"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 28 de octubre de 2022

Libro III. Episodio 168. Un fragmento de la vida en la ENM

 

   Llega la Navidad de 1925 y los chicos Carreño que están fuera regresan al hogar. De San Fernando vuelve Álvaro vistiendo el uniforme de los aspirantes de marinería de la Escuela Naval. Sus hermanos le miran arrobados, nunca había visto al tato tan guapo y con tan buena facha. De Madrid retorna Pilar hecha toda una señoritinga y luciendo unos modelitos que son la envidia de sus amigas. Y de Cáceres regresan Jesús y Eloísa. Los demás hermanos todavía están en la casa paterna.

   Quien tiene más que contar es Álvaro, pues en sus cartas, más bien cortas, suele explicar generalidades sobre su vida en la Escuela y lo que todos quieren saber, comenzando por los padres, es el día a día de su vida en el centro militar. Se han puesto de acuerdo en que después de cenar harán una sobremesa y durante una media hora el marino describirá al resto de la familia un retazo de la vida en la Escuela Naval. Lo primero que les cuenta es una muestra del orden y rigor con el que la Marina sigue la vida de sus miembros.

   -El mismo día que ingresas te abren una especie de cuaderno en el que se inscribe todo lo que llevas a cabo durante tu permanencia en la Marina. Esos datos se vuelcan luego en tu Hoja de Servicios que es el registro oficial de tu vida profesional; recoge desde la fecha de ingreso en la Escuela hasta las notas que has sacado, los buques en los que has hecho prácticas, acciones favorables y desfavorables, empleos que has tenido, etcétera.

   -¡Qué barbaridad, qué forma de controlaros! Yo no lo soportaría –exclama Pilar.

   -Ah, y un hecho importante que me he saltado, el trece de noviembre prestamos el juramento de fidelidad a la bandera. Las Reales Ordenanzas Militares dicen que la bandera y el himno nacional merecen el máximo respeto y veneración. La institución militar es la encargada de la custodia, honores y defensa de la bandera, como símbolo de la Patria y de su unidad. Fue un acto muy emotivo.

   -¿Y cómo es el juramento? –quiere saber Julia.

   -Nos lo tuvimos que aprender de memoria. El juramento a la bandera proviene de las Reales Ordenanzas de 1768 y el que hicimos nosotros dice así: ¿Juráis a Dios, por vuestra fe, prometéis al Rey por vuestro honor, seguir constantemente sus banderas defendiéndolas hasta perder la vida, cumplir las leyes y ordenanzas militares y obedecer a quien en nombre del Rey se os haya dado a reconocer como para mandaros? Todos contestamos en voz alta que sí y luego el páter añadió: Si así lo hacéis, que Dios y la Patria os lo premien y si no que os lo demanden. Luego, de uno a uno, pasamos por donde el abanderado enarbolaba la enseña nacional y la besamos. Desde ese momento eres militar con un compromiso esencial: defender la Patria aún a costa de tu propia vida.

   -Solo de oírtelo contar se me ha puesto la piel de gallina –confiesa Eloísa.

   En la siguiente sobremesa Álvaro les cuenta lo que se hace en la Escuela a primera hora.

   -A las siete suena diana y hay que levantarse. Al minuto pasa el profe de servicio, normalmente un teniente de navío, y si no estás levantado te arresta. El arresto suele ejecutarse en el fin de semana y consiste en que no puedes salir ni el sábado ni el domingo. Y es algo que te fastidia mucho porque todos estamos deseando dejar la Escuela durante unas horas y olvidarte de la disciplina y los saludos. Luego, en cuanto te has aseado, vamos al comedor a desayunar.

 -¿Y qué es lo que os suelen dar para desayunar? –pregunta Julia.

   -Generalmente, café con leche, un chusco con mantequilla, mermelada y galletas, pero te pongan lo que sea te lo zampas en un bocado. Y no es que pasemos hambre, pues en la Escuela se come bastante bien. Después del desayuno, hay un rato de estudio que siempre viene de perlas porque hay mucho que repasar. También es el momento de intercambiar impresiones con los compañeros y de hacer planes para lo que vamos a hacer el siguiente fin de semana.

   -¿Y hablas con todos los compañeros del curso? –pregunta Pilar.

   -Con todos, no. Con los más amigos o, a veces, simplemente con los más cercanos. Luego de 9 a 11 horas, a.m… –Su madre le interrumpe.

   -¿Qué significa lo de a.m.?

   -A.m. es la sigla de Ante Meridiem, un latinajo que se traduce al español como antes del mediodía. Ese periodo va desde las 00:00 horas hasta las 11:59. Y p.m. es la sigla de Post Meridiem, el bloque de horas que van desde las 12 horas a las 24. Sigo con lo que hacemos. De 9 a 11 hay clases de teoría y vas cambiando de unas aulas a otras pues están distribuidas por toda la Escuela. En el primer trimestre las materias principales son la ampliación de mates y la física. Luego están las accesorias que son las ordenanzas y el inglés. A las clases hay que agregar la instrucción en orden abierto y cerrado, la práctica de desfiles, la gimnasia y por las tardes nos embarcan en buques antiguos, generalmente torpederos y minadores, en los que hacemos guardias en el puente, de timonel, de serviola…; en fin, de lo que te manden.

