"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 22 de julio de 2016

46. Las opiniones son libres, los hechos son sagrados



  En la maquinación que ha urdido Atienza para convencer a Bernal de que necesitan la colaboración del grupo de jubilados para avanzar en la investigación del robo del Tesoro Quimbaya, el francés Blanchard es una pieza importante y el que ha puesto encima de la mesa el hecho de que sus superiores le han comunicado que o se logran avances en las pesquisas o le van a devolver a París. Y que sabe por sus jefes que los mandos de la pareja española también son de idéntica opinión. A la pregunta de Bernal de qué es lo que propone, el galo habla sin pelos en la lengua.
- ¿Que qué propongo? Mira Eusebio, como suelen decir los periodistas: las opiniones son libres, los hechos son sagrados. Acabamos de comprobar que cada uno de los tres tenemos opiniones diferentes sobre si aceptar o no que ese grupo de vieillards colabore de algún modo en la investigación. Todas y cada una de las posturas que hemos planteado son respetables, pero subjetivas. En cambio, hay un hecho que es incontestable y que de subjetivo no tiene nada: el dato que acaban de ofrecernos, de que uno de los atracadores fuera posiblemente un colombiano, dato que vale su peso en oro. Y no lo hemos encontrado nosotros, nos lo han traído los viejales. Par conséquent, seríamos unos verdaderos asnos si por un orgullo mal entendido no aceptáramos esa mano tendida. Dado que no entra en mis planes volver a París con el rabo entre las piernas, voto para que tengamos una nueva reunión con vuestro antiguo colega Grandal y, si fuera necesario, también con los demás Mathusalems.
- Una reunión, ¿para qué? – inquiere Bernal más mohíno que nunca.
- Para fijar las condiciones que les vamos a poner para que sigan investigando el robo. Porque en eso sí que estoy de acuerdo contigo, Eusebio – El galo trata de paliar la derrota de Bernal -, hemos de ser nosotros los que establezcamos las reglas a que deberán atenerse. Nada de barra libre. Colaborarán en la investigación, pero siempre a nuestras órdenes y de forma anónima. Nadie debe saber que tienen conexión con nosotros pues de lo contrario seríamos la rechifla de la policía de media Europa.
   Bernal termina encogiéndose de hombros. Las argumentaciones del francés han podido con él. Y así lo manifiesta:
- ¿Sabéis qué os digo? Haced lo que os salga de las pelotas ya que parecéis tenerlo tan claro, pero para reunirse con ese hatajo de jubilatas no contéis conmigo – y poniéndose la chupa que había dejado en el respaldo de una silla se larga del despacho.
- Gracias, Michel, tu intervención ha sido decisiva – reconoce Atienza.
- A pesar de lo que he dicho para persuadir a Eusebio, no creas que estoy tan convencido – se sincera Blanchard -. Eso de que tengamos que admitir que hasta ahora no hemos encontrado una pista que medio valga la pena no es para hacernos felices precisamente. Y bien, ¿y ahora qué?
- Creo que lo primero será mantener una entrevista con Grandal y con Ponte que, en definitiva, es quien ha sacado a la luz lo del presunto colombiano como uno de los asaltantes.
   La reunión entre Atienza y Blanchard, Bernal ha excusado su asistencia, y los dos miembros de los jubilados, se celebra en un sitio neutral. El inspector de Patrimonio ha creído más oportuno no tenerla en sede policial pues sería dar a los viejos un rango que no tienen, al tiempo que pondría en aviso al resto del Cuerpo sobre la posible intromisión de los jubilados en asuntos que no son de su competencia. A instancias de Atienza, se reúnen en la cafetería del hall del Hotel Meliá Princesa, ámbito que como sitio neutral es harto discutible.
   El inspector galo, a raíz de que Atienza le acusara de ser excesivamente prepotente, trata de mostrarse más simpático y afable y es quien pone la necesaria cordialidad para que la reunión discurra por los cauces del buen entendimiento. Tras darle muchas vueltas al asunto, al final llegan a un acuerdo de principio: los viejos continuarán con sus investigaciones, pero en terrenos previamente acotados. De momento se centrarán en las dos líneas de investigación que ya tenían iniciadas: una es terminar de investigar al resto de empleados del museo y de la empresa encargada de la seguridad que pudieron tener acceso a las cámaras de vigilancia; la otra es tratar de averiguar si la familia gitana que conocen sabe algo de los posibles vendedores del furgón blindado al chatarrero de Humanes. La primera línea, la de los empleados del museo, será la que tendrá prioridad. Cualquier nuevo descubrimiento que hagan lo comunicarán inmediatamente a los coordinadores del caso.
