José Ramón Arbós tiene abierto el periódico
encima de la mesa camilla, pero no lo está leyendo, su mirada está perdida en
el vacío.
La mujer abre la puerta sin llamar. Es seca
de carnes y tiene un gesto avinagrado.
- Bajo está Amador, dice
que quiere verte, que es un asunto urgente.
- ¿Urgente para quién, para él o para mí? – El tono de
sarcasmo del hombre es hiriente.
- ¿Qué le digo? – La voz de la mujer sigue siendo cortante
como un cúter.
Arbós duda unos
instantes, al final accede:
- Dile que suba, pero añade… – Al darse cuenta del hosco gesto
de la mujer decide mostrarse más cortés -, por favor, que tengo una jaqueca
espantosa y que no estoy para mucho parloteo.
Arbós sube las
persianas de las dos ventanas del estudio, pero corre los visillos para que
desde fuera no pueda verse el interior. Se abre la puerta y Amador Garcés se
precipita a darle un abrazo.
- Las ganas que tenía de verte. Elvira me ha dicho que no
estás muy allá, ¿qué te pasa?
- Nada que no pueda curarlo una gachí con un buen culo. Y
hace unas semanas que no me como una rosca porque lo que tengo en casa no sirve
ni para unas prisas.
- ¡Siempre serás un
pichabrava, José Ramón! No sabes cómo envidio lo sietemachos que eres. A pesar
de que somos de la misma quinta da la impresión como si tuvieras veinte tacos
menos – La adulación de Garcés no parece afectar demasiado a Arbós.
- Hombre, tú es que tienes la suerte de tener en casa una
buena jamona, lo digo con todo el respeto por Manolita. Si tuvieras la mojama
que te ha abierto la puerta, ya veríamos.
- Cuando quieras,
cogemos el coche y nos vamos a un nuevo club que han abierto cerca de Albalat.
Me han contado que hay material de primera. Dicen que han traído unas rusas que
son la releche.
- Pero bueno, Amador, ¿qué me dices? ¿Tú de putas? Si no te
conociera tan bien diría que te estás quedando conmigo. Cuéntame otra historia
que esa no cuela. Pues buena es tu parienta como para consentirte que te vayas
de picos pardos.
Ambos prosiguen la
conversación en el mismo tono de chanza durante unos minutos hasta que Arbós se
cansa y, sin solución de continuidad, pregunta de manera tajante:
- ¿Y qué te trae por aquí? Supongo que no has venido a
invitarme a echar unos casquetes.
- ¡Qué cosas dices! Vengo por el problema que te expliqué el
otro día. Los de Cajaeuropa me han citado, tengo que ir a Valencia a verles. Si
no encuentro la solución para seguir pagando los créditos temo que sea el
final. Tienes que echarme un cable, José Ramón, por los viejos tiempos.
- Amador, no insistas, ya te dije que no puedo ayudarte. Y
además tengo otro problema mucho más preocupante; mejor dicho, lo tenemos
porque también te afecta. De hecho me has
pillado leyendo la noticia. ¿Sabes a quién han estado a punto de cargarse? A
Oriol Bricart.
- ¡No jodas!
Arbós coge el ejemplar del ABC, en su
edición valenciana, y lee la crónica de la redacción del periódico en Barcelona
cuyo titular es elocuente: Un intento de asesinato termina con la víctima en la
cárcel. El reportaje narra que Oriol Bricart, conocido empresario catalán de la
construcción y antiguo consejero delegado de BACHSA, fue tiroteado al salir de
su casa. Afortunadamente, sólo le alcanzó uno de los disparos y según el parte
del hospital de Sant Pau su estado no reviste gravedad. Lo chusco vino cuando
los mossos d´esquadra, al levantar el
atestado, descubrieron que un juzgado valenciano había activado hacía tiempo
una orden de busca y captura de Bricart, que hasta el momento no había sido
localizado. Está acusado de cohecho, receptación y blanqueo de capitales,
fraude fiscal y delito societario. En consecuencia, y tras la convalecencia, el
constructor pasará de víctima a recluso. Sobre el autor o autores del tiroteo y
sus posibles motivos la policía guarda silencio, aunque fuentes oficiosas
afirman que podría tratarse de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes, que
acaso confundieron a Bricart con un importante distribuidor de estupefacientes
que, al parecer, vive en el mismo barrio del empresario. Este extremo no ha
sido confirmado por las fuerzas de seguridad. La crónica también hace un
resumen de la vida sentimental, bastante ajetreada, del constructor, así como
de sus aventuras empresariales coronadas por el éxito hasta que en el dos mil
ocho, como un reguero de pólvora, se extendió por el mundo entero el fiasco de
las hipotecas subprime y la
consecuente crisis que lo acompañó. La periodista remata el reportaje relatando
los devaneos del empresario con el mundo del fútbol en el que llegó a ser propietario
de un conocido equipo.
Tras la lectura, Arbós asegura:
- Esto sí que es un
problema de órdago y no el tuyo.
- La información
habla de la posible confusión con un narco – Garcés se agarra al dato más
benévolo de la crónica.
- ¡Qué confusión ni
qué leches! Puedes imaginar quienes se lo han querido cepillar. Sabían
perfectamente quién era. Ya sabes cómo trabajan
nuestros antiguos socios. Lo único que me extraña de todo esto es que
fallaran, aunque pensándolo bien acaso lo hayan hecho aposta, como un aviso a
navegantes.
Garcés trata de
quitar hierro al asunto:
- Tranquilo, José Ramón. Estoy convencido de que no se
meterán con nosotros. No les debemos nada y si al final el negocio salió mal no
fue por nuestra culpa.
- Pues no estoy tranquilo ni nada que se le parezca. Si el
cerdo del juez instructor no me hubiese quitado el pasaporte me habría largado
de España. Porque te recuerdo que Oriol no ha sido el único que ha estado a
punto de palmarla. El año pasado un coche atropelló a Rodrigo Huguet y el
conductor se dio a la fuga. Todavía lo están buscando. ¿Un accidente? No creo
en las casualidades.
- Hombre, José Ramón, no somos tan importantes como para que
los compinches de nuestros antiguos socios vengan a por nosotros. Además, que
yo sepa, todavía siguen vivitos y coleando Cardona y Arechabaleta.
- Esos dos son punto y aparte. Cardona porque es más listo
que el hambre. Hace mucho que nadie sabe de él. Y Arechabaleta, porque como
está acostumbrado a dar esquinazo a los etarras, también se zafará de estos. A
esos no va a ser fácil encontrarles, pero ya me dirás adónde vamos nosotros.
Arbós hace una
pausa, y luego afirma de manera rotunda:
- Ya han tocado a dos de las cabezas visibles del asunto de
la Marina - Y tras un breve silencio, y en tono dramático, se pregunta -.
¿Quién será el siguiente?