   -¿Qué es eso de serviola? –quiere saber Jesús.

   -El serviola es el servicio de vigía que se establece de noche cerca de la serviola, que es un pescante muy robusto instalado en las proximidades de la amura y hacia la parte exterior del costado del buque. En su cabeza tiene un juego de varias roldanas por las que laborea el aparejo de gata. Y no me preguntéis sobre los términos marineros que uso porque sería el acabose. Tened en cuenta que la marina tiene todo un vocabulario propio, nada es igual al lenguaje de tierra.    

   -Si estuviera aquí la abuela Pilar os diría: chicos, palabra que no sepáis el diccionario os la explicará –les recuerda Julia.

   - A media mañana –prosigue Álvaro- hacemos un descanso en el que nos llevan unos bocadillos a la explanada. A veces las gaviotas te acosan y como te descuides te pueden coger uno, son muy astutas. A mí y a Andrade, que es mi mejor amigo, el bocadillo que más nos gusta es el de queso. Hay días que he llegado a comerme hasta tres en ese descanso -Es oír eso y Julia piensa que a pesar de que el chico ha dicho que se come bien, lo más seguro es que debe pasar algún rato de hambre, ¿por qué, si no, se come tres bocadillos?

   Comienza el nuevo año de 1926 y la vida de los Carreño retoma su pulso habitual. Los que cursan bachillerato o estudios superiores regresan a las ciudades donde están sus centros, el resto vuelve a la escuela o, como en el caso de los más chicos, siguen al cuidado de Paca que cada día está más oronda. Julián terminará en junio sus estudios en la Academia Magister y está previsto que cuando eso ocurra comenzará a ayudar a su madre en las tiendas y a su padre en alguno de sus viajes. Solo hay una sombra en ese cuadro familiar: la pequeña Ángela tiene problemas de salud, sus pulmones no son tan fuertes como debieran y se acatarra con suma facilidad.

   En la tertulia de Julio se comenta con alborozo la noticia que trae la prensa en primera página: el viaje del Plus Ultra, un hidroavión pilotado por el comandante Ramón Franco que salió de Palos de la Frontera el 22 de enero y, tras haber hecho escala en las islas Canarias y en las de Cabo Verde, llegó a Buenos Aires el 9 de febrero donde fue recibido apoteósicamente.

   -Pues hablando de los Franco –comenta Liaño-, recordarán ustedes que en alguna ocasión les he hablado de su hermano, el coronel Franco. Pues a Franquito sus compañeros tendrán que hablarle con más respeto porque a principios de febrero ha sido ascendido a general de brigada. Con solo 33 años se ha convertido en el general más joven de Europa.

   Con una familia tan numerosa y que naturalmente origina muchos gastos, los padres se las ven y se las desean para hacer frente a los desembolsos necesarios para subvenir a tantas necesidades. Cuando hablan del difícil equilibrio de la economía familiar, la pareja no suele ponerse de acuerdo; Julia es más partidaria de recortar gastos, Julio de incrementar ingresos. Basado en ese principio, se decide a dar el paso de invertir en las minas que la empresa alemana Bergwerk  Spanisch va a explotar en la cacereña localidad de Torrecilla. Como no tiene dinero en efectivo, hace una discreta gestión ante las tres cajas de ahorro regionales con el mismo resultado: no pueden concederle un nuevo crédito antes de saldar los que ya le han hecho. Tan solo le queda un camino: la usurera hija del difunto Bronchales. Vacila mucho antes de dar el paso de enredarse con la prestamista hasta que, una charla sostenida en el casino sobre la situación económica del país, le induce a ver el futuro con mayor optimismo.

   -A mí me gustaría que esta tarde charláramos sobre la situación general del país –propone el doctor Lavilla-. En concreto, me refiero a cómo está llevando Primo de Rivera la política económica.

   -¿A qué se refiere exactamente, don Enrique? –pregunta Julio, al que todo lo que toque el ámbito de la economía le interesa muchísimo, dado el estado de sus finanzas.

   -Me refiero a que, en contra de lo que pensábamos la mayoría, Primo está consiguiendo con su política intervencionista una expansión y fortalecimiento económico que se está haciendo sentir en la mayoría de sectores productivos de la nación. Y donde la política intervencionista de la dictadura se está haciendo más patente es en las obras públicas, desde las hidráulicas a las comunicaciones. En el campo hidráulico ha sido todo un logro la creación de las Confederaciones Hidrográficas para el aprovechamiento integral de los ríos. En cuanto a las comunicaciones, la fundación del Circuito Nacional de Firmes Especiales ha logrado la cifra nada desdeñable de construir unos 7000 kilómetros de carreteras. Y en el ferrocarril los avances también han sido considerables. Cierto es que el crecimiento económico español es similar al experimentado en el resto de Europa y coincide con la favorable coyuntura internacional tras la guerra mundial.

