.
- Eres imposible José Vicente – La joven comienza a no molestarse por las cada vez más frecuentes alusiones a su físico que hace Gimeno, algo impensable unos meses atrás -. Estoy intentando ayudarte y tú, como si fueras un adolescente, piropeándome. A ver si por una vez eres capaz de tomarme en serio.
- Lolita, perdóname, es cierto que a veces disfruto gastándote pequeñas bromas, me encanta ver la carita que pones, pero siempre desde el gran respeto que te tengo. Dicho esto añado que siempre te tomo en serio. Sé que no descubriré la pólvora, pero tampoco soy tan estúpido como para no saber que tengo a mi lado, no solo a una mujer maravillosa, sino a la persona más inteligente que conozco, y a los inteligentes siempre hay que tomarlos en serio digan lo que digan.

martes, 26 de mayo de 2015

5.6. Eres maquiavélica



   Gimeno ha encontrado en Lolita la persona a la que puede contar sus dudas y a quien pedir opinión sobre casi todo, incluidas las cuestiones políticas. Ya metido de lleno en el camino de las confesiones, se sincera con la joven y ante su pregunta de ¿qué quieres hacer con tu vida? le da cumplida respuesta: le ha cogido gusto a la política, quiere ser el número uno del pueblo, quiere ser quién decida también en el Ayuntamiento, para ello ha de ser alcalde y al mismo tiempo necesita desprenderse de la tutela de los Arbós. Todo eso para empezar y luego, ¿quién sabe?, dar el salto a un puesto de más responsabilidad y mayor futuro en el ámbito provincial y al mismo tiempo mejorar profesionalmente.
- ... y eso es lo que quiero. Otra cosa es que pueda conseguirlo.
   Lolita no se sorprende demasiado sobre lo que está oyendo. Intuía las ambiciones políticas de su amigo, pero no creía que tuviera proyectos de futuro tan firmes. A sus ojos, Gimeno crece, es más maduro y luchador de lo que suponía, por eso su respuesta es la que es:
- Si pones voluntad y corazón estoy convencida de que lo conseguirás.
- No digo que no, pero ahora que te he abierto mi almario, ¿qué opinas? Sobre el problema concreto del proyecto del desvío.
- En principio, lo del desvío creo que sería positivo para el pueblo, por tanto opino que no deberías de oponerte. Dicho eso añadiré que tengo la impresión de que hay muchas más probabilidades de que la administración rechace la propuesta. El gobierno no tiene un duro, las pocas divisas que ingresa las tiene que gastar en carburantes y en productos de primera necesidad. Dudo mucho de que tenga capacidad para invertir en proyectos que no son prioritarios, como puede ser construir un desvío para un pequeño pueblo como éste.
- Opino lo mismo, pero en cualquier caso aunque digan que no, Vives se apuntará el tanto político de que ha sido quien ha cursado la petición.
- Es cierto y eso habría que contrarrestarlo. Y antes de que me preguntes cómo, te diré que no lo sé. Es cuestión de pensarlo. Posiblemente se te ocurrirá la solución antes que a mí.
   Deciden continuar la charla al día siguiente, a ver si mientras tanto encuentran alguna solución a los dilemas políticos que suscita el proyecto del desvío. Lolita se marcha a su casa excitada. La conversación le ha hecho sentir sensaciones que creía muertas o, en el mejor de los casos, dormidas. Se siente más viva, con más ganas de pelea, con hambre de comerse el mundo. La inmersión que acaba de tener en el escenario de la política real, aunque sea en un contexto tan modesto como el municipal, le ha sentado maravillosamente. Hasta siente un cierto cosquilleo en sus partes íntimas como hacía tiempo que no sentía y lo que le resulta más embarazoso es que nota una ligera humedad en las mismas. ¡Dios mío, se dice, si ahora va a resultar que vuelvo a la adolescencia! Debe de ser eso que algunos llaman la erótica del poder, piensa. Hacía mucho que no se lo pasaba tan bien, desde los añorados días de sus primeros años con Rafael. El recuerdo le cambia el semblante y su cara adopta, casi como si fuera un acto reflejo, la máscara de hosquedad y acritud que ha sido la constante en los últimos tiempos.
   Gimeno se queda en el despacho pensando por enésima vez que las mujeres en general y Lolita en particular son como esos arcones que te encuentras en los desvanes de la casa de los abuelos llenos de misterios y sorpresas, nunca sabes que vas a encontrar en ellos. Te puedes topar con una tonta de pomelo como la niña del tío Braulio, con una tímida discreta y amable como Merceditas la Estanquera o con una leona, toda energía y astucia, como ha demostrado ser Lolita. Tener al lado una mujer con ese empuje sería tanto como contar con una bandera de la Legión o una brigada de panzers: el éxito al alcance de la mano. ¡Qué lástima que le caiga tan mal como hombre! Porque es verdad que se han hecho muy amigos, pero nada más. Debe de tener razón Guillermo, se dice, puede que siga encoñada con el guaperas de Rafael Blanquer, que será un figurín pero también es tonto de baba, porque ya me dirás el trueque que ha hecho el fulano: cambiar a una tigresa como Lolita por una caniche como Pepita, por muchas fincas que vaya a heredar.