   Grandal y Ponte le cuentan a Álvarez lo acordado en la reunión con Atienza y Blanchard.
- … pues así está el patio. En consecuencia, se impone imprimir un ritmo más acelerado a las investigaciones sobre los empleados del museo y de la compañía de seguridad que faltan por concluir. Uno es tuyo, Luis, y el que le correspondía a Amadeo lo haré yo. A partir de ahora nos dedicaremos full time a esas misiones. En cuanto a la búsqueda de los García Reyes hasta que no vuelvan de Castellón no hay nada que hacer – remacha Grandal.
- Jacinto, ¿me permites una sugerencia? – pregunta Ponte con cierta timidez -. Es sobre los García Reyes. La temporada de recolección de la naranja dura todo el invierno, lo que supone que hasta el veintitantos de marzo no volverán. Es mucho tiempo para esperar. ¿Por qué no nos adelantamos y somos nosotros los que nos desplacemos a La Plana a buscarlos?
- ¿Un viaje a Castellón? No me lo había planteado.
- Piénsalo. Como Luis tiene tarea, podíamos ir nosotros dos. Un viaje corto, de tres o cuatro días.
- Pero no sabemos dónde están exactamente esos fulanos. La provincia de Castellón no es que sea muy grande, pero tiene el suficiente tamaño para convertir en algo complicado lo de buscar a unos calés. Sería tan difícil como encontrar una aguja en un pajar – Resulta claro que a Grandal la sugerencia de Ponte no le parece buena idea.
- No es exactamente como dices. Un primo hermano mío vivió muchos años en Onda, donde estaba de encargado de Hidrola. Le fui a visitar varias veces y algo aprendí de la recolección de la naranja. La mayor parte de la zona naranjera está en la Plana Baja, al sur de Castellón. Debe de haber una veintena de municipios, desde Burriana hasta Almenara. Si alguno de tus amigos en la policía o en la Guardia Civil podría facilitarnos previamente la información de los pueblos en los que estén trabajando familias gitanas, solo tendríamos que visitar un puñado de localidades. Algo que podríamos hacer en tres o cuatro días.
- No sé, no sé. Déjame pensarlo – Grandal continúa renuente.
   Cuando la reunión termina, Ponte se hace el remolón con la excusa de que quiere preguntar a Grandal un problema que tiene su yerno. En cuanto quedan solos, Ponte vuelve a la carga con su propuesta del viaje a La Plana, pero añadiendo un nuevo aliciente.
- ¿Puedo hacerte una pregunta personal?
- ¿Personal? Dispara.
- ¿Cuánto tiempo hace que no invitas a Chelo a salir de Madrid unos días?
   Grandal se queda mirando a su viejo amigo con una media sonrisa en los labios.
- ¿Qué estás sugiriendo? ¿Qué nos llevemos a Chelo a Castellón para que nos ayude a buscar a tus amigos gitanos?
- Llevarnos a Chelo sí, pero no para que busque a nadie sino para que tenga unos días de descanso. Y aunque no creo que pueda bañarse, lo que sí podrá hacer es tomar el sol. Allí, incluso en invierno, las temperaturas son muy suaves y casi seguro que el sol está garantizado. Nosotros podríamos dedicar las mañanas a buscar a los García Reyes, mientras Chelo se broncea. Por las tardes podrías enseñarle los encantos de la zona, que tampoco son tantos, mientras yo continuaría con la búsqueda.
- ¿Tú sabes el trabajo que tiene Chelo por estas fechas con la milonga de las elecciones? Si fuera el mes de agosto todavía, pero invitarla a ir a la playa en pleno invierno no creo que sea la mejor de las ideas.
- ¿Por qué no haces la prueba? Tú díselo, las mujeres son imprevisibles y a lo mejor te llevas una sorpresa. Si le planteas el viaje no pierdes nada, si acepta nos servirá para intentar encontrar a los gitanos, si dice que no te apuntas el tanto de que la has invitado a que descanse unos días y quedas como un señor.
- Manolo, estás hecho un alcahuete.
   Ante la sorpresa de Grandal, Chelo hasta se emociona cuando le cuenta lo del viaje a la provincia levantina.
- Es la mejor propuesta que me han hecho en mucho tiempo. Chatín, eres un cielo.