   -¿Y ese crecimiento a qué es debido?, don Enrique –repregunta Julio.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 169. Navegando en el crucero Cataluña

 

viernes, 21 de octubre de 2022

Libro III. Episodio 167. La Bergwerk Spanisch

   Julio se presenta a José María del Castillo, el abogado de Llerena.

   -Me llamo Julio Carreño, comerciante de Plasencia. Tengo una tarjeta de don Mauricio Álvarez para usted.

   El abogado se limita a echar una ojeada a la tarjeta.

   -Hombre, el bueno de Mauricio, ¿qué tal está?, hace mucho que no le veo. Pase a mi despacho –Es una habitación grande en la que todo está manga por hombro-. Perdone el desorden, pero es que hoy no ha podido venir el pasante. Siéntese, por favor. Usted dirá, señor Carreño.

   -Verá don José María, tengo entendido que representa a varias compañías mineras. Yo regento varios negocios y, como tengo algún dinerillo ahorrado, pensaba que podría invertirlo en explotaciones mineras, pero estoy pez en ese terreno. Don Mauricio me dijo que sobre el negocio minero usted lo sabe todo y venía a que me orientara.

   El letrado se retrepa en el sillón, sonríe a Julio, y su mirada se aviva.

   -Ha venido usted al lugar indicado. En efecto, como bien le dijo mi amigo Mauricio y sin querer pecar de inmodestia, posiblemente sea la persona que más sabe del negocio de la minería, sobre todo en lo que atañe a las explotaciones mineras en nuestra querida tierra. En concreto, ¿qué quiere usted saber?

   -Pues, para empezar, cuál es el potencial minero de la región y, especialmente, el de la provincia de Cáceres.

   -Verá, señor Carreño…, bajo el suelo de las tierras cacereñas existe una gran riqueza minera. En sus casi veinte mil kilómetros cuadrados, la provincia alberga más de seiscientos indicios metálicos y energéticos, algunos de los cuales se han explotado a lo largo de la historia, llegando en ciertas épocas a ser de los más importantes de España. Otros siguen a la espera de que los mercados, las exigencias de la industria o las innovaciones en los métodos extractivos los hagan rentables. Y permítame añadir que no solo ha venido usted al lugar indicado, sino que además ha llegado en el momento oportuno. Supongo que usted conocerá bien la Sierra de Gata.

   -Naturalmente, como que nací y me críe en San Martín de Trevejo.

   -¡Hombre, es usted mañego! Buena tierra y buena gente. Pues si quiere invertir en el negocio minero este es el mejor momento. Lo que voy a contarle lo hago porque viene usted muy bien recomendado. Verá, uno de los pueblos entre los que cuentan con explotaciones mineras es Torrecilla de los Ángeles –Julio hace gesto de que conoce el pueblo-. Pues bien, allí se explotaron hace muchos años minas de wolframio y de uranio. De hecho, todavía existen más de diez galerías que se enclavan en la zona conocida como el Canchal Gordo. Esas galerías llegan a tener hasta mil metros de profundidad, estando algunas de ellas en buen estado de conservación. Pues bien, hay una empresa alemana que se ha interesado en retomar la explotación de las minas de uranio, wolframio y estaño de la zona. Figúrese usted, ¡unos alemanes invirtiendo en nuestra tierra! Y, como sabrá, los germanos no hacen las cosas a humo de paja. Si están dispuestos a gastar sus marcos es porque habrán visto que se trata de un buen negocio.

   -Sí, claro, pero… ¿y qué puede pintar un comerciante placentino en una empresa alemana?

   -Señor Carreño, permítame la precisión. Usted, como buen comerciante, sabe que el dinero no tiene nacionalidad. Usted pensará: ¿acaso los alemanes no tienen suficiente dinero para acometer solos la empresa? Esos cabezas cuadradas tienen dinero por castigo pero,… se han topado de bruces con la administración pública. Para darles el permiso de explotación, nuestro gobierno les exige que al menos un diez por ciento del capital de la empresa explotadora tiene que ser español. Y ahí es donde entran los visionarios que, como usted, de las piedras sacan panes.

   -Me tendrá que explicar más porque sigo sin enterarme de cómo puedo participar en ese negocio.

   El abogado le explica que la Bergwerk  Spanisch, nombre de la empresa alemana, necesita captar inversores españoles para cumplir con el requisito del diez por ciento de capital nacional que exige la administración. Lo más natural habría sido salir a bolsa donde sus acciones se habrían vendido en un abrir y cerrar de ojos, pero los alemanes mantienen la política de preferir a los inversores autóctonos de donde están enclavadas las explotaciones, por aquello de involucrarse más en el entorno donde cuentan con minas. Y le pone de ejemplo el pueblo asturiano de Laviana, donde explotan minas de carbón. Allí han elegido, para llegar al diez por ciento del capital societario, a inversores asturianos. El objetivo es que parte de la riqueza que genera la explotación revierta en gentes del propio territorio en el que está emplazada la mina.