   Al día siguiente vuelven a encontrarse. Gimeno es el primero en confesar:
- Te soy sincero, no se me ha ocurrido nada que sea medianamente potable.
- Algo parecido me ha pasado. Solo un par de simplezas.
- A ver, cuéntamelas.
- Pues verás. Antes que nada, me reafirmo en que el desvío es algo bueno para el pueblo, por tanto no deberíamos torpedear el proyecto allí donde reside la capacidad para llevarlo a cabo; es decir, en Madrid o, en su caso, en Valencia. Algo distinto es que, tanto si se realiza como no, podemos utilizar su efecto propagandístico para llevar el agua a nuestro molino – y ya lanzada en su exposición política, Lolita sigue argumentando -. ¿Qué habría qué hacer? Si aprueban el proyecto, algo poco probable, habría que lanzar el rumor de que la construcción del desvío traerá al pueblo más inconvenientes que soluciones. Problemas del tipo de indemnizaciones por las expropiaciones, que estarán muy por debajo del valor real de las fincas, perderán los comercios del centro que ahora se benefician con el tráfico, etcétera. Y, lo más importante, los rumores a la contra: los únicos beneficiados serán los de siempre, Vives y sus amigos. Ahí funciona lo que te dije ayer, lo de los tuertos y los ciegos; es decir, algo tan español como la envidia.
- Oye, pues para ser una simpleza es de lo más retorcido y astuto que he escuchado. Si hubieras leído a Maquiavelo no lo habrías hecho mejor.
- Lo leí.
- Lolita, eres..., eres la caraba, aunque te tratara mil años seguirías sorprendiéndome. Anoche pensaba en ti; bueno, en lo que habíamos hablado, y te comparaba mentalmente con un arcón de esos de los abuelos en los que te encuentras lo que menos podías imaginar. Y en tu caso todas las sorpresas que deparas son a cual mejor. Si estuvieras de premio en una tómbola – dice con una amplia sonrisa para paliar la seriedad de su parrafada anterior – ten por cierto que sería el que me pediría.
- Bueno, ya solo me faltaba eso, que me rifen en una tómbola – también contesta humorísticamente, pero evidentemente halagada al detectar que los elogios de su amigo rezuman sinceridad a quintales.
- Bien. Has pensado una sugerencia soberbia sobre qué hacer si aprueban el proyecto. Ahora, por favor, cajita de las sorpresas, cuéntame la otra que se le ocurrió a esa cabecita tan maravillosamente amueblada que tienes.
- Eres incorregible, José Vicente, que forma de tomarle el pelo a una pobre muchacha como yo, pero te perdono. Pues he pensado otra simpleza, porque no merece otro calificativo. Si deniegan el proyecto tendríamos – Sin darse cuenta ya utiliza el plural de primera persona – que dejar correr el rumor de que la petición ha molestado no solo a los del Ministerio, sino también a Gobierno Civil, motivo por el cual han situado a Senillar en la cola de las localidades solicitantes, no solo para futuros desvíos sino para toda clase de obras públicas. Con lo que Vives y compañía, quizá sin pretenderlo, han podido hacer un daño irreparable al pueblo.
   Gimeno no puede evitar que se le escape un silbido admirativo.
- Lolita, no tengo palabras, de verdad que no sé cómo calificarte. Decirte que eres maquiavélica, en su mejor sentido, se queda corto. El día que decidas meterte en política vas a acabar con todos. No me importa confesar que, a tu lado, el aficionado soy yo.
- Al final has conseguido que me ponga colorada – Y sorprendentemente lo está -. Lo de maquiavélica no me pega ni con cola. Sigo insistiendo que lo más probable es que denieguen la petición. Quizá te preguntes que de donde saco esa impresión. De la simple lectura de la prensa diaria y sobre todo de escuchar Radio París.
- Ah, pero ¿sabes francés? Yo lo estudié en el bachillerato, pero ni lo hablo ni lo entiendo, siempre fui malo para las lenguas. Y hablando de formación, muchas veces tuve la tentación de preguntártelo, pero nunca me atreví, creo que, además de la escuela del pueblo, solo estuviste un par de años en un colegio de monjas cursando cultura general. Tan pocos estudios no se corresponden con la culturaza que tienes. Yo estudié más años y no tengo ni la mitad de tus conocimientos. ¿Cómo es posible que sepas tanto?
- No seas modesto, José Vicente. Sabes mucho más que yo. Además, no sé tanto como dices, mi bagaje cultural tiene más agujeros que un queso suizo. Lo que pasa es que he sido, y sigo siendo, una lectora voraz, leo cuanto cae en mis manos y durante los últimos años he tenido mucho tiempo libre. Encima tengo buena memoria. Si a todo eso añades que uno de mis maestros me inculcó una curiosidad enciclopédica y me enseñó a utilizar los instrumentos para buscar toda suerte de conocimientos, el puzle se completa.
- Lo que cuentas explica las muchas cosas que sabes, pero no por qué eres tan maquiavélica.

