Con este post termino la mini serie sobre la
idea, cuestionable por supuesto, de que en verano hay gente que se cree
inmortal. Hoy les toca a algunos automovilistas que, por como conducen, parecen
pertenecer a esta especie de secta.
No sé si hay estadísticas acerca de en que
estación del año se producen más accidentes automovilísticos, supongo que sí
aunque como digo lo desconozco, pero en mi opinión creo que los accidentes de
tráfico se disparan en verano. En cierto modo es lógico porque los
desplazamientos veraniegos se cuentan por millones y las operaciones de
comienzo de las vacaciones y de los retornos ocasionan que las estadísticas de
accidentes se disparen.
Y una de las causas, poco o nada estudiada,
que produce ese aumento de heridos y muertos es porque algunos conductores en
verano se creen inmortales o poco menos. Relato a continuación algunas de las
conductas irregulares y peligrosas de las que he sido testigo durante muchos
años en la pequeña población en la que paso mis veranos.
Como expliqué en mi post sobre los ciclistas,
a mi casa veraniega solo se puede acceder a través de un camino rural
pobremente asfaltado que se llama el Camí del Campàs y que une dos núcleos
turísticos de cierta importancia, sobre todo el primero, Alcossebre y
Torrenostra. Por ese camino, que es francamente estrecho, pasan diariamente en
verano, como mínimo, un par de centenares de automóviles en ambas direcciones.
La velocidad máxima permitida debe de ser de 60 kmh, pero algunos conductores
rebasan con mucho esa limitación. No es la primera vez y supongo que no será la
última que me he tenido que meter en un sembrado para no darme contra uno de esos
pseudopilotos que deben creer que están corriendo por un circuito de Fórmula 1.
¿Deben suponer que por el hecho de que es verano son inmortales y por tanto pueden
correr de forma tan temeraria? No lo sé, pero todo podría ser.
Otra observación. Las contadas calles de
Torrenostra que discurren paralelas al mar son relativamente largas y la
mayoría de doble dirección. En cambio, las calles que las cruzan y que son
perpendiculares al Mediterráneo son cortas, unos 50 ms. como mucho, y
unidireccionales. De forma que para pasar a otra vía paralela al mar quizá
tengas que recorrer dos y a veces tres manzanas para encontrar una calle por la
que girar en la dirección correcta. Pues bien, en verano hay conductores que
eso les debe parecer un trabajo ímprobo pues por el aquel de que las distancias
son cortas se meten en contra dirección para evitarse un rodeo que en el peor
de los casos les llevará tres minutos como mucho. Encontrarte un coche de cara,
tanto si vas conduciendo como si vas en bici, supone un susto mayúsculo y sí solo
es susto es lo de menos, el problema aparece si es algo más. Incluso he sido
testigo del caso de dos coches, uno en dirección correcta y otro en la
incorrecta en la que el conductor kamikaze se ha negado a hacer marcha atrás
alegando que ya había hecho más de la mitad del recorrido. Sin comentarios. Esos
automovilistas que probablemente sean unos habituales cumplidores de las normas
de tráfico, ¿por qué se las saltan en verano?, ¿acaso creen que en el estío se
vuelven inmortales?
Y una última postal. Si no recuerdo mal, en
los debidamente señalizados pasos cebra o de peatones son estos los que tienen
prioridad de paso. Es así según el Reglamento General de Circulación, pero en
verano hay conductores que se mofan del reglamento y parece importarles poco que
un anciano, como el que esto escribe, se enfade cuando un coche casi se te echa
encima en un paso cebra. Este verano no me ha ocurrido, pero sí el año pasado
donde un coche a mayor velocidad de la permitida casi se me lleva por delante
cuando cruzaba uno de esos pasos. ¿Acaso esos conductores son de los que creen
que en verano la gente es inmortal? No lo sé, pero todo podría ser.
Y aquí lo dejo. Sigan ustedes, a buen seguro
que conocen muchas más historias.