   -Pues bien, aquí quieren poner en práctica la misma política empresarial, y les está costando Dios y ayuda. Hablando sin rodeos, señor Carreño, como buen comerciante sabrá que en nuestra tierra no abunda gente con iniciativa y espíritu empresarial como el que usted demuestra. Y lo que en Asturias la gente de la Bergwerk  Spanisch logró en menos de un mes, aquí les está resultando más duro que la subida al Gólgota. Y es que en Extremadura hay mucho señorito que se jacta de fanegas, dehesas y cortijos, pero de tener dinero en efectivo hay pocos.

   -¿Entonces…? –pregunta Julio que anda un tanto perdido ante la verborrea del letrado.

   -Entonces, tiene usted la ocasión de comprar acciones de la Bergwerk  Spanisch, sin salir de este despacho, puesto que soy su apoderado para toda la región. Y de esa forma participar en la riada de cientos de miles de duros que generarán las minas de Torrecilla, en cuanto el gobierno conceda el permiso de explotación. Usted, y los afortunados inversores como usted, duplicarán y hasta triplicarán el capital invertido. Y, mientras usted está ocupado en sus negocios, su dinero está trabajando para hacerle más rico. Así de fácil.

   A Julio, la seguridad y el aplomo con que habla el abogado, le está convenciendo, pero se encuentra en un terreno que no domina y duda. Sabe, por propia experiencia, que ganar dinero nunca es fácil y, aunque el letrado asegura lo asequible que resulta el negocio minero, piensa que en alguna parte han de haber obstáculos que de momento no aparecen por ningún lado.

   -Perdone, don José María…

   -Llámeme Josemari, como lo hacen los amigos –le interrumpe del Castillo-, porque siendo amigo de Mauricio también lo considero mío.

   -Pues, don Josemari, como dicen en San Martín no hay rosa sin espinas. Entonces me pregunto: ¿dónde están las espinas de esta rosa?, porque alguna debe de haber, ¿o no?

   -Es usted un lince, Julio, ¿puedo llamarle Julio? –Ante el gesto afirmativo del droguero, el abogado prosigue-: No se le escapa ni una. Naturalmente que este más que prometedor negocio tiene espinas, la principal, y casi única, es que los dividendos que den las acciones van a demorarse algún tiempo en cobrarlos. Porque hay un proceso natural que hay que llevar a cabo. Primero, hay que completar el capital social de la empresa, para lo que por cierto falta muy poco; luego, hay que esperar a que el recién constituido Consejo de Economía Nacional revise el proyecto y lo informe favorablemente, algo que hará sin ninguna duda. Tras el informe del Consejo, vendrá la concesión del permiso de explotación por la Dirección General de Industria del Ministerio de Trabajo, permiso que se concederá de forma automática. Y, finalmente, habrá que esperar el tiempo necesario para que la explotación comience a dar sus frutos. Todo será cuestión de tener paciencia, pero los dineros que se inviertan en la Bergwerk  Spanisch estarán tan seguros como si los tuviera en el Banco de España –y, bajando la voz, como si temiera que alguien pudiese oírle, afirma-: Le voy a decir algo que solo he contado a los amigos; mire si estoy convencido de que es un negocio seguro, que he hipotecado varias de mis propiedades, entre ellas esta casa, para invertir el dinero obtenido en acciones de la empresa alemana; con eso se lo digo todo.

   La confesión del parlanchín abogado termina por convencer a Julio de que el negocio minero que le propone puede ser una ganga, pero antes de embarcarse en el mismo debe echar cuentas y ver del efectivo de que puede disponer para invertir en la Bergwerk  Spanisch, porque lo que ha dicho antes de que tiene algún dinerillo ahorrado no es del todo cierto. Dispone de una liquidez frágil y tiene más deudas que metálico. Aunque no es lo que cuenta al abogado.

   -Creo, don Josemari, que me voy a lanzar a comprar acciones, pero antes debo volver a Plasencia y hablarlo con mi esposa. Aunque, naturalmente, yo soy el que decide sobre los negocios familiares, me gusta que ella esté al tanto de la economía familiar porque nunca se sabe lo qué puede pasar, sobre todo a los que como yo viajamos tanto.

   -Es usted un hombre prudente y eso le honra. Espero volver a verle cuanto antes y le voy a dar mi tarjeta por si quiere tener más información. Ah, y dé recuerdos de mi parte a don Mauricio. Por cierto, le voy a contar una anécdota sobre el bueno de mi amigo, ¿sabe cómo le llamábamos en la facultad?, Sobaco sabio, porque siempre llevaba un libro bajo el brazo, aunque era de los flojillos del curso. Esto no se lo cuente porque podría sentarle mal. Espero verle pronto.

   En el viaje de retorno a casa, Julio no deja de estrujarse las meninges sobre la manera de allegar fondos para invertirlos en la Bergwerk  Spanisch. Si quiere comprar acciones de la compañía germana tendrá que pedir un nuevo crédito, ¿pero a quién? Ya está entrampado con las Cajas de Ahorro de Badajoz, Cáceres y hasta con la de Plasencia. Son créditos que no le agobian demasiado, todo lo contrario que el préstamo de la Bronchales, cuyos intereses son leoninos.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 168. Un fragmento de la vida en la ENM

 

viernes, 14 de octubre de 2022

Libro III. Episodio 166. Un abogado de Llerena

 

   La petición de dinero a Galiana para comprar el Ford modelo T no sale como Julio esperaba.