viernes, 22 de mayo de 2015

5.5. ¿Qué quieres hacer con tu vida?



   Horas después de terminada la reunión de Vives y sus amigos en la que acuerdan pedir a Obras Públicas la construcción de un desvío de la carretera nacional que transita por medio de la población, Gimeno ya está al corriente de todo lo hablado. Severino Borrás ha cumplido su papel de topo y le ha contado, de pe a pa, cuanto se ha dicho en la reunión. Gimeno reflexiona sobre el último plan de su adversario. No acaba de ver las ventajas que aportaría al pueblo la desviación de la carretera, lo de eliminar el peligro que supone el paso por el centro de tanto vehículo está claro, pero lo de la creación de establecimientos en sus laterales cree que es una utopía. En todo caso, solo por anular el peligro potencial del tránsito de coches por el interior de la localidad resulta evidente que la obra será valorada positivamente por la gente y… eso supone que Vives se apuntará un tanto. Y todo lo que es bueno para el alcalde es malo para él. Cuando llega a esa conclusión, decide que hay que contrarrestar el plan de sus adversarios. Su primera idea es comentarlo con Benjamín, pero la desecha. Si quiere llegar a ser un político de los pies a la cabeza debe de aprender a solucionar los problemas que se le plantean sin recurrir continuamente a los consejos de su mentor. De todas formas, siente la necesidad de comentar el asunto con alguien, de encontrar quien sea capaz de escuchar sus ideas al respecto y, si viniera al caso, que le ofreciera sugerencias y puntos de vista distintos. Esa persona con la que compartir impresiones no existe porque su relación con Merceditas está todavía muy verde. En momentos así es cuando más lamenta no estar casado, si tuviera una mujer a su lado podría compartir con ella cualquier asunto, claro que si fuera una mujer como la niña de los Arnau habría que oír las patochadas que se le podrían ocurrir. Al pensar en Pepita, le viene a la mente otro nombre. Cuanto más piensa en él más refuerza la impresión inicial de que puede ser la persona que busca. No es su esposa ni su novia, pero en los últimos meses le ha demostrado ser alguien en quien se puede confiar, no solo en su discreción, sino también en su capacidad de saber escuchar y, sobre manera, en el buen juicio de sus observaciones y opiniones. Recuerda sus agudas y sensatas opiniones cuando le contó lo de su participación en lo del proyecto industrial. Lo decide, hablará con ella.