   -Carreño, te podría prestarlo, pero me lo pides en el peor momento. ¿Te acuerdas de mi hijo Fernando?, el qué es algo mayor que tu Álvaro. Pues no sé si sabes que quería ser ingeniero de Caminos. Lo envié a Madrid y se tiró dos años preparando el ingreso, cosa que no logró. Luego me dijo que sería mejor entrar en la Escuela de Ingenieros Industriales, donde al parecer el ingreso es más fácil, pero tampoco lo consiguió. Total, que se ha tirado tres años y pico en la capital y se ha vuelto con el rabo entre las piernas. Ahora tendrá que conformarse con ser comerciante como su padre. Y el dinero que tengo lo voy a necesitar para ponerle al chico una tienda, cuando sepa qué clase de comercio quiere. Si no fuera por eso, te lo prestaría.

   Julio termina donde acaban todos los que necesitan dinero y no encuentran quien les fíe. Se va a ver al tío Bronchales, el prestamista para el que trabajó su madre llevándole la contabilidad. Sabe que los intereses le crujirán, pero no ve otra salida. Indaga donde localizarle y resulta que el usurero falleció hace algunos años, pero que ahora el negocio lo lleva una hija suya llamada Adelina. Bueno, se dice, vamos a ver si Adelina no es tan exigente como lo fue su padre.

   En el ínterin, Julio ha terminado comprando la radio para contentar a su esposa, y el aparato ha venido a poner una nota de animación en el hogar de los Carreño, sobre todo para Paca y los niños más chicos, que son los que están todo el día en casa. La mucama ha aprendido en un pispás a manejar el aparato y localizar en que número del dial están sus emisoras favoritas. Lo que más escucha son los programas de flamenco, coplas y zarzuelas. Cuando ponen los informativos cambia enseguida de emisora, le aburren; en cambio, los noticiarios son los programas que más oye Julia. Así es como se entera que, debido a la popularidad que le ha dado a Primo de Rivera el éxito de la campaña de África, le induce a dar un paso adelante en la continuidad del régimen: devolver el ejército a los cuarteles y emprender una fase civil; dicha fase pronto es conocida como Directorio civil, y tiene el propósito de estabilizar el régimen. En diciembre, el dictador constituye su primer gobierno civil, en el que, sin embargo. los puestos clave –Presidencia, Vicepresidencia y Gobernación- se reservan a militares.

   Mientras, Julio continúa con sus gestiones para recabar el préstamo destinado a la compra de su deseado Ford. Se pone en contacto con la hija del difunto Bronchales y se presenta como hijo de Pilar Lahoz.

   -Sí, sé quién fue su madre. Mi padre la tenía en gran estima –recuerda la mujer.

   -Y ella siempre le estuvo muy agradecida. He venido a verla, Adelina, porque necesito un préstamo. Verá… -y Julio le explica para qué necesita el empréstito, la cifra a la que ascendería y el plazo para saldarlo. Adelina le indica el interés que aplica y el resto de condiciones. El rédito que exige la usurera es bastante más alto del que Julio presumía. Intenta que se lo reduzca pero, por mucho que vuelve a recordar los servicios que su madre prestó a su padre, Adelina no rebaja el interés ni un céntimo. Julio está en un tris de echarse atrás pero, en última instancia, piensa que si quiere el Ford no tiene otra opción que cerrar el trato con la usurera. Como sabe que a su mujer lo del empréstito con la prestamista no le gustará ni pizca, decide contarle que es su colega Galiana el que le ha dejado el dinero. ¡Y, por fin!, tras muchos años, puede cumplir un viejo sueño: ser propietario de un Ford modelo T.

   Entre tanto, en Madrid, Pilar ha puesto notas en los tablones de anuncios de varias facultades y escuelas técnicas de que busca una chica para compartir piso. Empieza a recibir respuestas que va rechazando porque las peticionarias no se ajustan al perfil que busca, hasta que se topa con una muchacha que acaba de llegar a Madrid a cursar los estudios de perito agrícola, carrera bastante insólita para una mujer, se dice. La candidata a compañera de piso, que responde al nombre de Fuensanta, parece ser lo bastante seria, estudiosa y retraída para que no incordie. Casi se podría decir que es el envés de Pilar, que la admite como compañera cuando la jovencita acepta sus condiciones: Pilar será la que guisará, pues cada vez le gusta más la cocina, pero del resto de tareas domésticas se encargará Fuensanta, que además no deberá llevar a casa ni a condiscípulos ni amigos ni conocidos.

   -Y Fuensanta, ¿qué clase de nombre es?, nunca lo había oído.

   -Soy murciana y en Murcia es un nombre muy frecuente porque la Virgen de la Fuensanta es la patrona de la ciudad. Su fiesta se celebra el domingo siguiente al 8 de septiembre, fecha en que se peregrina a su santuario que preside toda la vega del Segura.

   -¿Y un perito agrícola a qué se dedica?

   -Entre otras muchas cosas, a la dirección, gestión y asesoramiento de explotaciones pecuarias y agropecuarias, así como al mantenimiento y uso de maquinaria agrícola, planificación y gestión de cultivos, etcétera.

   -¿Y eso tiene futuro?

   -En mi caso sí, porque mi familia es propietaria de muchas fincas.

   Desde San Fernando, Álvaro sigue mandando sus cartas semanales en las que cuenta su vida en la Escuela Naval Militar. En la última les relata algunas de las novatadas que, aunque oficialmente están prohibidas, los guardiamarinas gastan a los aspirantes de primer curso. La que gastaron este año no fue muy original: pasear desnudos por el dormitorio, sin alertar al brigadier de guardia, llevando encima de la cabeza el Reglamento de la Escuela y tarareando el himno de la Marina. A uno que se resistió le mandaron subir a la cofa del mástil que se yergue en medio de la explanada delantera de la ENM.

   A Julio, tras la compra del Ford, las cuentas no acaban de cuadrarle, por lo que no cesa de darle vueltas a la idea de cómo obtener más ingresos puesto que, entre los gastos comunes de la casa más los que exigen los estudios de los chicos, el dinero que dan ambas tiendas, más los que aportan los viajes por la región, comienza a no ser suficiente. Y encontrar una nueva fuente de ingresos no es fácil hasta que, un buen día, una conversación que oye al albur a don Mauricio, el abogado de la tertulia del casino, le da la pista de un posible y rentable negocio del que no sabía nada, la minería. Al parecer, Extremadura encierra en su subsuelo más yacimientos minerales de los que imaginaba. Destaca especialmente el pueblo de Azuaga, cuyo pasado minero se remonta a la época romana, aunque fue a finales del siglo XIX cuando la localidad vivió su máximo periodo de esplendor por la gran cantidad de yacimientos existentes, especialmente los dedicados al mineral de plomo. Además, la región cuenta con abundantes yacimientos de wolframio y hay minas de plata, cobre, zinc, litio y una buena muestra de las llamadas tierras raras.

   Julio se interesa por la minería porque su olfato de comerciante le indica que ahí puede haber un suculento negocio, solo falta que alguien tenga el arresto y el capital necesario para explotarlo. Pregunta a los compañeros de tertulia más ilustrados sobre el tema minero, pero ni el doctor Lavilla ni el comandante Liaño ni don Romualdo saben del asunto. Termina preguntando a don Mauricio, a quien no se ha dirigido pues no le merece demasiada confianza, si sabe quién le puede informar sobre la riqueza minera de la región.

   -Tengo un compañero de facultad que está colegiado en Badajoz y representa a compañías mineras. Se llama José María del Castillo, Josemari para los íntimos. ¿Le necesita para algo? Si es un asunto de Derecho me tiene a su disposición.

   -Gracias, don Mauricio, pero no. Lo que me interesa conocer es el estado de la minería extremeña.

   -Pues para hablar con él tendrá que ir a Llerena, que es donde tiene el bufete. Lo que voy a hacer es darle mi tarjeta para que le sirva de carta de presentación. Es hombre muy ocupado –y sacando una de sus tarjetas escribe en el dorso: El dador, Julio Carreño, es buen amigo y un respetable comerciante placentino.

   Julio, pese a sus muchos viajes, no ha estado nunca en Llerena, a pesar de que es la capital de  la comarca de la Campiña Sur. Decidido a saber más sobre la minería de la región y sus posibilidades de explotación, se desplaza hasta Llerena y pregunta por el bufete de don José María del Castillo. El primer paisano que aborda le da la dirección.

   -Se refiere a don Josemari, ¿verdad?, vive en la calle Zapatería, al lado del Palacio Prioral. No tiene pérdida, es la casona más grande.

   El domicilio de don Josemari, como le ha llamado el paisano, es un viejo caserón que necesita algo más que una mano de pintura para parecer una vivienda habitable. Las grietas, los desconchones, las paredes cuarteadas aquí y allá…, todo da impresión de decadencia. Julio llama a la pesada aldaba de hierro de la claveteada puerta y tiene que volver a repetir la llamada porque tardan en abrir. Al fin, aparece una jovencita, casi una chiquilla que, con malos modos, le espeta:

   -Si es vendedor, no queremos na.

   -Vengo a ver a don José María por cuestión de negocios. Tengo una tarjeta para él.

   -Entonses, sígame –y la muchacha conduce a Julio por unos oscuros pasillos solo iluminados cuando pasan junto a una ventana. Tras recorrer algunos tramos, llegan a una saleta en la que solo hay un pequeño diván que conoció mejores tiempos-. Aguarde aquí, voy a avisar al señorito.

   El señorito no tarda mucho. José María del Castillo es hombre menudo y delgado, luce un abundante cabello negro, con alguna que otra cana, y tiene una cara en la que destacan los ojos que, pese a su pequeñez, son vivos y de mirada despierta. Viste un elegante terno pasado de moda.