   Gimeno busca el lugar y el momento más idóneo y plantea sus dudas sobre el proyecto:
- Lolita, me gustaría contarte un problema que tengo y que me dieras tu opinión.
- Depende de la clase de problema que sea, en algunos temas no soy precisamente la mejor consejera. Y si son de tipo afectivo ahí soy más nula todavía – Lolita presiente que su amigo le quiere plantear algo referido a su relación con Merceditas que, por lo que le han contado, no acaba de consolidarse.
- No es una cuestión personal ni sentimental. Se trata de un problema político.
- Vaya, eso sí es toda una sorpresa. ¿Será necesario que te recuerde que aquí el político eres tú? – dice la joven con una amplia sonrisa. Que la cuestión no sea sentimental le ha quitado un peso de encima.
- Bueno, si hay que ser precisos en el lenguaje, tú también eres una política, ¿o no es así? – pregunta a su vez Gimeno con aire de tomárselo a broma.
- Ambos sabemos que la causa de mi participación en política es rellenar mis muchas horas muertas. Digamos que tú casi eres un profesional de la política y yo no llego ni a la categoría de aficionada.
- Serás una aficionada, pero mucho más lista y con más olfato que la mayoría de los políticos profesionales que conozco.
- Cuando me das coba de manera tan descarada estoy segura de que algo quieres pedirme – El tono del diálogo sigue siendo desenfadado.
- Simplemente, quiero que escuches lo que voy a contarte y que me des tu opinión.
- De acuerdo, soy toda oídos, pero no te garantizo que mi opinión vaya a servirte de algo.
   Gimeno le cuenta el proyecto del desvío y su valoración. Se lleva su primera decepción al escuchar la respuesta de Lolita.
- Pues a mí me parece una excelente idea. Si vivieras en el Rabal como yo aprobarías el desvío. No puedes imaginarte la de ruidos y molestias que provoca el paso de los vehículos. También reconozco que ese tránsito le da vida al pueblo, sobre todo a la gasolinera de la plaza y a algún bar como el de las Molineras. Yo misma he pasado muchas horas detrás de los visillos viendo el paso de los automóviles e imaginando adónde van y de dónde vienen. Ahora bien, en cuanto al respaldo popular que pueda tener el proyecto, en caso de llevarse a cabo, creo que dependerá de a cuantos pueda perjudicar.
- Pienso lo mismo, a más perjudicados más descontentos.
- No necesariamente. Como los damnificados siempre serán solo una pequeña parte de la población, la mayoría dirá que lo siente con la boca pequeña, pero en el fondo se alegrará. Voy a decirte algo que en boca de una mujer puede parecer fuera de lugar, pero así es como pienso. ¿Sabes cuál es la exclamación española más castiza y que con mayor fruición utilizan nuestros compatriotas?: ¡Qué se jodan! Aquí, y este pueblo no es una excepción, hay mucha gente que está dispuesta a quedarse tuerta con tal de que sus enemigos queden ciegos.
- Entonces, ¿qué me aconsejas, qué postura debería de adoptar?
- Depende de respuestas a preguntas como: ¿qué pretendes conseguir apoyando o torpedeando el proyecto?, ¿piensas en el bien del pueblo o solo en el tuyo?, ¿te conformas con ser un hombre de paja de los Arbós o aspiras a volar más alto?
   José Vicente ignora las dos primeras preguntas aunque son las esenciales, lo que le ha dolido es lo de ser calificado de hombre de paja y acusa el puyazo.
- Hombre, Lolita, no soy tan títere de Benjamín como crees. Pienso por mi cuenta.
- No ha sido mi intención ofenderte – La joven se ha dado cuenta de que quizá tanta sinceridad sea un arma de doble filo -. Lo que quería decir es que todo el mundo sabe quién te propuso para jefe y que los Arbós son tus aliados naturales en la pelea contra Vives. Prueba de ello es que supongo que ya les pediste su opinión.
- Ves, no me conoces tan bien como crees. No hablé del asunto con ningún miembro del clan. Es más, no lo hice con nadie. Tú eres la primera persona, y posiblemente la única, con la que comento este asunto.
   No ha sido tanto lo que acaba de escuchar, sino el tono sinceramente dolido que ha empleado Gimeno lo que acaba de ganar la voluntad de la joven de ayudar en todo cuanto pueda a su amigo.
- Si es así, José Vicente, te daré mi opinión, pero antes hay una cuestión previa y que es determinante. Uno de los pasos que siempre pensé que debías de adoptar es desvincularte de los Arbós. No te molestes, pero en el pueblo están convencidos de que no eres más que uno de sus correveidiles. Acabas de demostrarme que se equivocan y no sabes cuánto me alegro. Si quieres llegar a ser alguien has de aprender a andar solo, sin necesidad de tacatacas, pero has de hacerlo con mucho tiento puesto que si no lo haces con prudencia se te puede volver en tu contra.
- ¿En mi contra, en qué sentido?
- En que tu puesto en la cooperativa depende de Leoncio o, lo que es lo mismo, de los Arbós. Si te vuelves contra ellos te puedes quedar con la brocha de la jefatura en la mano, pero sin la escalera del trabajo bajo tus pies. Ya me dirás entonces qué diablos haces.
- Eso ya lo había pensado. Lo que no atino es cómo resolverlo.
- Como te he dicho, poco a poco y sin que parezca que intentas cortar los lazos que te unen a ellos. La baza más importante para que puedas ser autónomo es que tu puesto no dependa de su voluntad. Has de conseguir que te hagan fijo, de plantilla o como se diga. Ese será el campanazo que anunciará tu libertad también en el terreno político.
- Da gusto oírte, Lolita. Eres la repera. Jamás pude imaginar que llegaras a ser tan certera en tus análisis. No voy a tener más remedio que nombrarte mi consejera áulica.
- No sabes tú dar coba fina ni nada. En eso eres un artista – otra vez lo dice con la boca chica, pero la vanidad le sale por todos los poros -, pero volvamos al principio, hay unas preguntas que no has contestado y la más importante es: ¿qué quieres hacer con tu vida?