   -Soy José María del Castillo, letrado del muy ilustre Colegio de Abogados de Badajoz, ¿con quién tengo el gusto de hablar?

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 167. La Bergwerk  Spanisch

  

viernes, 7 de octubre de 2022

Libro III. Episodio 165. Préstamo para un Ford T

 

   Al ser preguntado Liaño por la participación de la incipiente fuerza aérea en el desembarco de Alhucemas se apresta a satisfacer la curiosidad de sus contertulios.

   -Las fuerzas aéreas han estado formadas por bombarderos ligeros Breguet y varios cazas biplanos Bristol. En total, junto con los aviones franceses, suman unas 150 aeronaves.

   -Y el asunto de la manduca como lo tienen organizao? –quiere saber don Eduardo que, como buen terrateniente, suele interesarse por las cuestiones más a ras de tierra.

   -Respecto a la intendencia, cada soldado lleva encima dos días de raciones en frío, y en un escalón posterior cuatro días de rancho caliente y tres en frío. Y desde los barcos, la base del peñón de Alhucemas y cuatro dobles hornos de campaña, se elaborará pan, mientras la escuadra seguirá desembarcando raciones frías y calientes. El agua queda asegurada mediante dos buques-aljibe. La sanidad cuenta con los quirófanos de dos buques-hospital, y en tierra hay hospitales de campaña y un centenar y medio de artolas capaces de transportar en cada viaje cerca de trescientos heridos o enfermos, a lo que hay que añadir trenes-hospital dispuestos en el sur de la península.

   Liaño también cuenta otra novedad de la guerra: integrados en el contingente del desembarco han viajado corresponsales de guerra como Corrochano del ABC, Herrero, de United Press; Sánchez del Arco, del Noticiero Sevillano; Asworth, del Daily Express y otros que no recuerda.

   Más allá de la guerra, el curso universitario 25-26 va a comenzar y los Carreño se plantean qué será mejor para Pilar, si continuar en el piso alquilado de don Quijote o que se vaya a una residencia de estudiantes. Los padres dudan, pero la joven lo tiene muy claro: prefiere quedarse en el piso porque eso le da un gran margen de libertad, y además lo tendrá solo para ella puesto que su hermano se ha ido a la Escuela Naval. Le cuesta convencer a sus padres, sobre todo a su madre que conoce muy bien el temperamento volcánico de su hija y no la seduce la idea de que viva sola. Tras muchos tiras y aflojas, Julia solo cede cuando Pilar le promete que lo que hará será buscar a alguien que comparta el piso, así no estará sola, y además solo tendrán que pagar la mitad del alquiler.

   En tanto, los últimos coletazos de la guerra de África se desarrollan en octubre, como les cuenta Liaño a sus contertulios.

   -A principios de octubre nuestras tropas han conquistado Axdir. Su toma tiene un valor más simbólico que estratégico pues ha sido la capital de la República del Rif desde 1921, y a mediados de mes posiblemente se darán por finalizadas las operaciones militares, ahora solo falta cazar a Abd el-Krim.

   Una vez a la semana, generalmente los domingos, Álvaro habla con los suyos por conferencia y también les escribe con frecuencia semanal. En la carta que han recibido hoy les cuenta como fue el recibimiento en la ENM –Usa las siglas por economía y para no repetir tanto lo de Escuela Naval Militar.

   … y cuando llegué a la ENM ya estaban arremolinados ante la puerta casi todos los aspirantes, la mayoría acompañados por familiares, esperando a ser llamados por el orden en que aprobamos la oposición. Cada vez que llamaban a uno entraba en la ENM escoltado por los aplausos de sus acompañantes. Como yo iba solo no me aplaudió nadie, pero estaba demasiado emocionado como para que me importara. En el interior nos agruparon en formación y al mando de unos brigadieres (en la Marina se denomina brigadier a los guardiamarinas de cuarto curso que debido a sus méritos, capacidades y antigüedad, tienen responsabilidad como comandantes e instructores de los novatos) nos condujeron al bazar ( una especie de tienda en la que te proporcionan la ropa de cama, la de faena y de paseo, el equipo higiénico y demás objetos que se usan en la ENM) para que cada uno recogiera su petate (es el lío de la cama y la ropa de cada marinero y el talego para guardarlo). Como me retrasé en la recogida de la ropa interior, me quedé helado cuando un brigadier me gritó: ¡Carreño, espabila, no vamos a estar aquí todo el día! Resulta que los brigadieres, que no dejan de ser alumnos, ya se sabían el nombre de los 67 aspirantes. Luego nos llevaron al dormitorio y encima de cada litera había un letrero con el nombre de cada uno. La verdad es que todo está muy bien organizado, pero eso sí, a golpe de gritos, silbatos y carreras. Bueno, llaman a fajina (es el toque que convoca a la tropa a la comida) y eso es sagrado. En la próxima carta os cuento más…

   Al socaire de las noticias bélicas, Julia sugiere a su marido que deberían comprarse un aparato de radio; así también ella podría estar al día de lo que pasa por el mundo. Julio lo considera un gasto innecesario porque, entre la prensa que lee en la barbería del señor Vicente y la tertulia del casino, está siempre a la última.

   -Marido, no me seas egoísta. Ni Paca ni los niños ni yo vamos al casino o a la barbería por lo que si nos enteramos de lo que pasa aquí o en otras partes es porque tú nos lo cuentas, pero cuando te vas de viaje nos quedamos a verlas venir. Ráscate el bolsillo y compra una radio y, si no lo haces tú, tendré que hacerlo yo –La última frase le ha sentado mal a Julio, piensa que su mujer es cada vez más autónoma, pero como conoce bien a su parienta no rechista.

   Aquella tarde, en una pausa de la tertulia, Julio pregunta al comandante Liaño sobre el asunto de la radio.

   -Don Jacinto, usted que se compró un aparato de radio hace poco, ¿qué marca me recomienda?, lo pregunto porque mi mujer quiere que compremos uno para casa.

   -Tengo una Telefunken y estoy muy contento de cómo funciona, pero hay otras marcas en el mercado. ¿Para qué la quiere usted?

   -Sobre todo para estar informado.

   -Entonces no la compre, le voy a regalar mi radio de galena que ya no la uso, que para la información le vale. Al acabar la tertulia se viene conmigo y se la daré.

   Aquella tarde, Julio llega a casa portando la radio de galena de Liaño. Según le ha explicado el comandante el aparato está basado en un cristal semiconductor de sulfuro de plomo, siendo capaz de captar señales moduladas en la banda de onda media y corta. La explicación le ha servido de poco a Julio, lo único que le ha quedado claro es que para oírla se necesitan auriculares, aparatos que no le ha dado Liaño. En cuanto le explica a su mujer el detalle de los auriculares, Julia monta en cólera, algo inusual en ella.

   -¿Y crees que Paca va a estar guisando o cuidando a los críos con unos auriculares puestos? No quiero enfadarme –La verdad es que ya lo está-, marido, pero a veces eres imposible. Racaneas las cuatro perras que puede costar una radio y en cambio piensas gastarte un montón de duros en una nueva camioneta –Lo de la camioneta deja tocado a Julio. ¿Cómo coño se ha enterado esta mujer qué quiero cambiar de vehículo?, se pregunta.

   Al día siguiente, Julio va a la ferretería de su amigo Galiana y, tras mirar el catálogo de las radios, encarga un aparato Phillips, una marca holandesa algo más barata que Telefunken. Y cómo, al parecer, Julia ha descubierto su pretensión de comprar una nueva camioneta, opta por contarle lo del cambio, no le trae a cuenta tenerla de morros. Le explica que la Fiat comienza a darle problemas y las reparaciones cada vez le cuestan más, por lo que en el taller al que la lleva le han aconsejado que la cambie. Y precisamente en estos momentos hay una oferta de la casa Ford que, como ha puesto un modelo nuevo en el mercado, está ofreciendo los modelos antiguos con rebajas que llegan al veinte por ciento. Y se extiende en toda clase de detalles sobre la vehículo que piensa comprar.

   -El Ford modelo T tiene un motor con culata desmontable y la biela es de acero de vanadio. El alumbrado funciona con un volante magnético y la dirección está a la izquierda, lo que es una novedad. La caja de cambios solo cuenta con dos velocidades y se cambia con el pie; en mitad del recorrido está el punto muerto, pisando a fondo es la primera y, soltando un poco, la segunda. Otros adelantos son que el conjunto del bloque del motor, cárter y cigüeñal está en una sola unidad. Su transmisión es por tubo de empuje y la suspensión por eje rígido con ballestón transversal lo que lo hacen muy robusto y capaz de adaptarse a cualquier entorno. Una joya, vamos.

   -¿Y esa joya cuántos duros cuesta? –pregunta Julia a quien la descripción técnica del automóvil no le dice nada.

   -Al principio, el precio oscilaba entre los 800 a 1000 dólares, pero lo han rebajado tanto que los últimos coches que se han ensamblado en la planta de Cádiz se pueden conseguir por poco más de 300 dólares, que al cambio vienen a ser unas dos mil doscientas y pico de pesetas.

   -¡Dos mil doscientas pesetas! –Se escandaliza Julia-, ¿y de dónde piensas sacarlas?, porque en este momento andamos fatal de liquidez.

  -Había pensado en vender la finca del Karrascal, pues desde que compramos Pinkety no la hemos vuelto a pisar.

   -Por el Karrascal no creo que te den más de doscientos duros, como mucho, ¿y el resto de dónde saldrá?

   -Pediré un crédito a la Caja de Ahorros de Badajoz.

   -¿Otro crédito?, ya estamos muy endeudados, marido. Antes de pedirlo echa cuentas.

   Como le sugirió su mujer, Julio echa cuentas antes de pedir un nuevo crédito para comprarse el Ford, pero se topa con que la Caja le exige avales que no dispone, por lo que su empeño parece esfumarse. Pide dinero a varios amigos, pero todos se excusan, los tiempos no son buenos. El último al que toca es a Manuel Galiana el ferretero, del que sabe que tiene el riñón forrado.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 166. Un abogado de Llerena